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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Biblia de las Américas (LBLA)
Version
Jueces 8

Derrota de Zeba y Zalmuna

Entonces los hombres de Efraín le dijeron: ¿Qué es esto que nos has hecho, al no llamarnos cuando fuiste a pelear contra Madián(A)? Y lo criticaron duramente. Pero él les dijo: ¿Qué he hecho yo ahora en comparación con vosotros? ¿No es mejor el rebusco de Efraín que la vendimia de Abiezer? Dios ha entregado en vuestras manos a los jefes de Madián, Oreb y Zeeb; ¿y qué pude hacer yo en comparación con vosotros? Entonces se aplacó la ira[a] de ellos contra él cuando dijo esto[b].

Gedeón y los trescientos hombres que iban con él llegaron al Jordán y lo cruzaron, cansados, mas continuando la persecución(B). Y dijo a los hombres de Sucot(C): Os ruego que deis pan[c] a la gente que me sigue, porque están cansados, y estoy persiguiendo a Zeba y a Zalmuna, reyes de Madián. Y los jefes de Sucot dijeron: ¿Están ya las manos[d] de Zeba y Zalmuna en tu poder[e], para que demos pan a tu ejército(D)? Y Gedeón respondió: Muy bien[f], cuando el Señor haya entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna(E), trillaré[g] vuestras carnes con espinos del desierto y con abrojos. De allí subió a Peniel(F), y les habló de la misma manera; y los hombres de Peniel le respondieron tal como los de Sucot le habían contestado. Y habló también a los hombres de Peniel, diciendo: Cuando yo vuelva sano y salvo[h], derribaré esta torre(G). 10 Ahora bien, Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y sus ejércitos[i] con ellos, unos quince mil hombres, los que habían quedado de todo el ejército[j] de los hijos del oriente; porque los que habían caído eran ciento veinte mil hombres que sacaban espada(H). 11 Y subió Gedeón por el camino de los que habitaban en tiendas al este de Noba y Jogbeha, y atacó[k] el campamento cuando el campamento estaba desprevenido[l]. 12 Cuando Zeba y Zalmuna huyeron, los persiguió; capturó a los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna y llenó de terror a todo el ejército[m].

13 Después Gedeón, hijo de Joás, volvió de la batalla por la subida a Heres[n]. 14 Y capturó a un joven de[o] Sucot y lo interrogó. Entonces el joven le dio por escrito los nombres de los príncipes de Sucot y de sus ancianos, setenta y siete hombres. 15 Y fue a los hombres de Sucot y dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, acerca de los cuales me injuriasteis, diciendo: «¿Están ya las manos[p] de Zeba y Zalmuna en tu mano para que demos pan a tus hombres que están fatigados(I)?». 16 Entonces tomó a los ancianos de la ciudad, y espinos del desierto y abrojos, y con ellos castigó a[q] los hombres de Sucot. 17 Derribó la torre de Peniel(J) y mató a los hombres de la ciudad.

18 Después dijo a Zeba y a Zalmuna: ¿Qué clase de hombres eran los que matasteis en Tabor? Y ellos respondieron: Eran como tú, cada uno parecía hijo[r] de rey. 19 Y él dijo: Eran mis hermanos, hijos de mi madre. Vive el Señor, que si los hubierais dejado con vida, yo no os quitaría la vida. 20 Y dijo a Jeter su primogénito: Levántate y mátalos. Pero el joven no sacó la espada porque tenía temor, pues todavía era muchacho. 21 Entonces Zeba y Zalmuna dijeron: Levántate tú y cae sobre nosotros; porque como es el hombre, así es su fortaleza[s]. Y se levantó Gedeón y mató a Zeba y a Zalmuna(K), y tomó los adornos de media luna que sus camellos llevaban al cuello(L).

Ultimos años de Gedeón

22 Y los hombres de Israel dijeron a Gedeón: Reina sobre nosotros, tú y tus hijos, y también el hijo de tu hijo, porque nos has librado de la mano de Madián. 23 Pero Gedeón les dijo: No reinaré sobre vosotros, ni tampoco reinará sobre vosotros mi hijo; el Señor reinará sobre vosotros(M). 24 Les dijo también Gedeón: Quisiera pediros[t] que cada uno de vosotros me dé un zarcillo[u] de su botín (pues tenían zarcillos de oro, porque eran ismaelitas(N)). 25 Y ellos dijeron: De cierto te los daremos. Y tendieron un manto, y cada uno de ellos echó allí un zarcillo de su botín. 26 El peso de los zarcillos de oro que él pidió fue de mil setecientos siclos[v] de oro, sin contar los adornos de media luna, los pendientes y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián y sin contar los collares que llevaban sus camellos al cuello. 27 Y Gedeón hizo de ello un efod(O), y lo colocó en Ofra, su ciudad, con el cual todo Israel se prostituyó allí, y esto vino a ser ruina[w] para Gedeón y su casa. 28 Así fue subyugado Madián delante de los hijos de Israel, y ya no volvieron a levantar cabeza. Y el país tuvo descanso por cuarenta años en los días de Gedeón.

29 Entonces Jerobaal(P), hijo de Joás, fue y habitó en su casa. 30 Y tuvo Gedeón setenta hijos(Q) que fueron sus descendientes directos[x], porque tuvo muchas mujeres. 31 La concubina que tenía en Siquem también le dio un hijo, y le puso por nombre Abimelec. 32 Y murió Gedeón, hijo de Joás, a una edad avanzada y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas.

33 Y sucedió que al morir Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse con los baales(R) e hicieron a Baal-berit su dios(S). 34 Y los hijos de Israel se olvidaron del Señor su Dios(T) que los había librado de manos de todos sus enemigos en derredor; 35 tampoco mostraron bondad a la casa de Jerobaal(U), es decir, Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.

Hechos 12

Martirio de Jacobo y encarcelamiento de Pedro

12 Por aquel tiempo el rey Herodes[a] echó mano a algunos que pertenecían a la iglesia para maltratarlos. E hizo matar(A) a espada a Jacobo[b], el hermano de Juan(B). Y viendo que esto agradaba a los judíos(C), hizo arrestar también a Pedro. Esto sucedió durante los días[c] de los panes sin levadura[d](D). Y habiéndolo tomado preso, lo puso en la cárcel, entregándolo a cuatro piquetes[e] de soldados(E) para que lo guardaran, con la intención de llevarlo ante el pueblo después de la Pascua(F). Así pues, Pedro era custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía oración ferviente a Dios por él. Y esa noche, cuando Herodes estaba a punto de sacarlo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas(G); y unos guardias delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí, se le apareció(H) un ángel del Señor(I), y una luz brilló en la celda; y el ángel tocó a Pedro en el costado, y lo despertó diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas cayeron de sus manos(J). Y el ángel le dijo: Vístete y ponte[f] las sandalias. Y así lo hizo. Y le dijo* el ángel: Envuélvete en tu manto y sígueme. Y saliendo, lo seguía, y no sabía que lo que hacía el ángel era de verdad, sino que creía ver una visión(K). 10 Cuando habían pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que conduce a la ciudad, la cual se les abrió(L) por sí misma; y salieron y siguieron por una calle, y enseguida el ángel se apartó de él. 11 Cuando Pedro volvió en sí(M), dijo: Ahora sé en verdad que el Señor ha enviado a su ángel, y me ha rescatado(N) de la mano de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos. 12 Al darse cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan, llamado también Marcos(O), donde muchos estaban reunidos y oraban(P). 13 Y cuando llamó a la puerta de la entrada, una sirvienta(Q) llamada Rode salió a ver quién era[g]. 14 Al reconocer la voz de Pedro, de alegría(R) no abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba a la puerta. 15 Y ellos le dijeron: ¡Estás loca! Pero ella insistía en que así era. Y ellos decían: Es su ángel(S). 16 Mas Pedro continuaba llamando; y cuando ellos abrieron, lo vieron y se asombraron. 17 Y haciéndoles señal con la mano(T) para que guardaran silencio, les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y les dijo: Informad de estas cosas a Jacobo[h](U) y a los hermanos(V). Entonces salió, y se fue a otro lugar.

18 Cuando se hizo de día, hubo un alboroto no pequeño entre los soldados sobre qué[i] habría sido de Pedro. 19 Y Herodes, después de buscarlo y no encontrarlo, interrogó a los guardias y ordenó que los llevaran para ejecutarlos(W). Después descendió de Judea a Cesarea(X), y se quedó allí por un tiempo.

Muerte de Herodes

20 Herodes estaba muy enojado con los de Tiro y de Sidón(Y); pero ellos, de común acuerdo se presentaron ante él, y habiéndose ganado a Blasto, camarero del rey, pedían paz pues su territorio era abastecido por el del rey(Z). 21 El día señalado, Herodes, vestido con ropa real, se sentó en la tribuna[j] y les arengaba. 22 Y la gente gritaba: ¡Voz de un dios y no de un hombre es esta! 23 Al instante un ángel del Señor(AA) lo hirió, por no haber dado la gloria a Dios; y murió[k] comido de gusanos.

24 Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba(AB).

25 Y Bernabé y Saulo(AC) regresaron de[l] Jerusalén después de haber cumplido su misión[m](AD), llevando consigo a Juan, llamado también Marcos(AE).

Jeremías 21

Profecía sobre la destrucción de Jerusalén

21 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor cuando el rey Sedequías(A) lo envió a Pasur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, diciendo(B): Consulta ahora de nuestra parte al Señor(C), porque Nabucodonosor, rey de Babilonia(D), nos hace la guerra; tal vez el Señor haga con nosotros conforme a todas sus maravillas[a], para que el enemigo se retire de nosotros(E).

Entonces Jeremías les dijo: Así diréis a Sedequías: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “He aquí, yo haré volver atrás las armas de guerra que tenéis en vuestras manos, con las cuales peleáis contra el rey de Babilonia y contra los caldeos que os sitian fuera de los muros, y las reuniré en medio de esta ciudad(F). Y yo pelearé contra vosotros(G) con mano extendida y brazo poderoso(H), y con ira, furor y gran enojo(I). Heriré a los habitantes de esta ciudad, y hombres y animales morirán de gran pestilencia(J). Y después” —declara el Señor— “a Sedequías, rey de Judá, a sus siervos, al pueblo y a los que sobrevivan en esta ciudad de la pestilencia, de la espada y del hambre, los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia(K), en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan sus vidas; y él los herirá a filo de espada. No los perdonará ni les tendrá piedad ni compasión(L)”».

Y dirás a este pueblo: «Así dice el Señor: “He aquí, pongo delante de vosotros el camino de la vida y el camino de la muerte(M). El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre y de pestilencia(N); pero el que salga y se entregue a los caldeos que os sitian, vivirá, y tendrá su propia vida como botín(O). 10 Porque he puesto mi rostro contra esta ciudad para mal, y no para bien” —declara el Señor(P)—. “Será entregada en manos del rey de Babilonia, quien le prenderá fuego(Q)”».

11 Y di a la casa del rey de Judá:

«Oíd la palabra del Señor(R):
12 Casa de David, así dice el Señor(S):
“Haced justicia(T) cada[b] mañana,
y librad al despojado de manos(U) de su opresor,
no sea que salga como fuego mi furor,
y arda y no haya quien lo apague(V),
a causa de la maldad de vuestras obras(W).

13 ”He aquí, yo estoy contra ti, moradora del valle,
roca de la llanura” —declara el Señor(X)
“los que decís: ‘¿Quién descenderá contra nosotros(Y)?
¿Quién entrará en nuestras moradas(Z)?’.
14 Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras”
—declara el Señor(AA)
“y prenderé fuego en su bosque
que consumirá todos sus alrededores(AB)”».

Marcos 7

Lo que contamina al hombre

(A)Los fariseos, y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén(B), se reunieron alrededor de Él; y vieron que algunos de sus discípulos comían el pan con manos inmundas[a](C), es decir, sin lavar. (Porque los fariseos y todos los judíos no comen a menos de que se laven las manos cuidadosamente[b], observando así la tradición de los ancianos(D); y cuando vuelven de la plaza, no comen a menos de que se laven[c]; y hay muchas otras cosas que han recibido para observarlas, como el lavamiento[d] de los vasos(E), de los cántaros y de las vasijas de cobre.) Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron*: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos(F), sino que comen[e] con manos inmundas[f](G)? Y Él les dijo: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:

«Este pueblo con los labios me honra,
pero su corazón está muy lejos de mí(H).
Mas en vano me rinden culto,
enseñando como doctrinas preceptos de hombres(I)».

Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres(J). También les decía: Astutamente[g] violáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición(K). 10 Porque Moisés dijo: «Honra a tu padre y a tu madre(L)»; y: «El que hable mal de su padre o de su madre, que muera[h](M)»; 11 pero vosotros decís: «Si un hombre dice al padre o a la madre: “Cualquier cosa mía con que pudieras beneficiarte es corbán(N) (es decir, ofrenda[i] a Dios)”»; 12 ya no le dejáis hacer nada en favor de su padre o de su madre; 13 invalidando así la palabra de Dios por vuestra tradición(O), la cual habéis transmitido, y hacéis muchas cosas semejantes a estas. 14 Y llamando de nuevo a la multitud, les decía: Escuchadme todos y entended: 15 no hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre. 16 [j]Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. 17 Y cuando dejó a la multitud y entró en la casa(P), sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola(Q). 18 Y Él les dijo*: ¿También vosotros sois tan faltos de entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar, 19 porque no entra en su corazón, sino en el estómago[k], y se elimina[l]? (Declarando así limpios(R) todos los alimentos(S).) 20 Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre(T). 21 Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones[m], robos, homicidios, adulterios, 22 avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia[n](U), calumnia, orgullo[o] e insensatez. 23 Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre.

La mujer sirofenicia

24 (V)Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro[p](W), y entrando en una casa, no quería que nadie lo supiera, pero[q] no pudo pasar inadvertido; 25 sino que enseguida, al oír hablar de Él, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, fue y se postró a sus pies. 26 La mujer era gentil[r], sirofenicia de nacimiento; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio. 27 Y Él le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien[s] tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28 Pero ella respondió y le dijo*: Es cierto, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa comen las migajas de los hijos. 29 Y Él le dijo: Por esta respuesta[t], vete; el demonio ha salido de tu hija. 30 Cuando ella volvió a su casa, halló que la niña estaba acostada[u] en la cama, y que el demonio había salido.

Curación de un sordomudo

31 (X)Volviendo a salir de la región de Tiro(Y), pasó por Sidón(Z) y llegó al mar de Galilea(AA), atravesando la región de Decápolis(AB). 32 Y le trajeron* a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron* que pusiera la mano sobre él(AC). 33 Entonces Jesús, tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo(AD), le tocó la lengua con la saliva; 34 y levantando los ojos al cielo, suspiró profundamente(AE) y le dijo*: ¡Effatá!, esto es: ¡Abrete! 35 Y al instante se abrieron sus oídos, y desapareció[v] el impedimento[w] de su lengua, y hablaba con claridad. 36 Y Jesús les ordenó que a nadie se lo dijeran(AF); pero mientras más se lo ordenaba, tanto más ellos lo proclamaban(AG). 37 Y se asombraron en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; aun a los sordos hace oír y a los mudos hablar.

La Biblia de las Américas (LBLA)

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