Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Números 1

El ejército israelita

Los israelitas estaban en el desierto del Sinaí, cuando Dios habló con Moisés en el santuario. Habían pasado trece meses desde que ellos habían salido de Egipto. Dios le dijo a Moisés:

«Haz una lista de todos los israelitas por tribus y familias. Así sabrás el número exacto y el nombre de todos los varones mayores de veinte años capaces de ir a la guerra. Anótalos, según el grupo a que pertenezcan. Que te ayuden Aarón 4-16 y los jefes de familia que van a representar a cada tribu. Éstos son los jefes de familia que te deben ayudar:

De la tribu de Rubén: Elisur hijo de Sedeúr.

De la tribu de Simeón: Salumiel hijo de Surisadai.

De la tribu de Judá: Nahasón hijo de Aminadab.

De la tribu de Isacar: Natanael hijo de Suar.

De la tribu de Zabulón: Eliab hijo de Helón.

De la tribu de Efraín: Elisamá hijo de Amihud.

De la tribu de Manasés: Gamaliel hijo de Pedasur.

De la tribu de Benjamín: Abidán hijo de Guidoní.

De la tribu de Dan: Ahiézer hijo de Amisadai.

De la tribu de Aser: Paguiel hijo de Ocrán.

De la tribu de Gad: Eliasaf hijo de Reuel.

De la tribu de Neftalí: Ahirá hijo de Enán».

17-19 Un mes después todavía estaban en el desierto del Sinaí. Entonces Moisés y Aarón reunieron a todos estos jefes que Dios había elegido, y a los varones mayores de veinte años. El resto del pueblo también estaba allí. Entonces los contaron y los anotaron según la tribu de Israel a la que pertenecían. Lo hicieron tal y como Dios se lo había ordenado a Moisés.

20-46 Éste fue el número total de varones capaces de ir a la guerra:

De la tribu de Rubén: cuarenta y seis mil quinientos.

De la tribu de Simeón: cincuenta y nueve mil trescientos.

De la tribu de Gad: cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta.

De la tribu de Judá: setenta y cuatro mil seiscientos cincuenta.

De la tribu de Isacar: cincuenta y cuatro mil cuatrocientos.

De la tribu de Zabulón: cincuenta y siete mil cuatrocientos.

De la tribu de Efraín: cuarenta mil quinientos.

De la tribu de Manasés: treinta y dos mil doscientos.

De la tribu de Benjamín: treinta y cinco mil cuatrocientos.

De la tribu de Dan: sesenta y dos mil setecientos.

De la tribu de Aser: cuarenta y un mil quinientos.

De la tribu de Neftalí: cincuenta y tres mil cuatrocientos.

El número total de soldados fue de seiscientos tres mil quinientos cincuenta.

Los descendientes de Leví

47 Los descendientes de Leví no fueron contados entre sus antepasados, como los otros, 48 porque Dios le había dicho a Moisés:

49 «Cuando cuentes a los israelitas, no incluyas entre ellos a los descendientes de Leví. 50 Debes ponerlos al servicio del santuario, para que cuiden de todo lo que hay dentro de ese lugar santo. Se encargarán de transportar el santuario y todo lo que hay allí dentro, y también acamparán a su alrededor.

51 »Además, los de la tribu de Leví desarmarán el santuario cuando el pueblo se ponga en marcha; cuando se detenga, lo armarán de nuevo.

»Toda persona que se acerque al santuario y no sea de la tribu de Leví, morirá.

52 »Las otras once tribus de Israel acamparán al estilo militar: cada una en su propio campamento, y junto a su propia bandera. 53 Los de la tribu de Leví acamparán alrededor del santuario y lo cuidarán, para que Dios no se enoje con el pueblo».

54 Los israelitas hicieron todo lo que Dios le mandó a Moisés.

Salmos 35

Dios escucha la oración

SALMO 35 (34)

Himno de David.

35 Dios mío,
ataca a los que me atacan,
combate a los que me combaten.
2-3 Prepárate para la lucha
y ven en mi ayuda.
¡Preséntales batalla
a los que me persiguen!
¡Prométeme que me salvarás!

Pon en completa vergüenza
a los que quieren matarme,
haz que huyan avergonzados
los que buscan mi mal.
¡Que el viento los arrastre
como si fueran paja!
¡Que tu ángel los persiga!
¡Que se tropiecen y resbalen
en los caminos por donde andan!
¡Que tu ángel los persiga!

No tenían ningún motivo
para tenderme una trampa.
¡Pues que les venga el desastre
antes de que se den cuenta!
¡Que caigan en la trampa
que quisieron tenderme!
Yo me quedaré muy contento
con que tú me libres de ellos,
10 y diré con todas mis fuerzas:
«¡No hay otro Dios como tú!
Tú, Dios nuestro,
libras a los pobres e indefensos
del poder de quienes los maltratan».

11 Unos testigos malvados
se levantan para acusarme,
¡pero yo no sé nada
de lo que me preguntan!
12 Lo que más me duele
es que yo los traté bien
y ahora ellos me tratan mal.
13 Cuando se enfermaban,
yo me afligía por ellos.
Tan grande era mi tristeza
que no comía ni me arreglaba.
Más bien, le pedía a Dios
que el enfermo fuera yo.
14 Andaba yo muy triste
y con la cabeza inclinada,
como si hubiera muerto mi madre,
mi hermano o mi amigo.

15-16 Pero cuando me vieron caído,
esos testigos lo festejaron.
Como si fueran unos extraños
a los que yo no conociera,
se pusieron en mi contra
y hablaron mal de mí;
¡sus ojos reflejaban odio!

17 Dios mío,
¿no piensas hacer nada?
¡Esos malvados me quieren destruir!
¡Sálvame la vida,
que es lo único que tengo!
18 Así te alabaré y te daré gracias
delante de todo tu pueblo,
tu pueblo fuerte y numeroso.

19 No dejes que me hagan burla
mis terribles enemigos;
no dejes que se burlen de mí,
pues no tienen por qué odiarme.
20 No hablan de vivir en paz,
sino que inventan mentiras
contra la gente tranquila.
21 Sin pensarlo dos veces, dicen:
«Tú cometiste ese crimen;
¡nosotros mismos lo vimos!»

22 Mi Señor y Dios,
¡tú me conoces mejor que ellos!
¡No te alejes de mí,
ni te niegues a escucharme!
23 ¡Despierta y defiéndeme!
¡Levántate y hazme justicia!

24 Tú eres un Dios justo:
defiéndeme como sabes hacerlo.
¡No dejes que se burlen de mí!
25 No les permitas que digan:
«¡Se cumplió nuestro deseo!
¡Hemos acabado con él!»

26 Pon en completa vergüenza
a todos los que festejan mi mal,
cubre de vergüenza y deshonra
a los que me creen poca cosa,
27 pero haz que griten de alegría
los que desean mi bien.
Permíteles que siempre digan:
«¡Dios es muy grande!
¡Busca el bien de quien le sirve!»
28 Yo, por mi parte,
siempre te alabaré
y diré que eres un Dios de bondad.

Eclesiastés 11

11 Dale de comer al hambriento,
y un día serás recompensado.

Comparte lo que tienes
con siete y hasta ocho amigos,
pues no sabes si mañana
el país estará en problemas.

Cuando las nubes se ponen negras,
de seguro va a llover.

Cuando el árbol cae,
no importa de qué lado caiga;
donde cae, allí se queda.

Si quieres sembrar,
no te quedes mirando al viento;
si quieres cosechar,
no te quedes mirando al cielo.

Nadie sabe qué rumbo toma el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, ni cómo hizo Dios todas las cosas.

Hay que sembrar en la mañana, y volver a sembrar en la tarde. Nunca se sabe cuál de las dos siembras será mejor, o si las dos serán abundantes.

¡Qué bueno es disfrutar de la luz del sol! Pero aunque vivamos muchos años, y todo ese tiempo lo vivamos felices, no debemos olvidar que nos esperan muchos días de oscuridad, y que del mañana no esperamos nada.

Acuérdate de tu creador

Alégrate ahora que eres joven. Déjate llevar por lo que tus ojos ven y por lo que tu corazón desea, pero no olvides que un día Dios te llamará a cuentas por todo lo que hagas. 10 Deja de preocuparte, pero apártate de la maldad. Ten presente que ni los mejores días de tu juventud tienen sentido alguno.

Tito 3

Responsabilidades de los miembros

A los hermanos de la iglesia, recuérdales que deben obedecer a los gobernantes y a las autoridades del país. Recuérdales también que deben ser obedientes en todo y estar siempre dispuestos a hacer el bien. No deben hablar mal de nadie, ni discutir. Deben ser amables con todos y mostrar humildad en su trato con los demás.

Antes, nosotros mismos éramos ignorantes y desobedientes, y andábamos perdidos. Para divertirnos, hacíamos todo lo malo que se nos ocurría. Éramos malvados y envidiosos, y esclavos de esos malos deseos. Todo el mundo nos odiaba, y nosotros también odiábamos a los demás. Pero Dios, nuestro salvador, nos mostró que él es bueno, y que ama a todo el mundo, y nos salvó. Pero no lo hizo porque nosotros hubiéramos hecho algo bueno, sino porque nos ama y quiso ayudarnos. Por medio del poder del Espíritu Santo nos salvó, nos purificó de todos nuestros pecados, y nos dio nueva vida. ¡Fue como si hubiéramos nacido de nuevo! Gracias a Jesucristo, nuestro salvador, Dios nos dio el Espíritu Santo. Por su gran amor, Dios nos aceptó y nos dio la seguridad de que tendremos la vida eterna tan esperada.

Esto es verdad, y quiero que insistas en enseñarlo, para que los que confían en Dios se dediquen a hacer lo que es bueno. Estas cosas son buenas y ayudan a todos. Pero no te pongas a discutir acerca de tonterías, ni prestes atención a las leyendas que hablan de nuestros antepasados. No te enojes ni te pelees con nadie, sólo por hablar de la ley de Moisés. Esas discusiones son inútiles y no conducen a nada.

10 A los que siempre están peleando en la iglesia, llámales la atención una o dos veces. Si no te hacen caso, apártate de ellos. 11 Puedes estar seguro de que esa gente ha dejado de creer en la verdadera enseñanza, y sus propios pecados demuestran que son culpables.

Instrucciones para Tito

12 Voy a mandarte a Artemas o a Tíquico. Tan pronto como llegue uno de ellos, haz todo lo posible por venir a visitarme en Nicópolis, porque allí pienso pasar el invierno.

13 Ayuda en todo al abogado Zenas, y también a Apolo. Dales todo lo que necesiten para seguir su viaje, y cuida de que no les falte nada.

14 Los nuestros deben aprender a hacer lo que es bueno, y ayudar a otros. Así vivirán como personas útiles.

Despedida

15 Todos los que están conmigo te envían saludos. Saluda a todos nuestros amigos de la iglesia.

Deseo de todo corazón que el amor de Dios los acompañe siempre.