M’Cheyne Bible Reading Plan
Ciudades de refugio
(Nm 35:6-34)
20 Luego el SEÑOR le dijo a Josué: 2 «Habla a los israelitas y pídeles que designen ciudades de refugio tal como se lo ordené por medio de Moisés. 3 Así, el que mate a alguien sin querer o por accidente podrá huir allí. Esas ciudades serán un refugio para protegerse del pariente que tiene el deber de castigar al homicida.
4 »Cuando alguien huya a una de esas ciudades debe detenerse a la entrada de la ciudad, y explicar su caso a los ancianos de la ciudad. Entonces ellos le darán entrada en la ciudad y le darán un lugar dónde vivir. 5 Luego si el pariente que tiene el deber de castigar al homicida lo persigue, no se lo deben entregar a él puesto que el homicida mató a su vecino sin haber sido antes enemigos. 6 Él vivirá en esa ciudad hasta que sea juzgado por la asamblea y hasta la muerte del sumo sacerdote. Luego podrá volver a su propia ciudad y a su casa, de donde tuvo que huir».
7 Entonces eligieron estas ciudades: Cedes en Galilea, en la región montañosa de Neftalí; Siquén en la región montañosa de Efraín y Quiriat Arbá (esto es, Hebrón) en la región montañosa de Judá. 8 Al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó, eligieron a Béser en la meseta del desierto, en el territorio de la tribu de Rubén; a Ramot de Galaad en la tribu de Gad y a Golán de Basán, en el territorio de la tribu de Manasés. 9 Esas fueron las ciudades que eligieron para refugio tanto de los israelitas como de los inmigrantes que viven entre ellos. Todo el que mate a otro por accidente puede escapar allá, y evitar que el pariente que tiene el deber de castigar al asesino lo mate antes de ser juzgado por la asamblea.
Ciudades para los levitas
(1 Cr 6:54-81)
21 Luego los líderes de los levitas se presentaron ante el sacerdote Eleazar, ante Josué hijo de Nun y ante los líderes de las otras tribus de Israel. 2 Se reunieron en Siló, en la tierra de Canaán. Los líderes de los levitas dijeron: «El SEÑOR le dio la orden a Moisés de que ustedes nos dieran a nosotros algunas ciudades dónde vivir. También ordenó que los campos de pastoreo que rodean esas ciudades sean nuestros para nuestros animales». 3 Así que de acuerdo al mandato del SEÑOR, los israelitas les dieron en posesión a los levitas estas ciudades y sus campos de pastoreo.
4 Cuando se designaron qué grupos familiares recibirían ciertas ciudades, el primero en salir fue el grupo familiar de los coatitas. Así que esos levitas, que eran descendientes del sacerdote Aarón recibieron un total de 13 ciudades dentro del territorio de las tribus de Judá, de Simeón y de Benjamín. 5 El resto de los coatitas recibieron diez ciudades dentro del territorio de las tribus de Efraín, de Dan y de la media tribu de Manasés.
6 Los guersonitas recibieron 13 ciudades que eran de las tribus de Isacar, Aser, Neftalí y de la otra media tribu de Manasés que vive en Basán.
7 A los grupos familiares de los descendientes de Merari se les dieron doce ciudades de las tribus de Rubén, de Gad y de Zabulón.
8 Los israelitas les dieron a los levitas esas ciudades y sus campos de pastoreo, por sorteo, como el SEÑOR había ordenado por medio de Moisés.
9 Estos son los nombres de las ciudades que se les dieron a los levitas y que estaban en las áreas pertenecientes a las tribus de Judá y de Simeón. 10 Los levitas del grupo familiar de Coat, descendientes de Aarón, pudieron escoger las ciudades que querían porque quedaron primeros en el sorteo. 11 Les dieron Quiriat Arbá, o sea la ciudad de Hebrón, en la región montañosa de Judá, y los campos de pastoreo de alrededor. Arbá era el papá de Anac. 12 Pero los campos de la ciudad y las aldeas que la rodeaban pertenecían a Caleb hijo de Jefone.
13 Así que a los descendientes del sacerdote Aarón les dieron la ciudad de Hebrón misma. Era una ciudad de refugio para aquel que matara a alguien. También les dieron las ciudades de Libná, 14 Jatir, Estemoa, 15 Holón, Debir, 16 Ayin, Yutá y Bet Semes. En total los descendientes de Aarón recibieron de estas dos tribus nueve ciudades, todas ellas con sus respectivos campos de pastoreo.
17 De la tribu de Benjamín recibieron Gabaón, Gueba, 18 Anatot y Almón. En total cuatro ciudades con sus campos de pastoreo. 19 Todas las ciudades de los descendientes de Aarón, los sacerdotes, eran 13 ciudades con sus campos de pastoreo.
20 Las ciudades asignadas al resto de los grupos familiares coatitas de los levitas eran de la tribu de Efraín. 21 Les dieron Siquén, ciudad de refugio para los acusados de matar a alguien, en las montañas de Efraín, Guézer, 22 Quibsayin y Bet Jorón, cada una con sus campos de pastoreo. En total cuatro ciudades.
23 De la tribu de Dan recibieron cuatro ciudades: Eltequé, Guibetón, 24 Ayalón y Gat Rimón, cada una con sus campos de pastoreo. En total cuatro ciudades.
25 Y de la media tribu de Manasés recibieron dos ciudades con sus campos de pastoreo: Tanac y Gat Rimón. 26 Así que el resto de los grupos familiares coatitas recibieron en total esas diez ciudades con sus campos de pastoreo.
27 A los guersonitas, uno de los grupos familiares de los levitas, les dieron las siguientes ciudades: De la media tribu de Manasés recibieron dos ciudades con sus campos de pastoreo: Golán de Basán, ciudad de refugio para los acusados de matar a alguien, y Besterá.
28 De la tribu de Isacar, recibieron Cisón, Daberat, 29 Jarmut y Enganín. En total cuatro ciudades, cada una con sus campos de pastoreo.
30 De la tribu de Aser recibieron Miseal, Abdón, 31 Jelcat y Rejob. En total cuatro ciudades con sus campos de pastoreo.
32 De la tribu de Neftalí recibieron tres ciudades con sus campos de pastoreo: Cedes en Galilea, ciudad de refugio para los acusados de matar a alguien, Jamot Dor y Cartán. 33 Así que los grupos familiares guersonitas recibieron 13 ciudades en total, junto con sus campos de pastoreo.
34 El otro grupo familiar de los levitas era el de los meraritas. De la tribu de Zabulón recibieron cuatro ciudades con sus campos de pastoreo: Jocneán, Cartá, 35 Dimná y Nalal.
36 De la tribu de Rubén recibieron cuatro ciudades con sus campos de pastoreo: Béser, Yahaza, 37 Cademot y Mefat.
38 De la tribu de Gad recibieron cuatro ciudades y sus campos de pastoreo: Ramot de Galaad, ciudad de refugio para los acusados de matar a alguien, Majanayin, 39 Hesbón y Jazer. 40 Así que el resto de los grupos familiares de los levitas, los meraritas, recibió en total doce ciudades.
41 Las ciudades de los levitas en el territorio de los israelitas eran en total 48 ciudades con sus campos de pastoreo. 42 Cada una de estas ciudades tenía sus campos de pastoreo alrededor. El caso era el mismo con todas estas ciudades.
43 De esta manera el SEÑOR les dio a los israelitas toda la tierra que les había prometido a sus antepasados que les daría. Y tomaron posesión de ella y vivieron en ella. 44 El SEÑOR les dio descanso por todos lados, conforme había prometido a sus antepasados. Ninguno de sus enemigos había sido capaz de oponérseles. El SEÑOR les permitió derrotar a todos sus enemigos. 45 Ninguna de las buenas promesas que el SEÑOR había hecho a Israel había fallado. Todo se convirtió en realidad.
La promesa del Espíritu Santo
1 Estimado Teófilo: En mi primer libro escribí sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó, 2 desde el principio hasta el día en que fue llevado al cielo. Antes de irse, Jesús dio órdenes por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido. 3 Después de morir, Jesús se les apareció a los apóstoles y pasó 40 días con ellos, dándoles muchas pruebas de que estaba vivo y hablándoles del reino de Dios. 4 En una ocasión estaban comiendo y les ordenó que no se fueran de Jerusalén:
—Quédense aquí para recibir la promesa del Padre, de la cual ya les he hablado. 5 Juan bautizó con agua, pero dentro de unos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.
Jesús es llevado al cielo
6 Los apóstoles estaban reunidos con Jesús y le preguntaron:
—Señor, ¿le vas a devolver ahora el reino a Israel?
7 Jesús les contestó:
—El Padre es el único que tiene la autoridad de decidir las horas o las fechas. A ustedes no les corresponde saberlo. 8 Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán poder. Serán mis testigos en Jerusalén, en toda la región de Judea, en Samaria y en todo el mundo.
9 Después de decir esto, Jesús fue llevado al cielo. Mientras ellos lo miraban, una nube lo tapó y no lo volvieron a ver. 10 Estando todavía con la vista fija en el cielo, dos hombres vestidos de blanco aparecieron junto a ellos 11 y les dijeron:
—Galileos, ¿por qué se quedan mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado al cielo, volverá de la misma manera que lo han visto irse.
Reemplazo de Judas
12 Entonces los apóstoles regresaron a Jerusalén desde el monte de los Olivos que quedaba más o menos a un kilómetro[a] de Jerusalén. 13 Cuando llegaron a Jerusalén, subieron al piso donde se estaban quedando. Se reunieron allí los apóstoles: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el zelote y Judas el hijo de Santiago. 14 Todos ellos se dedicaban, con un mismo propósito, a orar junto con algunas mujeres, con María, la mamá de Jesús, y con los hermanos de él.
15 Durante ese tiempo se reunieron alrededor de 120 hermanos. Pedro se levantó delante de ellos y les dijo: 16 «Hermanos míos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo dijo en la Escritura. Él habló a través de David acerca de Judas el que guió a los que arrestaron a Jesús. 17 Judas era uno de nosotros y tenía parte en nuestro trabajo». 18 (Con el dinero que le dieron por el mal que hizo, compró un terreno. Luego él cayó de cabeza, su cuerpo se reventó y se le salieron todos los intestinos. 19 Cuando los habitantes de Jerusalén lo supieron, le dieron a ese terreno el nombre de Acéldama, que en su lengua significa «Campo de Sangre»). 20 (A)(B)Pedro continuó: «En el libro de los Salmos está escrito:
»“Que a su hogar no se acerque nadie,
y que allí no viva nadie”.[b]
También está escrito:
»“Dejen que otro tome su puesto”.[c]
21 »Así que tenemos que elegir a uno que haya estado con nosotros durante todo el tiempo que estuvimos con el Señor Jesús: 22 desde que Juan comenzó a bautizar hasta el día en que Jesús subió al cielo. Tendrá también que dar testimonio con nosotros de la resurrección de Jesús».
23 Así que propusieron a dos hombres: José Barsabás, también llamado Justo, y Matías. 24 Entonces oraron: «Señor, tú conoces el corazón de todos. Muéstranos cuál de estos dos es tu elegido 25 para hacerse cargo del trabajo de apóstol que Judas dejó para ir a donde pertenecía. Señor, muéstranos quién debe tomar su lugar como apóstol». 26 Entonces lo dejaron a la suerte y la suerte cayó en Matías. Desde ese momento fue apóstol junto con los otros once.
El Señor y los ídolos
10 Pueblo de Israel, escucha el mensaje del SEÑOR. 2 Esto dice el SEÑOR:
«No aprendan a vivir
como vive la gente de otras naciones;
ni les tengan miedo a las señales del cielo,
como les sucede a esas naciones.
3 Las costumbres de esos pueblos
no valen nada.
Cortan un tronco del bosque
y un artesano lo labra con su cincel.
4 Lo adornan luego con oro y plata,
y lo aseguran con clavo y martillo
para que no se caiga.
5 Los ídolos parecen espantapájaros
en un cultivo de melones.
No pueden hablar y tienen que cargarlos
porque no pueden caminar.
Así que no les tengan miedo a esos ídolos,
pues no les pueden hacer ningún mal;
¡y mucho menos les podrán hacer algún bien!»
6 No hay nadie como tú, SEÑOR, eres magnífico,
y tu nombre es grande y poderoso.
7 ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones?
Eres digno de ser temido.
Entre todos los sabios de las naciones
y entre todos los reyes del mundo,
no hay nadie como tú.
8 Todos ellos se han vuelto tontos e insensatos,
pues sólo enseñan acerca de los ídolos inútiles hechos de madera.
9 Ellos usan la plata de Tarsis
y el oro de Ufaz para hacer sus estatuas,
hechas por artesanos y orfebres;
les ponen ropa lujosa, morada y azul.
Todos esos ídolos son el producto del trabajo de artesanos.
10 Pero el SEÑOR es el Dios verdadero,
el Dios viviente, el Rey eterno.
Cuando se enoja, tiembla la tierra;
las naciones no pueden hacer frente a su ira.
11 [a] Llévenles este mensaje a las naciones:
«Los dioses falsos no crearon el cielo ni la tierra,
y desaparecerán del cielo y de la tierra».
12 El SEÑOR fue quien con su poder hizo la tierra,
con su sabiduría creó el mundo;
con su inteligencia extendió los cielos.
13 Cuando habla en el trueno, suena una tormenta en el cielo
y el agua se junta en los nubes.
Él es quien envía los rayos con la lluvia
y saca el viento de sus bodegas.
14 Todo ser humano es torpe y falto de conocimiento.
Dios hace que todo orfebre se avergüence del ídolo que fabrica.
Es que esas estatuas son un fraude,
no hay un espíritu en ellas,
15 no valen nada, son ridículas;
les llegará su hora y serán destruidas.
16 Pero Dios no es como esos ídolos,
él hizo todo lo que existe.
Israel es la familia que él eligió para que fuera su pueblo.
Su nombre es el SEÑOR Todopoderoso.
La destrucción se acerca
17 Habitante de la ciudad amurallada,
levanta tus maletas.
18 Porque esto dice el SEÑOR:
«Esta vez, tiraré lejos
a los habitantes de este país.
Les traeré sufrimiento y dolor,
y sus enemigos los descubrirán».
19 ¡Pobre de mí que estoy hecho pedazos!
Mi herida es muy dolorosa;
y yo que creí que podía aguantarme el dolor.
20 Mi carpa ha sido destruida,
todas sus cuerdas están rotas.
Mis hijos me abandonaron,
no me queda ninguno.
No hay nadie que arme mi carpa
ni ponga mis cortinas.
21 Los pastores son unos estúpidos,
no buscan consejos del SEÑOR;
por eso no pudieron salir adelante,
y todo su rebaño está disperso.
22 ¡Oigan la noticia!
Del país del norte viene un gran ejército
que destruirá a las ciudades de Judá
y las dejará convertidas en guarida de chacales.
23 Jerusalén dice,
«SEÑOR, sé que las vidas de las personas no les pertencen a ellas;
ellas no tiene control sobre lo que sucede.
24 SEÑOR, corrígenos, pero con moderación, no con ira,
para que no nos destruyas completamente.
25 Más bien descarga tu ira
sobre las naciones que no te reconocen,
sobre los pueblos que no invocan tu nombre;
porque se tragaron al pueblo de Jacob,
lo devoraron y acabaron con él;
destruyeron el país».
Jesús anuncia la destrucción del templo
(Mr 13:1-2; Lc 21:5-6)
24 Jesús salió del área del templo, y ya se iba, cuando sus seguidores se le acercaron para mostrarle los edificios del área del templo. 2 Él les dijo:
—¿Se refieren a todo esto? Pues les digo la verdad: no quedará piedra sobre piedra, todo se vendrá abajo.
Señales antes del fin
(Mr 13:3-31; Lc 21:7-33)
3 Luego Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos. Se acercaron sus seguidores y le preguntaron en privado:
—Dinos, ¿cuándo sucederá eso y cuál será la señal de tu regreso y del fin del mundo?
4 Jesús les contestó:
—¡Tengan cuidado! No permitan que nadie los engañe. 5 Porque muchos vendrán contra mí al decir: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a muchos. 6 Ustedes oirán sobre guerras y rumores de guerras, pero no se asusten. Todo esto tiene que pasar, pero todavía no será el fin. 7 Peleará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos en muchos lugares. 8 Todo eso será el comienzo de mucho sufrimiento.
9 »En ese tiempo, los entregarán para que los castiguen y los maten. Todas las naciones los odiarán a ustedes por estar de mi parte. 10 En esos días, muchos creyentes perderán la fe, se entregarán unos a otros a las autoridades y se odiarán unos a otros. 11 Habrá muchos falsos profetas que vendrán y engañarán a la gente. 12 Debido a que habrá mucha maldad, el amor de muchos se irá enfriando. 13 Pero Dios salvará al que se mantenga hasta el final. 14 Y estas buenas noticias del reino se anunciarán en todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y luego vendrá el fin.
15 »Así que cuando ustedes vean que “la abominación que causa destrucción”[a] de que habló el profeta Daniel, está en el Lugar Santo (quien lee esto que lo entienda), 16 entonces los que estén en Judea, que huyan inmediatamente hacia las montañas. 17 El que esté en el techo de su casa, que no baje para sacar sus cosas. 18 El que esté trabajando en el campo, que no regrese por su ropa.
19 »¡Pobres de las mujeres embarazadas y también de las que tengan bebé en esos días! 20 Oren para que no les toque huir en invierno ni en día de descanso. 21 Esos días serán terribles, tiempos difíciles como no los ha habido desde el principio del mundo ni los habrá jamás. 22 Si Dios no hubiera decidido acortar esos días, nadie sobreviviría. Pero los acortó para ayudar al pueblo que ha elegido.
23 »Si alguien les dice en esos días: “¡Miren aquí está el Mesías!” o “¡Aquí está él!”, no le crean. 24 Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas y harán milagros, señales y maravillas para poder engañar aun a los mismos elegidos de Dios. 25 Así que los pongo sobreaviso.
26 »Por eso si ellos les dicen: “¡Miren, el Mesías está en el desierto!” No vayan. No les crean si les dicen: “¡Miren, él está escondido adentro, en un cuarto!” 27 Porque como se observa un rayo resplandecer en el cielo de oriente a occidente, así se observará la venida del Hijo del hombre. 28 Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.
La venida del Hijo del hombre
(Mr 13:24-37; Lc 17:26-30, 34-35; 21:25-33)
29 »Inmediatamente después de esos días terribles:
“El sol se oscurecerá,
la luna no iluminará más,
las estrellas caerán
y los cuerpos celestes temblarán”.[b]
30 »En esos días, la señal del Hijo del hombre se verá en el cielo. Entonces todas las familias de la tierra llorarán y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. 31 Enviará a sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo a otro del cielo.
32 »Aprendan la lección de la higuera: Tan pronto como sus ramas se vuelven tiernas y sus hojas se abren, ustedes saben que se acerca el verano. 33 Así también, cuando vean suceder todo esto,[c] sabrán que el tiempo está cerca, a la puerta. 34 Les digo la verdad: todo esto sucederá antes de que muera esta generación. 35 El cielo y la tierra no durarán para siempre, pero mis palabras sí.
Sólo Dios sabe cuándo será el momento
(Mr 13:32-37; Lc 17:26-30, 34-36)
36 »Nadie sabe cuándo será el día o la hora, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo mismo. Solamente lo sabe el Padre.
37 »La venida del Hijo del hombre será como en los días en que vivió Noé. 38 En aquellos días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaba y daba a sus hijos en casamiento hasta el día en que Noé entró en el arca. 39 Como ellos no sabían lo que iba a pasar, vino el diluvio y los arrastró a todos. Así será cuando venga el Hijo del hombre. 40 En esos días, dos hombres estarán trabajando en un terreno. Uno de ellos será llevado y el otro será dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo. Una de ellas será llevada y la otra será dejada.
42 »Por lo tanto, ustedes manténganse alerta porque no saben qué día va a venir su Señor. 43 Y recuerden esto: si el dueño de una casa supiera a qué hora viene el ladrón, se quedaría despierto y no dejaría que el ladrón entrara a su casa. 44 Por eso tienen que estar listos, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
Los siervos reciben lo que merecen
(Lc 12:41-48)
45 »¿Quién es, pues, el siervo responsable y digno de confianza? El señor de la casa le encarga a un siervo la responsabilidad de dar de comer a los demás a su debido tiempo. ¿Cuál es el siervo en quien confía el dueño para hacer ese trabajo? 46 ¡Qué afortunado aquel siervo que cuando su señor regresa, lo encuentra cumpliendo su deber! 47 Digo la verdad: el patrón lo pondrá a cargo de todas sus cosas. 48 Por otra parte, supongan que ese siervo es malo y se dice a sí mismo: “Mi señor se va a demorar”. 49 Comienza a pegarles a los demás siervos y a comer y a emborracharse con otros como él. 50 Su señor volverá el día en que menos se lo espere y a la hora en que menos se lo imagine. 51 Lo cortará en pedazos como ocurre con los hipócritas. Mueren entre el dolor, llantos y el crujir de dientes.
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