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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Éxodo 6

1-2 Dios le contestó:

—De tal modo voy a castigar al rey de Egipto, que él mismo les pedirá que abandonen su país. Yo soy tu Dios. Tus antepasados me conocieron con el nombre de Dios todopoderoso, pero no por mi verdadero nombre, que es Yo soy. Yo me comprometí a darles el país de Canaán, donde antes vivieron como extranjeros, y ahora que he escuchado los gritos de dolor de los israelitas por el maltrato de los egipcios, me he acordado del compromiso que tengo con mi pueblo.

6-8 »Así que ve y diles a los israelitas que yo, su Dios, los voy a sacar de Egipto, y que los haré descansar de los trabajos tan pesados que ahora tienen que hacer. Los llevaré al país que prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, y que de ahora en adelante será de ustedes. Así sabrán que yo fui quien los libró de su esclavitud en Egipto, y serán mi pueblo y yo seré su Dios. Pero a los egipcios los castigaré con mi gran poder. Todo esto lo haré porque yo soy el Dios de ustedes.

Moisés les contó a los israelitas todo lo que Dios le había dicho, pero ellos estaban tan desanimados y con tanto trabajo que no le hicieron caso. 10 Entonces Dios le dijo a Moisés:

11 —Ve y dile al rey de Egipto que deje salir de su país a los israelitas.

12 Moisés contestó:

—Si ni siquiera los israelitas me hicieron caso, mucho menos el rey. Además, soy muy torpe para hablar.

13 Entonces Dios les dio instrucciones precisas a Moisés y a Aarón: tenían que hablar con el rey de Egipto y con los israelitas, y también sacar de Egipto a su pueblo.

Las familias israelitas

14 Los jefes de las familias israelitas fueron los siguientes:

De las familias de la tribu de Rubén:

Hanoc,

Falú,

Hesrón,

Carmí.

15 De las familias de la tribu de Simeón:

Jemuel,

Jamín,

Óhad,

Jaquín,

Sóhar,

Saúl, hijo de una mujer de Canaán.

16-27 De las familias de la tribu de Leví:

Guersón,

Quehat,

Merarí.

De los hijos de Guersón:

Libní,

Simí.

De los hijos de Quehat:

Amram,

Ishar,

Hebrón,

Uziel.

De los hijos de Merarí:

Mahli,

Musí.

De los hijos de Amram y de Jocabed:

Aarón,

Moisés.

De los hijos de Ishar:

Coré,

Néfeg,

Zicrí.

De los hijos de Uziel:

Misael,

Elsafán,

Sitrí.

De los hijos de Aarón y de Eliseba:

Nadab,

Abihú,

Itamar,

Eleazar.

De los hijos de Coré:

Asir,

Elcaná,

Abiasaf.

Leví vivió ciento treinta y siete años.

Amram también vivió ciento treinta y siete años. Sus hijos Aarón y Moisés son los mismos que recibieron de Dios la orden de hablar con el rey para sacar de Egipto a los israelitas.

Aarón se casó con Eliseba, que era hija de Aminadab y hermana de Nahasón.

Eleazar se casó con una de las hijas de Futiel y tuvo con ella un hijo, al que llamaron Finees.

Dios habla con Moisés en Egipto

28 Cuando Dios habló con Moisés en Egipto, 29 le dijo:

—Yo soy tu Dios. Ve y dile al rey de Egipto todo lo que voy a decirte.

30 Pero Moisés respondió:

—El rey de Egipto no va a hacerme caso, pues soy muy torpe para hablar.

Lucas 9

Jesús envía a los doce discípulos

Jesús reunió a sus doce discípulos, y les dio poder para sanar enfermedades y autoridad sobre todos los demonios. Luego los envió a anunciar las buenas noticias del reino de Dios y a sanar a los enfermos. Jesús les dijo:

«No lleven nada para el viaje. No lleven bastón ni mochila, ni comida ni dinero. Tampoco lleven ropa de más. Cuando lleguen a una casa, quédense a vivir allí hasta que se vayan del lugar. Si en alguna parte no quieren recibirlos, cuando salgan de allí sacúdanse el polvo de los pies en señal de rechazo.»

Los discípulos salieron y fueron por todos los pueblos de la región, anunciando las buenas noticias y sanando a los enfermos.

Herodes no sabe quién es Jesús

El rey Herodes Antipas se enteró de todo lo que estaba sucediendo, y se preocupó mucho porque algunas personas decían que Juan el Bautista había resucitado. Otros decían que había aparecido el profeta Elías,[a] o que había resucitado alguno de los antiguos profetas. Pero Herodes dijo: «¿Quién será este hombre, del que tanto se oye hablar? No puede ser Juan el Bautista, porque yo mismo ordené que lo mataran.»

Por eso, Herodes tenía mucho interés en conocer a Jesús.

Jesús da de comer a mucha gente

10 Cuando los doce apóstoles regresaron, le contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Luego Jesús los llevó al pueblo de Betsaida, pues quería estar a solas con ellos. 11 Pero tan pronto como la gente se dio cuenta de que Jesús se había ido a Betsaida, lo siguió.

Jesús recibió amablemente a toda la gente, y empezó a hablarles acerca del reino de Dios. También sanó a los enfermos.

12 Cuando ya empezaba a oscurecer, los doce apóstoles fueron a decirle a Jesús:

—Envía a esta gente a los pueblos y caseríos cercanos, a buscar un lugar donde puedan comprar comida y pasar la noche. ¡Aquí no hay nada!

13 Jesús les dijo:

—Denles ustedes de comer.

Pero ellos respondieron:

—Sólo tenemos cinco panes y dos pescados. Si fuéramos a dar de comer a toda esta gente, tendríamos que ir a comprar comida, 14 pues hay más de cinco mil personas.

Pero Jesús les dijo:

—Hagan que la gente se siente en grupos de cincuenta.

15 Los discípulos hicieron lo que Jesús les ordenó.

16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró al cielo y los bendijo. Luego los partió y dio los pedazos a los discípulos, para que ellos los repartieran entre la gente.

17 Todos comieron y quedaron satisfechos. Y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.

¿Quién es Jesús?

18 En una ocasión, Jesús estaba orando solo, y sus discípulos llegaron al lugar donde él estaba. Jesús les preguntó:

—¿Qué dice la gente acerca de mí?

19 Los discípulos contestaron:

—Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros dicen que eres el profeta Elías; otros dicen que eres alguno de los profetas antiguos, que ha resucitado.

20 Después Jesús les preguntó:

—¿Y ustedes qué opinan? ¿Quién soy yo?

Pedro contestó:

—Tú eres el Mesías que Dios envió.

21 Pero Jesús les ordenó a todos que no le contaran a nadie que él era el Mesías.

Jesús habla de su muerte

22 Jesús también les dijo a sus discípulos: «Yo, el Hijo del hombre, voy a sufrir mucho. Los líderes del país, los sacerdotes principales y los maestros de la Ley me rechazarán y me matarán; pero tres días después resucitaré.»

23 Después Jesús les dijo a todos los que estaban allí:

«Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que olvidarse de hacer lo que quiera. Tiene que estar siempre dispuesto a morir y hacer lo que yo mando. 24 Si alguno piensa que su vida es más importante que seguirme, entonces la perderá para siempre. Pero el que prefiera seguirme y elija morir por mí, ése se salvará. 25 De nada sirve que una persona sea dueña de todo el mundo, si al final se destruye a sí misma y se pierde para siempre.

26 »Si alguno se avergüenza de mí y de mis enseñanzas, entonces yo, el Hijo del hombre, me avergonzaré de esa persona cuando venga con todo mi poder, y con el poder de mi Padre y de los santos ángeles. 27 Les aseguro que algunos de ustedes, que están aquí conmigo, no morirán hasta que vean el reino de Dios.»

Jesús se transforma

28 Ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago hasta un cerro alto, para orar. 29 Mientras Jesús oraba, su cara cambió de aspecto y su ropa se puso blanca y brillante. 30 De pronto aparecieron Moisés y el profeta Elías, 31 rodeados de una luz hermosa. Los dos hablaban con Jesús acerca de su muerte en Jerusalén, y de su resurrección y partida al cielo.

32 Pedro y los otros dos discípulos estaban muy cansados, pero lograron vencer el sueño y vieron a Jesús rodeado de su gloria, y Moisés y Elías estaban con él. 33 Cuando Moisés y Elías estaban a punto de irse, Pedro le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno que estamos aquí! Si quieres, voy a construir tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»

Pedro estaba hablando sin pensar en lo que decía. 34 Mientras hablaba, una nube bajó y se detuvo encima de todos ellos. Los tres discípulos tuvieron mucho miedo. 35 Luego, desde la nube se oyó una voz que decía: «¡Éste es mi Hijo, el Mesías que yo elegí! Ustedes deben obedecerlo.»

36 Después de oír la voz, los discípulos vieron que Jesús se había quedado solo. Y durante algún tiempo no le contaron a nadie lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho

37 Al día siguiente, cuando Jesús y sus tres discípulos bajaron del cerro, mucha gente les salió al encuentro. 38 Un hombre que estaba entre esa gente se acercó y le dijo a Jesús:

—Maestro, te ruego que ayudes a mi único hijo. 39 De repente un espíritu lo ataca, y lo hace gritar. También lo hace temblar terriblemente y echar espuma por la boca. Cuando por fin deja de atacarlo, el muchacho queda todo maltratado. 40 Le pedí a tus discípulos que sacaran al espíritu, pero no pudieron.

41 Jesús miró a sus seguidores y les dijo:

—¿No pueden hacer nada sin mí? ¿Hasta cuándo voy a tener que soportarlos? Ustedes están confundidos y no confían en Dios.

Entonces Jesús le dijo al hombre:

—Trae a tu hijo.

42 Cuando el muchacho se estaba acercando, el demonio lo atacó, lo tiró al suelo y lo hizo temblar muy fuerte. Entonces Jesús reprendió al demonio, sanó al muchacho y se lo entregó a su padre.

43 Toda la gente estaba asombrada del gran poder de Dios.

Jesús habla otra vez de su muerte

Mientras la gente seguía asombrada por todo lo que Jesús hacía, él les dijo a sus discípulos: 44 «Pongan mucha atención en lo que voy a decirles. Yo, el Hijo del hombre, seré entregado a mis enemigos.»

45 Los discípulos no entendieron lo que Jesús decía, pues aún no había llegado el momento de comprenderlo. Además, ellos tuvieron miedo de preguntarle qué había querido decir.

¿Quién es el más importante?

46 En cierta ocasión, los discípulos discutían acerca de cuál de ellos era el más importante de todos.

47 Cuando Jesús se dio cuenta de lo que ellos pensaban, llamó a un niño, lo puso junto a él, 48 y les dijo: «Si alguno acepta a un niño como éste, me acepta a mí. Y si alguno me acepta a mí, acepta a Dios, que fue quien me envió. El más humilde de todos ustedes es la persona más importante.»

Los que están a favor de Jesús

49 Juan, uno de los doce discípulos, le dijo a Jesús:

—Maestro, vimos a alguien que usaba tu nombre para echar demonios fuera de la gente. Pero nosotros le dijimos que no lo hiciera, porque él no es parte de nuestro grupo.

50 Pero Jesús le dijo:

—No se lo prohíban, porque quien no está en contra de ustedes, realmente está a favor de ustedes.

Jesús regaña a Santiago y a Juan

51 Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús debía subir al cielo, decidió ir hacia Jerusalén. 52 Envió a unos mensajeros a un pueblo de Samaria para que le buscaran un lugar donde pasar la noche. 53 Pero la gente de esa región no quiso recibir a Jesús, porque sabían que él viajaba a Jerusalén.

54 Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron lo que había pasado, le dijeron a Jesús: «Señor, permítenos orar para que caiga fuego del cielo y destruya a todos los que viven aquí.»

55 Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió. 56 Después, se fueron a otro pueblo.

Los que querían seguir a Jesús

57 Cuando iban por el camino, alguien le dijo a Jesús:

—Te seguiré a cualquier sitio que vayas.

58 Jesús le contestó:

—Las zorras tienen sus cuevas, y las aves tienen nidos, pero yo, el Hijo del hombre, no tengo ni siquiera un sitio donde descansar.

59 Después Jesús le dijo a otro:

—¡Sígueme!

Pero él respondió:

—Señor, primero déjame ir a enterrar a mi padre.

60 Jesús le dijo:

—Lo importante es que tú vayas ahora mismo a anunciar las buenas noticias del reino de Dios. ¡Deja que los muertos[b] entierren a sus muertos!

61 Luego vino otra persona y le dijo a Jesús:

—Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de mi familia.

62 Jesús le dijo:

—No se puede pertenecer al reino de Dios y hacer lo mismo que hace un mal campesino. Al que se pone a arar el terreno y vuelve la vista atrás, los surcos le salen torcidos.

Job 23

Séptima respuesta de Job

23 Job le respondió a Elifaz:

«A pesar de todo lo dicho,
y de lo amargo de mis quejas,
Dios me sigue castigando.
Si yo supiera dónde vive,
iría corriendo a buscarlo;
le presentaría mi defensa
en forma detallada.
Entonces él me explicaría
por qué me ha tratado así.
Trataría de entenderme,
y sin violencia me respondería.
En la presencia de Dios,
el inocente puede defenderse.
Yo creo que Dios es mi juez,
y me declarará inocente.

8-9 »Busco a Dios por todas partes,
y no puedo encontrarlo;
ni en el este, ni en el oeste,
ni en el norte, ni en el sur.
10 Pero si lo encuentro,
y él me pone a prueba,
yo saldré tan puro como el oro.
11-12 Jamás lo he desobedecido;
siempre he seguido sus enseñanzas.

13 »Dios hace lo que quiere,
pues es el único Dios.
Nadie lo hace cambiar de planes.
14 Así que él hará conmigo
todo lo que quiera hacer.
15 Cuando pienso en todo esto,
me asusta el presentarme ante él.
16 ¡El Dios todopoderoso
me hace temblar de miedo!
17 Pero nada hará que me calle;
¡ni aun mi gran sufrimiento!

1 Corintios 10

Obedezcamos y adoremos sólo a Dios

10 Queridos hermanos en Cristo, tengan presente que, cuando nuestros antepasados cruzaron el Mar de los Juncos, Dios los cubrió a todos ellos con una nube. De ese modo, todos fueron bautizados en la nube y en el mar, y así quedaron unidos a Moisés como seguidores suyos. Todos ellos comieron el alimento espiritual que Dios les ofreció. Cristo los acompañaba, y era la roca espiritual que les dio agua para calmar su sed. De esa agua espiritual bebieron todos. Sin embargo, la mayoría de esa gente no agradó a Dios; por eso murieron y sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.

De esto que le sucedió a nuestro pueblo, nosotros tenemos que aprender nuestra lección. No debemos desear hacer lo malo como ellos. Ni debemos adorar a los ídolos, como hicieron algunos. Así dice la Biblia: «La gente se sentó a comer y beber, y luego se puso a bailar en honor de los ídolos.» Tampoco debemos tener relaciones sexuales prohibidas,[a] como lo hicieron algunos de ellos. ¡Por eso, en un solo día murieron veintitrés mil! No tratemos de ver cuánto podemos pecar sin que Cristo nos castigue. Algunos del pueblo lo hicieron, y murieron mordidos por serpientes. 10 Tampoco debemos quejarnos, como algunos de ellos lo hicieron. Por eso el ángel de la muerte los mató.

11 Todo eso le sucedió a nuestro pueblo para darnos una lección. Y quedó escrito en la Biblia, para que nos sirva de enseñanza a los que vivimos en estos últimos tiempos. 12 Por eso, que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en hacerlo. 13 Ustedes no han pasado por ninguna tentación que otros no hayan tenido. Y pueden confiar en Dios, pues él no va a permitir que sufran más tentaciones de las que pueden soportar. Además, cuando vengan las tentaciones, Dios mismo les mostrará cómo vencerlas, y así podrán resistir.

14 Por eso, queridos hermanos, no adoren a los ídolos. 15 Ustedes son personas inteligentes, y estoy seguro de que me entienden. 16 En la Cena del Señor Jesucristo, cuando tomamos la copa y pedimos que Dios la bendiga, todos nosotros estamos participando de la sangre de Cristo. Y cuando partimos el pan, también participamos todos del cuerpo de Cristo. 17 Aunque somos muchos, somos un solo cuerpo, porque comemos de un solo pan.

18 Por ejemplo, en el pueblo de Israel, los que comen la carne de los animales que se sacrifican en el altar del templo, participan de ellos con Dios y con los que toman parte en el sacrificio. 19 Eso no quiere decir que yo reconozca algún valor en los ídolos que otros pueblos adoran, o en los alimentos que se les ofrecen. 20 Cuando los que no creen en Cristo ofrecen algo, se lo dan a los demonios y no a Dios. ¡Y yo no quiero que ustedes tengan nada que ver con los demonios! 21 Ustedes no pueden beber de la copa en la Cena del Señor y, al mismo tiempo, beber de la copa que se usa en las ceremonias donde se honra a los demonios. Tampoco pueden participar en la Cena del Señor y, al mismo tiempo, participar en las fiestas para los demonios. 22 ¿O es que quieren que Dios se enoje? ¡Nosotros no somos más fuertes que Dios!

Busquemos el bien de los demás

23 Algunos de ustedes dicen: «Yo soy libre de hacer lo que quiera.» ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; ni todo fortalece la vida cristiana. 24 Por eso, tenemos que pensar en el bien de los demás, y no sólo en nosotros mismos.

25-26 Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay en ella. Por lo tanto, ustedes pueden comer de todo lo que se vende en la carnicería, sin tener que pensar de dónde viene esa carne.

27 Si alguien que no cree en Cristo los invita a comer, y ustedes quieren ir, vayan. Coman de todo lo que les sirvan, y no se pongan a pensar si está bien comer o no. 28-29 Pero si alguien les dice: «Esta carne fue ofrecida a los ídolos», entonces no la coman, para evitar problemas. Tal vez tú no tengas problemas en comerla, pero otras personas sí.

A mí realmente no me gusta la idea de no poder hacer algo, sólo porque otra persona piensa que está mal, 30 pues si yo le doy gracias a Dios por la comida, ¿por qué me van a criticar por comerla?

31 Siempre que ustedes coman o beban, o hagan cualquier otra cosa, háganlo para honrar a Dios. 32 No les causen problemas a los judíos, ni a los que no son judíos, ni a los que son de la iglesia de Dios. 33 En todo lo que hago, yo trato de agradar a todas las personas. No busco ventajas para mí mismo, sino que busco el bien de los demás, para que se salven.