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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Génesis 22

La prueba de fe de Abraham

22 Tiempo después, Dios probó la fe de Abraham.

—¡Abraham!—lo llamó Dios.

—Sí—respondió él—, aquí estoy.

—Toma a tu hijo, tu único hijo—sí, a Isaac, a quien tanto amas—y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré.

A la mañana siguiente, Abraham se levantó temprano. Ensilló su burro y llevó con él a dos de sus siervos, junto con su hijo Isaac. Después cortó leña para el fuego de la ofrenda y salió hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día de viaje, Abraham levantó la vista y vio el lugar a la distancia. «Quédense aquí con el burro—dijo Abraham a los siervos—. El muchacho y yo seguiremos un poco más adelante. Allí adoraremos y volveremos enseguida».

Entonces Abraham puso la leña para la ofrenda sobre los hombros de Isaac, mientras que él llevó el fuego y el cuchillo. Mientras caminaban juntos, Isaac se dio vuelta y le dijo a Abraham:

—¿Padre?

—Sí, hijo mío—contestó Abraham.

—Tenemos el fuego y la leña—dijo el muchacho—, ¿pero dónde está el cordero para la ofrenda quemada?

—Dios proveerá un cordero para la ofrenda quemada, hijo mío—contestó Abraham.

Así que ambos siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al lugar indicado por Dios, Abraham construyó un altar y colocó la leña encima. Luego ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10 Y Abraham tomó el cuchillo para matar a su hijo en sacrificio. 11 En ese momento, el ángel del Señor lo llamó desde el cielo:

—¡Abraham! ¡Abraham!

—Sí—respondió Abraham—, ¡aquí estoy!

12 —¡No pongas tu mano sobre el muchacho!—dijo el ángel—. No le hagas ningún daño, porque ahora sé que de verdad temes a Dios. No me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo.

13 Entonces Abraham levantó los ojos y vio un carnero que estaba enredado por los cuernos en un matorral. Así que tomó el carnero y lo sacrificó como ofrenda quemada en lugar de su hijo. 14 Abraham llamó a aquel lugar Yahveh-jireh (que significa «el Señor proveerá»). Hasta el día de hoy, la gente todavía usa ese nombre como proverbio: «En el monte del Señor será provisto».

15 Luego el ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo.

16 —El Señor dice: Ya que me has obedecido y no me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo, juro por mi nombre que 17 ciertamente te bendeciré. Multiplicaré tu descendencia[a] hasta que sea incontable, como las estrellas del cielo y la arena a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos; 18 y mediante tu descendencia, todas las naciones de la tierra serán bendecidas. Todo eso, porque me has obedecido.

19 Luego volvieron al lugar donde estaban los siervos y viajaron de regreso a Beerseba, donde Abraham siguió habitando.

20 Poco tiempo después, Abraham oyó que Milca, la esposa de su hermano Nacor, le había dado a Nacor ocho hijos. 21 El mayor se llamaba Uz, el siguiente era Buz, seguido por Kemuel (antepasado de los arameos), 22 Quésed, Hazó, Pildás, Jidlaf y Betuel. 23 (Betuel fue el padre de Rebeca). Además de esos ocho hijos de Milca, 24 Nacor tuvo otros cuatro hijos con su concubina Reúma. Sus nombres eran Teba, Gahán, Tahás y Maaca.

Mateo 21

Entrada triunfal de Jesús

21 Mientras Jesús y los discípulos se acercaban a Jerusalén, llegaron a la ciudad de Betfagé, en el monte de los Olivos. Jesús mandó a dos de ellos que se adelantaran. «Vayan a la aldea que está allí —les dijo—. En cuanto entren, verán una burra atada junto con su cría. Desaten a los dos animales y tráiganmelos. Si alguien les pregunta qué están haciendo, simplemente digan: “El Señor los necesita”, entonces les permitirá llevárselos de inmediato».

Eso ocurrió para que se cumpliera la profecía que decía:

«Dile a la gente de Jerusalén:[a]
    “Mira, tu Rey viene hacia ti.
Es humilde y llega montado en un burro:
    montado en la cría de una burra”»[b].

Los dos discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado. Llevaron la burra y su cría, pusieron sus prendas sobre la cría, y Jesús se sentó allí.[c]

De la multitud presente, la mayoría tendió sus prendas sobre el camino delante de él, y otros cortaron ramas de los árboles y las extendieron sobre el camino. Jesús estaba en el centro de la procesión, y toda la gente que lo rodeaba gritaba:

«¡Alaben a Dios[d] por el Hijo de David!
    ¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor!
    ¡Alaben a Dios en el cielo más alto!»[e].

10 Toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada a medida que Jesús entraba. «¿Quién es este?», preguntaban.

11 Y las multitudes contestaban: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea».

Jesús despeja el templo

12 Jesús entró en el templo y comenzó a echar a todos los que compraban y vendían animales para el sacrificio. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas. 13 Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será llamado casa de oración”, ¡pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones!»[f].

14 Los ciegos y los cojos se acercaron a Jesús en el templo y él los sanó. 15 Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa vieron esos milagros maravillosos y oyeron que hasta los niños en el templo gritaban: «Alaben a Dios por el Hijo de David».

Sin embargo, los líderes estaban indignados. 16 Le preguntaron a Jesús:

—¿Oyes lo que dicen esos niños?

—Sí—contestó Jesús—. ¿No han leído las Escrituras? Pues dicen: “A los niños y a los bebés les has enseñado a darte alabanza”[g].

17 Luego regresó a Betania, donde pasó la noche.

Jesús maldice la higuera

18 Por la mañana, cuando Jesús regresaba a Jerusalén, tuvo hambre 19 y vio que había una higuera junto al camino. Se acercó para ver si tenía higos, pero solo había hojas. Entonces le dijo: «¡Que jamás vuelva a dar fruto!». De inmediato, la higuera se marchitó.

20 Al ver eso los discípulos quedaron asombrados y le preguntaron:

—¿Cómo se marchitó tan rápido la higuera?

21 Entonces Jesús les dijo:

—Les digo la verdad, si tienen fe y no dudan, pueden hacer cosas como esa y mucho más. Hasta pueden decirle a esta montaña: “Levántate y échate al mar”, y sucederá. 22 Ustedes pueden orar por cualquier cosa, y si tienen fe la recibirán.

Desafían la autoridad de Jesús

23 Cuando Jesús regresó al templo y comenzó a enseñar, se le acercaron los principales sacerdotes y los ancianos.

—¿Con qué autoridad haces todas estas cosas?—le reclamaron—. ¿Quién te dio el derecho?

24 —Les diré con qué autoridad hago estas cosas si me contestan una pregunta—respondió Jesús—. 25 La autoridad de Juan para bautizar, ¿provenía del cielo o era meramente humana?

Ellos discutieron el asunto unos con otros: «Si decimos que provenía del cielo, nos preguntará por qué no le creímos a Juan; 26 pero si decimos que era meramente humana, la multitud se volverá contra nosotros porque todos creen que Juan era un profeta». 27 Entonces finalmente contestaron:

—No sabemos.

Y Jesús respondió:

—Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los dos hijos

28 »¿Pero qué piensan de lo siguiente? Un hombre con dos hijos le dijo al mayor: “Hijo, ve a trabajar al viñedo hoy”. 29 El hijo le respondió: “No, no iré”, pero más tarde cambió de idea y fue. 30 Entonces el padre le dijo al otro hijo: “Ve tú”, y él le dijo: “Sí, señor, iré”; pero no fue.

31 »¿Cuál de los dos obedeció al padre?

Ellos contestaron:

—El primero.[h]

Luego Jesús explicó el significado:

—Les digo la verdad, los corruptos cobradores de impuestos y las prostitutas entrarán en el reino de Dios antes que ustedes. 32 Pues Juan el Bautista vino y les mostró a ustedes la manera correcta de vivir, pero ustedes no le creyeron, mientras que los cobradores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. Aun viendo lo que ocurría, ustedes se negaron a creerle y a arrepentirse de sus pecados.

Parábola de los agricultores malvados

33 »Ahora, escuchen otra historia. Cierto propietario plantó un viñedo, lo cercó con un muro, cavó un hoyo para extraer el jugo de las uvas y construyó una torre de vigilancia. Luego les alquiló el viñedo a unos agricultores arrendatarios y se mudó a otro país. 34 Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a sus siervos para recoger su parte de la cosecha. 35 Pero los agricultores agarraron a los siervos, golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero. 36 Entonces el dueño de la tierra envió a un grupo más numeroso de siervos para recoger lo que era suyo, pero el resultado fue el mismo.

37 »Finalmente, el dueño envió a su propio hijo porque pensó: “Sin duda, respetarán a mi hijo”.

38 »Sin embargo, cuando los agricultores vieron que venía el hijo, se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. Vamos, matémoslo y nos quedaremos con la propiedad”. 39 Entonces lo agarraron, lo arrastraron fuera del viñedo y lo asesinaron.

40 Jesús preguntó:

—Cuando el dueño del viñedo regrese, ¿qué les parece que hará con esos agricultores?

41 Los líderes religiosos contestaron:

—A los hombres malvados les dará una muerte horrible y alquilará el viñedo a otros que le darán su porción después de cada cosecha.

42 Entonces Jesús les preguntó:

—¿Nunca leyeron en las Escrituras:

“La piedra que los constructores rechazaron
    ahora se ha convertido en la piedra principal.
Esto es obra del Señor
    y es maravilloso verlo”[i] ?

43 Les digo que a ustedes se les quitará el reino de Dios y se le dará a una nación que producirá el fruto esperado. 44 Cualquiera que tropiece con esa piedra se hará pedazos, y la piedra aplastará a quienes les caiga encima.[j]

45 Cuando los principales sacerdotes y los fariseos oyeron esa parábola, se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados. 46 Querían arrestarlo, pero tenían miedo de las multitudes, que consideraban que Jesús era un profeta.

Nehemías 11

El pueblo habita en Jerusalén

11 Los jefes del pueblo vivían en Jerusalén, la ciudad santa. Mediante los sorteos sagrados eligieron a una décima parte del pueblo de otras ciudades de Judá y de Benjamín para que vivieran allí también, mientras que el resto siguió viviendo donde estaba; y el pueblo elogiaba a todos los que se ofrecían para reubicarse en Jerusalén.

La siguiente es una lista de los nombres de los funcionarios provinciales que fueron a vivir a Jerusalén. (La mayoría del pueblo, de los sacerdotes, de los levitas, de los sirvientes del templo y de los descendientes de los sirvientes de Salomón siguieron viviendo en sus propias casas en las diversas ciudades de Judá, pero algunos de los de Judá y de Benjamín repoblaron Jerusalén).

De la tribu de Judá:

Ataías, hijo de Uzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Mahalaleel, de la familia de Fares. También Maaseías, hijo de Baruc, hijo de Col-hoze, hijo de Hazaías, hijo de Adaías, hijo de Joiarib, hijo de Zacarías, de la familia de Sela.[a] Fueron cuatrocientos sesenta y ocho descendientes de Fares los que se establecieron en Jerusalén, todos ellos hombres excepcionales.

De la tribu de Benjamín:

Salú, hijo de Mesulam, hijo de Joed, hijo de Pedaías, hijo de Colaías, hijo de Maaseías, hijo de Itiel, hijo de Jesaías; después de él estaban Gabai y Salai: en total novecientos veintiocho parientes. El funcionario principal de ellos era Joel, hijo de Zicri, y su asistente era Judá, hijo de Senúa, el segundo en autoridad de la ciudad.

10 De los sacerdotes:

Jedaías, hijo de Joiarib; Jaquín; 11 y Seraías, hijo de Hilcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, hijo de Meraiot, hijo de Ahitob, que era el supervisor del templo de Dios. 12 También ochocientos veintidós de sus colaboradores, quienes trabajaban en el templo. También Adaías, hijo de Jeroham, hijo de Pelalías, hijo de Amsi, hijo de Zacarías, hijo de Pasur, hijo de Malquías, 13 junto con doscientos cuarenta y dos de sus colaboradores, quienes eran jefes de sus familias. También Amasai, hijo de Azareel, hijo de Azai, hijo de Mesilemot, hijo de Imer, 14 y ciento veintiocho de sus excepcionales colaboradores.[b] El funcionario principal de ellos era Zabdiel, hijo de Gedolim.

15 De los levitas:

Semaías, hijo de Hasub, hijo de Azricam, hijo de Hasabías, hijo de Buni. 16 También Sabetai y Jozabad, quienes estaban a cargo del trabajo fuera del templo de Dios. 17 También Matanías, hijo de Micaía, hijo de Zabdi, descendiente de Asaf, quien dirigía las acciones de gracias y la oración. También Bacbuquías, ayudante de Matanías, y Abda, hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Jedutún. 18 En total, había doscientos ochenta y cuatro levitas en la ciudad santa.

19 De los porteros:

Acub, Talmón y ciento setenta y dos colaboradores que vigilaban las puertas.

20 Los demás sacerdotes, levitas e israelitas vivían en las otras ciudades de Judá, dondequiera que se encontrara su herencia familiar. 21 Sin embargo, todos los sirvientes del templo, bajo la dirección de Ziha y Gispa, se establecieron en la colina de Ofel.

22 El funcionario principal de los levitas en Jerusalén era Uzi, hijo de Bani, hijo de Hasabías, hijo de Matanías, hijo de Micaía, descendiente de Asaf. Los integrantes de la familia de Asaf eran los cantores en el templo de Dios. 23 Las responsabilidades diarias de los cantores se llevaban a cabo según los términos establecidos por un mandato real.

24 Petaías, hijo de Mesezabeel, descendiente de Zera, hijo de Judá, era el consejero real en todos los asuntos de la administración pública.

25 En cuanto a las aldeas vecinas con sus campos abiertos, parte de la gente de Judá vivía en Quiriat-arba y sus asentamientos, en Dibón y sus asentamientos y en Jecabseel y sus aldeas. 26 También residían en Jesúa, Molada, Bet-pelet, 27 Hazar-sual, Beerseba y sus asentamientos, 28 Siclag y Mecona y sus asentamientos. 29 También vivían en En-rimón, Zora, Jarmut, 30 Zanoa y Adulam y sus aldeas vecinas. También vivían en Laquis y sus campos aledaños y en Azeca y sus aldeas cercanas. De manera que el pueblo de Judá vivía desde Beerseba en el sur hasta el valle de Hinom.

31 Parte de la gente de Benjamín vivía en Geba, Micmas, Aía y Betel y sus asentamientos. 32 También vivían en Anatot, Nob, Ananías, 33 Hazor, Ramá, Gitaim, 34 Hadid, Seboim, Nebalat, 35 Lod, Ono y el valle de los Artesanos.[c] 36 Algunos de los levitas que residían en Judá fueron enviados a vivir con la tribu de Benjamín.

Hechos 21

Viaje de Pablo a Jerusalén

21 Después de despedirnos de los ancianos de Éfeso, navegamos directamente a la isla de Cos. Al día siguiente, llegamos a Rodas y luego fuimos a Pátara. Allí abordamos un barco que iba a Fenicia. Divisamos la isla de Chipre, la pasamos por nuestra izquierda y llegamos al puerto de Tiro, en Siria, donde el barco tenía que descargar.

Desembarcamos, encontramos a los creyentes[a] del lugar y nos quedamos con ellos una semana. Estos creyentes profetizaron por medio del Espíritu Santo, que Pablo no debía seguir a Jerusalén. Cuando regresamos al barco al final de esa semana, toda la congregación, incluidos las mujeres[b] y los niños, salieron de la ciudad y nos acompañaron a la orilla del mar. Allí nos arrodillamos, oramos y nos despedimos. Luego abordamos el barco y ellos volvieron a casa.

Después de dejar Tiro, la siguiente parada fue Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos un día. Al día siguiente, continuamos hasta Cesarea y nos quedamos en la casa de Felipe el evangelista, uno de los siete hombres que habían sido elegidos para distribuir los alimentos. Tenía cuatro hijas solteras, que habían recibido el don de profecía.

10 Varios días después, llegó de Judea un hombre llamado Ágabo, quien también tenía el don de profecía. 11 Se acercó, tomó el cinturón de Pablo y se ató los pies y las manos. Luego dijo: «El Espíritu Santo declara: “De esta forma será atado el dueño de este cinturón por los líderes judíos en Jerusalén y entregado a los gentiles[c]”». 12 Cuando lo oímos, tanto nosotros como los creyentes del lugar le suplicamos a Pablo que no fuera a Jerusalén.

13 Pero él dijo: «¿Por qué todo este llanto? ¡Me parten el corazón! Yo estoy dispuesto no solo a ser encarcelado en Jerusalén, sino incluso a morir por el Señor Jesús». 14 Al ver que era imposible convencerlo, nos dimos por vencidos y dijimos: «Que se haga la voluntad del Señor».

Pablo llega a Jerusalén

15 Después de esto, empacamos nuestras cosas y salimos hacia Jerusalén. 16 Algunos creyentes de Cesarea nos acompañaron y nos llevaron a la casa de Mnasón, un hombre originario de Chipre y uno de los primeros creyentes. 17 Cuando llegamos, los hermanos de Jerusalén nos dieron una calurosa bienvenida.

18 Al día siguiente, Pablo fue con nosotros para encontrarnos con Santiago, y todos los ancianos de la iglesia de Jerusalén estaban presentes. 19 Después de saludarlos, Pablo dio un informe detallado de las cosas que Dios había realizado entre los gentiles mediante su ministerio.

20 Después de oírlo, alabaron a Dios. Luego dijeron: «Tú sabes, querido hermano, cuántos miles de judíos también han creído, y todos ellos siguen muy en serio la ley de Moisés; 21 pero se les ha dicho a los creyentes judíos de aquí, de Jerusalén, que tú enseñas a todos los judíos que viven entre los gentiles que abandonen la ley de Moisés. Ellos han oído que les enseñas que no circunciden a sus hijos ni que practiquen otras costumbres judías. 22 ¿Qué debemos hacer? Seguramente se van a enterar de tu llegada.

23 »Queremos que hagas lo siguiente: hay entre nosotros cuatro hombres que han cumplido su voto; 24 acompáñalos al templo y participa con ellos en la ceremonia de purificación, y paga tú los gastos para que se rapen la cabeza según el ritual judío. Entonces todos sabrán que los rumores son falsos y que tú mismo cumples las leyes judías.

25 »En cuanto a los creyentes gentiles, ellos deben hacer lo que ya les dijimos en una carta: abstenerse de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de consumir sangre o la carne de animales estrangulados, y de la inmoralidad sexual».

Arresto de Pablo

26 Así que, al día siguiente, Pablo fue al templo con los otros hombres. Ya comenzado el ritual de purificación, anunció públicamente la fecha en que se cumpliría el tiempo de los votos y se ofrecerían sacrificios por cada uno de los hombres.

27 Cuando estaban por cumplirse los siete días del voto, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el templo e incitaron a una turba en su contra. Lo agarraron 28 mientras gritaban: «¡Hombres de Israel, ayúdennos! Este es el hombre que predica en contra de nuestro pueblo en todas partes y les dice a todos que desobedezcan las leyes judías. Habla en contra del templo, ¡y hasta profana este lugar santo llevando gentiles[d] adentro!». 29 (Pues más temprano ese mismo día lo habían visto en la ciudad con Trófimo, un gentil de Éfeso,[e] y supusieron que Pablo lo había llevado al templo).

30 Toda la ciudad fue estremecida por estas acusaciones y se desencadenó un gran disturbio. Agarraron a Pablo y lo arrastraron fuera del templo e inmediatamente cerraron las puertas detrás de él. 31 Cuando estaban a punto de matarlo, le llegó al comandante del regimiento romano la noticia de que toda Jerusalén estaba alborotada. 32 De inmediato el comandante llamó a sus soldados y oficiales[f] y corrió entre la multitud. Cuando la turba vio que venían el comandante y las tropas, dejaron de golpear a Pablo.

33 Luego el comandante lo arrestó y ordenó que lo sujetaran con dos cadenas. Le preguntó a la multitud quién era él y qué había hecho. 34 Unos gritaban una cosa, y otros otra. Como no pudo averiguar la verdad entre todo el alboroto y la confusión, ordenó que llevaran a Pablo a la fortaleza. 35 Cuando Pablo llegó a las escaleras, la turba se puso tan violenta que los soldados tuvieron que levantarlo sobre sus hombros para protegerlo. 36 Y la multitud seguía gritando desde atrás: «¡Mátenlo! ¡Mátenlo!».

Pablo habla a la multitud

37 Cuando estaban por llevarlo adentro, Pablo le dijo al comandante:

—¿Puedo hablar con usted?

—¿¡Hablas griego!?—le preguntó el comandante, sorprendido—. 38 ¿No eres tú el egipcio que encabezó una rebelión hace un tiempo y llevó al desierto a cuatro mil miembros del grupo llamado “Los Asesinos”?

39 —No—contestó Pablo—, soy judío y ciudadano de Tarso de Cilicia, que es una ciudad importante. Por favor, permítame hablar con esta gente.

40 El comandante estuvo de acuerdo, entonces Pablo se puso de pie en las escaleras e hizo señas para pedir silencio. Pronto un gran silencio envolvió a la multitud, y Pablo se dirigió a la gente en su propia lengua, en arameo.[g]

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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