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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Josué 23

Josué anima al pueblo

23 Pasó mucho tiempo y el SEÑOR le dio paz y seguridad a Israel, ya no tenían que luchar con los enemigos que los rodeaban. Así pasaron los años, y Josué ya estaba muy anciano. Entonces reunió a todo Israel, a sus ancianos, líderes, jueces y oficiales, y les dijo: «Yo ya estoy muy viejo. Ustedes mismos han visto lo que el SEÑOR su Dios hizo con estas naciones; saben cómo él actuó por ustedes y que el SEÑOR su Dios es quien pelea por ustedes. Miren, yo repartí la tierra de las naciones que aun quedan para que ustedes puedan ocuparla. También les di la tierra de las naciones que destruí desde el Jordán hasta el mar Grande, al occidente. El SEÑOR su Dios, él mismo, los echará a ellos de sus tierras, los expulsará delante de ustedes. Y ustedes tomarán posesión de su tierra, como el SEÑOR les prometió.

»Sean fuertes y cuiden muy bien de hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin desviarse de él a izquierda ni a derecha. No tengan nada que ver con estas naciones que quedan con ustedes, ni mencionen el nombre de sus dioses, ni juren por ellos, ni les sirvan, ni les hagan reverencia. Ustedes continúen siguiendo al SEÑOR su Dios, como lo han hecho hasta hoy. El SEÑOR ha expulsado grandes y poderosas naciones delante de ustedes, y nadie se les ha podido oponer a ustedes hasta hoy. 10 Uno de ustedes puede vencer a 1000, porque el SEÑOR su Dios es el que está peleando por ustedes, como lo prometió. 11 Así que pongan mucho empeño en amar al SEÑOR su Dios.

12 »No se alejen de Dios y no se unan a los sobrevivientes de estas naciones que quedan. No se casen con ellos, ni se junten con ellos ni dejen que ellos se junten con ustedes. 13 Porque si lo hacen, tengan la plena seguridad de que el SEÑOR su Dios no seguirá expulsando a estas naciones del territorio. Ellos se convertirán en una trampa y en un lazo para ustedes. Serán un látigo golpeando sus espaldas y espinas en sus ojos, hasta que no quede ninguno de ustedes en esta buena tierra que el SEÑOR su Dios les ha dado.

14 »Ahora estoy a punto de morir. Y ustedes saben con todo su ser, que no ha fallado ninguna de las buenas promesas que el SEÑOR su Dios les hizo. Todas ellas se hicieron realidad para ustedes. Ni una de ellas ha fallado. 15 Todo lo que el SEÑOR su Dios les prometió se ha cumplido, pero así también el SEÑOR cumplirá todo castigo con que él los tiene amenazados si le desobedecen. Al final terminará destruyéndolos y no quedará ni uno de ustedes en esta buena tierra que el SEÑOR su Dios les ha dado. 16 Si ustedes violan el pacto con el SEÑOR su Dios, que él les ordenó, y van y sirven a otros dioses y se inclinan ante ellos, entonces el SEÑOR se enojará con ustedes. Pronto no quedará ninguno de ustedes en esta buena tierra que él les ha dado».

Hechos 3

Pedro sana a un paralítico

Un día a las tres de la tarde, la hora de la oración, Pedro y Juan subieron al área del templo. En ese lugar del templo había una puerta llamada La Hermosa. Todos los días un paralítico de nacimiento era llevado hasta allí para que les pidiera limosna a los que entraban al área del templo. Cuando el paralítico vio a Pedro y a Juan a punto de entrar, les pidió limosna. Pedro y Juan lo miraron a los ojos, y Pedro le dijo:

—Míranos.

Entonces el hombre los miró atentamente, esperando recibir algo de ellos. Pero Pedro le dijo:

—No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

Entonces Pedro lo tomó de la mano derecha y lo levantó. De inmediato, las piernas y los tobillos del hombre se fortalecieron. El hombre saltó, se puso de pie y comenzó a caminar. Entró al área del templo con ellos, caminando, saltando y alabando a Dios. Cuando todos lo vieron caminando y alabando a Dios, 10 lo reconocieron como el mismo hombre que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo llamada La Hermosa. Quedaron sorprendidos y asombrados por lo que le había pasado.

Pedro le habla a la gente

11 En el Pórtico de Salomón, el hombre que había sido sanado no soltaba a Pedro y a Juan. Toda la gente, sin salir de su asombro, corrió hacia donde estaban ellos. 12 Cuando Pedro vio lo que estaba pasando les dijo: «Israelitas, ¿por qué les sorprende esto? Nos están mirando como si nuestro propio poder o devoción fuera lo que hizo caminar a este hombre. 13 ¡Dios lo hizo! El Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob y de todos nuestros antepasados le dio honra a Jesús, su siervo; sin embargo, ustedes entregaron a Jesús para que lo mataran. Lo rechazaron ante Pilato, quien había decidido dejarlo en libertad. 14 Ustedes le pidieron a Pilato que soltara a un asesino[a] y rechazaron al Santo y Justo. 15 Ustedes mataron al que nos lleva a la vida, pero Dios lo resucitó de la muerte, de lo cual nosotros somos testigos. 16 Frente a ustedes este hombre fue sanado por la fe en el poder de Jesús. Ustedes lo conocen y aquí lo pueden ver. Está completamente sano gracias a la fe que Jesús nos dio.

17 »Hermanos míos, yo sé que ustedes le hicieron todo esto a Jesús porque ni ustedes ni sus líderes sabían lo que hacían. 18 Así fue que Dios cumplió lo que había dicho por medio de todos sus profetas: que su Mesías iba a sufrir. 19 Por lo tanto, cambien su manera de pensar y de vivir, vuélvanse a Dios y él les perdonará sus pecados. 20 Entonces el Señor les mandará la época que él ha predicho. Serán tiempos de alivio y renovación. Les enviará al Mesías a quien él escogió: es decir, a Jesús. 21 Pero él debe quedarse en el cielo hasta el momento en que se vuelvan a poner en orden todas las cosas. Dios dijo todo esto hace mucho tiempo, cuando habló a través de sus santos profetas. 22 Moisés dijo: “El Señor su Dios les dará un profeta que vendrá de entre ustedes mismos y será como yo. Ustedes deben obedecerlo en todo lo que él les diga. 23 (A)Si alguien no obedece a ese profeta, tendrá que morir separado del pueblo de Dios”.[b] 24 Samuel y todos los profetas que vinieron después de él hablaron sobre estos días. 25 (B)Ustedes recibieron las promesas que los profetas anunciaron, y recibieron los pactos que Dios hizo con sus antepasados. Dios le dijo a Abraham: “Todas las familias de la tierra será bendecidas por medio de tu descendencia”.[c] 26 Cuando Dios resucitó a su siervo Jesús, lo envió primero a ustedes para bendecirlos al apartar a cada uno de su maldad».

Jeremías 12

Jeremías se queja ante Dios

12 SEÑOR, tú eres justo
    aunque yo discuta contigo.
Sin embargo, te voy a exponer argumentos.
    ¿Por qué a los malos les va tan bien?
    ¿Por qué todos los traidores se salen con la suya?
Tú los plantaste y echaron raíces,
    crecieron y hasta dieron fruto.
Te mencionan frecuentemente,
    pero en su interior no te tienen cerca.
Pero tú me conoces, SEÑOR, me has visto
    y sabes muy bien lo que siento por ti.
Arrástralos como ovejas al matadero
    y señálalos para el día de la matanza.
¿Hasta cuándo va a estar seca la tierra
    y marchita la hierba de todos los campos?
Por la maldad de quienes habitan el país,
    los animales y las aves han desaparecido.
Se atreven a decir:
    «Dios no verá nuestro futuro».

Respuesta de Dios a Jeremías

«Si quedas agotado cuando compites con los que corren a pie,
    ¿cómo vas a poder competir con los caballos?
Si sólo te sientes seguro en una tierra tranquila,
    ¿qué harás cuando estés en la densa selva del Jordán?
Porque hasta tus hermanos y tu propia familia
    te han traicionado y sueltan un grito tras de ti.
Aunque te hablen amablemente,
    no confíes en ellos.

»He abandonado mi casa,
    he dejado mi herencia.[a]
He entregado el amor de mi vida
    en manos de sus enemigos.
Ella se ha vuelto para mí como un león en la selva;
    levanta un rugido contra mí, por eso la odio.
Mi pueblo está rodeado por aves de rapiña;
    que vengan todos los animales del campo a comer aquí.
10 Muchos pastores han destruido mi viñedo;
    han pisoteado por completo la tierra que me pertenecía.
Han transformado mi tierra querida
    en una tierra desierta y desolada.
11 La han transformado en un desierto seco y muerto
    en el que nadie vive ya.
Toda la tierra está destruida
    porque nadie les hace caso a mis palabras.
12 Han venido destructores
    desde todos los lugares del desierto.
Todo esto sucede porque el SEÑOR está castigando a todos,
    de un extremo del país al otro.
    No habrá paz para nadie.
13 Sembraron trigos,
    pero sólo recogieron espinos.
Trabajaron duro,
    pero no han logrado nada.
Sentirán vergüenza de sus resultados
    debido a la ira del SEÑOR».

Mensaje para los vecinos de Israel

14 Esto dice el SEÑOR: «En cuanto a los malos vecinos que invadieron la tierra que yo le di como posesión a mi pueblo Israel, los voy a arrancar de su tierra. Voy a expulsar junto con ellos al pueblo de Israel. 15 Pero después de haberlos expulsado, volveré a tener compasión de ellos y los traeré de regreso, cada uno a su predio y a su propio país. 16 Y si de verdad aprenden la religión de mi pueblo, juran en mi nombre y dicen: “Por la vida del SEÑOR”, así como antes le enseñaron a mi pueblo a jurar fidelidad a Baal, entonces les permitiré vivir entre mi pueblo. 17 Pero si no escuchan, expulsaré por completo a esa nación y la destruiré». Es la decisión del SEÑOR.

Mateo 26

Planean matar a Jesús

(Mr 14:1-2; Lc 22:1-2; Jn 11:45-53)

26 Después de que Jesús terminó de decir todo esto, les dijo a sus seguidores:

—Como ustedes saben, faltan dos días para la fiesta de la Pascua. El Hijo del hombre va a ser entregado a sus enemigos para que lo crucifiquen.

Por ese tiempo, los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo se reunieron en el patio del palacio de Caifás, el sumo sacerdote. Hacían planes para arrestar a Jesús mediante algún engaño y matarlo. Pero decían:

—No lo hagamos durante la fiesta, para que no haya un disturbio entre el pueblo.

Una mujer echa perfume sobre Jesús

(Mr 14:3-9; Jn 12:1-8)

Jesús estaba en Betania en la casa de Simón el leproso. Entonces se le acercó una mujer. Tenía un frasco de alabastro que contenía un perfume en aceite muy caro. Ella derramó el aceite sobre la cabeza de Jesús mientras él cenaba. Cuando los seguidores de Jesús vieron esto, se enojaron y dijeron:

—¿Por qué ese desperdicio de perfume en aceite? Lo podríamos haber vendido a buen precio y haber dado el dinero a los pobres.

10 Jesús sabía lo que estaban diciendo y les preguntó:

—¿Por qué la molestan? Ella ha hecho algo maravilloso para mí. 11 Siempre tendrán a los pobres con ustedes,[a] pero no siempre me tendrán a mí. 12 Cuando ella derramó el perfume en aceite en mi cuerpo, lo hizo en preparación para mi entierro. 13 Les digo la verdad: en cualquier parte del mundo donde se anuncie esta buena noticia, se contará también lo que ella ha hecho, para que la gente la recuerde.

Judas traiciona a Jesús

(Mr 14:10-11; Lc 22:3-6)

14 Entonces uno de los doce seguidores llamado Judas Iscariote fue a los jefes de los sacerdotes 15 y les dijo:

—¿Qué me dan ustedes si les entrego a Jesús?

Entonces ellos le ofrecieron 30 monedas de plata. 16 Desde ese momento, Judas empezó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús.

Preparación de la cena de la Pascua

(Mr 14:12-21; Lc 22:7-14, 21-23; Jn 13:21-30)

17 El primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura. Los seguidores de Jesús se acercaron y le dijeron:

—¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para celebrar la cena de la Pascua?

18 Jesús dijo:

—Vayan a la ciudad a donde está un conocido mío y díganle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca y voy a celebrar la fiesta de la Pascua con mis seguidores en tu casa”.

19 Entonces los seguidores hicieron lo que Jesús les mandó, y prepararon la cena de la Pascua.

20 Por la noche Jesús estaba a la mesa con los doce. 21 Mientras comían, Jesús dijo:

—Les digo la verdad: uno de ustedes me traicionará.

22 Ellos estaban muy tristes y cada uno empezó a preguntarle:

—Señor, ese no seré yo, ¿verdad?

23 Jesús les respondió:

—El que moja su pan en el mismo plato que yo, es el que me traicionará. 24 El Hijo del hombre tiene que morir tal como está escrito. Pero, ¡pobre de aquel que traicione y entregue al Hijo del hombre! Más le valdría no haber nacido.

25 Judas, el que iba a entregar a Jesús le dijo:

—No seré yo, ¿verdad, Maestro?

Jesús le dijo:

—Sí, eres tú.

La Cena del Señor

(Mr 14:22-26; Lc 22:15-20; 1 Co 11:23-25)

26 Mientras comían, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió, se lo dio a sus seguidores y dijo:

—Tomen este pan y coman, este es mi cuerpo.

27 Luego tomó la copa y después de dar gracias se la dio a ellos, y dijo:

—Beban todos de esta copa, 28 porque esto es mi sangre que establece el nuevo pacto, la cual es derramada para perdonar los pecados de muchos. 29 Les digo que nunca volveré a beber vino hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.

30 Después cantaron una canción de alabanza y se fueron al monte de los Olivos.

Se anuncia la negación de Pedro

(Mr 14:27-31; Lc 22:31-34; Jn 13:36-38)

31 (A)Entonces Jesús les dijo:

—Todos ustedes perderán la fe en mí debido a lo que me sucederá esta noche, porque dice en las Escrituras:

“Mataré al pastor
    y las ovejas del rebaño serán dispersadas”.[b]

32 Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.

33 Pedro respondió:

—Aunque todos pierdan la fe en ti yo nunca lo haré.

34 Jesús le dijo:

—Te digo la verdad: esta misma noche, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.

35 Pedro le dijo:

—Aun si tengo que morir contigo, no te negaré.

Todos los otros seguidores dijeron lo mismo.

Jesús ora solo

(Mr 14:32-42; Lc 22:39-46)

36 Después Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo:

—Siéntense aquí mientras voy allí a orar.

37 Luego tomó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo con él y comenzó a sentirse triste y angustiado. 38 Después les dijo:

—¡Mi tristeza es tan grande que me siento morir! Quédense aquí, manténganse despiertos conmigo.

39 Caminó un poco, se postró rostro en tierra y oró así: «Padre mío, si es posible, no me dejes tomar esta copa. Sin embargo, no hagas lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».

40 Después regresó a sus seguidores, los encontró durmiendo y le dijo a Pedro:

—¿No pudieron estar despiertos conmigo por una hora? 41 Quédense despiertos y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto a hacer lo correcto, pero el cuerpo es débil.

42 Una vez más, se fue y oró así: «Padre mío, si no es posible que me quites esta copa, haz lo que tú quieras».

43 Entonces vino y los encontró durmiendo otra vez porque no podían mantener los ojos abiertos. 44 Los dejó, se fue de nuevo y empezó a orar por tercera vez con las mismas palabras de antes. 45 Luego volvió a donde estaban sus seguidores y les preguntó:

—¿Todavía están durmiendo y descansando? Pues llegó el momento en el que el Hijo del hombre será entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense y vámonos! ¡Miren, aquí está el que me va a traicionar!

Arresto de Jesús

(Mr 14:43-50; Lc 22:47-53; Jn 18:3-12)

47 Mientras Jesús todavía estaba hablando, llegó Judas, uno de los doce seguidores. Venía acompañado de mucha gente con espadas y garrotes. Eran enviados por los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo. 48 El que lo traicionaba les había dado una señal, diciéndoles: «Al que yo salude con un beso en la mejilla, ese es. Arréstenlo». 49 Inmediatamente, Judas se acercó a Jesús y le dijo:

—¡Hola, Maestro!

Y le dio un beso en la mejilla. 50 Jesús le dijo:

—Amigo, haz lo que viniste a hacer.

Entonces se acercaron, lo agarraron y lo arrestaron. 51 Pero uno de los que estaba con Jesús sacó su espada y le cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. 52 Jesús le dijo:

—Pon tu espada en su lugar. Todo el que pelea a espada, morirá a espada. 53 ¿No te das cuenta de que yo puedo llamar a mi Padre, y él mandaría ahora mismo más de doce batallones de ángeles? 54 Pero si hago esto, ¿cómo se cumpliría lo que está en las Escrituras, donde dice que todo debe suceder de esta forma?

55 En ese momento Jesús le dijo a la gente:

—¿Es que yo soy un bandido para que ustedes vengan a llevarme preso con espadas y garrotes? Todos los días estaba yo sentado enseñando en el área del templo y no me arrestaron. 56 Sin embargo, esto ha pasado para que se cumpla lo que escribieron los profetas.

Luego todos sus seguidores lo abandonaron y huyeron.

Jesús ante el Consejo

(Mr 14:53-65; Lc 22:54-55, 63-71; Jn 18:13-14, 19-24)

57 Arrestaron a Jesús y lo llevaron a la casa de Caifás, el sumo sacerdote. Allí se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos líderes. 58 Pedro seguía a Jesús a cierta distancia. Llegó hasta el patio del sumo sacerdote, entró y se sentó con los siervos para ver qué iba a pasar con Jesús.

59 Los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo buscaban alguien que diera falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte. 60 Pero aunque vinieron varios testigos y dijeron mentiras, no pudieron condenarlo. Finalmente dos hombres vinieron 61 y dijeron:

—Este hombre[c] dijo: “Yo puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.

62 Entonces el sumo sacerdote se levantó y le preguntó a Jesús:

—¿Acaso no vas a responder nada? ¿Qué significa lo que estos testifican en tu contra?

63 Pero Jesús se quedó callado. Entonces el sumo sacerdote le dijo:

—Te estoy poniendo bajo juramento en el nombre del Dios viviente. Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.

64 Jesús le dijo:

—Tú lo has dicho. Sin embargo les digo que ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, llegando en las nubes del cielo.[d]

65 El sumo sacerdote se rasgó los vestidos y dijo:

—Él ha ofendido a Dios. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Escuchen, ustedes acaban de oír semejante ofensa! 66 ¿Qué piensan?

Ellos respondieron:

—¡Es culpable y merece morir!

67 Luego le escupieron a Jesús en la cara y le dieron puñetazos. Otros le daban cachetadas 68 y decían:

—¡Demuéstranos que eres profeta, Mesías, dinos quién te pegó!

La negación de Pedro

(Mr 14:66-72; Lc 22:56-62; Jn 18:15-18, 25-27)

69 Mientras Pedro estaba sentado afuera en el patio, una sierva del sumo sacerdote se le acercó y le dijo:

—Tú también estabas con Jesús de Galilea.

70 Pero Pedro lo negó frente a todos, diciendo:

—No sé de qué estás hablando.

71 Entonces él se fue hacia la puerta del patio y otra mujer lo vio y les dijo a los que estaban allí:

—Este hombre estaba con Jesús de Nazaret.

72 De nuevo Pedro lo negó y juró:

—¡Yo no conozco a ese hombre!

73 Un poco después, los que estaban allí se le acercaron y le dijeron:

—Tú realmente eres también uno de ellos, se nota por la forma en que hablas.

74 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar:

—¡Yo no lo conozco!

En ese momento cantó el gallo. 75 Entonces Pedro recordó que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Entonces Pedro salió de allí y lloró amargamente.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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