Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Jueces 6

Los madianitas pelean contra Israel

Una vez más los israelitas hicieron lo que no le agradaba al SEÑOR. Así que durante siete años el SEÑOR permitió que los madianitas oprimieran a los israelitas.

Los madianitas trataban con crueldad a los israelitas, por lo que los israelitas tuvieron que construir escondites en las montañas. Escondían en cuevas y en lugares difíciles de encontrar. Tenían que hacerlo porque los madianitas, los amalecitas y otra gente del oriente venían y destruían sus cultivos. Esa gente acampaba en la tierra de los israelitas y destruían todas las cosechas de la región hasta llegar a Gaza, y no dejaban comida para los israelitas. Tampoco les dejaban ni una oveja, ni un buey, ni un burro ni nada. Los madianitas venían a acampar con todas sus familias y animales. Eran tantos que parecían una plaga de langostas y lo destruían todo. No se podía contar cuánta gente ni cuántos camellos había. El pueblo de Israel se empobreció por culpa de los madianitas, y desesperados pidieron llorando al SEÑOR que les ayudara.

Los madianitas hicieron muchas maldades, y los israelitas pidieron ayuda al SEÑOR. Entonces el SEÑOR les mandó un profeta que les dijo a los israelitas: «Esto dice el SEÑOR: “Ustedes eran esclavos de Egipto, pero yo los liberé y los saqué de esa tierra. Yo los salvé nuevamente del poder de sus opresores e hice que esa gente saliera de su tierra y se la entregué a ustedes. 10 Y luego les dije: Yo soy el SEÑOR su Dios. Ustedes van a vivir en la tierra de los amorreos; pero no deben adorar a sus dioses. Sin embargo, no me obedecieron”».

El ángel del Señor visita a Gedeón

11 Después, el ángel del SEÑOR fue a donde estaba un hombre llamado Gedeón. El ángel se sentó bajo el roble que estaba en Ofra. Ese árbol era de Joás, el papá de Gedeón, de la familia de Abiezer. Gedeón estaba limpiando el trigo a escondidas en el lugar donde se pisaba la uva para hacer el vino. Gedeón estaba ahí para poder esconder el trigo rápidamente de los madianitas. 12 El ángel del SEÑOR se apareció ante Gedeón y le dijo:

—Que el SEÑOR esté contigo, buen guerrero.

13 Gedeón dijo:

—Perdón, señor, pero si el SEÑOR está con nosotros, entonces ¿por qué tenemos tantos problemas? Sabemos que él hizo milagros en favor de nuestros antepasados. Ellos contaron que el SEÑOR los sacó de Egipto, pero el SEÑOR nos ha abandonado y ha permitido que los madianitas nos opriman.

14 El SEÑOR miró a Gedeón y le dijo:

—Usa tu fuerza y libera al pueblo de Israel del poder de los madianitas ¡Yo te envío a que los salves!

15 Y Gedeón respondió:

—Perdón, señor, pero ¿cómo puedo salvar a Israel? Mi familia es la más débil de todas las familias de Manasés, y yo soy el más joven de todos.

16 El SEÑOR le dijo:

—Pero yo estaré contigo. Podrás derrotar a los madianitas como si estuvieras peleando contra un solo hombre.

17 Respondió Gedeón:

—Si en realidad estás a mi favor, entonces muéstrame una señal para saber que en verdad tú eres quien ha hablado conmigo. 18 Te ruego que me esperes aquí y que no te muevas hasta que yo regrese. Voy a traer mi ofrenda para ponerla frente a ti.

El Señor le respondió:

—Esperaré aquí hasta que regreses.

19 Entonces Gedeón entró a la casa y preparó un cordero en agua hirviendo. También preparó pan sin levadura con 20 kilos[a] de harina. Luego, puso la carne en una canasta y echó el caldo en una olla. Gedeón sacó toda esa comida y se la presentó bajo el roble.

20 El ángel de Dios le dijo:

—Pon la carne y el pan sin levadura encima de esa roca y derrama el caldo.

Gedeón hizo lo que se le ordenó.

21 El ángel del SEÑOR tenía un bastón y tocó la carne y el pan con su punta. Enseguida salió fuego de la roca, la carne y el pan se quemaron por completo y el ángel del SEÑOR desapareció.

22 Entonces Gedeón entendió que había estado hablando con el ángel del SEÑOR, y gritó muy fuerte:

—¡Señor DIOS! ¡He visto al ángel del SEÑOR cara a cara!

23 Y el SEÑOR le dijo:

—Cálmate[b], no tengas miedo, no vas a morir.[c]

24 Entonces Gedeón construyó un altar para el SEÑOR en ese preciso lugar. Gedeón llamó al altar «el SEÑOR es la paz». Ese altar todavía se encuentra en la ciudad de Ofra, que es donde vive la familia de Abiezer.

Gedeón destruye el altar de Baal

25 Esa misma noche el SEÑOR le habló a Gedeón y le dijo:

—Toma el toro más grande y fuerte que tenga tu papá, que ese toro sea de siete años de edad. Lleva el toro hasta el altar que tu papá tiene para Baal y derrúmbalo con él. Derrumba también el poste que está junto al altar porque ese poste es de la diosa Aserá. 26 Luego construye allí un altar apropiado para el SEÑOR tu Dios. Mata al toro y haz una hoguera con la madera del poste que derrumbaste. Quema allí al toro y ofrécelo como sacrificio para el SEÑOR.

27 Gedeón llamó a diez de sus hombres para que le ayudaran a hacer lo que el SEÑOR le había mandado. Sin embargo, Gedeón tenía miedo de que lo viera su familia o la gente del pueblo, así que lo hizo durante la noche en lugar de durante el día.

28 A la mañana siguiente, la gente se sorprendió mucho cuando vio que el altar de Baal y el poste de Aserá que estaba al lado habían sido destruidos. Todos vieron, además, el toro que había sido ofrecido sobre el nuevo altar edificado.

29 Todos se preguntaban entre sí: «¿Quién pudo haber hecho esto?» Luego de mucho buscar y preguntar, alguien dijo que Gedeón, el hijo de Joás, lo había hecho.

30 Entonces algunos hombres del pueblo se acercaron a Joás y le dijeron:

—Tu hijo destruyó el altar de Baal y el poste de Aserá que estaba al lado. Trae a tu hijo porque tiene que morir.

31 Entonces Joás les dijo a todos los que estaban allí:

—¿Van a defender a Baal y a pelear a favor de él? ¿Van a rescatarlo? Si alguien está a favor de Baal, que muera antes del amanecer. Si Baal es un Dios de verdad, que él mismo se defienda porque alguien ha destruido su altar.

32 Joás dijo: «Si Gedeón destruyó el altar de Baal, entonces que Baal se enfrente con él». Y ese mismo día Joás le dio otro nombre a su hijo. Lo llamó Yerubaal[d].

Gedeón derrota a los madianitas

33 Los madianitas, los amalecitas y la gente del oriente se reunieron, cruzaron el río Jordán y acamparon en el valle de Jezrel. 34 Pero el Espíritu del SEÑOR entró en Gedeón y le dio mucho poder. Gedeón tocó una trompeta para llamar a los del grupo de Abiezer. 35 También envió mensajeros por todas partes para que llamaran a las tribus de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí. A todos los mandó llamar para que se reunieran con él y pelearan juntos.

36 Luego Gedeón le dijo a Dios: «Tú dijiste que me ayudarías a salvar al pueblo de Israel. ¡Dame una prueba! 37 Voy a poner la piel de una oveja en el piso donde se trilla el trigo. Si por la mañana la piel de oveja está mojada pero el suelo está seco, sabré que me usarás para salvar al pueblo de Israel tal como habías dicho».

38 Y eso fue exactamente lo que sucedió. Gedeón se levantó temprano al día siguiente y escurrió la piel de la oveja. Con lo que escurrió de la piel, llenó una taza de agua.

39 Entonces Gedeón le dijo a Dios: «No te enojes conmigo. Déjame pedirte sólo una cosa más. Déjame hacer otra prueba con la piel de oveja. Esta vez que la piel de oveja quede seca y que el suelo amanezca mojado de rocío».

40 Esa noche Dios así lo hizo. La piel amaneció seca, pero el suelo amaneció mojado por el rocío.

Hechos 10

Conversión de Cornelio

10 En la ciudad de Cesarea vivía un capitán romano llamado Cornelio, del regimiento conocido como el Italiano. Él y toda su familia adoraban y respetaban a Dios. Cornelio daba muchas contribuciones a los judíos pobres y siempre estaba orando. Un día, como a las tres de la tarde, tuvo una visión en la que vio claramente a un ángel de Dios que se le acercaba y le decía:

—Cornelio.

Cornelio lo miro fijamente y todo asustado le dijo:

—¿Qué quieres, señor?

El ángel le dijo:

—Dios ha escuchado tus oraciones y ha tenido en cuenta tus contribuciones a los pobres. Envía ahora algunos hombres a Jope para que traigan a un hombre llamado Simón, al que le dicen Pedro. Se hospeda en una casa junto al mar que es de un curtidor que también se llama Simón.

Cuando el ángel se fue, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado. El soldado era un hombre de su confianza y adoraba a Dios. Cornelio les contó todo lo que había pasado y luego los envió a Jope.

Al día siguiente a eso del mediodía, mientras ellos iban camino a Jope, Pedro subió a la azotea para orar. 10 Tenía hambre y quería comer, pero mientras le estaban preparando la comida, tuvo una visión. 11 Vio que el cielo se abría y bajaba algo parecido a una sábana muy grande sostenida de las cuatro puntas. 12 Dentro de la sábana había toda clase de animales, incluso reptiles y aves. 13 Entonces una voz le dijo:

—Pedro, ¡levántate, mata y come!

14 Pedro respondió:

—¡Yo no haría eso, Señor! Nunca he comido nada prohibido o impuro.

15 Pero la voz volvió a decirle:

—No llames nada prohibido por ser impuro a lo que Dios ha purificado.

16 Esto sucedió tres veces y de inmediato todo subió otra vez al cielo. 17 Pedro se preguntaba qué quería decir la visión. Mientras tanto, los hombres que Cornelio había mandado estaban frente a la puerta preguntando dónde quedaba la casa de Simón. 18 Llamaron para averiguar si Simón, a quien también llamaban Pedro, estaba hospedado allí.

19 Pedro todavía estaba pensando en la visión, pero el Espíritu le dijo: «Oye, tres hombres te están buscando. 20 Levántate, baja a verlos y ve con ellos sin hacer preguntas, yo los he enviado». 21 Entonces Pedro bajó y les dijo a los hombres:

—Yo soy al que ustedes están buscando, ¿a qué han venido?

22 Ellos dijeron:

—Un santo ángel le dijo a Cornelio que lo invitara a su casa para poder escuchar lo que usted tenga que decirle. Cornelio es un capitán, un hombre justo que adora a Dios, y todos los judíos lo respetan mucho.

23 Pedro les pidió que entraran y se quedaran a pasar la noche.

Al día siguiente, Pedro se fue con los tres hombres y con algunos de los hermanos que vivían en Jope. 24 Al otro día, llegaron a la ciudad de Cesarea. Cornelio los estaba esperando con sus familiares y amigos. 25 Cuando Pedro entró, Cornelio salió a recibirlo, se inclinó a los pies de Pedro y lo comenzó a adorarlo. 26 Pero Pedro hizo que se levantara y le dijo:

—¡Levántate! Yo soy tan solo un ser humano.

27 Mientras hablaban, Pedro entró y vio que se había reunido mucha gente. 28 Pedro les dijo:

—Ustedes saben que no es permitido para los de mi nación reunirse o entrar a la casa de alguien que no sea judío. Pero Dios me ha mostrado que no debo menospreciar ni llamar impuro ni ordinario a nadie. 29 Así que cuando me llamaron, vine sin poner excusas. Ahora yo les pregunto: ¿Por qué enviaron por mí?

30 Entonces Cornelio dijo:

—Hace cuatro días estaba orando en mi casa a esta misma hora, las tres de la tarde, y de pronto un hombre con ropa muy brillante se apareció delante de mí. 31 Él me dijo: “Cornelio, tus oraciones fueron escuchadas y Dios ha tomado en cuenta tus contribuciones para los pobres. 32 Así que envía a algunos hombres a Jope para que traigan a Simón, a quien también llaman Pedro. Él se hospeda en casa de Simón, un curtidor que vive junto al mar”. 33 Fue así como yo mandé por ti de inmediato, y nos alegra que hayas venido. Aquí nos tienes para escuchar todo lo que el Señor te ordenó que nos dijeras.

Mensaje de Pedro en la casa de Cornelio

34 Entonces Pedro dijo:

—Ahora entiendo que de verdad para Dios todos somos iguales. 35 Dios no discrimina a nadie, sino que acepta al que le honre y lleve una vida recta. 36 Dios dio su mensaje a los israelitas y les anunció las buenas noticias de paz por medio de Jesucristo, quien es Señor de todos. 37 Ustedes están al tanto de lo que pasó en Judea con Jesús de Nazaret. Todo comenzó en Galilea después del bautismo que anunciaba Juan. 38 Ustedes saben que a Jesús de Nazaret, Dios lo llenó[a] del Espíritu Santo y de poder. Él fue por todas partes haciendo el bien y sanando a los que vivían oprimidos por el diablo. Lo pudo hacer porque Dios estaba con él. 39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén, pero lo mataron, colgándolo en un madero. 40 Sin embargo, Dios lo resucitó de la muerte al tercer día y lo dio a conocer abiertamente. 41 Pero no a todo el pueblo, sino sólo a los testigos que Dios había elegido para que lo vieran. Nosotros somos esos testigos, comimos y bebimos con él, después de que resucitó. 42 Jesús nos ordenó anunciar estas buenas noticias al pueblo judío, y nos envió para que diéramos testimonio de que él es el elegido por Dios para ser Juez de vivos y muertos. 43 Todos los profetas dan testimonio de que esto es verdad: al que crea en Jesús se le perdonarán sus pecados por medio de su nombre.

Los no judíos reciben el Espíritu Santo

44 Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo cayó sobre los que estaban escuchando el mensaje. 45 Los creyentes judíos que vinieron con Pedro estaban asombrados porque el Espíritu Santo se había derramado como un don sobre los que no eran judíos. 46 Los escuchaban hablar en lenguas y alabar a Dios. Entonces Pedro les dijo:

47 —¿Puede acaso alguien atreverse a no dejar que estos sean bautizados en agua? Ellos han recibido al Espíritu Santo, al igual que nosotros.

48 Así que Pedro ordenó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron a Pedro que se quedara unos días más.

Jeremías 19

La enseñanza de la vasija rota

19 Esto es lo que dijo el SEÑOR: «Ve y cómprale al artesano una vasija de barro. Lleva contigo a algunos ancianos líderes del pueblo y a algunos ancianos de los sacerdotes. Sal al valle de Ben Hinón que encontrarás al salir por la puerta de los alfareros y allí anuncia el mensaje que te voy a dar. Diles: “Reyes de Judá y habitantes de Jerusalén, escuchen este mensaje del SEÑOR. Así dice el SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel: Voy a traer un castigo tan terrible a este lugar que todo el que lo sepa quedará con los oídos zumbándole de aturdimiento. Porque ellos me han abandonado transformando este lugar. Han quemado incienso para otros dioses que ni ellos ni sus antepasados ni los reyes de Judá conocían. Han llenado este lugar con la sangre de gente inocente. Han construido altares donde queman a sus hijos en honor a dioses falsos. Presentan ofrendas religiosas a Baal que yo nunca ordené ni mencioné y ni siquiera imaginé. Se acercan los días, dice el SEÑOR, en que este lugar dejará de ser llamado Tofet y valle de Ben Hinón. En lugar de eso, será llamado valle de la Matanza. Frustraré los planes de Judá y de Jerusalén en este lugar. Haré que caigan en batalla ante sus enemigos, en manos de los que quieren matarlos. Entregaré sus cuerpos como comida para las aves del cielo y los animales de la tierra. Haré que esta tierra sea motivo de horror y burla. Todo el que pase por allí se quedará asombrado y se burlará de cómo fue destruido ese lugar. Haré que se coman a sus hijos e hijas y que se devoren unos a otros debido al ataque y la aflicción a los que serán sometidos por sus enemigos, los que quieren matarlos”.

10 »Y tú, Jeremías, romperás la vasija a la vista de los hombres que te acompañen, 11 y les dirás: “Esto dice el SEÑOR Todopoderoso: Voy a destruir a este pueblo y esta ciudad como quien rompe en mil pedazos la vasija de un alfarero, que ya no se puede reparar; y en Tofet enterrarán a los muertos porque no habrá más lugar. 12 Así es como trataré a este lugar y a sus habitantes dice el SEÑOR. Haré de este lugar un lugar como Tofet. 13 Las casas de Jerusalén y las de los reyes de Judá se volverán impuras como Tofet, por todas las casas donde ofrecieron ofrendas en las azoteas para adorar a todas las estrellas y donde ofrecieron ofrendas de vino a otros dioses”».

14 Entonces Jeremías regresó desde Tofet, donde el SEÑOR lo había enviado a profetizar y parándose en el patio del templo del SEÑOR le dijo al pueblo: 15 «Esto dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Escuchen, voy a traer a Jerusalén y a todas las aldeas que la rodean todo el sufrimiento que he anunciado porque me han rechazado con terquedad y no han escuchado mis palabras”».

Marcos 5

Jesús expulsa unos demonios

(Mt 8:28-34; Lc 8:26-39)

Jesús y sus seguidores llegaron a la otra orilla del lago, a la región de los gerasenos[a]. Apenas salió Jesús de la barca, llegó a recibirlo un hombre que tenía un espíritu maligno. Venía de las tumbas, donde vivía. Ni siquiera con cadenas lo podían sujetar. Varias veces le habían encadenado las manos y le habían puesto hierros en los pies, pero el hombre rompía las cadenas y destrozaba los hierros. Nadie podía controlarlo. Vagaba por las colinas y las cuevas de día y de noche, siempre gritando y cortándose con piedras.

Cuando el hombre vio a Jesús a lo lejos, fue a él corriendo, se postró ante él y gritando muy fuerte le dijo:

—¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? En el nombre de Dios, te suplico que no me atormentes.

El hombre gritaba así porque Jesús le había dicho: «¡Espíritu maligno, sal de ese hombre!»

Después Jesús le preguntó:

—¿Cuál es tu nombre?

Él contestó:

—Mi nombre es Legión[b] porque somos muchos.

10 Le rogaba repetidas veces a Jesús que no lo mandara fuera de esa región. 11 Como en un cerro cerca de allí había muchos cerdos comiendo, 12 los espíritus le suplicaban:

—¡Mándanos a esos cerdos y déjanos entrar en ellos!

13 Jesús les permitió hacerlo, y los espíritus malignos salieron del hombre y entraron en los cerdos, que eran como 2000. Los cerdos corrieron pendiente abajo por el barranco, cayeron en el lago y se ahogaron.

14 Los encargados de cuidar los cerdos salieron huyendo a contar en el pueblo y en el campo lo que había pasado. Entonces vinieron a ver qué había sucedido. 15 Se acercaron a Jesús y vieron al hombre que había tenido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio. La gente se asustó. Sabían que ese hombre había tenido una legión de espíritus malignos. 16 Pero los que vieron lo sucedido les explicaron a los demás cómo había sido sanado el hombre que tenía demonios y lo que había pasado con los cerdos. 17 Entonces la gente comenzó a pedirle a Jesús que se fuera de esa región.

18 Cuando Jesús estaba por partir en la barca, el hombre que había tenido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarlo. 19 Pero Jesús no se lo permitió y le dijo:

—Ve a tu casa y cuéntale a tu gente lo que el Señor ha hecho por ti, y cómo te ha tenido compasión.

20 Así que el hombre se fue a la región de Decápolis a contarles a todos lo mucho que Jesús había hecho por él. Toda la gente estaba muy asombrada.

La hija de Jairo y la mujer enferma

(Mt 9:18-26; Lc 8:40-56)

21 Cuando Jesús volvió a la otra orilla del lago en la barca, mucha gente se reunió junto a él a la orilla del lago. 22 Llegó uno de los dirigentes de la sinagoga que se llamaba Jairo. Cuando vio a Jesús, se arrodilló ante él y 23 le rogaba mucho:

—Mi hijita está a punto de morir. Te pido que vengas y coloques tu mano sobre ella para que se mejore y siga con vida.

24 Jesús se fue con él y mucha gente lo siguió. La gente apretujaba a Jesús por todos lados.

25 Había allí una mujer que llevaba doce años sufriendo de flujos de sangre. 26 Había sufrido mucho bajo el cuidado de varios médicos y había gastado todo lo que tenía sin ninguna mejoría. De hecho, cada vez se ponía peor. 27 La mujer oyó hablar de Jesús. Pasó en medio de la gente hasta llegar a Jesús por detrás y le tocó su manto. 28 Ella pensaba: «Si sólo puedo tocar su manto, quedaré sana». 29 Apenas lo tocó, la mujer dejó de sangrar. Sintió que su cuerpo había quedado sanado de la enfermedad. 30 En ese momento Jesús se dio cuenta de que había salido poder de él. Se detuvo, dio vuelta y preguntó:

—¿Quién me tocó el manto?

31 Los seguidores le dijeron:

—Hay tanta gente empujando y tú preguntas: “¿Quién me tocó?”

32 Pero Jesús siguió mirando para saber quién había sido. 33 La mujer sabía que había sanado. Así que se acercó y se arrodilló a sus pies. Ella estaba temblando de miedo y le contó toda la verdad. 34 Luego, Jesús le dijo:

—Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz y sin ninguna enfermedad.

35 Cuando Jesús estaba todavía hablando, llegaron mensajeros desde la casa del dirigente de la sinagoga y le dijeron:

—Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas más al maestro?

36 Pero Jesús no les hizo caso y le dijo al dirigente de la sinagoga:

—No tengas miedo; sólo cree.

37 Jesús permitió que sólo Pedro, Santiago y su hermano Juan lo acompañaran. 38 Cuando llegaron a la casa del dirigente de la sinagoga, Jesús vio el alboroto de la gente que estaba llorando y lamentándose mucho. 39 Jesús entró y les dijo:

—¿Por qué tanta confusión y llanto? La niña no está muerta, está dormida.

40 La gente se burlaba de él, pero Jesús los hizo salir a todos y entró sólo con los padres de la niña y con los que lo acompañaban. 41 Jesús tomó la mano de la niña y le dijo:

Talitá, cum (que significa “óyeme pequeña, ¡levántate!”).

42 Al instante, la niña que tenía doce años, se levantó y empezó a caminar. Todos quedaron completamente atónitos. 43 Jesús dio órdenes estrictas de que no le contaran a nadie lo que había ocurrido. Luego les ordenó que le dieran de comer a la niña.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

© 2005, 2008, 2012, 2015 Centro Mundial de Traducción de La Biblia © 2005, 2008, 2012, 2015 Bible League International