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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Éxodo 5

Moisés y Aarón se presentan a Faraón

Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.

Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.

Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con peste o con espada.

Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su trabajo? Volved a vuestras tareas.

Dijo también Faraón: He aquí el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hacéis cesar de sus tareas.

Y mandó Faraón aquel mismo día a los cuadrilleros del pueblo que lo tenían a su cargo, y a sus capataces, diciendo:

De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja.

Y les impondréis la misma tarea de ladrillo que hacían antes, y no les disminuiréis nada; porque están ociosos, por eso levantan la voz diciendo: Vamos y ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios.

Agrávese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan a palabras mentirosas.

10 Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus capataces, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo no os doy paja.

11 Id vosotros y recoged la paja donde la halléis; pero nada se disminuirá de vuestra tarea.

12 Entonces el pueblo se esparció por toda la tierra de Egipto para recoger rastrojo en lugar de paja.

13 Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea de cada día en su día, como cuando se os daba paja.

14 Y azotaban a los capataces de los hijos de Israel que los cuadrilleros de Faraón habían puesto sobre ellos, diciendo: ¿Por qué no habéis hecho ni ayer ni hoy la misma cantidad de ladrillos que hacíais antes?

15 Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con tus siervos?

16 No se da paja a tus siervos, y con todo nos dicen: Haced el ladrillo como en otro tiempo. Y he aquí tus siervos son castigados, pero el pueblo tuyo es el culpable.

17 Y él respondió: ¡Haraganes! Estáis ociosos, y por esto decís: Vamos a ofrecer sacrificios a Jehová.

18 Id, pues, ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de entregar la misma cantidad de ladrillos.

19 Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron angustiados, al decírseles: No se disminuirá en nada la cantidad de ladrillos, de la tarea de cada día.

20 Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón,

21 les dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.

Promesas de Dios al pueblo afligido

22 Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?

23 Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.

Lucas 8

Mujeres que servían al Señor Jesús

Aconteció poco después, que él comenzó a recorrer una por una las ciudades y las aldeas, proclamando y predicando el reino de Dios; le acompañaban los doce,

y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades; María la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios,

Juana la mujer de Cuzá, que era un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les asistían de sus propios bienes.

Parábola del sembrador

Al reunirse un gran gentío, y los que de cada ciudad acudían hacia él, dijo por parábola:

Salió el sembrador a sembrar su semilla; y al sembrar él, parte cayó a lo largo del sendero, y fue pisoteada, y las aves del cielo la devoraron.

Otra parte cayó sobre la roca, y después de nacer, se secó, por no tener humedad.

Otra parte cayó en medio de abrojos, y al nacer los abrojos juntamente con ella, la ahogaron.

Y otra cayó en tierra de la buena, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Al decir estas cosas, exclamaba: El que tenga oídos para oír, que oiga.

Le preguntaban sus discípulos, diciendo: ¿Qué significa esta parábola?

10 Y él dijo: A vosotros se os ha concedido el conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan.

11 Ahora bien, la parábola quiere decir esto: La semilla es la palabra de Dios.

12 Los de a lo largo del sendero son los que han oído; luego viene el diablo y quita de sus corazones la palabra, para que no crean ni se salven.

13 Los de sobre la roca son los que, habiendo oído, reciben con gozo la palabra; pero no tienen raíz éstos que por algún tiempo van creyendo, pero en la hora de la prueba desisten.

14 Lo que cayó entre los abrojos, éstos son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no dan fruto maduro.

15 Pero lo que cayó en tierra buena, éstos son los que, después de haber oído la palabra con corazón bueno y recto, la retienen, y dan fruto por su constancia.

Nada oculto que no haya de ser manifestado

16 Nadie que enciende una lámpara la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entran vean la luz.

17 Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido que no haya de ser bien conocido y salir a plena luz.

18 Mirad, pues, cómo escucháis; porque a cualquiera que tenga, se le dará; pero a cualquiera que no tenga, hasta lo que le parece tener, le será quitado.

La madre y los hermanos de Jesucristo

19 Se presentaron donde él estaba su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa del gentío.

20 Y se le informó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.

21 Pero él respondió y les dijo: Mi madre y mis hermanos son éstos que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica.

Jesucristo calma la tempestad

22 Aconteció un día, que entró en una barca él y sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y se hicieron a la mar.

23 Pero mientras ellos navegaban, se durmió; y se abatió sobre el lago una tempestad de viento; y comenzaron a anegarse y a peligrar.

24 Entonces se acercaron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Él se despertó, increpó al viento y al oleaje del mar; cesaron, y sobrevino la calma.

25 Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Ellos, llenos de temor, se decían asombrados unos a otros: ¿Pues quién es éste, que aun a los vientos y al agua manda, y le obedecen?

El endemoniado gadareno

26 Navegaron hacia la región de los gadarenos, que está en la ribera opuesta de Galilea.

27 Al salir él a tierra, vino a su encuentro cierto hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no iba vestido de ropa alguna, ni vivía en una casa, sino entre las tumbas.

28 Al ver a Jesús, lanzó un grito, cayó ante él, y dijo a grandes voces: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

29 (Pues estaba conminando al espíritu inmundo a que saliera del hombre, porque se había apoderado de él muchas veces. Le ataban con cadenas y grillos, teniéndolo bajo custodia, pero rompía las ataduras y era impelido por el demonio hacia los lugares solitarios.)

30 Jesús le preguntó, diciendo: ¿Cuál es tu nombre? Él dijo: Legión; porque habían entrado muchos demonios en él.

31 Y le suplicaban que no les ordenara marcharse al abismo.

32 Había allí una piara de bastantes cerdos paciendo en el monte; y le suplicaban que les permitiera entrar en ellos; y se lo permitió.

33 Salieron del hombre los demonios, y entraron en los puercos; y se lanzó la piara por el precipicio al lago, y se ahogaron.

34 Cuando los que los apacentaban vieron lo sucedido, huyeron y lo contaron por la ciudad y por los campos.

35 Salieron entonces a ver lo que había sucedido, y vinieron a Jesús, y hallaron sentado al hombre del que habían salido los demonios, ya vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús; y se llenaron de temor.

36 Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido sanado el endemoniado.

37 Entonces, toda la gente de la región circunvecina de los gadarenos le pidió que se marchara de ellos, porque estaban sobrecogidos de un gran temor. Él, entrando en la barca, regresó.

38 El hombre del que habían salido los demonios le pedía estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo:

39 Vuélvete a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él fue, proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesucristo

40 Cuando Jesús regresó, le dio la bienvenida la multitud, porque todos le esperaban.

41 En esto, vino un hombre llamado Jairo, que era un jefe de la sinagoga; y cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba que entrara en su casa;

42 porque tenía una hija única, de unos doce años, que se estaba muriendo. Pero mientras él iba, la muchedumbre le apretujaba.

43 En esto, una mujer que padecía de una hemorragia desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía y no había podido ser curada por nadie,

44 se acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo su hemorragia.

45 Y Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y como todos lo negaban, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, las multitudes te están apretando y estrujando, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?

46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado, porque yo he notado que ha salido de mí un poder.

47 Viendo la mujer que no había pasado inadvertida, vino temblando y cayó delante de él, y declaró en presencia de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo había sido sanada al instante.

48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz.

49 Todavía estaba él hablando, cuando viene uno de parte del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.

50 Pero cuando Jesús lo oyó, le contestó: No temas; cree solamente, y será sanada.

51 Cuando llegó a la casa, no permitió a nadie entrar con él, excepto a Pedro, a Juan y a Jacobo, y al padre y a la madre de la muchacha.

52 Todos estaban llorando y lamentándose por ella; pero él dijo: No lloréis más; no ha muerto, sino que duerme.

53 Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta.

54 Pero él, tomándola de la mano, le dio voces, diciendo: Niña, levántate.

55 Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer.

56 Y sus padres quedaron asombrados; pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido.

Job 22

Elifaz acusa a Job de muchas maldades

22 Respondió Elifaz temanita, y dijo:

¿Traerá el hombre provecho a Dios?
Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio.
¿Tiene algún interés el Omnipotente en que tú seas justificado,
O gana algo conque tú seas intachable?
¿Acaso te castiga,
O viene a juicio contigo, a causa de tu piedad?
¿No será más bien porque tu malicia es grande,
Y tus maldades no tienen fin?
Porque exigías prenda a tus hermanos sin razón,
Y despojaste de sus ropas a los desnudos.
No dabas de beber al sediento,
Y le negabas el pan al hambriento.
Pero al hombre pudiente dabas la tierra,
Y habitó en ella el distinguido.
A las viudas las despedías con las manos vacías,
Y los brazos de los huérfanos quebrantabas.
10 Por eso, hay lazos alrededor de ti,
Y te turban terrores repentinos;
11 O tinieblas, para que no veas,
Y abundancia de agua que te anega.

12 ¿No está Dios en lo alto de los cielos?
Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están.
13 ¿Y dirás tú: Qué sabe Dios?
¿Cómo distinguirá a través de los densos nubarrones?
14 Las nubes le rodean, y no ve;
Y por el contorno del cielo se pasea.
15 ¿Quieres tú seguir la senda antigua
Que pisaron los hombres perversos,
16 Los cuales fueron cortados antes de tiempo,
Cuando una riada arrasó sus cimientos?
17 Decían a Dios: Apártate de nosotros.
¿Y qué puede hacernos el Omnipotente?
18 ¡Les había colmado de bienes sus casas;
Pero los pensamientos de ellos estaban lejos de él!
19 Verán los justos y se gozarán;
Y el inocente los escarnecerá, diciendo:
20 Fueron destruidos nuestros adversarios,
Y el fuego consumió lo que de ellos quedó.

21 Reconcíliate ahora con él, y tendrás paz;
Y por ello te vendrá bien.
22 Recibe la instrucción de su boca,
Y pon sus palabras en tu corazón.
23 Si te vuelves al Omnipotente, serás restablecido;
Y si alejas de tu tienda la iniquidad
24 Y tienes el oro por tierra,
Y como piedras de arroyos el oro de Ofir,
25 El Todopoderoso será tu tesoro,
Y tendrás la plata en abundancia.
26 Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente,
Y alzarás a Dios tu rostro.
27 Orarás a él, y él te oirá;
Y tú cumplirás tus votos.
28 Todo lo que emprendas te saldrá bien,
Y sobre tus caminos resplandecerá la luz.
29 Cuando sean abatidos los arrogantes, dirás tú: Enaltecimiento habrá,
Porque Dios salvará al humilde de ojos.
30 Él libertará incluso al que no es inocente;
Sí, por la pureza de tus manos será librado.

1 Corintios 9

Pablo defiende su apostolado

¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor?

Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque vosotros sois el sello de mi apostolado en el Señor.

Contra los que me piden cuentas, esta es mi defensa:

¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber?

¿No tenemos derecho a traer con nosotros una hermana, mujer, como también los demás apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?

¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho a no trabajar?

¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta un rebaño y no toma de la leche del rebaño?

¿Digo esto sólo como hombre, o no dice esto también la ley?

Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Acaso tiene Dios especial cuidado de los bueyes?

10 ¿O lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.

11 Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿será mucho que cosechemos de vosotros lo material?

12 Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo.

13 ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, participan del altar?

14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.

15 Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie me prive de esta gloria.

16 Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me siento constreñido a hacerlo; y ¡ay de mí si no anuncio el evangelio!

17 Por lo cual, si lo hago de buen grado, tendré recompensa; pero si de mala gana, es una mayordomía la que me ha sido encomendada.

18 ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no hacer pleno uso de mi derecho en el evangelio.

19 Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar al mayor número.

20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están bajo la ley (aunque yo no esté bajo la ley), como si estuviese bajo la ley, para ganar a los que están bajo la ley;

21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino dentro de la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley.

22 Me he hecho como débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos.

23 Y esto lo hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él.

24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos ciertamente corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.

25 Todo aquel que lucha, en todo ejercita el dominio propio; ellos, en verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.

26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera golpeo, no como quien golpea al aire,

27 sino que trato severamente a mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo proclamado a otros, yo mismo venga a ser reprobado.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.