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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
1 Crónicas 7-8

Descendientes de Isacar

Los cuatro hijos de Isacar fueron Tola, Púa, Jasub y Simrón.

Los hijos de Tola fueron Uzi, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Semuel. Cada uno de ellos era el jefe de un clan patriarcal. En el tiempo del rey David el número total de guerreros poderosos anotados en el registro de estos clanes era veintidós mil seiscientos.

Israhías fue hijo de Uzi. Los hijos de Israhías fueron Micael, Obadías, Joel e Isías. Estos cinco llegaron a ser jefes de clanes. Todos ellos tuvieron muchas esposas y muchos hijos, de manera que el total de hombres disponibles para el servicio militar entre sus descendientes era treinta y seis mil.

El número total de guerreros poderosos entre todos los clanes de la tribu de Isacar era ochenta y siete mil. Todos ellos aparecen en sus registros genealógicos.

Descendientes de Benjamín

Tres de los hijos de Benjamín fueron Bela, Bequer y Jediael.

Los cinco hijos de Bela fueron Ezbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Iri. Cada uno de ellos fue jefe de un clan patriarcal. El número total de guerreros poderosos de estos clanes era veintidós mil treinta y cuatro, tal como aparecen en sus registros genealógicos.

Los hijos de Bequer fueron Zemira, Joás, Eliezer, Elioenai, Omri, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet. Cada uno de ellos era jefe de un clan patriarcal. El número total de guerreros poderosos y jefes de estos clanes era veinte mil doscientos, tal como aparecen en sus registros genealógicos.

10 Bilhán fue hijo de Jediael. Los hijos de Bilhán fueron Jeús, Benjamín, Aod, Quenaana, Zetán, Tarsis y Ahisahar. 11 Cada uno de ellos fue jefe de un clan patriarcal. De estos clanes el número total de guerreros poderosos listos para la guerra era diecisiete mil doscientos.

12 Los hijos de Hir fueron Supim y Hupim. Husim fue hijo de Aher.

Descendientes de Neftalí

13 Los hijos de Neftalí fueron Jahzeel,[a] Guni, Jezer y Silem.[b] Todos eran descendientes de Bilha, la concubina de Jacob.

Descendientes de Manasés

14 Entre los descendientes de Manasés, nacidos de su concubina aramea, se encontraba Asriel. Ella también dio a luz a Maquir, el padre de Galaad. 15 Maquir encontró esposas para[c] Hupim y Supim. Maquir tenía una hermana llamada Maaca. Uno de los descendientes de Maquir fue Zelofehad, quien solamente tuvo hijas.

16 La esposa de Maquir, Maaca, dio a luz un hijo al que llamó Peres. El nombre de su hermano era Seres. Los hijos de Peres fueron Ulam y Requem. 17 El hijo de Ulam fue Bedán. Todos estos fueron considerados galaaditas, descendientes de Maquir, hijo de Manasés.

18 Hamolequet, hermana de Maquir, dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala.

19 Los hijos de Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam.

Descendientes de Efraín

20 Los descendientes de Efraín fueron Sutela, Bered, Tahat, Elada, Tahat, 21 Zabad, Sutela, Ezer y Elad. A Ezer y a Elad los mataron cuando intentaban robar ganado que pertenecía a los granjeros locales, cerca de Gat. 22 Su padre, Efraín, hizo duelo por ellos durante mucho tiempo, y sus parientes fueron a consolarlo. 23 Después Efraín se acostó con su esposa, y ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. Efraín lo llamó Bería,[d] debido a la desgracia que había sufrido su familia. 24 Tuvo una hija llamada Seera. Ella construyó las ciudades de Bet-horón de abajo, Bet-horón de arriba y Uzen-seera.

25 Entre los descendientes de Efraín estaban Refa, Resef, Telah, Tahán, 26 Laadán, Amiud, Elisama, 27 Nun y Josué.

28 Los descendientes de Efraín vivieron en el territorio que incluía a Betel y a las ciudades vecinas hacia el sur, Naarán al oriente, Gezer y sus aldeas al occidente, y Siquem y las aldeas vecinas hacia el norte hasta llegar a Aya y sus ciudades. 29 A lo largo de la frontera de Manasés se encontraban las ciudades de Bet-sán,[e] Taanac, Meguido y Dor, junto con sus aldeas vecinas. Los descendientes de José, hijo de Israel,[f] vivieron en estas ciudades.

Descendientes de Aser

30 Los hijos de Aser fueron Imna, Isúa, Isúi y Bería. Tuvieron una hermana llamada Sera.

31 Los hijos de Bería fueron Heber y Malquiel (el padre de Birzavit).

32 Los hijos de Heber fueron Jaflet, Somer y Hotam. Tuvieron una hermana llamada Súa.

33 Los hijos de Jaflet fueron Pasac, Bimhal y Asvat.

34 Los hijos de Somer fueron[g] Ahí, Rohga, Jehúba y Aram.

35 Los hijos de su hermano Helem[h] fueron Zofa, Imna, Seles y Amal.

36 Los hijos de Zofa fueron Súa, Harnefer, Súal, Beri, Imra, 37 Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán[i] y Beera.

38 Los hijos de Jeter fueron Jefone, Pispa y Ara.

39 Los hijos de Ula fueron Ara, Haniel y Rezia.

40 Cada uno de estos descendientes de Aser fue cabeza de un clan patriarcal. Eran todos hombres selectos, guerreros poderosos y líderes destacados. El número total de hombres disponibles para el servicio militar era veintiséis mil, tal como aparecen en sus registros genealógicos.

Descendientes de Benjamín

El primer hijo de Benjamín fue Bela; el segundo, Asbel; el tercero, Ahara; el cuarto, Noha y el quinto, Rafa.

Los hijos de Bela fueron Adar, Gera, Abiud,[j] Abisúa, Naamán, Ahoa, Gera, Sefufán y Huram.

Los hijos de Aod, jefes de los clanes que vivían en Geba, fueron desterrados a Manahat. Los hijos de Aod fueron Naamán, Ahías y Gera. Gera, quien los llevó al destierro, fue el padre de Uza y Ahiud.[k]

Después que Saharaim se divorció de sus esposas Husim y Baara, tuvo hijos en la tierra de Moab. Su esposa Hodes dio a luz a Jobab, Sibia, Mesa, Malcam, 10 Jeúz, Saquías y Mirma. Todos estos hijos llegaron a ser jefes de clanes.

11 Husim, la esposa de Saharaim, ya había dado a luz a Abitob y a Elpaal. 12 Los hijos de Elpaal fueron Heber, Misam, Semed (quien construyó las ciudades de Ono y Lod y sus aldeas cercanas), 13 Bería y Sema. Ellos fueron los jefes de los clanes que vivían en Ajalón, y expulsaron a los habitantes de Gat.

14 Ahío, Sasac, Jeremot, 15 Zebadías, Arad, Ader, 16 Micael, Ispa y Joha fueron los hijos de Bería.

17 Zebadías, Mesulam, Hizqui, Heber, 18 Ismerai, Jezlías y Jobab fueron los hijos de Elpaal.

19 Jaquim, Zicri, Zabdi, 20 Elienai, Ziletai, Eliel, 21 Adaías, Beraías y Simrat fueron los hijos de Simei.

22 Ispán, Heber, Eliel, 23 Abdón, Zicri, Hanán, 24 Hananías, Elam, Anatotías, 25 Ifdaías y Peniel fueron los hijos de Sasac.

26 Samserai, Seharías, Atalías, 27 Jaresías, Elías y Zicri fueron los hijos de Jeroham.

28 Estos fueron los jefes de los clanes patriarcales, según aparecían en sus registros genealógicos; y todos ellos vivieron en Jerusalén.

La familia de Saúl

29 Jeiel[l] (el padre de[m] Gabaón) vivió en la ciudad de Gabaón. El nombre de su esposa fue Maaca, 30 y su hijo mayor fue Abdón. Los otros hijos de Jeiel fueron Zur, Cis, Baal, Ner,[n] Nadab, 31 Gedor, Ahío, Zacarías[o] 32 y Miclot, quien fue el padre de Simeam.[p] Todas estas familias vivieron unas cerca de otras en Jerusalén.

33 Ner fue el padre de Cis.

Cis fue el padre de Saúl.

Saúl fue el padre de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal.

34 Jonatán fue el padre de Merib-baal.

Merib-baal fue el padre de Micaía.

35 Micaía fue el padre de Pitón, Melec, Tarea y Acaz.

36 Acaz fue el padre de Jada.[q]

Jada fue el padre de Alemet, Azmavet y Zimri.

Zimri fue el padre de Mosa.

37 Mosa fue el padre de Bina.

Bina fue el padre de Refaías.[r]

Refaías fue el padre de Elasa.

Elasa fue el padre de Azel.

38 Azel tuvo seis hijos: Azricam, Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán. Estos fueron los hijos de Azel.

39 El hermano de Azel, Esec, tuvo tres hijos: el primero fue Ulam; el segundo, Jehús y el tercero, Elifelet. 40 Todos los hijos de Ulam fueron guerreros poderosos y expertos arqueros. Tuvieron muchos hijos y nietos: ciento cincuenta en total.

Todos ellos fueron descendientes de Benjamín.

Hebreos 11

Grandes ejemplos de fe

11 La fe demuestra la realidad de lo que esperamos; es la evidencia de las cosas que no podemos ver. Por su fe, la gente de antaño gozó de una buena reputación.

Por la fe entendemos que todo el universo fue formado por orden de Dios, de modo que lo que ahora vemos no vino de cosas visibles.

Fue por la fe que Abel presentó a Dios una ofrenda más aceptable que la que presentó Caín. La ofrenda de Abel demostró que era un hombre justo, y Dios aprobó sus ofrendas. Aunque Abel murió hace mucho tiempo, todavía nos habla por su ejemplo de fe.

Fue por la fe que Enoc ascendió al cielo sin morir; «desapareció, porque Dios se lo llevó»[a]. Pues antes de ser llevado, lo conocían como una persona que agradaba a Dios. De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.

Fue por la fe que Noé construyó un barco grande para salvar a su familia del diluvio en obediencia a Dios, quien le advirtió de cosas que nunca antes habían sucedido. Por su fe, Noé condenó al resto del mundo y recibió la justicia que viene por la fe.

Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber adónde iba. Incluso cuando llegó a la tierra que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que vive en carpas. Lo mismo hicieron Isaac y Jacob, quienes heredaron la misma promesa. 10 Abraham esperaba con confianza una ciudad de cimientos eternos, una ciudad diseñada y construida por Dios.

11 Fue por la fe que hasta Sara pudo tener un hijo, a pesar de ser estéril y demasiado anciana. Ella creyó[b] que Dios cumpliría su promesa. 12 Así que una nación entera provino de este solo hombre, quien estaba casi muerto en cuanto a tener hijos; una nación con tantos habitantes que, como las estrellas de los cielos y la arena de la orilla del mar, es imposible contar.

13 Todas estas personas murieron aún creyendo lo que Dios les había prometido. Y aunque no recibieron lo prometido, lo vieron desde lejos y lo aceptaron con gusto. Coincidieron en que eran extranjeros y nómadas aquí en este mundo. 14 Es obvio que quienes se expresan así esperan tener su propio país. 15 Si hubieran añorado el país del que salieron, bien podrían haber regresado. 16 Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

17 Fue por la fe que Abraham ofreció a Isaac en sacrificio cuando Dios lo puso a prueba. Abraham, quien había recibido las promesas de Dios, estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo, Isaac, 18 aun cuando Dios le había dicho: «Isaac es el hijo mediante el cual procederán tus descendientes»[c]. 19 Abraham llegó a la conclusión de que si Isaac moría, Dios tenía el poder para volverlo a la vida; y en cierto sentido, Abraham recibió de vuelta a su hijo de entre los muertos.

20 Fue por la fe que Isaac prometió a sus hijos, Jacob y Esaú, bendiciones para el futuro.

21 Fue por la fe que Jacob, cuando ya era anciano y estaba por morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y se inclinó para adorar, apoyado en su vara.

22 Fue por la fe que José, cuando iba a morir, declaró con confianza que el pueblo de Israel saldría de Egipto. Incluso les mandó que se llevaran sus huesos cuando ellos salieran.

23 Fue por la fe que cuando nació Moisés, sus padres lo escondieron durante tres meses. Vieron que Dios les había dado un hijo fuera de lo común y no tuvieron temor de desobedecer la orden del rey.

24 Fue por la fe que Moisés, cuando ya fue adulto, rehusó llamarse hijo de la hija del faraón. 25 Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los placeres momentáneos del pecado. 26 Consideró que era mejor sufrir por causa de Cristo que poseer los tesoros de Egipto, pues tenía la mirada puesta en la gran recompensa que recibiría. 27 Fue por la fe que Moisés salió de la tierra de Egipto sin temer el enojo del rey. Siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible. 28 Fue por la fe que Moisés ordenó que el pueblo de Israel celebrara la Pascua y rociara con sangre los marcos de las puertas para que el ángel de la muerte no matara a ninguno de sus primeros hijos varones.

29 Fue por la fe que el pueblo de Israel atravesó el mar Rojo como si estuviera pisando tierra seca, pero cuando los egipcios intentaron seguirlos, murieron todos ahogados.

30 Fue por la fe que el pueblo de Israel marchó alrededor de Jericó durante siete días, y las murallas se derrumbaron.

31 Fue por la fe que Rahab, la prostituta, no fue destruida junto con los habitantes de su ciudad que se negaron a obedecer a Dios. Pues ella había recibido en paz a los espías.

32 ¿Cuánto más les tengo que decir? Se necesitaría demasiado tiempo para contarles acerca de la fe de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y todos los profetas. 33 Por la fe esas personas conquistaron reinos, gobernaron con justicia y recibieron lo que Dios les había prometido. Cerraron bocas de leones, 34 apagaron llamas de fuego y escaparon de morir a filo de espada. Su debilidad se convirtió en fortaleza. Llegaron a ser poderosos en batalla e hicieron huir a ejércitos enteros. 35 Hubo mujeres que recibieron otra vez con vida a sus seres queridos que habían muerto.

Sin embargo, otros fueron torturados, porque rechazaron negar a Dios a cambio de la libertad. Ellos pusieron su esperanza en una vida mejor que viene después de la resurrección. 36 Algunos fueron ridiculizados y sus espaldas fueron laceradas con látigos; otros fueron encadenados en prisiones. 37 Algunos murieron apedreados, a otros los cortaron por la mitad con una sierra[d] y a otros los mataron a espada. Algunos anduvieron vestidos con pieles de ovejas y cabras, desposeídos y oprimidos y maltratados. 38 Este mundo no era digno de ellos. Vagaron por desiertos y montañas, se escondieron en cuevas y hoyos de la tierra.

39 Debido a su fe, todas esas personas gozaron de una buena reputación, aunque ninguno recibió todo lo que Dios le había prometido. 40 Pues Dios tenía preparado algo mejor para nosotros, de modo que ellos no llegaran a la perfección sin nosotros.

Amós 5

Un llamado al arrepentimiento

¡Escucha, pueblo de Israel! Oye este canto fúnebre que entono:

«¡La virgen Israel ha caído;
    nunca volverá a levantarse!
Yace abandonada en el suelo
    y no hay quien la levante».

El Señor Soberano dice:

«Cuando una ciudad mande a mil hombres a la guerra,
    solo volverán cien.
Cuando un pueblo envíe a cien,
    solo diez regresarán vivos».

Ahora bien, esto es lo que el Señor dice a la familia de Israel:

«¡Vuelvan a buscarme y vivan!
No adoren en los altares paganos en Betel;
    no vayan a los altares en Gilgal ni en Beerseba.
Pues el pueblo de Gilgal será arrastrado al destierro
    y el pueblo de Betel será reducido a nada».
¡Vuelvan a buscar al Señor y vivan!
De lo contrario, él pasará por Israel[a] como un fuego
    y los devorará completamente.
Sus dioses en Betel
    no serán capaces de apagar las llamas.
Ustedes tuercen la justicia y la convierten en trago amargo para el oprimido.
    Tratan al justo como basura.

Es el Señor quien creó las estrellas,
    las Pléyades y el Orión.
Él transforma la oscuridad en luz
    y el día en noche.
Él levanta agua de los océanos
    y la vierte como lluvia sobre la tierra.
    ¡El Señor es su nombre!
Con poder y deslumbrante velocidad destruye a los poderosos
    y aplasta todas sus defensas.

10 ¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos!
    ¡Cómo desprecian a los que dicen la verdad!
11 Pisotean a los pobres,
    robándoles el grano con impuestos y rentas injustas.
Por lo tanto, aunque construyan hermosas casas de piedra,
    nunca vivirán en ellas.
Aunque planten viñedos exuberantes,
    nunca beberán su vino.
12 Pues yo conozco la enorme cantidad de sus pecados
    y la profundidad de sus rebeliones.
Ustedes oprimen a los buenos al aceptar sobornos
    y privan al pobre de la justicia en los tribunales.
13 Así que los que son listos permanecerán con la boca cerrada,
    porque es un tiempo malo.

14 ¡Hagan lo bueno y huyan del mal
    para que vivan!
Entonces el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales será su ayudador,
    así como ustedes han dicho.
15 Odien lo malo y amen lo bueno;
    conviertan sus tribunales en verdaderas cortes de justicia.
Quizás el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales
    todavía tenga compasión del remanente de su pueblo.[b]

16 Por lo tanto, esto es lo que dice el Señor, el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:

«Habrá llanto en todas las plazas públicas
    y lamentos en cada calle.
Llamen a los campesinos para que lloren con ustedes
    y traigan a los que les pagan por lamentar.
17 Habrá gemidos en cada viñedo,
    porque yo los destruiré a todos»,
    dice el Señor.

Advertencia sobre el juicio que viene

18 Qué aflicción les espera a ustedes que dicen:
    «¡Si tan solo hoy fuera el día del Señor!».
No tienen la menor idea de lo que desean.
    Ese día no traerá luz, sino oscuridad.
19 En ese día ustedes serán como un hombre que huye de un león,
    solo para encontrarse con un oso.
Y, al escapar del oso, apoya su mano contra una pared en su casa
    y lo muerde una serpiente.
20 Así es, el día del Señor será oscuro y sin remedio,
    sin un rayo de alegría ni esperanza.

21 «Odio todos sus grandes alardes y pretensiones,
    la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.
22 No aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano.
    Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.
23 ¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza!
    No escucharé la música de sus arpas.
24 En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia
    y un río inagotable de rectitud.

25 »Israel, ¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto? 26 No, servías a tus dioses paganos—Sacut, tu dios rey y Quiún, tu dios estrella—, las imágenes que hiciste para ti mismo. 27 Por lo tanto, te mandaré al destierro, a un país al oriente de Damasco[c]», dice el Señor, cuyo nombre es el Dios de los Ejércitos Celestiales.

Lucas 1:1-38

Introducción

Muchas personas han intentado escribir un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros. Se valieron de los informes que circulan entre nosotros dados por testigos oculares, los primeros discípulos.[a] Después de investigar todo con esmero desde el principio, yo también decidí escribir un relato fiel para ti, muy honorable Teófilo, para que puedas estar seguro de la veracidad de todo lo que te han enseñado.

Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

Cuando Herodes era rey en Judea, hubo un sacerdote judío llamado Zacarías. Era miembro del grupo sacerdotal de Abías; y su esposa, Elisabet, también pertenecía a la familia sacerdotal de Aarón. Zacarías y Elisabet eran justos a los ojos de Dios y cuidadosos en obedecer todos los mandamientos y las ordenanzas del Señor. No tenían hijos porque Elisabet no podía quedar embarazada y los dos eran ya muy ancianos.

Cierto día, Zacarías se encontraba sirviendo a Dios en el templo, porque su grupo de sacerdotes estaba de turno esa semana. Como era costumbre entre los sacerdotes, le tocó por sorteo entrar en el santuario del Señor y quemar el incienso. 10 Mientras el incienso se quemaba, una gran multitud estaba afuera orando.

11 Y mientras Zacarías estaba en el santuario, se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. 12 Cuando Zacarías lo vio, se alarmó y se llenó de temor, 13 pero el ángel le dijo:

—¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabet, te dará un hijo, y lo llamarás Juan. 14 Tendrás gran gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, 15 porque él será grande a los ojos del Señor. No deberá beber vino ni ninguna bebida alcohólica y será lleno del Espíritu Santo aun antes de nacer.[b] 16 Y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor su Dios. 17 Será un hombre con el espíritu y el poder de Elías; preparará a la gente para la venida del Señor. Inclinará el corazón de los padres[c] hacia los hijos[d] y hará que los rebeldes acepten la sabiduría de los justos.

18 Zacarías le dijo al ángel:

—¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto? Ya soy muy anciano, y mi esposa también es de edad avanzada.

19 Entonces el ángel dijo:

—¡Yo soy Gabriel! Estoy en la presencia misma de Dios. ¡Fue él quien me envió a darte esta buena noticia! 20 Pero ahora, como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo.

21 Mientras tanto, la gente esperaba a que Zacarías saliera del santuario y se preguntaba por qué tardaba tanto. 22 Cuando por fin salió, no podía hablarles. Entonces, por las señas que hacía y su silencio, se dieron cuenta de que seguramente había tenido una visión en el santuario.

23 Cuando Zacarías terminó su semana de servicio en el templo, regresó a su casa. 24 Poco tiempo después, su esposa, Elisabet, quedó embarazada y permaneció recluida en su casa durante cinco meses. 25 «¡Qué bondadoso es el Señor!—exclamó ella—. Me ha quitado la vergüenza de no tener hijos».

Anuncio del nacimiento de Jesús

26 Cuando Elisabet estaba en su sexto mes de embarazo, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, una aldea de Galilea, 27 a una virgen llamada María. Ella estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. 28 Gabriel se le apareció y dijo: «¡Saludos,[e] mujer favorecida! ¡El Señor está contigo![f]».

29 Confusa y perturbada, María trató de pensar lo que el ángel quería decir.

30 —No tengas miedo, María—le dijo el ángel—, ¡porque has hallado el favor de Dios! 31 Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Él será muy grande y lo llamarán Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David. 33 Y reinará sobre Israel[g] para siempre; ¡su reino no tendrá fin!

34 —¿Pero cómo podrá suceder esto?—le preguntó María al ángel—. Soy virgen.

35 El ángel le contestó:

—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo tanto, el bebé que nacerá será santo y será llamado Hijo de Dios. 36 Además, tu parienta Elisabet, ¡quedó embarazada en su vejez! Antes la gente decía que ella era estéril, pero ha concebido un hijo y ya está en su sexto mes de embarazo. 37 Pues la palabra de Dios nunca dejará de cumplirse.[h]

38 María respondió:

—Soy la sierva del Señor. Que se cumpla todo lo que has dicho acerca de mí.

Y el ángel la dejó.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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