Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
Génesis 13

Separación de Abrán y Lot

13 Abrán subió de Egipto al Négueb con su mujer y todas sus posesiones, y Lot iba con él. Abrán se había hecho muy rico en ganados, plata y oro. Del Négueb regresó por etapas hasta Betel, es decir, hasta el lugar donde había acampado al principio, entre Betel y Ay, y donde se encontraba el altar que había erigido; allí invocó Abrán el nombre del Señor.

Lot, que acompañaba a Abrán, también tenía ovejas, vacas y tiendas. Pero aquella región no bastaba para mantener a los dos: tenían demasiados bienes para poder habitar juntos. Además, los cananeos y los fereceos también habitaban allí. Y empezaron las fricciones entre los pastores de los rebaños de Abrán y de Lot. Así que Abrán dijo a Lot:

— No quiero que haya altercados entre nosotros dos ni entre nuestros pastores, porque somos hermanos. Tienes delante toda la tierra; sepárate, pues, de mí; si tu vas a la izquierda, yo iré a la derecha, y si vas a la derecha yo iré a la izquierda.

10 Lot echó una mirada a su alrededor y vio que todo el valle del Jordán, hasta llegar a Soar, era tierra de regadío como el jardín del Señor y las tierras de Egipto. (Eso era antes de que el Señor destruyera Sodoma y Gomorra). 11 Entonces Lot escogió para sí todo el valle del Jordán, y partió hacia el este. Se separaron, pues, el uno del otro: 12 Abrán se asentó en Canaán mientras Lot se fue a vivir en las ciudades del valle, estableciendo su tienda cerca de la ciudad de Sodoma. 13 Los habitantes de Sodoma eran perversos y pecaban gravemente contra el Señor.

14 El Señor dijo a Abrán, después que Lot se separó de él:

— Desde el lugar donde estás, mira al norte y al sur, al este y al oeste. 15 Toda la tierra que contemplas te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. 16 Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra; solo la podrá contar quien sea capaz de contar todos los granos de polvo que hay en la tierra. 17 ¡Vete, pues, y recorre esta tierra a lo largo y a lo ancho, porque a ti te la daré!

18 Entonces Abrán levantó la tienda y fue a establecerse en el encinar de Mambré cerca de Hebrón; allí erigió un altar al Señor.

Mateo 12

Jesús y el sábado (Mc 2,23-28; Lc 6,1-5)

12 En cierta ocasión estaba Jesús paseando en sábado por entre unos sembrados. Sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Los fariseos, al verlo, dijeron a Jesús:

— Mira, tus discípulos hacen algo que no está permitido en sábado.

Jesús les contestó:

— ¿Es que no habéis leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comió de los panes de la ofrenda, algo que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes. ¿O no habéis leído en la ley de Moisés que los sacerdotes no pecan aunque trabajen durante el sábado en el Templo? Pues os digo que aquí hay alguien mayor que el Templo. Si hubierais entendido lo que significa aquello de: Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos, no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es Señor del sábado.

El hombre de la mano atrofiada (Mc 3,1-6; Lc 6,6-11)

Jesús siguió su camino y entró en una sinagoga. 10 Había allí un hombre que tenía una mano atrofiada, y los que estaban buscando un motivo para acusar a Jesús le preguntaron:

— ¿Está permitido curar en sábado?

11 Jesús les contestó:

— ¿Quién de vosotros, si tiene una sola oveja y se le cae a un pozo en sábado, no irá a sacarla? 12 Pues una persona vale mucho más que una oveja. ¡De modo que está permitido en sábado hacer el bien!

13 Entonces dijo al enfermo:

— Extiende tu mano.

Él la extendió y recuperó el movimiento, como la otra. 14 Los fariseos, por su parte, se reunieron, al salir, y se confabularon para matar a Jesús.

El siervo de Dios

15 Jesús, al saberlo, se fue de allí. Mucha gente lo seguía, y él curaba a todos los que estaban enfermos, 16 si bien les ordenaba que no divulgaran que había sido él. 17 Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías:

18 Este es mi siervo, a quien yo he elegido;
lo amo y me complazco en él.
Le daré mi espíritu
y llevará mi enseñanza a todos los pueblos.
19 No disputará con nadie
no andará dando gritos,
ni se oirá su voz por las calles.
20 No romperá la caña quebrada
ni apagará el pábilo humeante
hasta que haga triunfar la justicia.
21 Y en él pondrán los pueblos su esperanza.

Jesús y Belzebú (Mc 3,22-27; Lc 11,14-23)

22 Llevaron entonces ante Jesús a un hombre ciego y mudo que estaba poseído por un demonio. Jesús lo sanó, de manera que el mudo comenzó a hablar y a ver. 23 Todos los que presenciaron esto decían asombrados:

— ¿Será este el Hijo de David?

24 Pero los fariseos, al oírlo, replicaron:

— Si este expulsa a los demonios, es porque Belzebú, el propio jefe de los demonios, le da el poder para expulsarlos.

25 Pero Jesús, que sabía lo que estaban pensando, les dijo:

— Si una nación se divide en bandos, se destruye a sí misma. Y si una ciudad o una familia se divide en bandos, no puede subsistir. 26 Si Satanás expulsa a Satanás y actúa, por tanto, contra sí mismo, ¿cómo podrá mantener su poder? 27 Y si Belzebú me da a mí el poder para expulsar demonios, ¿quién se lo da a vuestros propios seguidores? ¡Ellos mismos son la demostración de vuestro error! 28 Ahora bien, si yo expulso los demonios por el poder del Espíritu de Dios, es que el reino de Dios ya ha llegado a vosotros.

29 ¿Quién puede entrar en casa de un hombre fuerte y robarle sus bienes, si primero no ata a ese hombre fuerte? Solamente entonces podrá saquear su casa. 30 El que no está a mi favor, está contra mí; el que conmigo no recoge, desparrama.

El pecado contra el Espíritu Santo (Mc 3,28-30; Lc 12,10)

31 Por eso os digo que a los seres humanos se les perdonarán todos sus pecados y blasfemias. Lo que no se les perdonará es que blasfemen contra el Espíritu Santo. 32 Incluso si alguien habla en contra del Hijo del hombre, podrá serle perdonado; pero el que hable en contra del Espíritu Santo, no será perdonado ni en este mundo ni en el venidero.

El árbol y sus frutos (Lc 6,43-45)

33 Un fruto sano corresponde a un árbol sano; un fruto podrido, a un árbol podrido. Por el fruto se sabe cómo es el árbol. 34 ¡Hijos de víbora! ¿Cómo puede ser bueno lo que decís, si vosotros mismos sois malos? Porque la boca habla de lo que rebosa el corazón. 35 De la persona buena brota el bien, porque es rica en bondad; pero de la persona mala brota el mal, porque es rica en maldad. 36 Os advierto que, en el día del juicio, cada cual habrá de responder de toda palabra vacía que haya pronunciado. 37 Ten en cuenta que por tus propias palabras serás juzgado y declarado inocente o culpable.

Piden a Jesús una señal milagrosa (Mc 8,11-12; Lc 11,29-32)

38 Por aquel tiempo, algunos maestros de la ley y algunos fariseos dijeron a Jesús:

— Maestro, quisiéramos verte hacer alguna señal milagrosa.

39 Jesús les contestó:

— ¡Gente mala e infiel! Pedís una señal milagrosa, pero no tendréis más señal que la del profeta Jonás. 40 Porque, así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en lo profundo de la tierra.

41 Los habitantes de Nínive se levantarán en el día del juicio, al mismo tiempo que toda esta gente, y la condenarán, porque ellos se convirtieron al escuchar el mensaje de Jonás, ¡y aquí hay alguien más importante que Jonás! 42 La reina del Sur se levantará en el día del juicio, al mismo tiempo que toda esta gente, y la condenará, porque esa reina vino desde tierras lejanas a escuchar la sabiduría de Salomón, ¡y aquí hay alguien más importante que Salomón!

El retorno de un espíritu impuro

43 Cuando un espíritu sale de una persona y anda errante por lugares desiertos en busca de descanso, y no lo encuentra, 44 se dice a sí mismo: “Regresaré a mi casa, de donde salí”. Si, al llegar, la encuentra desocupada, barrida y arreglada, 45 va, reúne a otros siete espíritus peores que él y todos juntos se meten a vivir allí, de manera que la situación de esa persona resulta peor al final que al principio. Así le sucederá a esta gente perversa.

La verdadera familia de Jesús (Mc 3,31-35; Lc 8,19-21)

46 Estaba Jesús hablando todavía a la gente, cuando llegaron su madre y sus hermanos. Se quedaron fuera, pero trataban de hablar con él. 47 Alguien le dio aviso a Jesús:

— Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren hablar contigo.

48 Jesús le contestó:

— ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

49 Y señalando con la mano a sus discípulos, añadió:

— Estos son mi madre y mis hermanos. 50 Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

Nehemías 2

Nehemías viaja a Jerusalén

Corría el mes de Nisán del año vigésimo del rey Artajerjes, y estaba yo con el vino a punto delante del rey; lo levanté y se lo serví. Como nunca antes había estado triste en su presencia, el rey me preguntó:

— Si no estás enfermo, ¿por qué está triste tu semblante? Sólo puede ser porque tienes el corazón afligido.

Me asuste mucho y contesté al rey:

— ¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar triste si la ciudad donde se hallan los sepulcros de mis antepasados está desolada y sus puertas devoradas por el fuego?

— ¿Qué necesitas? —me preguntó el rey—.

Entonces yo me encomendé al Rey de los cielos y contesté al rey:

— Si le parece correcto a su majestad y aprecia a este su siervo, envíeme a Judá, a la ciudad donde están los sepulcros de mis antepasados, y la reedificaré.

El rey, a cuyo lado estaba sentada la reina, me preguntó:

— ¿Cuánto durará tu viaje y cuándo vas a regresar?

Le propuse un plazo que le pareció bien y me dejó partir. Dije, además, al rey:

— Si le place a su majestad, ordene que se me den cartas dirigidas a los gobernantes del otro lado del Éufrates para que me dejen franco el paso hasta Judá. Y ordene, asimismo, que se me dé una carta dirigida a Asaf, guardabosques del rey, para que me proporcione madera con destino a la construcción de las puertas de la ciudadela que está junto al Templo, así como de la muralla de la ciudad y de la casa que habitaré.

El rey me lo concedió gracias a la bondad de mi Dios que velaba sobre mí. Me dirigí, pues, a los gobernadores del otro lado del Éufrates y les entregué las cartas del rey que también me había facilitado una escolta de oficiales y gente de a caballo.

10 Cuando se enteraron de ello Sambalat, el joronita, y su ayudante amonita Tobías, les desagradó sobremanera que alguien viniera a procurar el bien de los israelitas.

11 Llegué a Jerusalén y estuve allí tres días. 12 Me levanté de noche con unos cuantos hombres, sin comunicar a nadie lo que mi Dios me había inspirado hacer en Jerusalén. La única cabalgadura que había era la que yo cabalgaba. 13 Salí de noche por la Puerta del Valle en dirección a la fuente del Dragón y a la Puerta del Muladar; inspeccioné las murallas de Jerusalén que estaban derruidas y también las puertas que habían sido devoradas por el fuego; 14 me dirigí luego a la Puerta de la Fuente y al Estanque del Rey, pero no había modo de pasar con la cabalgadura. 15 Así que, todavía de noche, subí por el torrente, examiné la muralla y volví a pasar por la Puerta del Valle, regresando a casa. 16 No supieron las autoridades adónde había ido ni qué había hecho, pues hasta aquel momento nada había comunicado a los judíos: ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a las autoridades, ni a los encargados de la obra.

17 Sólo entonces les dije:

— Ya veis la ruinosa situación en la que estamos: Jerusalén desolada y sus puertas devoradas por el fuego. Venid y reconstruyamos la muralla de Jerusalén; dejaremos así de ser objeto de oprobio.

18 Los puse al corriente de lo que me había dicho el rey y de cómo Dios me había protegido. Ellos, por su parte, animándose mutuamente para una tarea tan hermosa, respondieron:

— ¡Manos a la obra y comencemos la reconstrucción!

19 Cuando se enteraron de esto Sambalat, el joronita, su ayudante amonita Tobías y el árabe Guesén, se burlaron de nosotros y nos dijeron con menosprecio:

— ¿Qué es lo que estáis haciendo? ¿Acaso intentáis rebelaros contra el rey?

20 Les repliqué:

— El Dios de los cielos nos dará éxito. Nosotros, sus siervos, pondremos manos a la obra y llevaremos a cabo la reconstrucción. Vosotros, en cambio, no tenéis parte, ni derecho, ni nada que recordar en Jerusalén.

Hechos 12

Martirio de Santiago y encarcelamiento de Pedro

12 Por aquellos días, el rey Herodes hizo apresar a algunos miembros de la Iglesia con intención de torturarlos. Ordenó la ejecución de Santiago, el hermano de Juan. Al comprobar la satisfacción que con ello había causado a los judíos, se propuso encarcelar a Pedro en fecha que coincidió con las fiestas de Pascua. Una vez capturado, encomendó su custodia a cuatro piquetes, compuesto cada uno por cuatro soldados, con el propósito de juzgarlo públicamente después de la Pascua. Mientras Pedro permanecía bajo custodia en la cárcel, la Iglesia rogaba fervientemente a Dios por él.

Pedro es liberado

La noche anterior al día en que Herodes se proponía someterlo a juicio público, Pedro dormía entre dos soldados, atado con dos cadenas, mientras unos centinelas custodiaban la puerta de la cárcel. De repente apareció un ángel del Señor y un resplandor inundó la celda. El ángel tocó a Pedro en el costado, para despertarlo, y le dijo:

— ¡Rápido, levántate!

Y al instante cayeron las cadenas de sus muñecas. El ángel volvió a hablarle:

— Ajústate el cinturón y cálzate.

Hecho esto, le dijo:

— Ponte la capa y sígueme.

Pedro fue tras él, sin saber con certeza si lo del ángel era o no real; a él le parecía todo un sueño. 10 Pasaron el primer puesto de guardia, luego el segundo y, por fin, llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle, la cual se abrió sola ante ellos. Ya en el exterior, caminaron un trecho y, sin más, el ángel desapareció de su lado. 11 Pedro entonces volvió en sí y exclamó:

— Ahora me doy cuenta de que el Señor ha enviado su ángel para librarme de las garras de Herodes y de la trama organizada contra mí por el pueblo judío.

12 Después de orientarse, se encaminó hacia la casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde había muchas personas reunidas en oración. 13 Llamó a la puerta principal; una joven sirviente llamada Rode se acercó a ver quién era 14 y, al reconocer la voz de Pedro, se puso tan alegre que, en lugar de abrir la puerta, corrió al interior para avisar que Pedro estaba en el zaguán.

15 — ¡Estás loca! —le respondieron—.

Como ella insistía en que era cierto, comentaron:

— Debe de ser su ángel.

16 Mientras tanto, Pedro continuaba llamando. Cuando al fin abrieron y vieron que era él, quedaron atónitos. 17 Él les hizo señas de que guardaran silencio y les refirió cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y concluyó diciendo:

— Comunicádselo a Santiago y a los otros hermanos.

Seguidamente partió hacia otro lugar.

18 No fue pequeña la confusión que hubo al día siguiente entre los soldados respecto al paradero de Pedro. 19 Herodes dio órdenes de buscarlo; y como no hubo manera de dar con él, sometió a interrogatorio a los guardias y mandó ejecutarlos. Se trasladó después de Judea a Cesarea, donde pasó algún tiempo.

Muerte de Herodes

20 Herodes estaba sumamente irritado con los habitantes de Tiro y Sidón. No obstante, estos resolvieron, de común acuerdo, entrevistarse con él, para lo cual obtuvieron el apoyo de Blasto, el mayordomo del rey. Buscaban con ello llegar a una solución pacífica, pues su país era abastecido por el de Herodes. 21 En la fecha fijada para la audiencia, Herodes, vestido de sus máximas galas reales, ocupó su lugar en la tribuna y pronunció un discurso ante sus súbditos. 22 La plebe gritó exaltada:

— ¡No es un hombre sino un dios el que habla!

23 En aquel mismo instante, un ángel del Señor lo hirió de grave enfermedad por haberse arrogado el honor que corresponde a Dios, y murió comido por gusanos.

Pablo y Bernabé regresan de Jerusalén

24 Entre tanto, el mensaje de Dios se divulgaba y penetraba por doquier. 25 En cuanto a Bernabé y a Saulo, cumplida su misión, regresaron de Jerusalén llevando consigo a Juan Marcos.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España