M’Cheyne Bible Reading Plan
Construcción del Templo (2 Cr 3,3-4.10-11)
6 El año cuatrocientos ochenta de la salida de los israelitas de Egipto, el año cuarto del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Ziv, es decir, el segundo mes, Salomón comenzó a construir el Templo del Señor.
2 El Templo que el rey Salomón construyó al Señor tenía treinta metros de largo, diez de ancho y quince de alto. 3 El vestíbulo que había en la parte delantera del edificio tenía diez metros de largo en toda su anchura y cinco de ancho en su parte frontal. 4 En el Templo puso ventanas con celosías 5 y construyó, adosada al muro del Templo, una galería que rodeaba las paredes del edificio, alrededor de la nave y del camarín, con habitaciones laterales alrededor. 6 La galería baja tenía dos metros y medio de ancho; la galería intermedia tenía tres metros y la galería superior, tres metros y medio, pues había colocado unos salientes externos alrededor del edificio para no empotrar las vigas en los muros. 7 En la construcción del Templo se emplearon piedras talladas en la cantera y no se oyeron golpes de martillos, picos o cualquier otra herramienta de hierro durante su construcción. 8 La entrada de la galería baja estaba a la derecha del edificio. Por una escalera se subía a la galería intermedia, y de esta a la galería superior. 9 Cuando Salomón terminó la construcción del Templo lo recubrió con un artesonado de cedro. 10 Construyó la galería de dos metros y medio de altura y la unió al edificio con vigas de cedro.
11 El Señor dijo a Salomón:
12 — Por este Templo que estás construyendo, si caminas según mis normas, pones en práctica mis decretos y guardas mis mandamientos, conduciéndote de acuerdo a ellos, yo te cumpliré la promesa que hice a tu padre, David: 13 habitaré entre los israelitas y no abandonaré a mi pueblo Israel.
14 Cuando Salomón terminó de construir el Templo, 15 decoró las paredes interiores del edificio con paneles de cedro, desde el suelo hasta las vigas del techo; recubrió el interior con madera y cubrió el suelo del edificio con tablas de pino. 16 Decoró los diez metros de la parte trasera del edificio, desde el suelo hasta el techo, con paneles de cedro y lo convirtió en camarín o lugar santísimo. 17 Delante de él se encontraba la nave del Templo, que tenía veinte metros. 18 La decoración interior del Templo era de cedro con relieves de calabazas y flores abiertas. Todo era de cedro y no se veía la piedra. 19 Dispuso el camarín en el interior del Templo, en la parte central, para colocar allí el Arca de la alianza del Señor. 20 El camarín tenía diez metros de largo, diez de ancho y diez de alto. Lo recubrió de oro puro y construyó un altar de cedro. 21 También recubrió de oro puro el interior del Templo, puso cadenas de oro delante del camarín y lo recubrió de oro. 22 Recubrió de oro todo el interior del edificio, hasta completarlo, así como todo el altar que había en el camarín.
23 Colocó en el camarín dos querubines de madera de olivo, de cinco metros de altura. 24 Las alas de cada querubín medían dos metros y medio, en total, cinco metros desde el extremo de un ala al extremo de la otra. 25 El segundo querubín también medía cinco metros, pues ambos querubines tenían la misma dimensión y la misma forma. 26 La altura de ambos querubines era de cinco metros. 27 Colocó los serafines en medio del edificio, en su interior, con las alas extendidas, de forma que el ala de uno tocaba una pared y el ala del otro tocaba la pared opuesta, mientras que las alas interiores se tocaban, ala contra ala. 28 Luego recubrió de oro los querubines.
29 Hizo esculpir todos los muros interiores y exteriores del edificio con bajorrelieves de querubines, palmas y guirnaldas de flores. 30 Recubrió de oro el pavimento del edificio por dentro y por fuera.
31 Puso en el camarín puertas de madera de olivo, con el dintel y las jambas en forma de pentágono. 32 Y sobre las dos puertas de madera de olivo grabó figuras de querubines, palmas y guirnaldas de flores; luego las recubrió de oro, concentrándolo sobre los querubines y las palmas. 33 Para la entrada de la nave hizo igualmente puertas cuadradas de madera de olivo 34 y dos puertas de madera de pino, con dos hojas giratorias cada una. 35 Esculpió también en ellas figuras de querubines, palmas y guirnaldas de flores, y recubrió de oro las partes talladas. 36 Finalmente construyó el atrio interior con tres hileras de piedras labradas y una hilera de vigas de cedro.
37 En el año cuarto, en el mes de Ziv, se pusieron los cimientos del edificio, 38 y en el año undécimo, en el mes de Bul, es decir, el mes octavo, el edificio quedó terminado en todos sus detalles y según su proyecto. Su construcción duró, pues, siete años.
Apóstol de los paganos
3 Por todo lo cual, yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por amor a vosotros, los de origen pagano. 2 Sin duda estáis enterados de la misión que Dios, en su benevolencia, ha tenido a bien confiarme con respecto a vosotros. 3 Fue una revelación de Dios la que me dio a conocer el plan secreto del que os he escrito más arriba brevemente. 4 Leyéndolo podréis comprobar cuál es mi conocimiento de ese plan secreto realizado en Cristo. 5 Se trata del plan que Dios tuvo escondido para las generaciones pasadas, y que ahora, en cambio, ha dado a conocer, por medio del Espíritu, a sus santos apóstoles y profetas. 6 Un plan que consiste en que los paganos comparten la misma herencia, son miembros del mismo cuerpo y participan de la misma promesa que ha hecho Cristo Jesús por medio de su mensaje evangélico, 7 del que la gracia y la fuerza poderosa de Dios me han constituido servidor. 8 A mí, que soy el más insignificante de todos los creyentes, se me ha concedido este privilegio: anunciar a los paganos la incalculable riqueza de Cristo 9 y mostrar a todos cómo va cumpliéndose el plan secreto, que desde el principio de los siglos se hallaba escondido en Dios, creador de todas las cosas.
10 Así, por medio de la Iglesia, los principados y potestades de los cielos tienen ahora conocimiento de la multiforme sabiduría divina, 11 según el proyecto que desde la eternidad quiso Dios realizar en Cristo Jesús, Señor nuestro; 12 gracias a él y mediante la fe, podemos acercarnos a Dios libre y confiadamente. 13 No os sintáis, pues, acongojados, si me veís sufrir por vosotros; consideradlo, más bien, como motivo de gloria.
Súplica al Padre
14 Por todo lo cual me pongo de rodillas ante el Padre, 15 origen de toda paternidad tanto en el cielo como en la tierra, 16 y le pido que, conforme a la riqueza de su gloria, su Espíritu os llene de fuerza y energía hasta lo más íntimo de vuestro ser. 17 Que Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de vuestra vida y que el amor os sirva de cimiento y de raíz. 18 Seréis así capaces de entender, en unión con todos los creyentes, cuán largo y ancho, cuán alto y profundo 19 es el amor de Cristo; un amor que desborda toda ciencia humana y os colma de la plenitud misma de Dios.
20 A Dios que, desplegando su poder sobre nosotros, es capaz de realizar todas las cosas incomparablemente mejor de cuanto pensamos o pedimos, 21 a él la gloria en Cristo y en la Iglesia, de edad en edad y por generaciones sin término. Amén.
Explicación de la desolación y promesa de restauración
36 En cuanto a ti, hijo de hombre, profetiza así sobre los montes de Israel: ¡Montes de Israel, escuchad la palabra del Señor! 2 Esto dice el Señor Dios: Por haber dicho el enemigo de vosotros: “Ja, estas alturas eternas han pasado a ser posesión nuestra”, 3 profetiza y diles: Esto dice el Señor Dios: Puesto que todos cuantos os rodean os han devastado y codiciado, hasta el punto de convertiros en propiedad de las restantes naciones, blanco de las habladurías y de la difamación de la gente, 4 escuchad, montes de Israel, la palabra del Señor Dios. Esto dice el Señor Dios a los montes, a las colinas, a los valles y vaguadas, a las ruinas devastadas y a las ciudades abandonadas, convertidas en botín y hazmerreír ante las naciones que los rodean. 5 Sí, esto dice el Señor Dios: Movido por el fuego de mi celo, hablo contra las demás naciones y contra todo Edom, que, con el corazón rebosante de gozo y con el alma henchida de desprecio, se apoderaron de mi país como si fuera posesión suya, para entregar su pastizal al pillaje. 6 Por eso, profetiza sobre la tierra de Israel; di a los montes, a las colinas, a las vaguadas y a los valles: Esto dice el Señor Dios: Aquí estoy, hablando lleno de celo y de cólera, pues habéis tenido que soportar el ultraje de las naciones.
7 Por eso, así dice el Señor Dios: Juro solemnemente que las naciones que os rodean tendrán que soportar sus propios ultrajes. 8 Pero vosotros, montes de Israel, echaréis follaje y produciréis frutos para mi pueblo Israel, pues está a punto de volver. 9 Aquí me tenéis, vuelto hacia vosotros: seréis cultivados y sembrados. 10 Multiplicaré los habitantes de Israel; las ciudades serán habitadas y las ruinas reconstruidas. 11 Multiplicaré personas y animales, que serán numerosos y fecundos. Haré que pobléis el país como antaño y mejoraré la situación que teníais antes; así reconoceréis que yo soy el Señor. 12 Haré que por vosotros —pueblo mío de Israel— transiten personas. Tomarán posesión de ti, te convertirás en su heredad y no volverás a dejarlos sin hijos. 13 Esto dice el Señor Dios: Puesto que dicen de ti que devoras a la gente y que has dejado a tu nación sin hijos, 14 ten presente que ya no devorarás más gente y que tu nación no quedará sin hijos —oráculo del Señor Dios—. 15 No permitiré que se vuelvan a oír los ultrajes que te dirigen las naciones ni que tengas que soportar los insultos de los pueblos; tampoco tu nación se quedará sin hijos —oráculo del Señor Dios—.
16 El Señor me dirigió la palabra:
17 — Hijo de hombre, los israelitas contaminaron su tierra con su conducta y sus acciones; su conducta me resultaba impura como una menstruación femenina. 18 Entonces derramé sobre ellos mi cólera, a causa de la sangre que derramaron sobre el país, al que contaminaron con sus acciones. 19 Los dispersé por las naciones y los aventé por otras tierras: los juzgué como merecía su conducta y sus acciones. 20 Cuando llegaron a esas naciones profanaron mi santo nombre hasta el punto de que se decía de ellos: “Son el pueblo del Señor y han tenido que salir de su tierra”. 21 Así que tuve que defender mi santo nombre, profanado por Israel en todas las naciones por donde había ido. 22 Por eso, di a los israelitas: Esto dice el Señor Dios: No hago esto por consideración a vosotros, pueblo de Israel, sino por mi santo nombre, que habéis profanado en las naciones por donde habéis ido. 23 Santificaré mi nombre glorioso, profanado por vosotros entre las naciones, y reconocerán las naciones que yo soy el Señor —oráculo del Señor Dios— cuando vean que me sirvo de vosotros para manifestar mi santidad. 24 Os tomaré de entre las naciones, os reuniré de entre todos los países y os traeré a vuestra tierra. 25 Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras impurezas; pienso purificaros de todos vuestros ídolos. 26 Os daré un corazón nuevo y derramaré un espíritu nuevo en medio de vosotros; os arrancaré del cuerpo el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27 Derramaré mi espíritu en medio de vosotros y haré que os portéis conforme a mis normas: respetaréis y cumpliréis mis leyes. 28 Habitaréis en el país que di a vuestros antepasados; seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. 29 Os pondré a salvo de todas vuestras inmundicias; haré que el grano abunde y se multiplique, y no dejaré que paséis hambre. 30 Multiplicaré los frutos de los árboles y la cosecha del campo, para que no tengáis que soportar de nuevo entre las naciones el oprobio que supone pasar hambre. 31 Entonces os acordaréis de vuestra conducta indigna y de vuestras malas acciones, y sentiréis asco de vosotros mismos, de vuestros pecados y de vuestras abominaciones. 32 Que quede claro que no haré eso por consideración a vosotros —oráculo del Señor Dios—; avergonzaos y abochornaos de vuestra conducta, pueblo de Israel.
33 Esto dice el Señor Dios: El día en que os purifique de todos vuestros pecados, repoblaré las ciudades y serán reconstruidas las ruinas; 34 la tierra devastada será cultivada, dejará de ser aquella desolación que contemplaban todos cuantos pasaban. 35 Y la gente dirá: Aquella tierra devastada se ha convertido en un jardín de Edén, y las ciudades arruinadas, devastadas y demolidas se han transformado en fortalezas habitadas. 36 Y las naciones que han sobrevivido en torno a vosotros reconocerán que yo, el Señor, he reconstruido lo demolido y he replantado lo devastado. Yo, el Señor, lo digo y lo hago.
37 Esto dice el Señor Dios: Todavía dejaré que me busquen los israelitas, de modo que yo los multiplique como si fueran un rebaño humano, 38 un rebaño de reses consagradas, como el rebaño que se concentra en Jerusalén con ocasión de las grandes festividades. De manera parecida, las ciudades arruinadas se llenarán de un rebaño humano. Y reconocerán que yo soy el Señor.
Salmo 86 (85)
Señor, atiende mi ruego
86 Oración de David.
Atiéndeme, Señor, escúchame,
que soy humilde, pobre soy.
2 Protégeme porque soy fiel;
tú, mi Dios, salva a tu siervo
que ha puesto en ti su confianza.
3 Apiádate de mí, Dios mío,
que a ti clamo sin cesar.
4 Inunda de gozo a tu siervo,
que hacia ti yo me dirijo.
5 Tú, mi Dios, eres bueno y clemente,
lleno de amor para quienes te invocan.
6 Señor, atiende mi ruego,
escucha mi voz suplicante.
7 Cuando estoy angustiado te llamo
porque tú me respondes.
8 No hay entre los dioses uno como tú,
Dios mío, no hay obras como las tuyas.
9 Todas las naciones que forjaste
vendrán, mi Dios, a postrarse ante ti
y darán gloria a tu nombre.
10 Pues tú eres grande y haces prodigios;
tú, sólo tú, eres Dios.
11 Señor, muéstrame tu camino
y en tu verdad caminaré;
guía mi corazón para que venere tu nombre.
12 Señor, Dios mío, de todo corazón te alabaré,
por siempre glorificaré tu nombre
13 porque ha sido grande tu amor conmigo,
del reino de los muertos me sacaste.
14 Oh Dios, los arrogantes me atacaban,
gente violenta buscaba mi muerte
sin tenerte a ti presente.
15 Pero tú, mi Dios, Dios clemente y compasivo,
paciente, lleno de amor y de verdad,
16 vuélvete hacia mí y apiádate;
da tu fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava.
17 Haz un signo de bondad conmigo;
que mis enemigos se avergüencen al verlo,
pues tú, Señor, me ayudas y me consuelas.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España