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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Génesis 20

Abraham en Guerar

20 Abraham viajó de allí hacia la región del Néguev. Se estableció entre Cades y Sur. Mientras vivió en Guerar como extranjero, le decía a la gente en cuanto a su esposa Sara: «Ella es mi hermana». El rey Abimélec de Guerar mandó por Sara y la hizo su mujer. Una noche Dios fue donde Abimélec en un sueño y le dijo:

—Vas a morir por haber tomado a esa mujer, ella tiene esposo.

Abimélec todavía no había tenido relaciones sexuales con ella. Entonces le dijo:

—Señor, ¿destruirías a una persona inocente? ¿Acaso no me dijo él: “Ella es mi hermana”? Ella misma también me dijo: “Él es mi hermano”. Yo hice esto de buena fe e inocentemente.

Entonces Dios le dijo en su sueño:

—Yo sé que hiciste esto con buena intención. No permití que pecaras contra mí, y por eso no dejé que la tocaras. Ahora, devuélvele su esposa a ese hombre porque él es un profeta. Él orará por ti y tú vivirás. Si tú no devuelves a Sara, has de saber que con toda seguridad tú y toda tu familia morirán.

Abimélec madrugó al día siguiente, llamó a sus siervos y les contó todo sobre su sueño. Los hombres se asustaron mucho. Luego Abimélec llamó a Abraham y le dijo:

—¿Por qué nos has hecho esto? ¿Qué pecado cometí yo contra ti para que hayas traído un pecado tan grande sobre mí y sobre mi reino? Lo que has hecho no tiene nombre. 10 También le dijo Abimélec a Abraham:

—¿Qué lío querías armar con esto?

11 Abraham dijo:

—Es que yo pensé: “Seguro que aquí nadie respeta a Dios y me matarán por causa de mi esposa”. 12 Además en verdad Sara es mi hermana, hija de mi papá pero no de mi mamá, y yo me casé con ella. 13 Cuando Dios quiso que yo me fuera de la casa de mi papá, yo le dije a ella: “Hazme este favor: a dondequiera que vayamos siempre debes decir de mí: Él es mi hermano”.

14 Entonces Abimélec reunió ovejas, ganado, esclavos y esclavas, y se las dio a Abraham. Además le devolvió a su esposa Sara. 15 Abimélec dijo:

—Mis tierras están a tu disposición, vive donde quieras.

16 Luego le dijo a Sara:

—Le he dado 1000 piezas de plata a tu “hermano”. Te servirán para devolverte la reputación frente a todos los que estén contigo, así que saldrás bien librada de todo esto.

17 Después Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimélec, a su esposa y a sus siervas, y volvieron a tener hijos, 18 ya que el SEÑOR, por causa de Sara la esposa de Abraham, había hecho que ninguna mujer del lugar pudiera tener hijos.

Mateo 19

Jesús enseña sobre el divorcio

(Mr 10:1-12)

19 Después de que Jesús terminó de decir esto, se fue de Galilea para la región de Judea, al otro lado del río Jordán. Muchos lo siguieron hasta allá y él los sanó.

Algunos fariseos se acercaron a él tratando de ponerlo a prueba, y le dijeron:

—¿Está bien que un hombre se divorcie de su mujer por cualquier motivo?

(A)Jesús respondió:

—¿No han leído que el Creador desde el principio “hizo al hombre y a la mujer”?[a] (B)Y dijo: “Por esta razón el hombre dejará a su papá y a su mamá para unirse a su esposa y los dos serán un solo ser”.[b] Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto lo que Dios ha unido, que ningún ser humano lo separe.

Ellos le preguntaron:

—¿Entonces por qué Moisés permitió al hombre divorciarse de su esposa firmando un certificado de divorcio[c]?

Jesús les dijo:

—Moisés escribió ese mandamiento debido a la terquedad de ustedes, pero en el principio Dios no permitió el divorcio. Entonces les digo que el que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio. La única razón para que un hombre se divorcie y se case de nuevo es si su esposa le ha practicado inmoralidad sexual.[d]

10 Luego sus seguidores le dijeron:

—Si así es la situación entre marido y mujer, entonces es mejor no casarse.

11 Jesús les dijo:

—No todos aceptan esta enseñanza, sino aquellos a quienes Dios ha permitido entenderla. 12 Hay hombres que no pueden casarse porque nacieron sin poder tener hijos.[e] Otros no se pueden casar porque otras personas han hecho que ellos no puedan tener hijos. Finalmente hay hombres que deciden no casarse para dedicarse al reino de Dios. El que sea capaz de aceptar esta enseñanza, que la acepte.

Jesús recibe a los niños

(Mr 10:13-16; Lc 18:15-17)

13 Después trajeron algunos niños a Jesús para que les impusiera las manos para bendecirlos y orara por ellos, pero los seguidores los regañaron. 14 Entonces Jesús les dijo:

—Dejen que los niños vengan a mí. No se lo impidan porque el reino de Dios es de los que son como ellos.

15 Después de bendecirlos, Jesús se fue de allí.

Un rico se niega a seguir a Jesús

(Mr 10:17-31; Lc 18:18-30)

16 Un joven se acercó a Jesús y le preguntó:

—Maestro, ¿qué es lo bueno que debo hacer para tener la vida eterna?

17 Entonces Jesús le contestó:

—¿Por qué me estás preguntando sobre lo que es bueno? Solamente Dios es bueno. Pero si tú quieres entrar a la vida eterna debes obedecer los mandamientos.

18 El joven le preguntó:

—¿Cuáles mandamientos?

Jesús le respondió:

—“No matar, no cometer adulterio, no robar, no dar falso testimonio, 19 (C)(D)respetar a tu papá y a tu mamá”[f] y “amar a tu semejante como te amas a ti mismo”.[g]

20 El joven le dijo:

—Yo he cumplido todo eso, ¿qué me falta?

21 Jesús le contestó:

—Si tú quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes. Dales ese dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

22 Pero cuando el joven escuchó esto, se marchó muy triste porque tenía muchos bienes. 23 Jesús les dijo a sus seguidores:

—Les digo la verdad: será difícil que un rico entre al reino de Dios. 24 Ciertamente es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de Dios.

25 Cuando los seguidores oyeron esto, se sorprendieron y le preguntaron:

—Entonces, ¿quién podrá salvarse?

26 Jesús los miró y les dijo:

—Es imposible para los hombres, pero para Dios no hay nada imposible.

27 Entonces Pedro le dijo:

—Nosotros dejamos todo por seguirte; entonces, ¿qué tendremos?

28 Jesús les dijo:

—Les digo la verdad: en la renovación, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono esplendoroso, entonces ustedes que me han seguido, también se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Todos los que dejaron casas, hermanos, hermanas, papá, mamá, hijos o tierras por mi causa, recibirán 100 veces más y heredarán la vida eterna. 30 Pero muchos de los que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos de los que ahora son los últimos, serán los primeros.

Nehemías 9

El pueblo confiesa sus pecados

El día 24 del mismo mes, la gente de Israel se reunió para ayunar, se pusieron ropa áspera y se echaron polvo en la cabeza. Los descendientes de Israel se separaron de todos los extranjeros, se pusieron de pie y confesaron sus pecados y los de sus antepasados. Estuvieron allí por tres horas leyendo el libro de la ley del SEÑOR su Dios, y otras tres horas más confesando sus pecados y alabando al SEÑOR su Dios. Entonces Jesúa se subió a la tribuna de los levitas junto con Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní y llamaron en voz alta al SEÑOR su Dios. Luego Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías, y Petaías dijeron:

«¡Levántense y alaben al SEÑOR su Dios!
    Bendito seas por siempre.
Alabado sea tu glorioso nombre,
    aunque tú eres superior a todas las bendiciones y alabanzas.

»Tú, SEÑOR, solo tú eres Dios.
    Tú creaste las estrellas[a], la tierra
    y todo lo que hay en ella;
hiciste los mares
    y todo lo que hay en ellos.
Tú le diste vida a todo,
    y todos los ángeles del cielo te adoran.

»Tú eres el SEÑOR,
    el Dios que eligió a Abram,
lo sacó de Caldea en Babilonia
    y lo llamó Abraham.
Tú te diste cuenta de que él era fiel a ti
    y por eso hiciste un pacto con él.
Prometiste darles a sus descendientes
    la tierra de los cananeos, de los hititas,
de los amorreos, de los ferezeos,
    de los jebuseos y de los gergeseos.
Tú fuiste fiel a tu promesa
    porque eres justo.

»Tú viste el sufrimiento de nuestros antepasados en Egipto
    y escuchaste sus lamentos en el mar Rojo.
10 Les diste señales y obraste milagros
    en contra del faraón, de sus servidores
    y de toda la gente de esa tierra
porque sabías que ellos maltrataban
    a nuestra gente.
Así te volviste famoso
    y aun lo sigues siendo.
11 Tú dividiste el mar Rojo frente a ellos
    para que pudieran pasar caminando
    en medio de las aguas, sobre tierra seca.
Arrojaste al mar a los soldados egipcios que los perseguían,
    y se hundieron como una roca
    en medio de aguas turbulentas.
12 Tú guiaste a tu pueblo con una nube durante el día
    y con una columna de fuego durante la noche
    para alumbrarles el camino que debían seguir.

13 »Tú bajaste al monte Sinaí
    y les hablaste desde el cielo.
Les diste reglas justas, enseñanzas verdaderas,
    órdenes buenas y mandamientos.
14 Les hablaste de tu día de descanso:
    el sábado.
Utilizaste a tu siervo Moisés
    para darles las órdenes, mandamientos y leyes.

15 »Los alimentaste desde el cielo
    para calmar su hambre,
y sacaste agua de una roca
    para calmar su sed.
Les dijiste que fueran y ocuparan
    la tierra que les habías prometido.

16 »Pero nuestros antepasados actuaron con arrogancia.
    Fueron tercos y no obedecieron tus órdenes.
17 Se negaron a escuchar
    y se olvidaron de los milagros
    que habías hecho frente a ellos.
Fueron tercos y decidieron regresar a Egipto
    y convertirse de nuevo en esclavos.
Pero tú eres un Dios que perdona.
    Eres compasivo y misericordioso,
no te enojas con facilidad y estás lleno de fiel amor
    y por eso no los abandonaste.

18 »No los abandonaste ni siquiera cuando hicieron
    con metal una imagen de un becerro
y dijeron que ese era el dios
    que los había sacado de Egipto.
Cuando te ofendieron tanto,
19     no los abandonaste en medio del desierto,
    por tu gran bondad.
La nube no dejó de guiarlos en el día
y la columna de fuego en la noche,
    no dejó de alumbrar el camino que debían seguir.

20 »Les diste tu buen Espíritu para que les enseñara.
    No les quitaste tu maná para alimentarlos
    y les diste agua para calmar su sed.
21 Los cuidaste durante 40 años en el desierto
    y allí no les faltó nada.
Sus ropas no se desgastaron
    y sus pies no se hincharon.

22 »Les diste reinos y naciones.
    Les diste tierras lejanas en las que vivía poca gente.
Recibieron las tierras de Sijón, rey de Hesbón
    y de Og, rey de Basán.
23 Tú hiciste que sus descendientes
    fueran tan numerosos como las estrellas del cielo.
Los trajiste a la tierra
    que le prometiste a sus antepasados.
24 Los niños entraron y ocuparon esa tierra
    y tú humillaste a los cananeos que vivían allí.
Tú dejaste que nuestros antepasados hicieran lo que quisieran
    con los cananeos y con sus reyes.
25 Ellos capturaron ciudades fuertes
    y tierras fértiles.
Se apropiaron de casas llenas de cosas buenas,
    de pozos ya cavados,
de viñedos, de árboles de olivo
    y de muchos árboles frutales.
Comieron y comieron hasta que se saciaron y engordaron.
    Disfrutaron de tu gran bondad.

26 »Pero ellos fueron desobedientes
    y se rebelaron contra ti.
    Arrojaron al piso tus enseñanzas.
Mataron a tus profetas
    que les habían advertido que volvieran a ti.
    Te insultaron terriblemente.

27 »Por eso tú entregaste nuestra gente
    a los enemigos que los trataron muy mal.
Cuando estaban en dificultades,
    gritaban pidiendo tu ayuda
    y tú los escuchabas desde el cielo.
Gracias a tu gran bondad, tú enviaste salvadores
    que los rescataran del poder de sus enemigos.
28 Pero tan pronto como se libraban de sus enemigos,
    volvían a hacer lo que para ti estaba mal
    y por eso los abandonaste
y los dejaste bajo el poder de sus enemigos
    para que los gobernaran.
Pero cuando te imploraron ayuda de nuevo,
    tú los escuchaste desde el cielo
    y los rescataste gracias a tu bondad.
29 Tú les advertiste que regresaran a tu ley,
    pero ellos fueron necios
    y no obedecieron tus órdenes.
Violaron tus leyes que son las que dan vida a quienes las obedecen.
    Ellos fueron tercos y desobedientes.

30 »Tú fuiste paciente con ellos durante muchos años
    y les advertiste por medio de tu Espíritu, a través de tus profetas.
Pero ellos no escucharon,
    así que tú los entregaste a naciones extranjeras.
31 Pero gracias a tu bondad,
    no los destruiste por completo
y no los abandonaste
    porque eres un Dios bueno y compasivo.

32 »Dios nuestro, Gran Dios,
    Dios poderoso y asombroso, bueno y leal,
    Tú que cumples tus promesas,
no ignores todo el sufrimiento
    que hemos pasado nosotros,
    nuestros reyes, nuestros líderes,
nuestros sacerdotes y todo tu pueblo
    desde los tiempos de los reyes de Asiria hasta hoy.
33 Tú has sido justo en hacer que nos sucediera
    todo lo que nos ha pasado.
Tú tenías razón,
    nosotros estábamos equivocados.
34 Nuestros reyes, líderes, sacerdotes y antepasados
    se olvidaron de tu ley.
Ellos no prestaron atención a tus mandamientos
    ni a las advertencias que les diste.
35 No se dedicaron a servirte
    ni siquiera cuando gobernaban,
    y disfrutaban de toda la prosperidad
y de la tierra espaciosa y fértil que les diste.
    No te sirvieron ni se alejaron del mal.

36 »Mira, hoy somos esclavos.
    Sí, somos esclavos en la misma tierra
que le diste a nuestros antepasados
    para que comieran de sus frutos
    y disfrutaran todas sus cosas buenas.
37 Todas las cosechas de esta tierra pertenecen a los reyes
    bajo los cuales nos pusiste por nuestros pecados.
Ellos nos gobiernan a nosotros y a nuestros animales
    y hacen lo que quieren con nosotros.
    Por eso sufrimos bastante.

38 »Debido a todo ello, hacemos por escrito un pacto inmodificable. Este pacto está firmado y sellado por nuestros líderes, levitas y sacerdotes».

Hechos 19

Pablo en Éfeso

19 Mientras Apolos estaba en la ciudad de Corinto, Pablo visitó algunos lugares camino a la ciudad de Éfeso. Allí Pablo encontró a algunos seguidores del Señor y les preguntó:

—Cuando ustedes creyeron, ¿recibieron el Espíritu Santo?

Los seguidores le dijeron:

—Nosotros ni siquiera hemos escuchado que hay un Espíritu Santo.

Pablo les preguntó:

—¿Qué clase de bautismo tuvieron ustedes?

Ellos le dijeron:

—El bautismo que Juan enseñó.

Pablo les dijo:

—Juan le dijo a la gente que se bautizara para demostrar que ellos querían cambiar su vida. Les dijo que creyeran en Jesús, el que vendría después de él.

Al escuchar eso fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Cuando Pablo les impuso las manos, el Espíritu Santo llegó a ellos. Empezaron a hablar en lenguas y a decir profecías. Eran como doce hombres en total.

Durante tres meses, Pablo fue a la sinagoga y habló con valentía, discutiendo y tratando de convencerlos de lo que él estaba diciendo acerca del reino de Dios. Sin embargo, algunos fueron tercos y no quisieron creer, y le hablaron mal del Camino[a] a toda la gente. Entonces Pablo los dejó y se fue con los seguidores de Jesús a una escuela de un hombre llamado Tirano. Allí Pablo todos los días mantenía un diálogo con la gente. 10 Así continuó durante dos años, de manera que todos los de la región de Asia, judíos o griegos, escucharon el mensaje del Señor.

11 Dios hacía grandes milagros por medio de Pablo. 12 Por ejemplo, algunos se llevaban paños y ropa que Pablo había usado para ponerlos sobre los enfermos y al hacerlo, sanaban y los espíritus malignos salían de ellos.

13 Pero unos judíos que andaban por ahí expulsando espíritus malignos, trataron de usar el nombre del Señor Jesús para expulsarlos. Les decían a los espíritus: «Por el mismo Jesús, el que anuncia Pablo, les ordenamos que salgan de ahí». 14 Ellos eran los siete hijos de Esceva, un sumo sacerdote. 15 Pero una vez un espíritu maligno les dijo: «Yo conozco a Jesús y sé quién es Pablo, pero ¿quiénes son ustedes?»

16 Luego, el hombre que tenía el espíritu maligno les cayó encima y los atacó con tanta violencia que salieron corriendo de la casa, desnudos y heridos. 17 Esto se supo entre todos los judíos y griegos que vivían en Éfeso. A todos les dio miedo y empezaron a honrar el nombre del Señor Jesús.

18 Muchos de los creyentes confesaban abiertamente las maldades que habían hecho. 19 Algunos de los nuevos creyentes que habían practicado la brujería trajeron sus libros y los quemaron delante de todos. Esos libros tenían un valor de 50 000 monedas de plata[b]. 20 El mensaje del Señor tenía cada vez más influencia y más gente creía.

21 Después de esto, Pablo decidió ir a Jerusalén. Planeó pasar por las regiones de Macedonia y Acaya y luego llegar a Jerusalén.[c] También pensaba que después de ir allá, debería ir a Roma. 22 Así que envió a Timoteo y a Erasto, dos de sus ayudantes, a la región de Macedonia y él se quedó en Asia por un tiempo.

Problemas en Éfeso

23 Pero en ese tiempo hubo un gran disturbio por causa del Camino. 24 Había un hombre llamado Demetrio que trabajaba la plata. Él hacía en plata pequeños modelos del templo de la diosa Artemisa y daba buenas ganancias a los artesanos que trabajaban con él. 25 Demetrio organizó una reunión con ellos y otros más que trabajaban en el mismo oficio. Les dijo: «Ustedes saben que nosotros ganamos mucho dinero con nuestro trabajo, 26 pero como pueden ver y oír, ese tal Pablo ha hecho cambiar la manera de pensar de muchos en Éfeso y en toda la región de Asia. Pablo dice que los dioses que el hombre hace no son verdaderos. 27 Eso no sólo puede quitarle importancia a nuestro trabajo, sino también hacer que se acabe la fama del templo de la gran diosa Artemisa. Se corre peligro de que se destruya la grandeza de la diosa que se adora en toda Asia y en el mundo entero».

28 Al oír esto, se pusieron furiosos y gritaban: «¡Viva Artemisa, la gran diosa de los efesios!» 29 La ciudad se llenó de confusión. Agarraron a Gayo y a Aristarco, dos hombres de Macedonia que iban con Pablo, y todos fueron corriendo al teatro. 30 Pablo quería entrar para hablar con la gente, pero los seguidores no lo dejaron. 31 También algunos de los líderes de la región que eran amigos de Pablo le mandaron el mensaje de que no entrara al teatro.

32 Algunos gritaban una cosa y otros otra. Había mucha confusión y la mayoría de la gente no sabía a qué había ido allí. 33 Los judíos obligaron a Alejandro a colocarse en frente de la gente después de haberle dado instrucciones respecto a lo que tenía que decir, entonces él con una señal de su mano pidió silencio porque quería explicarle todo a la gente, 34 pero cuando supieron que era judío, todos empezaron a gritar lo mismo por dos horas más, diciendo: «¡Viva Artemisa, la gran diosa de los efesios!»

35 Cuando el secretario del concejo municipal pudo calmar a la gente, dijo: «Ciudadanos de Éfeso, todos saben que Éfeso es la ciudad que custodia el gran templo de la diosa Artemisa. Todos saben también que nosotros custodiamos su piedra santa[d]. 36 Nadie puede decir que eso no es verdad, así que deberían callarse y pensar bien antes de hacer cualquier cosa. 37 Ustedes trajeron a estos hombres, pero ellos no han dicho nada en contra de nuestra diosa ni se han robado nada de su templo. 38 Nosotros tenemos tribunales y jueces, así que si Demetrio y los que trabajan con él tienen alguna acusación en contra de alguien, entonces deben ir a demandarlo al tribunal. 39 Si tienen algún otro asunto qué discutir, entonces vengan a las reuniones normales de los ciudadanos, donde se podrá tomar una decisión. 40 Con lo que ha pasado hoy, corremos el peligro de ser acusados de estar fomentando revueltas, ya que no tenemos ninguna explicación para justificar este alboroto». 41 Después de decir esto, hizo terminar la reunión y todos se dispersaron.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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