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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Éxodo 12:22-51

22 Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.

23 Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová de aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.

24 Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre.

25 Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito.

26 Y cuando os digan vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?,

27 vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró.

28 Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón.

Muerte de los primogénitos

29 Y sucedió que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales.

30 Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto.

31 E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo, vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho.

32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.

33 Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Vamos a morir todos.

34 Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros.

35 E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos.

36 Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.

Los israelitas salen de Egipto

37 Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños.

38 También subió con ellos gran multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado.

39 Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.

40 El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años.

41 Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todos los ejércitos de Jehová salieron de la tierra de Egipto.

42 Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel por todas sus generaciones.

43 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua: Ningún extraño comerá de ella.

44 Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hayas circuncidado.

45 El extranjero y el jornalero no comerán de ella.

46 Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni le quebraréis ningún hueso.

47 Toda la congregación de Israel lo hará.

48 Mas si algún extranjero morase contigo, y quisiese celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella.

49 La misma ley será para el nativo como para el extranjero que habita entre vosotros.

50 Así lo hicieron todos los hijos de Israel; como mandó Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron.

51 Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto en orden de campaña.

Lucas 15

Parábola de la oveja perdida

15 Se acercaban a Jesús todos los cobradores de impuestos y pecadores para oírle,

y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste recibe a los pecadores, y come con ellos.

Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:

¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?

Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;

y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.

Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida

¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende una lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?

Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.

10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo pródigo

11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;

12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.

13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí malgastó sus bienes viviendo perdidamente.

14 Y cuando todo lo había gastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a pasar necesidad.

15 Y fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a sus campos para que apacentase cerdos.

16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.

17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y ante ti.

19 Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como a uno de tus jornaleros.

20 Y levantándose, marchó hacia su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a compasión, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó efusivamente.

21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.

22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad de prisa el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.

23 Y traed el becerro engordado y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;

24 porque este mi hijo estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado. Y comenzaron a regocijarse.

25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;

26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro engordado, por haberlo recobrado sano y salvo.

28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió, por tanto, su padre, y le rogaba que entrase.

29 Pero él, respondiendo, dijo al padre: He aquí que por tantos años te vengo sirviendo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para pasarlo bien con mis amigos.

30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro engordado.

31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.

32 Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado.

Job 30

Job lamenta su desdicha actual

30 Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,

A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.
¿Y de qué me servía ni aun la fuerza de sus manos?
No tenían fuerza alguna.
Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;
Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto.
Recogían malvas entre los arbustos,
Y raíces de enebro para calentarse.
Eran arrojados de entre las gentes,
Y todos les daban grita como tras el ladrón.
Habitaban en las barrancas de los arroyos,
En las cavernas de la tierra, y en las rocas.
Aullaban entre las matas,
Y se apretujaban debajo de los espinos.
Hijos de abyección; más aún, sin nombre,
La basura de la sociedad.

Y ahora yo soy objeto de su burla,
Y les sirvo de refrán.
10 Me abominan, se alejan de mí,
Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
11 Porque Dios desató la cuerda de su arco, y me afligió,
Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
12 A la mano derecha se levantó el populacho;
Empujaron mis pies hacia mi perjuicio,
Y prepararon contra mí caminos de perdición.
13 Mi senda de escape desbarataron.
Se aprovecharon de mi quebrantamiento,
Y contra ellos no hubo ayudador.
14 Irrumpieron como por portillo ancho,
Se lanzaron sobre mi calamidad.
15 Se han vuelto los terrores contra mí;
Combatieron como viento mi honor,
Y mi prosperidad pasó como nube.

16 Y ahora mi alma está derramada dentro de mí;
Días de aflicción se apoderan de mí.
17 De noche taladra mis huesos el tormento,
Y los dolores que me roen no reposan.
18 Con gran fuerza me agarra de la ropa; me ciñe como el cuello de mi túnica.
19 Él me derribó en el lodo,
Y soy semejante al polvo y a la ceniza.
20 Clamo a ti, y no me haces caso;
Me presento ante ti, y no me atiendes.
21 Te has vuelto cruel para mí;
Con tu mano poderosa me persigues.
22 Me alzaste en vilo, me hiciste cabalgar en el huracán,
Y me disolviste en la tormenta.
23 Pues bien sé que me conduces a la muerte,
Y a la casa determinada a todo viviente.

24 Mas ¿no extenderé la mano hasta algún asidero?
¿No clamarán los desgraciados cuando él los quebrante?
25 ¿No lloré yo con el afligido?
Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso?
26 Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;
Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad.
27 Mis entrañas se agitan, y no reposan;
Días de aflicción me han sobrevenido.
28 Ando ennegrecido, y no por el sol;
Me he levantado en la congregación, y clamado.
29 He venido a ser hermano de chacales,
Y compañero de avestruces.
30 Mi piel se ha ennegrecido y se me cae,
Y mis huesos arden de calentura.
31 Se ha cambiado mi arpa en luto.
Y mi flauta en voz de lamentadores.

1 Corintios 16

La ofrenda para los santos

16 En cuanto a la colecta para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené a las iglesias de Galacia.

Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se hagan entonces colectas.

Y cuando yo llegue, enviaré con cartas a quienes vosotros hayáis designado, para que lleven vuestro donativo a Jerusalén.

Y si vale la pena que yo también vaya, irán conmigo.

Proyectos de Pablo

Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues tengo que pasar por Macedonia.

Y podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis adonde haya de ir.

Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero permanecer con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permite.

Pero me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés;

porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz, y son muchos los adversarios.

10 Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros sin temor, porque él trabaja en la obra del Señor como yo también.

11 Por tanto, nadie le menosprecie, sino encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.

12 Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad.

Saludos finales

13 Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y sed fuertes.

14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor.

15 Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han puesto al servicio de los santos.

16 Os ruego que os sometáis a personas como ellos, y a todos los que colaboran y trabajan con afán.

17 Me alegro de la presencia de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia.

18 Porque han tranquilizado mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas.

19 Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os envían muchos saludos en el Señor.

20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con beso santo.

21 Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano.

22 Si alguno no ama al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.

23 La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.

24 Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.