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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Crónicas 32

El rey de Asiria ataca a Judá

(2 R 18:13-19:37; Is 36-37)

32 Después de toda esta prueba de fidelidad de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, vino contra Judá y sitió las ciudades fortificadas, decidido a conquistarlas. Cuando Ezequías vio que Senaquerib venía también a atacar Jerusalén, consultó con los jefes civiles y militares y les propuso cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad, y ellos decidieron apoyarlo. Entonces reunieron a mucha gente, y cegaron todas las fuentes de agua y el arroyo que corría en medio de esa región para que así, cuando llegaran los reyes de Asiria, no encontraran agua en abundancia.

Armándose de valor, Ezequías fortificó y reparó las brechas de la muralla. Reconstruyó las torres sobre ella e hizo una muralla exterior a la que había. Fortificó el Milo de la Ciudad de David y fabricó muchas lanzas y escudos. También puso jefes militares al frente de la gente. Convocó a todos en la plaza que está frente a la entrada de la ciudad y los animó con estas palabras: «Sean fuertes y llénense de valor. No tengan miedo y no se espanten ante el rey de Asiria y ante el numeroso ejército que trae consigo, porque hay más con nosotros que con él. De su lado está la fuerza humana pero a nuestro lado está el SEÑOR nuestro Dios para ayudarnos y luchar nuestras batallas». El pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías, rey de Judá.

Después de esto Senaquerib, rey de Asiria, mientras atacaba a Laquis con todas sus fuerzas, envió a Jerusalén a uno de sus siervos para que les dijera lo siguiente a Ezequías y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén:

10 «Así dice Senaquerib, rey de Asiria: “¿En qué confían ustedes que se quedan en Jerusalén, que ya es una ciudad sitiada? 11 ¿No ven que Ezequías los está engañando y los va a llevar a morir del hambre y de sed cuando les dice: el SEÑOR nuestro Dios nos salvará del poder del rey de Asiria? 12 ¿Acaso no fue Ezequías el que acabó con los santuarios sobre las colinas y los altares y les dijo a Judá y a Jerusalén que sólo adoraran y quemaran incienso ante un altar? 13 ¿No saben ustedes lo que les hemos hecho mis antepasados y yo a todos los pueblos de la tierra? ¿Acaso los dioses de esas naciones pudieron librarlas de mi poder? 14 ¿Qué dios de todos los de esas naciones que destruyeron mis antepasados pudo salvar a su país de mi poder? ¿Por qué creen que el de ustedes podrá salvarlos? 15 Así que no dejen que Ezequías los engañe y les siga tomando el pelo. No le crean más porque si ningún dios de todas aquellas naciones pudo evitar que su pueblo cayera en mis manos o en las de mis antepasados, ¿cuánto menos el dios de ustedes podrá librarlos a ustedes de caer en mis manos?”»

16 Todo eso y mucho más decían los oficiales del rey de Asiria contra el Señor DIOS y contra su siervo Ezequías. 17 También escribió cartas en las que insultaba al SEÑOR, Dios de Israel, y en la que decía contra él: «Tal como los dioses de las naciones de los otros países no pudieron salvar a sus pueblos de mi poder, tampoco el Dios de Ezequías podrá salvar a su pueblo de mi poder».

18 Entonces los funcionarios de Senaquerib le hablaban a gritos en hebreo al pueblo de Jerusalén que estaba en la muralla. Lo hacían para asustarlos e intimidarlos, a fin de capturar la ciudad. 19 Les decían que el Dios de Jerusalén era igual a los dioses de los otros pueblos de la tierra obra del ser humano.

20 Debido a esto, el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron y pidieron ayuda al cielo. 21 Entonces el SEÑOR mandó a un ángel que aniquiló a todos los soldados, capitanes y comandantes del campamento del rey de Asiria y este se vio obligado a volver a su país, cubierto de vergüenza. Cuando entró al templo de su dios, sus propios hijos lo asesinaron a espada.

22 Así fue que el SEÑOR salvó a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de las manos del rey de Asiria y de todos sus enemigos, y le dio paz en todas sus fronteras. 23 Entonces mucha gente fue a Jerusalén con ofrendas para el SEÑOR y regalos costosos para Ezequías, rey de Judá. El prestigio de Ezequías aumentó frente a todas las demás naciones.

24 En esos días Ezequías se enfermó y estuvo al borde de la muerte. Entonces oró al SEÑOR, quien le respondió y le dio una señal. 25 Pero Ezequías no agradeció el favor recibido, sino que se llenó de orgullo, y eso hizo enojar a Dios contra él y también contra Judá y contra Jerusalén. 26 Pero luego Ezequías dejó el orgullo de su corazón y se humilló junto con los habitantes de Jerusalén. Entonces mientras Ezequías vivió, el SEÑOR no volvió a descargar su ira contra ellos.

Prosperidad y últimos días de Ezequías

27 Ezequías tuvo muchas riquezas y honores. Adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos y toda clase de objetos valiosos. 28 Hizo también depósitos para almacenar el trigo, el vino y el aceite. Mandó hacer establos para toda clase de ganado y rediles para los rebaños. 29 Ezequías edificó también ciudades y adquirió ganado y rebaños en abundancia porque Dios le había dado muchísimas riquezas. 30 Ezequías fue también el que cegó la salida superior de las aguas del Guijón y las canalizó bajo tierra hacia la parte occidental de la Ciudad de David. Así, Ezequías tuvo éxito en todo lo que se propuso hacer.

31 Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron mensajeros para investigar el milagro que había sucedido en el país, Dios dejó solo a Ezequías para ponerlo a prueba y conocer todo lo que había en su corazón. 32 El resto de los hechos de Ezequías y sus obras que mostraban su fidelidad están escritos en la visión del profeta Isaías hijo de Amoz y en El libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Ezequías murió y lo sepultaron en la parte superior del panteón de los descendientes de David. Recibió honras fúnebres de todo Judá y de los habitantes de Jerusalén. Su hijo Manasés reinó en su lugar.

Apocalipsis 18

La destrucción de Babilonia

18 Después de esto, vi a otro ángel que bajaba del cielo con gran poder y la tierra se iluminó con su esplendor. El ángel gritó muy fuerte:

«¡Ha sido destruida!
    ¡La gran ciudad de Babilonia ha sido destruida!
Ahora es un lugar para los demonios,
    un lugar para toda clase de espíritus malignos.
Una ciudad llena de aves impuras
    y de toda clase de animales sucios y abominables.
Pues ella hizo que todas las naciones bebieran
    del vino de su pecado sexual y de la ira de Dios.
Los reyes de la tierra se acostaron con ella.
    Los comerciantes se hicieron ricos con la extravagancia de sus lujos».

Después oí otra voz del cielo que decía:

«Pueblo mío, sal de esa ciudad
    para que no compartas sus pecados.
    Así no sufrirás ninguno de los desastres que llegarán a ella.
Los pecados de esa ciudad han llegado hasta el cielo.
    Dios no ha olvidado todo lo malo que ella hizo.
Trátenla como ella trató a los demás,
    y páguenle con el doble de lo que hizo.
Prepárenle un vino dos veces más fuerte
    que el que ella preparó para los demás.
Denle tanto tormento y sufrimiento
    como la gloria y el lujo que ella se dio a sí misma.
Pues se la pasa diciéndose:
    “Soy una reina sentada en su trono.
    No soy una viuda y nunca estaré de luto”.
Así que tan sólo en un día le caerán todas las plagas:
    enfermedades, luto y hambre.
Ella será destruida con fuego
    porque el Señor Dios que la juzgó es fuerte».

Los reyes de la tierra que cometieron pecado sexual con ella y que compartieron sus lujos, llorarán y se lamentarán cuando vean el humo de su cuerpo quemado. 10 Se quedarán lejos de ella por miedo a recibir su mismo sufrimiento, y le dirán:

«¡Qué terrible, muy terrible para ti, gran ciudad.
    Poderosa ciudad de Babilonia,
tu castigo llegó tan solo en una hora!»

11 Los comerciantes del mundo también llorarán y se lamentarán por ella, porque ya nadie comprará sus mercancías. 12 Vendían oro, plata, piedras preciosas, perlas, ropa de lino y de seda, y tela púrpura y roja; toda clase de maderas fragantes, y objetos hechos de marfil, de madera fina, de bronce, de hierro y de mármol; 13 canela, especias aromáticas, incienso, mirra y perfumes; vino y aceite de oliva, harina fina y trigo, ganado y ovejas, caballos, carruajes, esclavos y almas de seres humanos. Y ellos dirán:

14 «¡Pobre de ti, Babilonia!
    Ya no tienes todas las cosas buenas que tanto deseaste.
Toda tu riqueza y tus lujos han desaparecido.
    Nunca más los recuperarás».

15 Los comerciantes que se habían vuelto ricos gracias a lo que le vendían a ella, se alejarán, pues tendrán miedo de recibir su mismo sufrimiento. Ellos llorarán y se lamentarán:

16 «¡Qué terrible!
    ¡Esto es muy terrible para la gran ciudad!
Se vestía con ropa de lino fino, de púrpura y de rojo.
    Llevaba oro, piedras preciosas y perlas.
17 Todas sus riquezas fueron destruidas en tan sólo una hora».

Todos los capitanes de barco y todos los que viajaban por mar, los marineros y todos los que traficaban en el mar, se alejaron de Babilonia. 18 Cuando vieron que salía humo de ella, decían: «¡Nunca hubo una ciudad como esta gran ciudad!» 19 Luego, se echaron polvo sobre la cabeza, llorando y lamentándose:

«¡Qué terrible!
    ¡Esto es muy terrible para la gran ciudad!
Todos los que tenían barcos en el mar se enriquecieron gracias a ella,
    ¡pero fue destruida en tan sólo una hora!
20 ¡Oh, cielo, alégrate!
    ¡Alégrense el pueblo de Dios[a],
    junto con los apóstoles y profetas
porque Dios castigó a la ciudad de Babilonia
    por todo lo que les hizo a ustedes!»

21 Entonces, un ángel muy fuerte vino y tomó una piedra tan grande como una piedra de molino. La arrojó al mar y dijo:

«Así será derribada la gran ciudad de Babilonia.
    Nunca más se le volverá a ver.
22 Nunca más se oirá en ti la música
    de arpas, flautas, trompetas, ni cantantes.
Nunca más se encontrará en ti un artesano.
    Nunca más se oirá el sonido de la piedra de molino.
23 En ti nunca más brillará
    la luz de una lámpara.
Nunca más se escuchará
    la voz de un novio o de una novia.
Tus comerciantes eran los más importantes de la tierra.
    Todas las naciones fueron engañadas por tu magia.
24 Babilonia fue la culpable de la muerte de los profetas y del pueblo de Dios,
    y de todos los que fueron asesinados en la tierra».

Zacarías 14

El día del juicio

14 Se acerca el día en el que el SEÑOR vendrá a juzgar, y todo lo que les pertenece a ustedes será repartido delante de ustedes. Reuniré a todas las naciones para que luchen contra Jerusalén. La ciudad será capturada, las casas serán destruidas y las mujeres serán violadas. La mitad de la población será expulsada de su tierra, pero el resto de los habitantes permanecerá en la ciudad. Entonces el SEÑOR saldrá y luchará contra esas naciones, como ha peleado en batallas anteriores. Ese día, él subirá al monte de los Olivos que está al oriente de Jerusalén y el monte se abrirá en dos. La mitad de la montaña se moverá al norte y la otra mitad al sur. Ustedes tratarán de huir entre las montañas porque el valle se extenderá cada vez más. Huirán como huyeron del terremoto durante el reinado de Uzías, rey de Judá. Entonces el SEÑOR mi Dios vendrá junto con todos sus santos.

En ese tiempo no habrá día ni noche. Sólo el SEÑOR sabrá cómo, pero no habrá ni día ni noche. Será como un día sin fin; habrá luz incluso en la noche. Ese día saldrá agua fresca de Jerusalén.[a] La mitad del agua saldrá al mar oriental, y la otra mitad saldrá al mar occidental. El agua correrá todo el año, en verano y en invierno. Ese día, el SEÑOR será el Rey de toda la tierra. El SEÑOR será el único Dios que la gente adorará. 10 Toda la tierra alrededor de Jerusalén será transformada y quedará vacía como el desierto del Arabá. Será como un desierto desde Gueba hasta Rimón, al sur de Jerusalén. En cambio, Jerusalén será reconstruida y será habitada desde la puerta de Benjamín hasta la primera puerta, o sea la puerta de la Esquina, y desde la torre de Jananel hasta las bodegas de vino del rey. 11 La gente irá a vivir a esa ciudad y nunca más habrá enemigos en ella. Jerusalén vivirá segura.

12 Este será el castigo que el SEÑOR llevará a todas las naciones que lucharon en contra de Jerusalén: El cuerpo de sus enemigos se pudrirá en vida. Sus ojos se pudrirán en sus cuencas y su lengua se pudrirá en su boca. 13 El SEÑOR hará que sientan pánico. Lucharán entre ellos mismos y tratarán de matarse unos a otros. 14 Incluso Judá luchará en Jerusalén y las riquezas[b] de todas las naciones alrededor de la ciudad serán recolectadas. Se recolectará todo el oro, toda la plata y todas las prendas de vestir. 15 Los caballos, las mulas, los camellos y los burros, todos los animales de los enemigos sufrirán el mismo castigo. 16 Los sobrevivientes de todas las naciones que se pusieron en contra de Jerusalén irán a adorar al Rey, al SEÑOR Todopoderoso, año tras año, y celebrarán la fiesta de las Enramadas. 17 La nación que no suba a Jerusalén a adorar al Rey, el SEÑOR Todopoderoso, no recibirá nada de lluvia. 18 Si el pueblo de Egipto no sube a Jerusalén, de seguro caerá sobre ellos el castigo del SEÑOR. 19 Ese será el castigo para Egipto y para todas las naciones que no vengan a celebrar la fiesta de las Enramadas.

20 En ese tiempo hasta en las riendas de los caballos estarán escritas las palabras: «Propiedad sagrada del SEÑOR». Las ollas del templo del SEÑOR serán tan sagradas como los tazones que se colocan ante el altar. 21 Hasta el último plato de Jerusalén y de Judá será marcado con las palabras: «Propiedad sagrada del SEÑOR Todopoderoso»[c]. Todos los que ofrezcan animales como sacrificio vendrán al templo y en las ollas que hay allí hervirán sus alimentos reservados para el sacrificio. Ya no habrá más mercaderes en el templo del SEÑOR Todopoderoso.

Juan 17

Jesús ora por sus seguidores

17 Después de que Jesús dijo estas palabras, miró al cielo y dijo: «Padre, ha llegado el momento. Da honra a tu Hijo para que él pueda darte honra a ti. Le diste a tu Hijo autoridad sobre todo ser humano para que el Hijo le dé vida eterna a todo el que le has enviado. Esta es la vida eterna: que ellos te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú enviaste. Te he dado honra aquí en la tierra, porque he terminado lo que me dijiste que hiciera. Ahora dame honra en tu presencia, Padre. Dame la gloria que yo tenía junto a ti antes de que existiera el mundo.

»A los que me diste del mundo, les he mostrado cómo eres tú. Ellos eran tuyos y tú me los diste y han obedecido tu enseñanza. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti. Les he dado las enseñanzas que me diste y las aceptaron. Se han dado cuenta de que realmente vengo de ti y han creído que tú me enviaste. Oro por ellos y no por el mundo, pues son tuyos y tú me los diste. 10 Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío; yo recibo honra por medio de ellos.

11 »No me voy a quedar en el mundo, pero ellos están aquí y yo voy a ti. Padre santo, cuídalos por el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno así como tú y yo. 12 Mientras estuve con ellos, los protegí y ninguno de ellos se perdió, excepto el hombre que estaba destinado para la destrucción. Sucedió así para que se cumpliera lo que dice en las Escrituras.

13 »Ahora voy a donde tú estás, pero digo esto mientras que estoy en el mundo para que se llenen de toda mi alegría. 14 Les he dado tu enseñanza. El mundo los odia porque no son del mundo, así como yo no soy del mundo. 15 No te estoy pidiendo que los saques del mundo, sino que los protejas del maligno. 16 Ellos no son del mundo, como yo tampoco pertenezco al mundo. 17 Apártalos con la verdad para servirte sólo a ti; tu enseñanza es la verdad. 18 Los he mandado al mundo como tú me enviaste al mundo. 19 Me estoy preparando para servirte. Lo hago por ellos, para que ellos también estén preparados para servirte.

20 »Estoy orando por ellos, pero te pido también por los que creerán en mí por medio de la enseñanza de ellos. 21 Padre, te pido que todos los que crean en mí sean uno, así como tú estás en mí y yo estoy en ti. Te pido que ellos sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 Les he dado a ellos la misma gloria que tú me has dado para que sean uno, así como tú y yo somos uno. 23 Yo estaré en ellos y tú estarás en mí para que estén perfectamente unidos. Así el mundo sabrá que tú me enviaste y que tú los amas a ellos como me amas a mí.

24 »Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo esté para que ellos vean la gloria que tú me diste, pues tú me amaste antes de la creación del mundo. 25 Padre justo, la gente del mundo no te conoció, pero yo sé y ellos también saben que tú me enviaste. 26 Les mostré cómo eres, seguiré haciéndolo, para que el amor con que tú me amas esté en ellos, y yo viva en ellos».

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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