Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Crónicas 16

Últimos años de Asá

(1 R 15:16-22)

16 En el año 36 del reinado de Asá, Basá, rey de Israel, atacó a Judá porque quería aislar el país de Asá, o sea, Judá. Así que Basá fortificó la ciudad de Ramá.

Entonces Asá sacó la plata y el oro que estaban depositados en las tesorerías del templo del SEÑOR y del palacio y se los mandó a Ben Adad, rey de Siria, que gobernaba en Damasco. Le dijo: «Hagamos un pacto de paz como el que hicieron tu papá y el mío. Te envío plata y oro. No mantengas más tu pacto con Basá, rey de Israel, para que salga de mi país y nos deje tranquilos».

Así que el rey Ben Adad hizo un pacto con Asá y mandó su ejército a luchar contra las aldeas israelitas de Iyón, Dan, Abel Mayin y todas las ciudades de almacenaje que había en Neftalí. Cuando Basá se enteró de esto, dejó de fortificar a Ramá y suspendió las obras. Entonces el rey Asá tomó a todo Judá y se llevó las piedras y la madera con que Basá había estado fortificando a Ramá y fortificó con ellas Gueba y Mizpa en Judá.

En ese tiempo el vidente Jananí fue a ver a Asá, rey de Judá, y le dijo: «Debido a que depositaste tu confianza en el rey de Siria en lugar de confiar en el SEÑOR tu Dios, el ejército de Siria se te ha escapado de las manos. ¿Acaso los etíopes y libios no tenían un gran ejército con carros y muchísima caballería? Pero como dependiste del SEÑOR, él te dio la victoria sobre ellos. Porque los ojos del SEÑOR recorren el mundo entero para fortalecer a quienes confían en él de todo corazón. Debido a que tú has actuado como un tonto en este asunto, desde este momento en adelante tendrás más guerras en tu contra».

10 Asá se irritó con Jananí y lo metió en la cárcel porque estaba furioso con él. También en ese tiempo Asá oprimió a algunos del pueblo.

11 Si el lector quiere averiguar, los hechos de Asá, de principio a fin, están escritos en Las crónicas de los reyes de Judá y de Israel. 12 En el año 39 de su reinado, Asá contrajo una grave enfermedad de los pies. Sin embargo, no buscó ser sanado por el SEÑOR, sino que buscó ayuda de los médicos. 13 Asá murió y fue sepultado con sus antepasados en el año 41 de su reinado. 14 Él había hecho cavar una tumba nueva en la Ciudad de David y lo enterraron ahí en una camilla llena de perfumes y ungüentos aromáticos hábilmente preparados. Luego hicieron una gran hoguera en su honor.

Apocalipsis 5

¿Quién puede abrir el rollo?

En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo que estaba escrito por ambas caras, y que estaba cerrado con siete sellos. Y vi un ángel poderoso que decía con voz fuerte: «¿Quién es digno de romper los sellos y abrir el rollo?» Pero no había nadie ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de ella que pudiera abrirlo y leerlo. Yo me puse a llorar mucho, pues no se había encontrado a nadie que mereciera abrir el rollo y leer lo que decía. Entonces uno de los ancianos me dijo: «Deja pues de llorar, que el León de la tribu de Judá, el descendiente de David[a] ha ganado la victoria. Él puede romper los siete sellos y abrir el rollo».

Luego vi a un Cordero frente al trono, con las cuatro criaturas y los ancianos a su alrededor. Parecía un Cordero sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos que son los siete[b] espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Entonces el Cordero vino y tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. En ese momento, las cuatro criaturas y los 24 ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa y vasijas doradas llenas de incienso que son las oraciones del pueblo santo de Dios. Todos ellos cantaban una canción nueva al Cordero:

«Tú mereces tomar el rollo
    y romper sus sellos
porque fuiste sacrificado,
    y con tu sangre compraste un pueblo[c] para Dios
    de todas las razas, lenguas, pueblos y naciones.
10 Hiciste que ese pueblo[d] fuera
    un reino y sacerdotes para nuestro Dios.
    Ellos reinarán sobre la tierra».

11 Luego oí las voces de millones y millones de ángeles que estaban alrededor del trono, de las criaturas y de los ancianos. 12 Ellos decían con voz fuerte:

«El Cordero que fue sacrificado
    es digno de recibir el poder y la riqueza,
la sabiduría y la fuerza,
    el honor, la gloria y la alabanza».

13 Escuché entonces a todos los seres en el cielo, en la tierra, debajo de ella y en el mar, que decían:

«¡Toda la alabanza, el honor,
    la gloria y el poder sean por siempre
para el que está sentado en el trono
    y para el Cordero!»

14 Las cuatro criaturas respondían: «¡Así sea!», y los ancianos se arrodillaban y adoraban.

Zacarías 1

Llamamiento del Señor a su pueblo

El profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó, recibió un mensaje del SEÑOR en el mes octavo del segundo año[a] del reinado de Darío de Persia:

«El SEÑOR se enojó con sus antepasados, así que dile al pueblo: “El SEÑOR Todopoderoso dice: Vuelvan a mí, dice el SEÑOR Todopoderoso, y yo volveré a ustedes”. Lo dice el SEÑOR Todopoderoso. No sean como sus antepasados, a quienes los profetas de entonces dieron el mensaje del SEÑOR Todopoderoso de que se alejaran de la mala vida que llevaban y dejaran de hacer el mal. Sin embargo, ellos no me escucharon ni me prestaron atención, dice el SEÑOR.

»¿Dónde están sus antepasados? ¿Es que acaso los profetas vivieron eternamente? Mis advertencias y decisiones que les ordené a mis siervos los profetas, ¿acaso no llegaron hasta sus antepasados? Así que ellos cambiaron y dijeron: “Tal como el SEÑOR Todopoderoso lo había planeado, él decidió tratarnos de acuerdo con nuestras obras y nos castigó por el mal que hicimos”».

Los cuatro caballos

El día 24 del undécimo mes, o mes de sebat, durante el segundo año del reinado de Darío, el profeta Zacarías, hijo de Berequías y nieto de Idó, recibió este otro mensaje del SEÑOR:

Por la noche tuve una visión. Vi entre unos arrayanes a un jinete en un caballo rojo. Detrás de él había otros caballos de color rojo, castaño y blanco. Le pregunté:

—¿Qué significado tienen estos caballos, señor?

El ángel que me hablaba me dijo:

—Te enseñaré el significado.

10 Entonces el jinete del caballo entre los arrayanes respondió:

—Los caballos han sido enviados por el SEÑOR para que recorran la tierra.

11 Luego, los jinetes le dijeron al ángel del SEÑOR que estaba entre los arrayanes:

—Hemos estado recorriendo la tierra y está toda tranquila y en paz.

12 Entonces el ángel del SEÑOR dijo:

—SEÑOR Todopoderoso, ¿cuándo tendrás compasión por Jerusalén y las ciudades de Judá? Has estado enojado con ellas durante los últimos 70 años.

13 El SEÑOR le respondió al ángel que me hablaba con palabras de aliento y de consuelo. 14 Fue entonces cuando el ángel me dijo que anunciara lo siguiente. Esto dice el SEÑOR Todopoderoso:

«Estoy conmovido por Jerusalén y Sion,
15     pero estoy muy enojado con las naciones
    que se sienten tan seguras.
Con Israel me enojé sólo un poco
    y por eso usé a esas naciones
    para que le dieran su castigo.
Pero esas naciones le causaron
    demasiado sufrimiento a mi pueblo».
16 Debido a eso el SEÑOR dice:
«Regresaré a Jerusalén
    y le mostraré mi compasión.
Jerusalén será reconstruida,
    y mi casa será edificada allí,
    dice el SEÑOR Todopoderoso».

17 El ángel también me dijo que anunciara esto: El SEÑOR Todopoderoso dice:

«Mis ciudades serán ricas de nuevo.
    El SEÑOR consolará a Sion,
    y elegirá de nuevo a Jerusalén».

Los cuatro cuernos y los cuatro herreros

18 Luego levanté la mirada y vi cuatro cuernos. 19 Entonces pregunté al ángel que hablaba conmigo:

—¿Qué significan estos cuernos?

Él me dijo:

—Estos cuernos representan las naciones que desterraron a tierras lejanas a los habitantes de Judá, Israel y Jerusalén.

20 Después de eso el SEÑOR me mostró cuatro herreros. 21 Yo pregunté:

—¿Qué trabajo vienen a hacer estos hombres?

Él respondió:

—Los cuernos representan las naciones que desterraron al pueblo de Judá, hasta el extremo de que nadie podía levantar la cabeza. Estos herreros vienen a aterrorizar a esas naciones. Van a destruir y a desterrar las naciones que se levantaron contra Israel y desterraron su gente a tierras lejanas.

Juan 4

La mujer de Samaria

Jesús se enteró de que los fariseos habían oído decir que él ya tenía más seguidores que Juan, es decir que bautizaba más gente que Juan. Aunque realmente no era Jesús el que bautizaba, sino sus seguidores. Jesús se fue de Judea y regresó otra vez a Galilea. Ya que tenía que pasar por la región de Samaria, llegó, pues, a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca de la tierra que Jacob le había dado a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob, donde Jesús se sentó porque estaba cansado de caminar. Era casi el mediodía. 7-8 Los seguidores se habían ido al pueblo a comprar comida. Mientras tanto, una mujer samaritana vino a sacar agua y Jesús le dijo:

—Dame un poco de agua.

La samaritana le dijo:

—¿Por qué me pides agua si tú eres judío y yo soy samaritana?

Le dijo eso porque los judíos no se tratan con los samaritanos.

10 Jesús le respondió:

—No sabes lo que Dios da gratuitamente ni sabes quién soy yo. Te estoy pidiendo un poco de agua y si tú supieras quién soy, me estarías pidiendo a mí. Yo te puedo dar agua viva.

11 La mujer le dijo:

—Señor, no tienes ni siquiera un balde, y el pozo es profundo. ¿De dónde me vas a dar agua viva? 12 Nuestro antepasado Jacob nos dio este pozo. Sus hijos y sus animales bebieron de él. ¿Acaso eres más que él?

13 Él le contestó:

—Todos los que tomen de esta agua volverán a tener sed. 14 Pero el que beba del agua que yo doy, nunca más tendrá sed. El agua que le daré brotará dentro de él como un manantial que da vida eterna.

15 La mujer le dijo:

—Señor dame de esa agua, para que ya jamás tenga sed. Ni siquiera tendré que venir aquí a sacar agua.

16 Él le dijo:

—Ve a llamar a tu esposo y vuelve.

17 Ella le contestó:

—No tengo esposo.

Jesús le dijo:

—Así es. Dices la verdad al decir que no tienes esposo. 18 Has tenido cinco maridos y el hombre con quien vives ahora tampoco es tu marido; en eso tienes razón.

La mujer contestó:

19 —Señor, me doy cuenta de que eres un profeta. 20 Nuestros antepasados adoraron a Dios en este monte, pero ustedes los judíos dicen que debe ser adorado en Jerusalén.

21 Jesús le dijo:

—Créeme, mujer, que llegará el momento en que ustedes no adorarán al Padre en este monte ni tampoco en Jerusalén. 22 Ustedes adoran algo que no entienden. Nosotros sabemos lo que adoramos porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero llegará el momento, y en efecto ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre está buscando gente que lo adore así. 24 Dios es Espíritu, y los que le adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.

La mujer le dijo:

25 —Yo sé que el Mesías va a venir. Cuando venga hablará de todo esto. (El Mesías es el que se llama el Cristo).

26 Jesús le dijo:

—Ese soy yo, el que está hablando contigo.

27 En ese momento regresaron sus seguidores. Estaban muy sorprendidos de que él estuviera hablando con una mujer, pero ninguno le preguntó: «¿Tú qué quieres de ella?» o «¿Por qué estás hablando con ella?»

28 La mujer dejó su cántaro de agua, se fue al pueblo y le dijo a la gente:

29 —¡Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho! ¿Podría ser este el Mesías?

30 La gente salió del pueblo y fue a donde estaba Jesús. 31 Mientras tanto, los seguidores le rogaban a Jesús:

—Maestro, come algo.

32 Pero él les dijo:

—Yo tengo una comida que ustedes no conocen.

33 Entonces sus seguidores comenzaron a preguntarse unos a otros:

—¿Será que alguien ya le trajo algo de comer?

34 Jesús les dijo:

—Mi comida es hacer lo que Dios quiere porque él es quien me envió. Estaré satisfecho cuando termine el trabajo que él me dio. 35 Ustedes dicen: “Hay que esperar cuatro meses más para la cosecha”. Pues miren, yo les digo, levanten los ojos y observen los campos porque ya están listos para la cosecha. 36 El que cosecha recibe su paga. Está reuniendo una cosecha para la vida eterna. Así que tanto el que siembra como el que cosecha sienten alegría. 37 Realmente es cierto el dicho: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha”. 38 Los envié para que cosechen un campo que ustedes no trabajaron. Fueron otros los que lo trabajaron, y ahora ustedes disfrutan del trabajo de ellos.

39 Muchos samaritanos de ese pueblo creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: «Él me dijo todo lo que he hecho». 40 Entonces los samaritanos se le acercaron, le pidieron que se quedara con ellos y él se quedó allí dos días. 41 Fueron muchos más los que creyeron por lo que Jesús decía. 42 Le dijeron a la mujer:

—Ya no creemos sólo por lo que tú dices, creemos por lo que nosotros mismos hemos escuchado. Ahora sabemos que este hombre sí es el Salvador del mundo.

Jesús sana al hijo de un oficial

(Mt 8:5-13; Lc 7:1-10)

43 Dos días después, Jesús se fue de ahí para Galilea 44 porque como él mismo dijo, ningún profeta es respetado en su tierra. 45 Cuando llegó a Galilea, la gente le dio la bienvenida. Esa gente había ido a Jerusalén y había visto todo lo que él había hecho allí durante la fiesta de la Pascua.

46 Jesús se fue otra vez para Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. En Capernaúm, el hijo de un oficial del rey estaba enfermo. 47 Cuando el oficial se enteró de que Jesús había venido a Galilea desde Judea, fue a rogarle que fuera a Capernaúm y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. 48 Jesús le dijo:

—Ustedes no creerán si no ven señales milagrosas y maravillas.

49 El oficial del rey le dijo:

—Señor, venga rápido antes de que mi hijo muera.

50 Jesús le dijo:

—Vete a casa, tu hijo vivirá.

El hombre creyó lo que Jesús le dijo y se fue a casa. 51 Camino a casa se encontró con sus siervos, quienes le contaron que su hijo vivía. 52 Él les preguntó a qué hora se había mejorado, y ellos le dijeron:

—La fiebre le bajó ayer a la una de la tarde.[a]

53 El papá se dio cuenta de que fue a la misma hora que Jesús le dijo: «Tu hijo vivirá». Él y todos los de su casa creyeron.

54 Esta fue la segunda señal milagrosa que hizo Jesús después de volver a Galilea desde Judea.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

© 2005, 2008, 2012, 2015 Centro Mundial de Traducción de La Biblia © 2005, 2008, 2012, 2015 Bible League International