M’Cheyne Bible Reading Plan
Los descendientes de Adán
1 1-4 Los descendientes de Adán son:
Set,
Enós,
Cainán,
Mahalalel,
Jéred,
Henoc,
Matusalén,
Lámec,
Noé.
Los descendientes de Noé
Los descendientes de Noé son:
Sem,
Cam,
Jafet.
5 Jafet tuvo siete hijos:
Gómer,
Magog,
Madai,
Javán,
Tubal,
Mésec,
Tirás.
6 Gómer tuvo tres hijos:
Asquenaz,
Rifat,
Togarmá.
7 Javán tuvo cuatro hijos:
Elisá,
Tarsis,
Quitim,
Rodanim.
8 Cam tuvo cuatro hijos:
Cus,
Misraim,
Fut,
Canaán.
9-10 Cus tuvo seis hijos:
Sebá,
Havilá,
Sabtá,
Raamá,
Sabtecá,
Nimrod.
Nimrod llegó a ser muy poderoso en toda la tierra.
Raamá tuvo dos hijos:
Sebá,
Dedán.
11 Éstos son los pueblos que descienden de Misraim:
los ludeos,
los anameos,
los lehabitas,
los naftuhítas,
12 los patruseos,
los casluhítas
y los caftoritas.
Los filisteos descienden de los caftoritas.
13 Canaán tuvo dos hijos:
Sidón,
Het.
14-16 Éstos son los pueblos que descienden de Canaán:
los jebuseos,
los amorreos,
los gergeseos,
los heveos,
los araceos,
los sineos,
los arvadeos,
los semareos
y los hamateos.
Los descendientes de Sem
17 Sem, el primer hijo de Noé, tuvo cinco hijos:
Elam,
Asur,
Arfaxad,
Lud,
Aram.
Aram tuvo cuatro hijos:
Us,
Hul,
Mas,
Guéter.
18 Arfaxad tuvo un hijo, Sélah.
Sélah tuvo un hijo, Éber.
19 Éber tuvo dos hijos:
Péleg,
Joctán.
En los días cuando Péleg vivía, la gente se dividió. Entonces se formaron muchas tribus y pueblos.
20-23 Joctán tuvo trece hijos:
Almodad,
Sélef,
Hasar-mávet,
Jérah,
Hadoram,
Uzal,
Diclá,
Obal,
Abimael,
Sebá,
Ofir,
Havilá,
Jobab.
24 Los descendientes de Sem hasta Abram son los siguientes:
Arfaxad,
Sélah,
25 Éber,
Péleg,
Reú,
26 Serug,
Nahor,
Térah,
27 Abram.
A este Abram, Dios le puso por nombre Abraham.
La familia de Abraham
28-33 Abraham tuvo dos hijos:
Isaac,
Ismael.
Después, Abraham se casó con Queturá y tuvo seis hijos:
Zimrán,
Jocsán,
Medán,
Madián,
Isbac,
Súah.
Jocsán tuvo dos hijos:
Sebá,
Dedán.
Madián tuvo cinco hijos:
Efá,
Éfer,
Hanoc,
Abidá,
Eldaá.
La familia de Ismael
Ismael tuvo doce hijos:
Nebaiot,
Quedar,
Adbeel,
Mibsam,
Mismá,
Dumá,
Masá,
Hadad,
Temá,
Jetur,
Nafís,
Quedmá.
Los descendientes de Isaac
34 Isaac, el otro hijo de Abraham, tuvo dos hijos:
Esaú,
Jacob.
Los descendientes de Esaú
35-42 Esaú tuvo doce hijos:
Elifaz,
Reuel,
Jeús,
Jaalam,
Coré,
Lotán,
Sobal,
Sibón,
Aná,
Disón,
Éser,
Disán.
Elifaz tuvo siete hijos:
Temán,
Omar,
Sefó,
Gatam,
Quenaz,
Timná,
Amalec.
Reuel tuvo cuatro hijos:
Náhat,
Zérah,
Samá,
Mizá.
Lotán tuvo dos hijos:
Horí,
Hemam.
Lotán tuvo una hermana llamada Timná.
Sobal tuvo cinco hijos:
Alván,
Manáhat,
Ebal,
Sefó,
Onam.
Sibón tuvo dos hijos:
Aiá,
Aná.
Aná tuvo un hijo, Disón.
Disón tuvo cuatro hijos:
Hemdán,
Esbán,
Itrán,
Querán.
Éser tuvo tres hijos:
Bilhán,
Zaaván,
Jaacán.
Disán tuvo dos hijos:
Us,
Arán.
Los reyes de Edom
43-54 Antes de que hubiera reyes en Israel, los descendientes de Esaú, que vivían en Edom, tuvieron varios reyes. Cada rey gobernaba hasta el día de su muerte, y entonces otro ocupaba su lugar.
Ésta es la lista de los reyes de Edom:
Bela hijo de Beor, de la ciudad de Dinhaba.
Jobab hijo de Zérah, del pueblo de Bosrá.
Husam, de la región de Temán.
Hadad hijo de Bedad, de la ciudad de Avit.
Samlá, del pueblo de Masrecá.
Saúl, del pueblo de Rehobot, junto al Éufrates.
Baal-hanán hijo de Acbor.
Hadad, de la ciudad de Pau.
La esposa de Hadad de Pau se llamaba Mehetabel y era hija de Matred y nieta de Mezaab.
Hadad de Avit derrotó a Madián cuando pelearon en el campo de Moab. Después de que murió, los edomitas tuvieron a los siguientes jefes:
Timná,
Alvá,
Jetet,
Oholibamá,
Elá,
Pinón,
Quenaz,
Temán,
Mibsar,
Magdiel,
Iram.
La familia de Jacob
2 Jacob, a quien Dios llamó Israel, tuvo doce hijos:
Rubén,
Simeón,
Leví,
Judá,
Isacar,
Zabulón,
2 Dan,
José,
Benjamín,
Neftalí,
Gad,
Aser.
Los descendientes de Judá
3 Judá tuvo tres hijos con una cananea, hija de un hombre llamado Súa:
Er,
Onán,
Selá.
Er, el hijo mayor, fue tan malo que Dios le quitó la vida.
4 Luego Judá tuvo dos hijos con Tamar, su nuera:
Fares,
Zérah.
Judá tuvo, en total, cinco hijos.
5-17 Fares tuvo dos hijos:
Hesrón,
Hamul.
Hesrón tuvo tres hijos:
Jerahmeel,
Ram,
Caleb.
Los descendientes de Ram fueron:
Aminadab,
Nahasón,
Salmá,
Booz,
Obed,
Jesé.
Nahasón fue jefe de los descendientes de Judá.
Jesé tuvo siete hijos:
Eliab,
Aminadab,
Simá,
Natanael,
Radai,
Ósem,
David.
Jesé tuvo además dos hijas:
Seruiá,
Abigail.
Seruiá tuvo tres hijos:
Abisai,
Joab,
Asael.
Abigail se casó con Jéter el ismaelita, y tuvo un hijo, Amasá.
Zérah tuvo cinco hijos:
Zimrí,
Etán,
Hemán,
Calcol,
Dardá.
Etán tuvo un hijo, Azarías.
Carmí, bisnieto de Zérah, tuvo un hijo, Acar.[a]
En cierta ocasión, Dios castigó a todo el pueblo de Israel por culpa de Acar. Cuando Josué conquistó Ai, Dios le ordenó destruirlo todo. Nadie debía quedarse con nada de lo que había en la ciudad, pero Acar no obedeció, y se llevó algunos objetos.
La familia de Hesrón, nieto de Judá
18 Caleb, descendiente de Hesrón, tuvo dos mujeres, Azubá y Jeriot. Sus hijos fueron:
Jéser,
Sobab,
Ardón.
19 Cuando Azubá murió, Caleb se casó con Efrata, y con ella tuvo un hijo, Hur.
20 Hur tuvo un hijo, Urí.
Urí tuvo un hijo, Besalel.
21-23 Cuando Hesrón tenía sesenta años, se casó con la hija de Maquir, padre de Galaad. De ese matrimonio nació un hijo, Segub.
Luego, Segub tuvo un hijo llamado Jaír, quien gobernó veintitrés ciudades en la región de Galaad. Pero Guesur y Aram se apoderaron de sesenta ciudades, entre las cuales estaban los campamentos de Jaír y las aldeas de Quenat.
24 Después de que Hesrón murió en Caleb de Efrata, su mujer Abías tuvo un hijo, Ashur.
Ashur tuvo un hijo, Tecoa.
Los descendientes de Jerahmeel
25-26 Jerahmeel, hijo mayor de Hesrón, tuvo dos esposas; con una de ellas tuvo cinco hijos:
Ram,
Buná,
Oren,
Ósem,
Ahías.
Con su otra esposa, llamada Atará, tuvo un hijo, Onam.
27-41 Éstos fueron los descendientes de Jerahmeel:
Ram, tuvo tres hijos:
Maas,
Jamín,
Équer.
Onam tuvo dos hijos:
Samai,
Jadá.
Samai tuvo dos hijos:
Nadab,
Abisur.
Con su esposa Abihail, Abisur tuvo dos hijos:
Ahbán,
Molid.
Nadab tuvo dos hijos:
Séled,
Apaim.
Séled murió sin hijos.
Los descendientes de Apaim fueron:
Isí,
Sesán,
Ahlai.
Sesán no tuvo hijos; sólo tuvo hijas. Sesán tenía un esclavo egipcio llamado Jarhá, a quien le dio como esposa una de sus hijas, y ella tuvo un hijo, Atai.
Ésta es la lista de los descendientes de Atai:
Natán,
Zabad,
Eflal,
Obed,
Jehú,
Azarías,
Heles,
Elasá,
Sismai,
Salum,
Jecamías,
Elisamá.
Jadá tuvo dos hijos:
Jéter,
Jonatán.
Jonatán tuvo dos hijos:
Pélet,
Zazá.
Jéter murió sin tener hijos.
Los descendientes de Caleb
42 Caleb, hermano de Jerahmeel, tuvo dos hijos:
Mesá,
Maresá.
Mesá tuvo un hijo, Zif.
Maresá tuvo un hijo, Hebrón.
43 Hebrón tuvo cuatro hijos:
Coré,
Tapúah,
Réquem,
Sema.
44 Sema tuvo un hijo, Ráham.
Ráham tuvo un hijo, Jorcoam.
Réquem tuvo un hijo, Samai.
45 Samai tuvo un hijo, Maón.
Maón tuvo un hijo, Bet-sur.
46-49 Caleb tuvo dos mujeres: Efá y Maacá. Con Efá tuvo tres hijos:
Harán,
Mosá,
Gazez.
Harán tuvo un hijo. En honor de su hermano lo llamó Gazez.
Con Maacá tuvo cuatro hijos:
Séber,
Tirhaná,
Sáaf,
Sevá.
Sáaf tuvo un hijo, Madmaná.
Sevá tuvo dos hijos:
Macbená,
Guibeá.
Caleb tuvo también una hija, Acsa.
Los hijos de Jahdai, suegro de Caleb, fueron:
Réguem,
Jotam,
Guesán,
Pélet,
Efá,
Sáaf.
50-55 Hur, hijo mayor de Caleb y Efrata, tuvo tres hijos:
Sobal,
Salmá,
Haref.
Haref tuvo un hijo, Bet-gader.
Los descendientes de Sobal fueron:
Quiriat-jearim,
Reaías,
la mitad de los manahetitas.
Los grupos que descienden de Quiriat-jearim son:
los itritas,
los futitas,
los sumatitas
y los misraítas.
Los grupos que descienden de los misraítas son:
los soratitas,
y los estaolitas.
Los descendientes de Salmá fueron:
Belén,
Atrot-bet-joab,
los netofatitas,
la otra mitad de los manahetitas,
los soreítas
y las tribus de los soferitas.
Las tribus soferitas vivían en Jabés, y entre ellas estaban los tirateos, simateos y sucateos. Éstos son los quenitas que descienden de Hamat, padre de los recabitas.
Nuestro Jefe de sacerdotes es mejor
8 Lo más importante de todo esto es que tenemos un Jefe de sacerdotes que está en el cielo, sentado a la derecha del trono de Dios. 2 Ese sacerdote es Jesucristo, que actúa como sacerdote en el verdadero santuario,[a] es decir, en el verdadero lugar de adoración, hecho por Dios y no por nosotros los humanos.
3 Aquí en la tierra, se nombra a cada jefe de los sacerdotes para presentar a Dios las ofrendas y sacrificios del pueblo. Por eso, también Jesucristo tiene algo que ofrecer a Dios. 4 Si él estuviera aquí, no sería sacerdote, pues ya tenemos sacerdotes que presentan a Dios las ofrendas que ordena la ley de Moisés. 5 Pero el trabajo de esos sacerdotes nos da apenas una ligera idea de lo que pasa en el cielo. Por eso, cuando Moisés iba a construir el santuario, Dios le dijo: «Pon mucho cuidado, porque debes hacerlo todo siguiendo el modelo que te mostré en la montaña». 6 Pero el trabajo que Dios le dio a Jesucristo, nuestro Jefe de sacerdotes, es mucho mejor, y por medio de él tenemos también un pacto mejor, porque en él Dios nos hace mejores promesas.
El antiguo pacto
7 Si el pacto que Dios hizo antes con el pueblo de Israel hubiera sido perfecto, no habría sido necesario un nuevo pacto. 8 Pero al ver Dios que el pueblo no le obedecía como él esperaba, dijo:
«Viene el día
en que haré un nuevo pacto
con el pueblo de Israel
y con el pueblo de Judá.
9 »En el pasado,
tomé de la mano a sus antepasados
y los saqué de Egipto,
y luego hice un pacto con ellos.
Pero no lo cumplieron,
y por eso no me preocupé más por ellos.
10 »Por eso, éste será mi nuevo pacto
con el pueblo de Israel:
haré que mis enseñanzas
las aprendan de memoria,
y que sean la guía de su vida.
Yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.
Les juro que así será.
11 »Ya no hará falta
que unos sean maestros de otros,
y que les enseñen a conocerme,
porque todos me conocerán,
desde el más joven hasta el más viejo.
12 »Yo les perdonaré
todas sus maldades,
y nunca más me acordaré
de sus pecados.»
13 Cuando Dios habla de hacer con nosotros un nuevo pacto, es porque considera viejo el pacto anterior. Y lo que se considera viejo e inútil, ya está a punto de desaparecer.
Contra Moab
2 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Moab,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Quemaron los huesos del rey de Edom
hasta dejarlos hechos cenizas.
2 Por eso les prenderé fuego
a las ciudades de Moab,
y dejaré hechos cenizas
los palacios de Queriot;
¡ustedes, moabitas, perderán la vida
entre gritos de batalla
y toques de trompeta!
3 ¡Yo les quitaré la vida
a su rey y a sus jefes!
Les juro que así será».
Contra Judá
4 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, habitantes de Judá,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
Rechazaron mis enseñanzas
y no quisieron obedecerlas.
Prefirieron adorar a los dioses falsos
que antes adoraron sus antepasados.
5 »Por eso les prenderé fuego
a las ciudades de Judá,
y dejaré hechos cenizas
los palacios de Jerusalén».
Contra Israel
6 El Dios de Israel ha dicho:
«Ustedes, pueblo de Israel,
han llegado al colmo de la maldad.
Por eso, ¡no los perdonaré!
A la gente humilde y honrada
la venden como esclava
por unas cuantas monedas
y hasta por un par de zapatos;
7 a los pobres los humillan,
los arrastran por el suelo
y son injustos con ellos;
los padres y los hijos me ofenden
al tener relaciones sexuales
con una misma mujer.
8 Se acuestan con ella
junto a cualquier altar;
se acuestan sobre la ropa
que algún pobre les dejó
como garantía de pago;
con el dinero de multas injustas
compran vino y se emborrachan
en el templo de su dios.
9-10 »Pueblo de Israel,
yo los saqué de Egipto,
y durante cuarenta años
los guié a través del desierto;
destruí por completo a los amorreos
y les di a ustedes su país,
aunque ellos eran un pueblo
de mucha fuerza y gran estatura.
11 De entre los hijos de ustedes,
elegí a algunos como profetas
y a otros los aparté como nazireos.[a]
¡Díganme ustedes si miento!
Les juro que así fue.
12 »Pero ustedes, pueblo de Israel,
emborracharon a los nazireos
y no dejaron que los profetas
les comunicaran mis mensajes.
13 »Por eso, pueblo de Israel,
¡yo los aplastaré contra el suelo,
como si los aplastara
una carreta cargada de trigo!
14-15 De mí no podrán escapar
ni los corredores más veloces,
ni los soldados más fuertes,
ni los guerreros más valientes,
ni los flechadores más diestros,
ni los que huyan a caballo;
16 ¡hasta los más valientes
huirán desnudos ese día!
Les juro que así será.
¡Grande es Dios!
SALMO 145 (144)
David compuso este himno de alabanza.
145 1-2 Mi Dios y rey,
¡siempre te bendeciré
y alabaré tu grandeza!
3 ¡Grande eres, nuestro Dios,
y mereces nuestras alabanzas!
¡Tanta es tu grandeza
que no podemos comprenderla!
4-6 Nosotros hablaremos
del poder, belleza y majestad
de tus hechos maravillosos;
yo pensaré mucho en ellos
y los daré a conocer
a mis propios hijos.
7 Hablaremos de tu inmensa bondad,
y entre gritos de alegría
diremos que eres un Dios justo.
8-9 Dios mío,
tú eres tierno y bondadoso;
no te enojas fácilmente,
y es muy grande tu amor.
Eres bueno con tu creación,
y te compadeces de ella.
10 ¡Que te alabe tu creación!
¡Que te bendiga tu pueblo fiel!
11-12 ¡Que hablen de tu glorioso reino
y reconozcan tu belleza y tu poder!
¡Que anuncien tus grandes hechos
para que todo el mundo los conozca!
13 Tu reino siempre permanecerá,
pues siempre cumples tus promesas
y todo lo haces con amor.
14 Dios mío,
tú levantas a los caídos
y das fuerza a los cansados.
15 Los ojos de todos están fijos en ti;
esperando que los alimentes.
16 De buena gana abres la mano,
y das de comer en abundancia
a todos los seres vivos.
17 Dios mío,
tú siempre cumples tus promesas
y todo lo haces con amor.
18 Siempre estás cerca
de los que te llaman con sinceridad.
19 Tú atiendes los ruegos
de los que te honran;
les das lo que necesitan
y los pones a salvo.
20 Siempre estás pendiente
de todos los que te aman,
pero destruyes a los malvados.
21 ¡Mis labios siempre te alabarán!
¡La humanidad entera te bendecirá
ahora y siempre!
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