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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Éxodo 5

Moisés y Aarón frente al faraón

Después, Moisés y Aarón fueron a hablar con el faraón y le dijeron:

—El SEÑOR, Dios de Israel ha dicho: “Deja que mi pueblo vaya al desierto para que celebre en mi honor”.

Pero el faraón dijo:

—¿Quién es el SEÑOR? ¿Por qué tengo que obedecerle y liberar a Israel? No conozco al SEÑOR y no voy a liberar a Israel.

Entonces ellos dijeron:

—El Dios de los hebreos vino a visitarnos. Déjanos ir al desierto, a un viaje de tres días para ofrecerle sacrificios al SEÑOR nuestro Dios. Así evitarás que nos castigue, matándonos con enfermedades o guerras.

Pero el rey de Egipto les dijo:

—Moisés y Aarón, no distraigan a la gente del trabajo, vuelvan a trabajar. Miren que aquí hay mucha gente y ustedes no los dejan trabajar.

Ese mismo día el faraón ordenó a los capataces y a los jefes de cuadrilla[a]:

—De ahora en adelante no le den al pueblo la paja para hacer ladrillos sino que vayan ellos mismos a recogerla. Pero aun así, ellos tienen que seguir produciendo la misma cantidad de ladrillos que antes. ¡No deben producir menos porque se están volviendo perezosos! Por eso es que se están quejando y pidiendo que los dejemos ir a ofrecerle sacrificios a su Dios. Así que háganlos trabajar más duro. De esa manera se mantendrán bien ocupados y no prestarán atención a las mentiras de Moisés.

10 Los capataces y los jefes de cuadrilla salieron y le dijeron al pueblo:

—El faraón decidió que no les volverá a dar la paja para hacer ladrillos. 11 Ustedes mismos tienen que ir a conseguirla a donde puedan y aun así tienen que seguir produciendo la misma cantidad de ladrillos que antes.

12 El pueblo fue recogiendo paja por todo Egipto. 13 Los jefes de cuadrilla los presionaban diciéndoles:

—Tienen que producir diariamente la misma cantidad de ladrillos que producían antes, cuando les dábamos la paja.

14 Los capataces egipcios habían nombrado jefes de cuadrilla hebreos y los habían hecho responsables del trabajo de los israelitas. Los capataces golpearon a los jefes de cuadrilla y les dijeron:

—¿Por qué no hicieron la misma cantidad de ladrillos que han hecho siempre?

15 Entonces los jefes de cuadrilla israelitas fueron al faraón y se quejaron. Ellos dijeron:

—Nosotros somos tus siervos. ¿Por qué nos están tratando tan mal? 16 Nos exigen hacer la misma cantidad de ladrillos que antes, sin importarles que ahora no nos dan la paja. Tus siervos hemos sido golpeados y tu pueblo está haciendo las cosas mal.

17 El faraón respondió:

—Ustedes son unos perezosos. Por eso me dijeron: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios al SEÑOR”. 18 ¡Ahora, regresen a su trabajo! No les daremos la paja y sin embargo tienen que seguir haciendo la misma cantidad de ladrillos.

19 Los jefes de cuadrilla de los israelitas se dieron cuenta de que estaban en problemas cuando les dijeron: «No deben reducir la cantidad de ladrillos». 20 Ellos se encontraron con Moisés y Aarón, quienes los estaban esperando para hablarles cuando salieran de hablar con el faraón. 21 Los jefes de cuadrilla les dijeron:

—Ojalá que el SEÑOR los vea y los castigue porque hicieron que el faraón y los capataces nos odien y les dieron una razón para matarnos.

Moisés le reclama al Señor

22 Moisés oró al SEÑOR y le dijo:

—Señor ¿por qué le hiciste ese mal a este pueblo? ¿Por qué me enviaste a mí? 23 Fui ante el faraón y le dije lo que tú me dijiste pero desde ese momento él ha tratado muy mal a tu pueblo, ¡y tú no has hecho nada para ayudarlos!

Lucas 8

Los seguidores de Jesús

Después de esto, Jesús iba con sus doce apóstoles por las ciudades y pueblos anunciando a la gente la buena noticia del reino de Dios. También iban con él varias mujeres que Jesús había sanado de espíritus malignos y de enfermedades. Una de ellas era María, conocida como Magdalena, de quien habían salido siete demonios. También iban con él Juana, la esposa de Cuza el administrador de Herodes, Susana y muchas más. Estas mujeres ayudaban con su dinero a Jesús y a sus seguidores.

Historia del sembrador

(Mt 13:1-9; Mr 4:1-9)

Se reunió una multitud que venía de muchos pueblos para ver a Jesús. Él les contó una historia:

«El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron en el camino. La gente las pisaba y vinieron las aves del cielo y se las comieron. Otras semillas cayeron en terreno pedregoso. Cuando crecieron las plantas, se secaron porque no tenían agua. Otras cayeron entre espinos que crecieron con las plantas y las ahogaron. Otras semillas cayeron en tierra buena. Las semillas crecieron y dieron fruto 100 veces más de lo que se había sembrado». Y dijo en alta voz: «¡Oigan bien lo que les digo!»

El porqué de las historias

(Mt 13:10-17; Mr 4:10-12)

Los seguidores de Jesús le preguntaron qué significaba esta historia. 10 (A)Entonces les dijo: «Ustedes tienen el privilegio de entender la verdad que no se ha dado a conocer sobre el reino de Dios, pero a los demás se les da en forma de historias para que

»“miren, pero no vean,
    y oigan, pero no entiendan”.[a]

Jesús explica la historia del sembrador

(Mt 13:18-23; Mr 4:13-20)

11 »Esto es lo que quiere decir la historia: la semilla es el mensaje de Dios. 12 Las que cayeron a un lado del camino son como aquellos que oyen el mensaje, pero el diablo viene y se lo quita. Así no pueden creer ni ser salvos. 13 Las semillas que cayeron en las piedras son como aquellos que oyen y aceptan el mensaje con alegría, pero no tienen raíces profundas. Creen por un tiempo, pero cuando las dificultades los ponen a prueba se dan por vencidos. 14 Las semillas que cayeron entre espinos son como aquellos que oyen el mensaje, pero yéndose dejan que las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida los ahoguen, y no dan fruto. 15 La semilla que cayó en tierra buena son los que con corazón noble y bueno escuchan el mensaje. Lo obedecen y con paciencia producen buena cosecha.

Presten atención a Jesús

(Mr 4:21-25)

16 »Nadie enciende una lámpara para cubrirla con una vasija ni para ponerla debajo de la cama. Al contrario, la pone sobre un candelero para que los que entren tengan luz. 17 Todo lo que está escondido se descubrirá. Todo secreto se llegará a conocer y saldrá a la luz. 18 Así que tengan cuidado de entender lo que oyen. Porque al que entienda se le dará más a entender, y al que no entienda se le quitará hasta lo que cree que entiende».

La verdadera familia de Jesús

(Mt 12:46-50; Mr 3:31-35)

19 La mamá y los hermanos de Jesús querían verlo y no pudieron acercarse a él porque había mucha gente. 20 Entonces alguien le avisó:

—Tu mamá y tus hermanos están esperando afuera y quieren verte.

21 Pero Jesús les respondió:

—Mi mamá y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la obedecen.

Jesús calma una tormenta

(Mt 8:23-27; Mr 4:35-41)

22 Un día, Jesús subió a una barca con sus seguidores y les dijo:

—Crucemos al otro lado del lago.

Así que partieron, 23 y mientras iban en la barca, Jesús se quedó dormido. Se desató una tormenta de viento sobre el lago, y la barca estaba en peligro de hundirse. 24 Entonces despertaron a Jesús y le dijeron:

—¡Maestro, Maestro, vamos a ahogarnos!

Jesús se levantó y regañó al viento y a las olas. Entonces cesaron y todo quedó en gran calma. 25 Entonces Jesús les dijo:

—¿Dónde está su fe?

Pero ellos estaban asombrados y asustados y se decían unos a otros:

—¿Quién es este que hasta el viento y las olas obedecen sus órdenes?

Jesús expulsa unos demonios

(Mt 8:28-34; Mr 5:1-20)

26 Entonces navegaron al otro lado del lago a la región donde vivían los gerasenos, frente a Galilea. 27 Cuando Jesús bajó a tierra, se encontró con un hombre que venía del pueblo. El hombre estaba poseído por unos demonios. Hacía mucho tiempo que andaba desnudo y no vivía en ninguna casa, sino entre las tumbas.

28 Cuando el hombre vio a Jesús, cayó ante él, gritando muy fuerte:

—¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes.

29 Es que Jesús ordenaba al espíritu maligno que saliera del hombre. Muchas veces se había apoderado de él y a veces terminaba en la cárcel encadenado de pies y manos, pero el hombre siempre rompía las cadenas. El demonio lo hacía vagar por lugares solitarios. 30 Entonces Jesús le preguntó:

—¿Cómo te llamas?

Él contestó:

—Legión[b].

Dijo esto porque muchos demonios habían entrado en él. 31 Y ellos le rogaron a Jesús que no les diera orden de irse a la oscuridad eterna[c]. 32 Había muchos cerdos comiendo en el cerro. Los demonios le rogaron a Jesús que los dejara entrar en los cerdos y él los dejó. 33 Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos. Todos los cerdos se echaron a correr pendiente abajo por el barranco, cayeron en el lago y se ahogaron.

34 Los encargados de cuidar los cerdos vieron lo que había pasado, y salieron huyendo a contarlo en el pueblo y en el campo. 35 La gente salió a ver lo que había pasado. Se acercaron a Jesús y encontraron al hombre del que habían salido los demonios sentado a sus pies, vestido y en su sano juicio. La gente tuvo miedo. 36 Los que vieron lo ocurrido les contaron a los demás cómo había sido sanado el hombre que tenía demonios. 37 Entonces todos los de la región de Gerasa le pidieron a Jesús que se fuera porque estaban llenos de temor. Así que Jesús subió a la barca para regresar a Galilea. 38 El hombre del que habían salido los demonios le rogaba que lo dejara acompañarlo, pero Jesús le dijo que se fuera:

39 —Regresa a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.

De esa forma, el hombre se fue y le contó a todo el pueblo lo mucho que Jesús había hecho por él.

La hija de Jairo y la mujer enferma

(Mt 9:18-26; Mr 5:21-43)

40 Cuando Jesús regresó a Galilea, la multitud lo recibió muy bien, porque todos lo estaban esperando. 41 En ese momento llegó un hombre llamado Jairo, dirigente de la sinagoga. Se arrodilló a los pies de Jesús y le rogó que fuera a su casa, 42 porque su única hija, que tenía doce años, se estaba muriendo.

Toda la gente apretujaba a Jesús al ir hacia la casa de Jairo. 43 Había allí una mujer que llevaba doce años sufriendo de flujos de sangre. Había gastado todo su dinero en médicos,[d] pero ninguno la había podido sanar. 44 Ella se le acercó a Jesús por detrás, le tocó el borde de su manto e inmediatamente dejó de sangrar. 45 Entonces Jesús dijo:

—¿Quién me acaba de tocar?

Todos dijeron que nadie y Pedro le dijo:

—Maestro, toda la gente a tu alrededor está empujándote y apretujándote.

46 Sin embargo, Jesús insistió:

—Alguien me tocó. Sentí que salió poder de mí.

47 Cuando la mujer vio que no se podía esconder, se acercó a Jesús temblando y se arrodilló a sus pies. Todos la escucharon explicar por qué lo había tocado y cómo había sanado al instante. 48 Entonces Jesús le dijo:

—Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz.

49 Mientras Jesús decía esto, vino alguien de la casa del dirigente de la sinagoga y le dijo:

—Tu hija ha muerto. No molestes más al maestro.

50 Pero al oír esto, Jesús le dijo al dirigente de la sinagoga:

—No tengas miedo; sólo cree y ella será sanada.

51 Jesús llegó a la casa y no dejó que nadie entrara con él. Sólo dejó entrar a Pedro, Juan, Santiago y a los padres de la niña. 52 Toda la gente estaba llorando y lamentándose por ella. Jesús les dijo:

—Dejen de llorar. Ella no está muerta, sólo está dormida.

53 Entonces todos se burlaron de él porque sabían que la niña ya estaba muerta. 54 Pero Jesús la tomó de la mano y le dijo:

—¡Levántate, niña!

55 Ella volvió a la vida e inmediatamente se levantó. Luego Jesús ordenó que le dieran algo de comer. 56 Sus padres quedaron completamente atónitos, pero Jesús les dijo que no le contaran a nadie lo que había pasado.

Job 22

Elifaz habla otra vez

22 Entonces Elifaz de Temán respondió:

«¿De qué le sirve el ser humano a Dios?
    ¿En verdad un hombre sabio será de alguna utilidad para Dios?
¿Le ayuda en algo a Dios que tú seas bueno?
    ¿Gana algo Dios con que tú seas intachable?
¿Es por el respeto que le tienes
    que Dios te corrige y te lleva a juicio?
¿No será más bien por tu gran maldad?
    ¿No será acaso por tus pecados sin límite?
Es porque sin tener necesidad,
    tú exigías fianza a tus familiares.
Porque, como garantía de pago,
    le quitaste la ropa al pobre.
Le negaste agua al que estaba exhausto
    y comida al que tenía hambre.
La tierra pertenece al poderoso
    y privilegiados como tú viven en ella.
Tú dejaste ir a las viudas con las manos vacías.
    Les diste mal trato a los huérfanos.
10 Por eso estás rodeado de trampas
    y te asaltan temores repentinos.
11 Por eso la luz se convierte en oscuridad para ti
    y estás sumergido en una inundación.

12 »¿No está Dios bien arriba en los cielos?
    Mira lo alto que están las estrellas.
13 Y tú dices: “¿Qué sabe Dios?
    ¿Puede juzgarnos a través de una nube oscura?
14 Espesas nubes lo ocultan de nosotros y no puede vernos
    porque anda paseando de un lado a otro del círculo de los cielos”.

15 »¿Seguirás tú los mismos senderos que nuestros antepasados,
    recorriendo el mismo camino que siguieron los perversos?
16 Ellos fueron arrasados antes de lo que pensaban
    y barridos como cuando un río se lleva una casa.
17 Ellos le habían dicho a Dios que los dejara en paz.
    Le decían al Todopoderoso que no necesitaban de él.
18 Decían todo eso a pesar de que Dios había llenado de bendiciones sus hogares.
    Por mi parte, yo me mantendré lejos del consejo del perverso.

19 »La gente buena ve el sufrimiento del perverso y se alegra;
    el inocente se ríe de él y dirá:
20 “¿No era ese que ha sido destruido el que estaba en contra nuestra?
    El fuego consume lo que ellos dejaron”.

21 »Reconcíliate con Dios
    y verás que así te sucederán cosas buenas.
22 Acepta la enseñanza de Dios
    y guarda sus palabras en tu corazón.
23 Si te vuelves al Todopoderoso, serás restaurado;
    pero debes alejar de tu carpa el mal.
24 Debes considerar como polvo los tesoros
    y el oro de Ofir[a] como piedras del río.
25 Si dejas que el Todopoderoso sea
    tu oro y tu plata más valiosa,
26 con toda seguridad que encontrarás dicha en el Todopoderoso
    y podrás levantar tu rostro hacia Dios.
27 Le pedirás a él y te escuchará;
    y tú cumplirás todas las promesas que le hiciste.
28 Tomarás decisiones y él hará que se realicen.
    Te irá bien en todo.
29 Cuando alguien se humille,
    tú le dirás: “Levántate”,
    y Dios salvará al más humilde.
30 Él dará libertad al inocente;
    será liberado por la pureza de tus manos».

1 Corintios 9

Derechos de Pablo como apóstol

¿Acaso no saben que soy un hombre libre? ¿Es que no saben que soy un apóstol? ¿No he visto a nuestro Señor Jesús? Bien saben que ustedes son ejemplo del trabajo que hago para el Señor. Puede que otros no me acepten como apóstol, pero para ustedes sí lo soy. Ustedes son la prueba de que soy un apóstol del Señor.

Esto les contesto a los que me critican: la verdad es que como apóstoles tenemos el derecho de recibir comida y bebida de parte de ustedes. Hasta podemos llevar a una esposa creyente cuando viajamos como lo han hecho los otros apóstoles, los hermanos del Señor y Pedro. ¿O es que Bernabé y yo somos los únicos que tenemos que tener otros trabajos para ganar nuestro sustento? ¿Qué soldado paga su propio salario? ¿Quién cultiva un viñedo y no come de sus uvas? ¿Qué pastor cuida del rebaño y no toma de su leche? Pero esto no es sólo un punto de vista humano. La ley de Dios también dice lo mismo. (A)Así está escrito en la ley de Moisés: «No le pongas bozal al buey cuando trilla».[a] Al decir esto, ¿estaba Dios preocupado sólo por los bueyes? 10 Más bien se refería a nosotros. La Escritura es para nuestro bienestar. Pues tanto el que ara la tierra como el que trilla deben hacerlo con la esperanza de recibir una parte de la cosecha. 11 Así que como nosotros hemos plantado semillas espirituales en ustedes, ¿es mucho pedir que cosechemos cosas materiales? 12 Si otros reciben sustento de ustedes, más derecho tenemos nosotros.

Pero no hemos hecho uso de ese derecho, al contrario, hemos soportado todo para no poner obstáculos a la comunicación de las buenas noticias acerca de Cristo. 13 Como ustedes ya saben, los que trabajan en el templo reciben su comida del templo y los que atienden el altar también reciben parte de las ofrendas. 14 De la misma manera, Dios ha ordenado que los que anuncian la buena noticia de salvación vivan de ese trabajo.

15 Pero yo no he usado esos derechos. Tampoco les escribo para que me den algo. ¡Prefiero morir que perder el motivo de mi orgullo! 16 Porque enseñar la buena noticia de salvación no es motivo para que me llene de orgullo. Es sólo mi obligación. Y pobre de mí si no lo hago. 17 Y si hago este trabajo por mi propia voluntad, entonces merezco una recompensa. Pero no lo he elegido yo, sino que es una obligación que se me ha dado. 18 ¿Y cuál es mi recompensa? Que puedo anunciar la buena noticia de salvación libremente y sin pedir nada a cambio. Es decir, que no hago uso del derecho que tengo de recibir un pago por mi trabajo de anunciar la buena noticia de salvación.

19 Aunque soy libre y no pertenezco a ningún ser humano, me he hecho esclavo de todos para poder ayudar a salvar al mayor número posible de gente. 20 Entre judíos, me he comportado como judío para ayudar a salvarlos. Entre los que viven bajo la ley, me comporté como uno de sus seguidores, para ayudar a salvarlos, aunque en realidad yo no vivo bajo la ley. 21 Cuando estuve con los que no conocen la ley, me he comportado como uno de ellos. Lo hice para ayudar a salvarlos también a ellos, aunque en realidad yo nunca dejo de estar bajo la ley de Dios, de hecho estoy bajo la ley de Cristo. 22 Cuando he estado entre los que tienen dudas, me he comportado como uno de ellos, para poder ayudar a salvarlos. Es decir, me he hecho todo para todos para que, de todos modos, pueda ayudar a salvar a algunos. 23 Hago todo esto por la buena noticia de salvación, para participar de sus bendiciones.

24 Cuando hay una carrera, todos corren para ganar, pero sólo uno recibe el premio. Así que corran para ganar. 25 Todos los deportistas que compiten en la carrera tienen que entrenar con disciplina. Lo hacen para poder recibir un premio[b] que no dura. Pero nuestro premio dura para siempre. 26 Por eso yo no corro sin una meta ni peleo como los boxeadores que sólo dan golpes al aire. 27 Golpeo mi propio cuerpo, lo castigo para controlarlo, para así, no resultar yo mismo descalificado ante Dios, después de haber anunciado la buena noticia de salvación a los demás.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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