M’Cheyne Bible Reading Plan
Abimélec se convierte en rey
9 Abimélec, hijo de Yerubaal, fue a Siquén, a casa de sus tíos maternos, y les dijo a ellos y a toda la familia de su mamá: 2 «Pregúntenles a los líderes de la ciudad de Siquén si es mejor para ustedes que todos los 70 hijos de Gedeón sean sus gobernantes, o si es mejor que uno solo de los hijos sea el gobernante. Recuerden que yo soy parte de su familia».
3 Los tíos de Abimélec hablaron con los líderes de Siquén y les hicieron la pregunta. Los líderes decidieron apoyar a Abimélec y dijeron: «Después de todo, él es nuestro hermano». 4 Así que los líderes de Siquén le dieron a Abimélec 70 trozos de plata que sacaron del templo de Baal Berit. Abimélec utilizó la plata para contratar a unos hombres detestables que lo seguían a todas partes. 5 Abimélec fue a Ofra, a la casa de su papá, y mató al mismo tiempo[a] a todos sus hermanos, los 70 hijos de Yerubaal. Solamente Jotán, el hijo menor, pudo esconderse y salvarse.
6 Luego los líderes de Siquén y Bet Miló[b] se reunieron junto al gran roble y la piedra sagrada, y establecieron a Abimélec como su rey.
La historia de Jotán
7 Jotán se enteró de que los líderes de Siquén habían hecho rey a Abimélec. Entonces, subió al monte Guerizín[c] y gritó para que todos lo escucharan:
«Escúchenme todos los líderes de Siquén,
que luego Dios los escuchará.
8 Un día los árboles decidieron nombrar un rey para que los gobernara,
así que le pidieron al olivo que fuera el gobernante.
9 Pero el olivo les dijo que no,
porque para ser rey tendría que dejar de producir su aceite.
Ese aceite es muy útil para honrar a Dios y a los hombres.
10 »Luego le dijeron a la higuera
que fuera gobernante.
11 Pero la higuera respondió que no,
porque para ser reina tendría que dejar de producir
sus dulces y sabrosos frutos.
12 »Entonces los árboles le pidieron al viñedo
que fuera el rey.
13 Pero el viñedo dijo que no,
porque para ser rey tendría que dejar de producir vino.
Y el vino hace felices a Dios y a los hombres.
14 »Finalmente los árboles le pidieron al árbol de espinas
que fuera el rey.
15 Pero el árbol de espinas respondió:
“Si de verdad quieren que yo sea el rey,
entonces vengan a buscar mi sombra.
Pero si no quieren, entonces que salga fuego del espino
y que se quemen todos los cedros del Líbano”.
16 »Y ahora les pido que piensen si ustedes fueron totalmente honestos cuando hicieron rey a Abimélec. Piensen si han sido justos con Yerubaal y su familia, si se han portado bien con Yerubaal como él se portó con ustedes. 17 Mi papá luchó por ustedes, arriesgó su vida y los liberó del poder de los madianitas. 18 Pero ustedes se han rebelado en contra de mi papá y han matado a todos sus hijos, a todos uno por uno sobre la misma piedra. Han elegido a Abimélec para que sea el rey de Siquén. Él es el único hijo de la concubina de mi papá, pero lo convirtieron en rey porque es su familiar. 19 Si han sido totalmente honestos con Yerubaal y su familia, entonces espero que estén felices con Abimélec como rey y que él también esté feliz con ustedes. 20 Pero, líderes de Siquén y Bet Miló, si ustedes no han obrado bien, entonces que salga fuego de la boca de Abimélec y los queme a todos, y que salga fuego de la boca de ustedes para que se queme Abimélec».
21 Después de decir todo esto, Jotán salió huyendo y se fue a una ciudad llamada Ber y allí se quedó por miedo de su hermano Abimélec.
Abimélec pelea contra Siquén
22 Abimélec gobernó en Israel durante tres años, 23 pero Dios causó problemas entre Abimélec y los líderes de Siquén, quienes dejaron de ser leales a Abimélec. 24 Eso sucedió para que pagaran por lo que habían hecho, pues Abimélec había matado a sus propios hermanos, los 70 hijos de Yerubaal, y los líderes de Siquén habían ayudado a Abimélec en semejante asesinato. 25 Ellos enviaron hombres a las montañas para que asaltaran a los que pasaran por allí y Abimélec se enteró de lo que pasaba.
26 Un hombre llamado Gaal hijo de Ébed y sus hermanos se mudaron a la ciudad de Siquén. Los líderes de Siquén confiaron en Gaal y lo siguieron.
27 Un día todos salieron al campo a cosechar uvas. Llevaron las uvas y las pisaron para hacer vino y celebrar. Entraron al templo de su dios, comieron, bebieron y se burlaron de Abimélec.
28 Gaal hijo de Ébed dijo: «¿Quién es ese tal Abimélec? Es uno de los hijos de Yerubaal, y Zebul es su ayudante, ¿verdad? ¿Por qué tenemos que servirlo y obedecerlo? ¡Nosotros no debemos obedecer a Abimélec! Debemos obedecer a nuestro propio pueblo, los hijos de Jamor[d]. 29 Si me dejan dirigir a esta gente, yo puedo derrotar a Abimélec. Le diré a Abimélec: “Alista tu ejército y ven a pelear”».
30 Zebul era el gobernador de la ciudad de Siquén. Zebul se enteró de lo que dijo Gaal, se enfureció 31 y mandó mensajeros a la ciudad de Arumá[e], donde estaba Abimélec, con este mensaje:
«Gaal hijo de Ébed y sus hermanos llegaron a esta ciudad y están poniendo a la gente en tu contra. 32 Así que tú y tus hombres deben salir de allí esta noche y esconderse en el campo. 33 Mañana, apenas salga el sol, ataquen la ciudad. Gaal y sus hombres saldrán al ataque, y tú podrás hacerles lo que quieras».
34 Así que Abimélec y sus hombres salieron en la noche y se escondieron. Se repartieron en cuatro grupos y se escondieron cerca de la ciudad de Siquén. 35 Gaal hijo de Ébed salió a la entrada de la ciudad y los hombres de Abimélec salieron de sus escondites.
36 Gaal vio a los soldados y dijo a Zebul:
—¡Mira! Hay hombres acercándose desde la montaña.
Pero Zebul le respondió:
—¡No! Sólo son las sombras de las montañas, las estás confundiendo con sombras de hombres.
37 Pero Gaal volvió a decir:
—¡Mira! Hay hombres viniendo desde el Ombligo de la Tierra y hay otros que vienen desde el Cedro de los Adivinos.[f]
38 Y Zebul respondió:
—¿Y por qué no presumes ahora? Tú mismo dijiste “¿Quién es Abimélec? ¿Por qué debemos obedecerlo?” Te burlaste de estos hombres; ahora ve y pelea contra ellos.
39 Entonces Gaal dirigió a los líderes de Siquén y salieron todos a pelear contra Abimélec. 40 Pero Abimélec y sus hombres persiguieron a Gaal y a los que estaban con él. Los hombres de Gaal huyeron hacia la entrada de la ciudad de Siquén, pero muchos murieron antes de llegar a la entrada. 41 Abimélec regresó a la ciudad de Arumá y Zebul obligó a Gaal y a sus hermanos a salir de Siquén.
42 Al día siguiente los hombres de Siquén salieron a trabajar al campo y Abimélec se enteró. 43 Entonces Abimélec aprovechó para atacar por sorpresa la ciudad. Abimélec dividió a sus hombres en tres grupos y les dijo que se escondieran en el campo. Cuando vio que los hombres de Siquén salían de la ciudad, Abimélec llegó y los atacó. 44 Abimélec y el grupo que estaba con él corrieron hacia la entrada de la ciudad; los otros grupos salieron hacia el campo y mataron a todos los que estaban allí. 45 Abimélec estuvo combatiendo todo el día, invadió la ciudad y mató a todos sus habitantes. Destruyó la ciudad completamente y derramó sal por todas partes.
46 Había algunos viviendo en la torre de Siquén[g]. Cuando se enteraron de lo que había pasado en Siquén, se reunieron en el salón más seguro del templo del dios El Berit[h]. 47 Cuando Abimélec se enteró de que todos los líderes estaban reunidos allí, 48 él y sus hombres fueron hacia el monte Zalmón[i]. Abimélec llevó unas hachas para cortar leña, tomó la leña que había cortado y la cargó en sus hombros. Abimélec les dijo a los hombres que estaban con él: «Hagan lo mismo que hice yo». 49 Todos cortaron leña y siguieron a Abimélec. Llegaron al templo de El Berit y allí amontonaron toda la leña en el salón más seguro[j] del lugar. Luego prendieron fuego a toda la leña y quemaron a los que estaban dentro del salón, matando a más de 1000 personas que vivían cerca de la torre.
Muerte de Abimélec
50 Abimélec fue a Tebes, la atacó y la conquistó. 51 En la ciudad había una gran torre y todos los habitantes de Tebes se encerraron allí y subieron hasta el techo. 52 Abimélec se acercó a la torre para atacarla. Llegó hasta la puerta y estaba a punto de quemarla 53 cuando una mujer lanzó una piedra de moler desde la torre. La piedra cayó en la cabeza de Abimélec y le rompió el cráneo. 54 Inmediatamente, Abimélec llamó al ayudante que cargaba las armas y le dijo: «Trae tu espada y mátame para que nadie pueda decir que una mujer mató a Abimélec». El ayudante le clavó la espada y Abimélec murió. 55 Cuando los israelitas vieron que Abimélec estaba muerto, todos regresaron a su casa.
56 Así, Dios castigó a Abimélec, le devolvió todo el mal que le hizo a su papá cuando mató a sus 70 hermanos. 57 Dios también castigó a los líderes de Siquén por todas las cosas malas que hicieron. Y se cumplió todo lo que dijo Jotán, hijo menor de Yerubaal.
Misión de Bernabé y Saulo
13 Los profetas y maestros de la iglesia de Antioquía eran Bernabé; Simón, también llamado el Negro; Lucio, de la ciudad de Cirene; Manaén, que se había criado con Herodes el gobernante[a], y Saulo. 2 Un día, mientras ayunaban y adoraban al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Aparten a Bernabé y a Saulo para que hagan el trabajo para el cual los he llamado».
3 Entonces ellos ayunaron, oraron e impusieron las manos a Bernabé y Saulo, y luego los despidieron.
Bernabé y Saulo en Chipre
4 Así que, enviados por el Espíritu Santo, Bernabé y Saulo llegaron a Seleucia y de ahí viajaron a la isla de Chipre. 5 Al llegar a Salamina, anunciaron el mensaje de Dios en las sinagogas judías y Juan[b] les ayudaba.
6 Recorrieron toda la isla hasta llegar a Pafos, donde conocieron a un judío llamado Barjesús que practicaba la brujería. Este falso profeta 7 siempre estaba cerca del gobernador Sergio Paulo. El gobernador era un hombre inteligente y les pidió a Bernabé y a Saulo que vinieran a visitarlo porque quería escuchar el mensaje de Dios. 8 Pero Elimas el mago, pues así se traduce su nombre, trataba de evitar que el gobernador creyera en Jesús. 9 Pero Saulo, también llamado Pablo, lleno del Espíritu Santo miró fijamente a Elimas 10 y le dijo:
—¡Hijo del diablo! Eres enemigo de todo lo bueno, estás lleno de mentiras y trucos del diablo y siempre tratas de tergiversar el verdadero camino del Señor. 11 Ahora el Señor te castigará y quedarás ciego. Por un tiempo no podrás ver nada, ni siquiera la luz del sol.
En ese mismo instante todo se volvió oscuridad para Elimas. Caminó perdido por los alrededores, tratando de encontrar a alguien que lo guiara de la mano. 12 Cuando vio esto el gobernador creyó, asombrado con la enseñanza del Señor.
Pablo y Bernabé salen de Chipre
13 Pablo y todos los que iban con él, se fueron de Pafos en barco. Llegaron a Perge, una ciudad que quedaba en Panfilia, pero Juan Marcos los dejó allí y regresó a Jerusalén. 14 Ellos continuaron su viaje desde Perge hasta Antioquía de Pisidia. Estando en Antioquía en el día de descanso, fueron a la sinagoga y tomaron asiento allí. 15 Después de leer la ley y los escritos de los profetas, los dirigentes de la sinagoga enviaron este mensaje a Pablo y Bernabé:
—Hermanos, si tienen algo que decir que pueda ayudar a los que están aquí, por favor, tomen la palabra.
16 Pablo se puso de pie y tomó la palabra:
—Israelitas y también ustedes los que no son judíos y adoran al Dios verdadero, escúchenme. 17 El Dios de este pueblo de Israel eligió a nuestros antepasados, ayudó a nuestro pueblo a salir adelante mientras vivieron en Egipto y los sacó de allí con gran poder. 18 Dios tuvo paciencia con ellos durante los 40 años que estuvieron en el desierto. 19 Él destruyó siete naciones en la tierra de Canaán y les dio a los israelitas esa tierra como herencia. 20 Todo eso sucedió en más o menos 450 años.
»Después, Dios les dio jueces hasta el tiempo del profeta Samuel. 21 Entonces el pueblo pidió un rey. Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, que era de la tribu de Benjamín, quien fue rey por 40 años. 22 Después de destituir a Saúl, Dios nombró rey a David, de quien dio testimonio: “David, el hijo de Isaí, me agrada porque está dispuesto a hacer todo lo que yo le diga”.
23 »Dios cumplió su promesa al enviar a Jesús, quien era descendiente de David, para ser el Salvador. 24 Antes de que Jesús viniera, Juan anunció su mensaje al pueblo de Israel. Juan les dijo que se bautizaran para demostrar que querían cambiar su vida. 25 Cuando Juan estaba terminando su trabajo, dijo: “¿Quién creen ustedes que soy? Yo no soy el Mesías, pues él viene después de mí, y no soy digno ni de desatarle sus sandalias”.
26 »Hermanos, hijos de la familia de Abraham, y ustedes que adoran al Dios verdadero, escuchen. Este mensaje de salvación ha llegado a nosotros. 27 Los que viven en Jerusalén y sus líderes no reconocieron a Jesús, y al condenarlo cumplieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado. 28 Ellos no pudieron encontrar una razón para matar a Jesús, pero le pidieron a Pilato que lo matara. 29 Cuando ya habían cumplido todo lo que se dijo acerca de Jesús en las Escrituras, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en un sepulcro. 30 Pero Dios lo resucitó. 31 Después, los que lo habían acompañado desde Galilea hasta Jerusalén vieron a Jesús durante muchos días. Ahora ellos son sus testigos ante el pueblo.
32 »Nosotros les anunciamos la buena noticia acerca de la promesa que Dios les hizo a nuestros antepasados. 33 (A)Como descendientes de ellos, recibimos de parte de Dios el cumplimiento de la promesa cuando Jesús resucitó de la muerte. Como dice en el segundo Salmo:
34 (B)Dios resucitó a Jesús para que él nunca regrese a la tumba a descomponerse. Entonces Dios dijo:
»“Yo les daré las promesas verdaderas
y santas que le hice a David”.[e]
35 (C)Por eso dice en otro lugar:
»“Tú no dejarás que tu Santo se pudra en la tumba”.[f]
36 En vida, David hizo lo que Dios quería. Después murió y lo enterraron con sus antepasados. Su cuerpo se pudrió en la tumba, 37 pero Jesús, al que Dios resucitó de la muerte, no se pudrió en la tumba. 38-39 Entiendan esto, hermanos: el perdón que ustedes no pudieron alcanzar por medio de la ley de Moisés, lo reciben por medio de Jesús. Todo el que tiene fe en él es aprobado por Dios. 40 Pero tengan cuidado, los profetas dijeron lo que pasaría. No dejen que eso les pase a ustedes:
41 (D)»“¡Escuchen, ustedes que dudan!
Asómbrense y desaparezcan.
Porque en su tiempo,
yo haré algo que ustedes no creerán
aun cuando alguien se lo explique”».[g]
42 Mientras Pablo y Bernabé se iban, la gente les pidió que regresaran al siguiente día de descanso para que les continuaran enseñando. 43 Después de la reunión, muchos de los judíos y muchos devotos convertidos a la religión judía siguieron a Bernabé y a Pablo, quienes los animaban a seguir confiando en el generoso amor de Dios.
44 Al siguiente día de descanso, casi toda la gente de la ciudad vino a escuchar la palabra del Señor. 45 Cuando los judíos vieron a todos allí, se llenaron de envidia, insultaban a Pablo y se oponían a lo que decía. 46 Sin embargo, Pablo y Bernabé se atrevieron a hablar y dijeron:
—Era necesario que ustedes conocieran la palabra de Dios primero, pero la han rechazado. Ya que ustedes no se consideran dignos de tener la vida eterna, entonces ahora iremos a los que no son judíos. 47 (E)Esto es lo que el Señor nos ha ordenado:
»“Te he hecho luz de las naciones,
para que hagas llegar mi salvación
a los lugares más remotos de la tierra”».[h]
48 Cuando los que no eran judíos escucharon esto, se pusieron muy felices, dieron gracias por el mensaje del Señor y creyeron todos los que estaban elegidos para la vida eterna.
49 El mensaje del Señor se anunció por toda la región. 50 Pero los judíos incitaron a algunas de las mujeres religiosas más importantes y a las autoridades de la ciudad para que se pusieron en contra de Pablo y Bernabé. Los maltrataron y echaron fuera de la ciudad. 51 Entonces Pablo y Bernabé se sacudieron el polvo que tenían en los pies como señal de protesta, y se fueron a la ciudad de Iconio. 52 Los seguidores del Señor en Antioquía estaban muy felices y llenos del Espíritu Santo.
Castigo para los reyes malvados
22 Esto dice el SEÑOR: «Jeremías, baja a la casa del rey de Judá y anuncia este mensaje: 2 “Rey de Judá, que te sientas en el trono de David, escucha la palabra del SEÑOR, tú y tus siervos que pasan por estas puertas. 3 Esto dice el SEÑOR: Practiquen el derecho y la justicia, libren al explotado del poder del explotador, no menosprecien ni maltraten al inmigrante, ni al huérfano ni a la viuda. No derramen sangre inocente en este lugar. 4 Si hacen lo que les digo, entonces el rey, sus siervos y su pueblo pasarán por las puertas de esta casa sentados en el trono de David en sus carruajes o caballos. 5 Pero si no prestan atención a estas palabras, me prometo a mí mismo que este palacio será destruido. Es la decisión del SEÑOR”».
6 Esto dice el SEÑOR sobre el palacio del rey de Judá:
«Tú eres para mí como Galaad,
como la cumbre del Líbano,
pero prometo que te convertiré en un desierto.
Tus ciudades quedarán sin habitantes.
7 Enviaré contra ti destructores,
cada uno con sus armas.
Ellos cortarán tus cedros más finos
y los arrojarán al fuego.
8 »Gente de muchas naciones pasará por esta ciudad y se preguntará: “¿Por qué el SEÑOR le hizo esto a esta gran ciudad?” 9 Y la respuesta será: “Porque ellos abandonaron el pacto que habían hecho con el SEÑOR su Dios. Ellos se inclinaron a adorar y dar culto a otros dioses”».
10 No lloren por el que ha muerto,
no hagan duelo por él.
Lloren más bien por el desterrado
porque nunca regresará
ni volverá a ver la tierra donde nació.
11 Esto dice el SEÑOR sobre Salún hijo de Josías, que fue rey de Judá después de su padre Josías, y que salió de ese lugar: «No regresará aquí, 12 morirá en el lugar al que ha sido desterrado y nunca más volverá a ver esta tierra.
13 »Pobre de ti, que construyes tu palacio con injusticias
y tus pisos superiores contra todo derecho;
que haces trabajar gratis a tus semejantes,
sin pagarles su salario.
14 Pobre de ti, que dices: “Me construiré un gran palacio
con amplias habitaciones en el piso superior”;
le haces las ventanas,
lo revistes con madera de cedro y lo pintas de rojo.
15 »¿Es que crees que vas a reinar
sólo por usar tanta madera de cedro?
¿No comía y bebía tu papá
y gobernaba con justicia y rectitud?
Por eso le fue bien.
16 Defendía los derechos del pobre y del necesitado,
y por eso le fue bien.
Eso sí es conocerme verdaderamente.
Lo dice el SEÑOR.
17 »Pero tú sólo piensas en ganar dinero deshonestamente,
en matar gente inocente,
en explotar y oprimir».
18 Esto dice el SEÑOR acerca de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá:
«El pueblo no llorará su muerte.
Nadie dirá: “¡Pobre de mi hermano!”
“¡Pobre de mi hermana!”
Nadie hará duelo diciendo:
“¡Pobre de mi señor!”
“¡Pobre de Su Majestad!”
19 Lo enterrarán como a un burro;
lo arrastrarán y lo echarán
fuera de las puertas de Jerusalén.
20 »Sube a los montes del Líbano y grita de dolor;
grita en los montes de Basán.
Grita desde Abarín
porque todos tus amantes han sido destruidos.
21 Yo te hablé cuando te iba muy bien
pero tú dijiste que no escucharías.
Eso es lo que has hecho desde que eras joven,
nunca me has hecho caso.
22 El viento se llevará lejos a todos tus pastores
y tus amantes serán hechos prisioneros.
En ese momento te sentirás avergonzada
y serás humillada por toda tu maldad.
23 Vivirás en el Líbano
y harás tu nido en medio de los cedros.
Pero cómo vas a sufrir cuando te lleguen los dolores,
como los que siente una mujer cuando da a luz».
Castigo para Jeconías
24 El SEÑOR dice: «Tan cierto como que estoy vivo que aunque tú, Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, fueras un anillo de sellar en mi mano derecha, te arrancaría de allí. 25 Te entregaré a Nabucodonosor, rey de Babilonia, a los babilonios que quieren matarte y a los que tanto temes. 26 Te arrojaré a ti y a tu mamá a una tierra que no los vio nacer y allí morirán. 27 Nunca regresarán a la tierra a la que tanto desean volver».
28 ¿Es Jeconías una vasija de barro despreciada y destruida,
un objeto que nadie quiere?
¿Por qué ha sido rechazado
y por qué sus hijos han sido expulsados a una tierra que no conocen?
29 Tierra, tierra, tierra,
escucha el mensaje del SEÑOR.
30 Esto dice el SEÑOR:
«Anoten a este hombre en el registro
como “hombre sin hijos”,
como uno que no tuvo éxito en la vida;
porque ninguno de sus descendientes
logrará sentarse en el trono de David
ni volver a reinar en Judá».
Jesús alimenta a más de 4000
(Mt 15:32-39)
8 En otra ocasión se reunió mucha gente con Jesús y no tenían nada para comer. Entonces Jesús llamó a sus seguidores y les dijo:
2 —Me da pesar con esta gente, porque han estado conmigo durante tres días y no han comido nada. 3 Si los envío a sus casas sin comer, se podrían desmayar por el camino, y algunos viven muy lejos.
4 Pero sus seguidores le respondieron:
—En este lugar despoblado, ¿dónde se va a conseguir comida para tanta gente?
5 Jesús les preguntó:
—¿Cuántos panes tienen?
—Siete—dijeron ellos.
6 Luego, Jesús ordenó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes, dio gracias a Dios y los partió. Se los dio a sus seguidores y ellos los repartieron a la gente. 7 También tenían unos cuantos pescaditos. Jesús dio gracias y les dijo a sus seguidores que los repartieran también. 8 La gente comió hasta quedar satisfecha. Al final, los seguidores reunieron siete canastos llenos de los pedazos que sobraron. 9 Fueron casi 4000 los que comieron los panes y los peces. Después de comer, Jesús los despidió. 10 Luego Jesús subió a la barca con sus seguidores y se fueron hacia la región de Dalmanuta.
Danos pruebas
(Mt 16:1-4; Lc 11:16, 29)
11 Los fariseos llegaron y empezaron a discutir con Jesús. Para ponerlo a prueba le pidieron que hiciera un milagro para demostrar que era enviado de Dios. 12 Jesús suspiró profundamente, muy molesto, y dijo:
—¿Por qué pide esta generación una señal milagrosa? Les digo la verdad: no van a recibir ningún milagro.
13 Entonces Jesús se alejó, subió otra vez a la barca y se fue al otro lado del lago.
La levadura de los líderes religiosos
(Mt 16:5-12)
14 Los seguidores se olvidaron de llevar alimentos, no tenían más que un pan. 15 Jesús les advirtió:
—¡Tengan cuidado! Protéjanse de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
16 Entonces empezaron a decir entre ellos que no tenían pan. 17 Jesús sabía de lo que estaban hablando y les preguntó:
—¿Por qué dicen que no tienen pan? ¿Todavía no han entendido ni se han dado cuenta? ¿Son así de brutos? 18 ¿Tienen ojos y no pueden ver? ¿Tienen oídos y no pueden oír? ¿Acaso no se acuerdan de los milagros? 19 Cuando partí los cinco panes para alimentar a los 5000, ¿recuerdan cuántas canastas con pedazos de sobra recogieron?
—Doce—respondieron ellos.
20 —Y cuando partí los siete panes para los 4000, ¿recuerdan cuántas canastas con pedazos de sobra recogieron?
—Siete—respondieron.
21 Luego Jesús les dijo:
—¿Y aun así no entienden?
Jesús sana a un ciego en Betsaida
22 Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le pidieron a Jesús que lo tocara. 23 Jesús tomó al hombre de la mano y lo llevó hasta las afueras del pueblo. Allí, escupió saliva en los ojos del ciego, lo tocó y le preguntó:
—¿Puedes ver algo?
24 El hombre levantó la mirada y dijo:
—Veo a la gente como árboles caminando.
25 Entonces Jesús volvió a poner sus manos en los ojos del ciego. Luego el hombre abrió bien los ojos y pudo ver todo con claridad. Había recobrado la vista. 26 Jesús mandó al hombre a su casa y le dijo:
—No entres al pueblo.
Pedro dice que Jesús es el Mesías
(Mt 16:13-20; Lc 9:18-21)
27 Jesús y sus seguidores se fueron a los pueblos de la región de Cesarea de Filipo. Cuando iban por el camino, Jesús les preguntó a sus seguidores:
—¿Quién dice la gente que soy yo?
28 Ellos contestaron:
—Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas.
29 Les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Pedro le respondió:
—Tú eres el Mesías.
30 Entonces Jesús les advirtió que no se lo dijeran a nadie.
Jesús habla de su muerte
(Mt 16:21-28; Lc 9:22-27)
31 Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre tendría que pasar por muchos sufrimientos y ser rechazado por los ancianos líderes, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Tendría que morir, pero a los tres días resucitaría. 32 Les dijo todo lo que tenía que pasar; no les ocultó nada. Pero Pedro habló a solas con Jesús y comenzó a reprenderlo. 33 Entonces Jesús se dio vuelta, miró a los seguidores y regañó a Pedro diciendo:
—¡Largo de aquí, Satanás[a]! A ti no te preocupan las cosas de Dios, sino las de la gente.
34 Luego, Jesús llamó a la gente y a sus seguidores y les dijo:
—Si alguien quiere ser mi seguidor, tiene que renunciar a sí mismo, aceptar la cruz que se le da y seguirme. 35 Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa y por mi mensaje, la salvará. 36 De nada vale tener todo el mundo y perder la vida. 37 Nadie podrá pagar lo suficiente para recuperar su vida. 38 La gente de hoy en día es infiel y pecadora. Si alguien se avergüenza de mí y de mi enseñanza ante esta gente, entonces yo[b] también me avergonzaré de él cuando venga en la gloria de mi Padre con los santos ángeles.
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