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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Crónicas 9

La reina de Sabá

(1 R 10:1-13)

La fama del rey Salomón llegó a oídos de la reina de Sabá. Ella viajó hasta Jerusalén para ponerlo a prueba con preguntas difíciles. Fue con una guardia muy grande, camellos cargados de especias, piedras preciosas y muchísimo oro. Cuando conoció a Salomón, le hizo toda clase de preguntas. Salomón le contestó todas sus preguntas; ninguna de ellas fue demasiado difícil para él. La reina de Sabá pudo comprobar la gran inteligencia de Salomón y vio el palacio que había construido. También vio lo que comían y dónde vivían sus siervos y cómo servían sus ministros y cómo se vestían ellos y sus consejeros, y el sacrificio que debe quemarse completamente en honor al SEÑOR. Ella quedó completamente atónita y le dijo al rey: «De verdad en mi país me hablaron acerca de los logros de tu sabiduría. No podía creer las noticias que me llegaban, pero cuando los vi con mis propios ojos, me di cuenta que no me habían contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría. Tú sobrepasas lo que había escuchado. ¡Qué afortunados son tus esposas[a] y tus siervos! Ellos te sirven y escuchan tu sabiduría todos los días. ¡Bendito sea el SEÑOR tu Dios! Le dio gozo hacerte rey para servicio del SEÑOR tu Dios, pues él siempre ha amado a Israel, y para consolidarlo para siempre te hizo rey de ellos y así puedes gobernar con justicia y rectitud».

Entonces la reina de Sabá le dio al rey cerca de 3960 kilos[b] de oro. También le dio muchas especias y joyas. Jamás se volvió a ver que se recibieran tantas especias como las que ella le dio al rey Salomón.

10 Los siervos de Hiram y los de Salomón trajeron oro de Ofir y también mucha madera de sándalo y piedras preciosas. 11 Salomón usó la madera para hacer barandas en el templo del SEÑOR y el palacio. También usó la madera para hacer arpas y liras para los cantantes del templo. Nunca se había visto en Judá algo semejante.

12 Entonces el rey Salomón le dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, todo lo que le pidió, más de lo que ella le había traído al rey. Luego ella y sus servidores regresaron a su país.

El esplendor de Salomón

(1 R 10:14-29; 2 Cr 1:14-17)

13 Cada año el rey Salomón recibía casi 22 000 kilos de oro, 14 sin contar los impuestos[c] cobrados a los pasajeros y a las ganancias de los comerciantes, a todos los reyes árabes, y el oro y la plata que le traían a Salomón los gobernadores de las provincias. 15 El rey Salomón hizo 200 escudos de oro martillado. Cada escudo contenía unos 7 kilos[d] de oro. 16 También hizo 300 escudos más pequeños de oro martillado, que pesaba cada uno como 3 kilos[e]. El rey los colocó en el palacio llamado Bosque del Líbano.

17 El rey Salomón también construyó un trono grande de marfil y lo recubrió de oro puro. 18 Había seis escalones de oro para subir al trono, un estrado de oro unido al trono; el asiento del trono tenía brazos a cada lado y dos leones estaban de pie a cada lado del trono. 19 En cada escalón había dos leones erguidos; eran doce en total. Ningún otro reino tenía algo semejante. 20 Todas las copas y vasijas que tenía Salomón eran de oro. Toda la vajilla[f] del palacio del Bosque del Líbano era de oro puro. Nada en el palacio era hecho de plata porque en la época de Salomón había tanto oro que la gente no le daba mucho valor a la plata.

21 Una flota de barcos iba hasta Tarsis con los siervos de Hiram; cada tres años la flota de Tarsis volvía con un cargamento de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

22 Salomón sobrepasó a todos los reyes del mundo en sabiduría y riqueza. 23 Todos los reyes de la tierra querían ver al rey Salomón para escuchar la gran sabiduría que Dios le había dado. 24 Todos le llevaban regalos cada año: objetos de plata y oro, vestidos, armaduras, especias, caballos y mulas.

25 Salomón tenía 4000 establos para caballos y carros de combate. Tenía 12 000 jinetes que él ubicó en las ciudades dedicadas a la caballería y los carros, y en su palacio en Jerusalén. 26 Salomón reinó sobre todos los reyes desde el Éufrates hasta el territorio de los filisteos y hasta la frontera de Egipto. 27 El rey hizo que la plata fuera tan común en Jerusalén como la piedra y que la madera de cedro fuera tan común como las higueras que crecen en la llanura. 28 Los caballos de Salomón se importaban de Egipto y de todos los otros países.

Muerte de Salomón

(1 R 11:41-43)

29 El resto de los hechos, desde el primero hasta el último, del reinado de Salomón, tarde y temprano, están escritos en Las crónicas del profeta Natán, en La profecía de Ahías el silonita y en Las visiones del vidente Idó en lo que tiene que ver con Jeroboán hijo de Nabat. 30 Durante 40 años, Salomón gobernó en Jerusalén sobre todo Israel. 31 Luego murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, su papá. Entonces su hijo Roboán reinó en su lugar.

Judas

1-3 Estimados hermanos que han sido llamados por Dios:

Les saludo yo, Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago. Dios Padre los ama y Jesucristo los protege. ¡Que cada vez reciban más misericordia, amor y paz!

Advertencia contra los falsos hermanos

He querido mucho escribirles acerca de la salvación que compartimos, pero ahora siento la necesidad de escribirles sobre otro asunto: les ruego que sigan luchando por la fe que Dios una vez y para siempre le dio a su pueblo santo. Pues hay unos que se han metido secretamente entre ustedes; de ellos ya se ha dicho en las Escrituras que van a ser condenados. Están en contra de Dios, toman el generoso amor de Dios como excusa para justificar su conducta inmoral y niegan a Jesucristo, nuestro único Señor y Dueño.

Quiero recordarles algo que ustedes ya saben: que el Señor[a] salvó a su pueblo de Egipto pero luego destruyó a los que no creyeron. Acuérdense también de los ángeles que no conservaron su posición de autoridad sino que abandonaron su propio lugar. Dios los mantiene en la oscuridad, atados eternamente con cadenas, esperando el gran día del juicio. Recuerden también a Sodoma y Gomorra y a las ciudades cercanas. Dios las condenó al fuego eterno porque cometieron inmoralidades y perversiones sexuales. Son como los ángeles antes mencionados, su castigo nos sirve de advertencia.

No obstante, esos individuos también contaminan su cuerpo, viven soñando, no aceptan la autoridad de Dios e insultan a los seres espirituales superiores[b]. Ni siquiera el arcángel Miguel cuando estaba discutiendo con el diablo sobre el cuerpo de Moisés se atrevió a maldecir al diablo, sino que le dijo: «¡Que el Señor te reprenda!» 10 Pero esos critican lo que no entienden, y lo poco que entienden lo usan para destruirse, como si fueran animales que actúan por instinto.

11 ¡Pobre gente! Se fueron por el mismo camino de Caín[c]. Por conseguir dinero se van por el camino equivocado como Balán[d], hablan contra la autoridad y son destruidos como le pasó a Coré[e].

12 Esos individuos son un peligro[f] para ustedes en sus reuniones fraternales. Sólo vienen a comer y a divertirse sin tener ningún respeto a Dios. Son como pastores que buscan su propio beneficio, como nubes sin agua que arrastra el viento y como árboles que ya deberían dar fruto pero no lo dan. Están completamente muertos, así que serán arrancados de raíz. 13 Así como todos pueden ver la espuma sucia de las fuertes olas del mar, todos pueden ver las cosas vergonzosas que ellos hacen. Su destino es igual al de una estrella fugaz[g] que pasa por el cielo y desaparece en la más negra oscuridad.

14 Enoc, que fue el séptimo descendiente desde Adán, dijo sobre esta gente: «¡Miren! el Señor va a venir con miles y miles de sus santos ángeles 15 para juzgar y castigar a cada uno por la maldad que haya hecho y por todo lo malo que haya dicho en contra de Dios». 16 Esta gente se la pasa quejándose y buscando faltas en los demás, pero ellos siempre hacen el mal que les da la gana. Se enorgullecen de sí mismos y adulan a los demás sólo para aprovecharse de ellos.

No olviden el mensaje de los apóstoles

17 Pero ustedes, estimados hermanos, recuerden las palabras que antes dijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. 18 Ellos continuamente les decían: «En los últimos tiempos, habrá algunos que se burlarán de Dios y vivirán conforme a sus malos deseos». 19 Esos causan división, son mundanos y no tienen el Espíritu.

20 Pero ustedes, estimados hermanos, fortalézcanse unos a otros en su fe santísima. Oren por medio del Espíritu Santo. 21 Permanezcan en el amor de Dios. Sigan recibiendo la misericordia de nuestro Señor Jesucristo hasta que los lleve a la vida eterna.

22 Tengan compasión de los que tienen dudas. 23 A otros sálvenlos del fuego y traten al resto con misericordia, pero ¡ojo! tengan mucho cuidado, hay que odiar el pecado y rechazar hasta la ropa contaminada por la mala vida que ellos llevan.

Alaben a Dios

24 Dios es capaz de cuidarnos para que no caigamos, y puede también hacernos entrar a su presencia gloriosa con gran alegría y sin falta alguna. 25 Él es el único Dios y Salvador nuestro. A él sea la gloria, la grandeza, el poder y la autoridad por Jesucristo nuestro Señor, antes, ahora y siempre. Así sea.

Sofonías 1

Este es el mensaje que Sofonías recibió del SEÑOR en tiempos de Josías hijo de Amón, rey de Judá. Sofonías era hijo de Cusí, nieto de Guedalías y bisnieto de Amarías, quien era hijo de Ezequías.

El día del castigo del Señor

El SEÑOR dice: «Destruiré todo lo que hay
    sobre la faz de la tierra.
Destruiré a seres humanos y animales,
    a las aves del cielo y a los peces del mar.
Haré tambalear a los perversos y a toda la gente,
    dice el SEÑOR.

»Amenazaré a Judá con la mano levantada
    y a todos los habitantes de Jerusalén.
Destruiré a los que adoran a Baal
    y a los sacerdotes que celebran su culto,
a los que se arrodillan en las azoteas
    a adorar las estrellas[a] del cielo,
a los que adoran al SEÑOR,
    pero también juran por el dios Moloc,
a quienes le dieron la espalda al SEÑOR,
    a los que no buscan al SEÑOR
    y a los que no le piden consejo.
Guarden silencio delante del Señor DIOS,
    porque el día del SEÑOR está cerca.
El SEÑOR tiene planeado un sacrificio;
    que se consagre cada uno de sus invitados.[b]
El día del juicio[c] del SEÑOR
    castigaré a los líderes, a los hijos del rey
    y a todos los que visten a la moda extranjera.
Ese día castigaré a todos los que saltan por encima
    de la línea de entrada del templo.[d]
Castigaré a todos los que llenan
    de mentiras y violencia la casa de su amo.[e]

10 »El SEÑOR dice: Ese día habrá gritos
    de lamentación y amargura
desde la puerta del Pescado
    hasta el otro extremo de la ciudad.
Faltará comida incluso
    en las afueras de la ciudad.
11 Laméntense, habitantes del Barrio del Mortero,
    porque todos los negociantes y los ricos comerciantes han sido destruidos.

12 »Ese día tomaré una lámpara y buscaré por todo Jerusalén
    a los que se sienten tan satisfechos que dicen:
“El SEÑOR no hace nada,
    ni bueno ni malo”.
13 Por lo tanto, se les arrebatarán sus riquezas
    y sus casas serán destruidas.
Construirán casas,
    pero no podrán vivir en ellas.
Plantarán cultivos de uvas,
    pero no podrán beber su vino».

14 El gran día del SEÑOR está cerca,
    viene rápidamente.
El día del SEÑOR se escucharán
    ruidos horribles, gritos de guerra.
15 Ese será un día lleno de ira,
    dificultades y angustia,
día de ruina, destrucción y oscuridad,
    día de nubes espesas y oscuras,
16     en el que sonarán trompetas y gritos de batalla
contra las ciudades fortificadas
    y sus torres de defensa.

17 «Le haré la vida tan difícil a esa gente
    que caerán por todos lados como ciegos.
Ellos pecaron contra el SEÑOR,
    por eso se derramará su sangre
    y esta cubrirá el suelo como polvo.
Sus cuerpos quedarán regados por el piso
    como excrementos de animal.
18 No podrán salvarse
    ni siquiera con todo su dinero.
El día en que el SEÑOR muestre su furia,
    el fuego de su ira quemará toda la tierra.
Sí, él destruirá por completo
    a todos los habitantes de este lugar».

Lucas 23

Pilato interroga a Jesús

(Mt 27:1-2, 11-14; Mr 15:1-5; Jn 18:28-38)

23 Entonces todo el grupo se levantó y llevaron a Jesús ante Pilato. Empezaron a acusar a Jesús, diciendo:

—Arrestamos a este hombre porque está inquietando a nuestro pueblo. Él dice que no se deben pagar impuestos al emperador y que él es el Mesías, un rey.

Pilato le preguntó a Jesús:

—¿Eres el rey de los judíos?

Y él le respondió:

—Tú lo has dicho.

Entonces Pilato les dijo a los jefes de los sacerdotes y a la gente:

—No encuentro ningún delito en este hombre.

Pero ellos insistían:

—Alborota al pueblo con sus enseñanzas por toda Judea. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí.

Pilato envía a Jesús a ver a Herodes

Cuando Pilato escuchó esto, preguntó si era de Galilea. Al enterarse de que Jesús estaba bajo la autoridad de Herodes, se lo mandó a él, pues en esos días Herodes también estaba en Jerusalén.

Cuando Herodes vio a Jesús, se puso muy contento porque había oído mucho de él y quería conocerlo desde hacía mucho tiempo. Esperaba verlo hacer algún milagro. Herodes le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió ninguna. 10 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley estaban allí, acusándolo con insistencia. 11 Herodes y sus soldados lo trataban con desprecio. Burlándose de él, le pusieron ropa lujosa y lo enviaron de nuevo a Pilato. 12 Antes Herodes y Pilato habían sido enemigos, pero desde ese día se hicieron amigos.

Jesús condenado a muerte

(Mt 27:15-26; Mr 15:6-15; Jn 18:39-19:16)

13 Pilato llamó a los jefes de los sacerdotes, a los líderes y al pueblo, 14 y les dijo:

—Ustedes me trajeron a este hombre de quien dicen estaba inquietando al pueblo, pero lo juzgué delante de todos ustedes y no lo encontré culpable de ninguno de los delitos de que lo acusan. 15 Ni tampoco Herodes porque nos lo envió de vuelta. Miren, no ha hecho nada que merezca la muerte. 16 Entonces, después de azotarlo un poco, lo dejaré ir. 17 [a]

18 Pero todos ellos gritaron a una voz:

—¡Mátenlo! ¡Dejen libre a Barrabás!

19 Barrabás estaba en la cárcel por haber empezado una revuelta en la ciudad y por asesinato. 20 Pilato quería dejar en libertad a Jesús, así que les dijo otra vez que lo iba a dejar ir. 21 Pero ellos siguieron gritando:

—¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

22 Por tercera vez Pilato le dijo a la gente:

—¿Por qué? ¿Qué ha hecho de malo este hombre? Él no es culpable. No encuentro ninguna razón para matarlo; por eso lo soltaré después de azotarlo.

23 Pero ellos seguían gritando. Todos exigían que lo crucificaran. Tanto gritaron que 24 Pilato decidió hacer lo que pedían. 25 Pilato dejó libre a Barrabás, el hombre que había sido puesto en la cárcel por rebelión y asesinato, y les entregó a Jesús para que hicieran con él lo que quisieran.

Crucifixión de Jesús

(Mt 27:32-44; Mr 15:21-32; Jn 19:17-27)

26 Cuando los soldados se llevaban a Jesús, agarraron a un tal Simón, de la ciudad de Cirene, que venía del campo, lo obligaron a cargar la cruz y a llevarla detrás de Jesús. 27 Mucha gente seguía a Jesús, incluso algunas mujeres, las cuales lloraban y se lamentaban por él. 28 Jesús se dio vuelta y les dijo:

—Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí. Más bien lloren por ustedes y por sus hijos. 29 Está llegando la hora terrible en que la gente dirá: “Afortunadas las mujeres que no pueden tener hijos, que nunca los han tenido ni han amamantado”. 30 (A)Entonces dirán a las montañas: “¡Caigan sobre nosotros!”, y a los cerros les dirán: “¡Cúbrannos!”[b] 31 Si le hacen esto al árbol vivo, ¿qué no le harán al seco?[c]

32 También llevaron a dos criminales para que los ejecutaran junto con Jesús. 33 Llegaron al lugar llamado «La Calavera», donde los soldados crucificaron a Jesús y también a los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.

34 Jesús decía: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».[d]

Los soldados rifaron entre ellos la ropa de Jesús. 35 La gente estaba allí mirando, y los líderes se burlaban de él, diciendo:

—Si él es el elegido de Dios, el Mesías, entonces que se salve a sí mismo. Salvó a otros, ¿no?

36 Los soldados vinieron y también se burlaron de él. Le ofrecieron vinagre 37 y dijeron:

—Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!

38 En la parte de arriba de la cruz estaba escrito: «Este es el Rey de los judíos». 39 Uno de los criminales también empezó a insultarlo:

—¿No eres el Mesías? ¡Entonces sálvate a ti mismo y a nosotros también!

40 Pero el otro criminal lo reprendió y le dijo:

—¿Es que no tienes temor de Dios? ¿Acaso no estás bajo la misma sentencia? 41 Tú y yo merecemos morir por lo que hicimos, pero este hombre no ha hecho nada malo.

42 Luego le dijo:

—Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.

43 Entonces Jesús le dijo:

—Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Muerte de Jesús

(Mt 27:45-56; Mr 15:33-41; Jn 19:28-30)

44 Era alrededor del mediodía, y toda la tierra quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde. 45 El sol dejó de brillar y la cortina del templo se rompió en dos. 46 (B)Y dando un fuerte grito Jesús dijo:

—¡Padre, te entrego mi espíritu![e]

Después de decir esto, murió. 47 Cuando el capitán vio lo que había pasado, alabó a Dios diciendo:

—Este hombre sí era inocente.

48 Mucha gente había salido de la ciudad para ver esto. Cuando vieron lo que había pasado, se fueron abrumados de dolor. 49 Los amigos de Jesús también estaban allí, incluso las mujeres que lo habían seguido desde Galilea. Todos ellos presenciaban de lejos lo que pasaba.

Jesús es sepultado

(Mt 27:57-61; Mr 15:42-47; Jn 19:38-42)

50 Estaba allí un hombre llamado José, miembro del Consejo. Era un hombre de buen corazón que obedecía a Dios 51 y no había estado de acuerdo con lo que habían decidido ni con las medidas que tomaron. Era del pueblo de Arimatea en Judea, y quería que viniera el reino de Dios. 52 Fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 53 Bajó el cuerpo de la cruz y lo envolvió en una sábana. Después lo llevó y lo puso en un sepulcro cavado en la roca, donde todavía no se había enterrado a nadie. 54 Era el día de la preparación para el sábado y el día de descanso estaba a punto de comenzar.

55 Las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea siguieron a José. Vieron el sepulcro y cómo pusieron el cuerpo adentro. 56 Después se regresaron para preparar especias aromáticas y aceites perfumados, y no hicieron ningún trabajo en el día de descanso, conforme al mandamiento.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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