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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Reyes 4

Eliseo y el aceite de la viuda

Entonces una mujer, que fuera esposa de uno de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo:

—Tu siervo, mi marido, ha muerto. Tú sabes que tu siervo era temeroso del SEÑOR, pero el acreedor ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos suyos.

Y Eliseo le preguntó:

—¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa.

Ella respondió:

—Tu sierva no tiene ninguna cosa en casa, excepto un frasco de aceite.

Él le dijo:

—Ve y pide prestadas vasijas de fuera, de todas tus vecinas, vasijas vacías; no pidas pocas. Luego entra, cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos, y vierte el aceite en todas esas vasijas. Y cuando una esté llena, ponla aparte.

Ella se apartó de él y cerró la puerta detrás de sí y de sus hijos. Ellos le traían las vasijas, y ella vertía el aceite. Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo:

—Tráeme otra vasija.

Y le respondió:

—No hay más vasijas.

Entonces el aceite cesó. Luego ella fue y se lo contó al hombre de Dios, quien dijo:

—Anda, vende el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos vivan de lo que quede.

Eliseo anuncia un hijo a una sunamita

Aconteció que cierto día pasaba Eliseo por Sunem. Y había allí una mujer importante, quien lo invitó insistentemente a comer. Y sucedía que cada vez que él pasaba, entraba allí a comer. Entonces ella dijo a su marido:

—He aquí, yo sé que este hombre que siempre pasa por nuestra casa es un santo hombre de Dios. 10 Hagamos un pequeño cuarto en la azotea, y pongamos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara para él, a fin de que cuando venga a nosotros, pueda quedarse allí.

11 Aconteció que cierto día él llegó por allí, subió al cuarto y se acostó allí. 12 Entonces dijo a Guejazi, su criado:

—Llama a esta sunamita.

Cuando la llamó, ella se presentó delante de él; 13 y Eliseo dijo a Guejazi:

—Dile: “He aquí, tú te has preocupado de nosotros con todo este cuidado. ¿Qué se puede hacer por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al jefe del ejército?”.

Pero ella respondió:

—Yo habito en medio de mi pueblo.

14 Eliseo preguntó:

—¿Qué, pues, haremos por ella?

Y Guejazi respondió:

—A la verdad, ella no tiene hijos, y su marido es viejo.

15 Entonces Eliseo dijo:

—Llámala.

Él la llamó, y ella se detuvo a la puerta. 16 Entonces él dijo:

—El año que viene, por este tiempo, tú abrazarás un hijo.

Ella dijo:

—¡No, señor mío, hombre de Dios! ¡No engañes a tu sierva!

17 Pero la mujer concibió y dio a luz un hijo al año siguiente, por el tiempo que Eliseo le había dicho.

Eliseo resucita al hijo de la sunamita

18 Cuando el niño creció, sucedió cierto día que fue a donde estaban su padre y los segadores. 19 Y dijo a su padre:

—¡Mi cabeza, mi cabeza!

Y el padre dijo a su criado:

—Llévalo a su madre.

20 Lo tomó y lo llevó a su madre. El niño estuvo recostado[a] sobre las rodillas de ella hasta el mediodía; luego murió. 21 Entonces ella subió, lo acostó sobre la cama del hombre de Dios, cerró la puerta y salió. 22 Después llamó a su marido y le dijo:

—Te ruego que me mandes uno de los criados y una de las asnas, para que yo corra hacia el hombre de Dios y regrese.

23 Él preguntó:

—¿Para qué vas a verlo hoy? No es luna nueva ni sábado.

Y ella respondió:

—Paz.

24 Después hizo aparejar el asna y dijo a su criado:

—Toma la rienda y anda. No te detengas por mí en el viaje, a menos que yo te lo diga.

25 Ella se marchó y llegó a donde estaba el hombre de Dios, en el monte Carmelo. Y sucedió que cuando el hombre de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Guejazi:

—He allí la sunamita. 26 Ahora, por favor, corre a su encuentro y pregúntale: “¿Te va bien? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?”.

Y ella respondió:

—Bien.

27 Cuando ella llegó al monte, al hombre de Dios, se asió de sus pies. Guejazi se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios le dijo:

—Déjala, porque su alma está en amargura. El SEÑOR me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.

28 Ella dijo:

—¿Acaso pedí yo un hijo a mi señor? ¿No te dije que no me llenaras de falsas esperanzas?

29 Entonces él dijo a Guejazi:

—Ciñe tus lomos, toma mi bastón en tu mano y anda. Si encuentras a alguien, no lo saludes. Si alguien te saluda, no le respondas. Y pon mi bastón sobre la cara del niño.

30 La madre del niño dijo:

—¡Vive el SEÑOR, y vive tu alma, que no me apartaré de ti!

31 Entonces él se levantó y la siguió. Guejazi se adelantó a ellos y puso el bastón sobre la cara del niño. Pero este no habló ni reaccionó, de modo que Guejazi volvió al encuentro de Eliseo y le dijo:

—El niño no se ha despertado.

32 Cuando Eliseo llegó a la casa, he aquí que el niño estaba muerto, tendido sobre su cama. 33 Entonces entró, cerró la puerta detrás de ellos dos, y oró al SEÑOR. 34 Después subió y se echó sobre el niño, su boca sobre su boca, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos. Así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. 35 Luego se volvió y se paseaba por la casa de un lado a otro. Después subió y se tendió sobre el niño, y el niño estornudó siete veces. Luego el niño abrió sus ojos. 36 Entonces Eliseo llamó a Guejazi y le dijo:

—Llama a esta sunamita.

Él la llamó, y cuando ella entró, Eliseo le dijo:

—Toma a tu hijo.

37 Cuando ella entró, se echó a los pies de él, y se postró en tierra. Después tomó a su hijo y salió.

Eliseo elimina el veneno del guiso

38 Eliseo regresó a Gilgal, cuando había hambre en el país. Los hijos de los profetas estaban sentados delante de él. Entonces dijo a su criado:

—Pon la olla grande y prepara un guiso para los hijos de los profetas.

39 Uno de ellos salió al campo para recoger hierbas, y halló una vid silvestre. Tomó de ella calabazas silvestres llenando su falda; y cuando regresó, las cortó en tajadas echándolas en la olla del guiso, aunque no sabía qué eran. 40 Luego lo sirvieron para que comieran los hombres. Pero sucedió que cuando comían del guiso, ellos gritaron diciendo:

—¡Oh hombre de Dios, hay muerte en la olla!

Y no lo pudieron comer. 41 Entonces Eliseo dijo:

—Traigan harina.

La esparció en la olla y dijo:

—Sirve a la gente para que coman.

Y ya no hubo nada malo en la olla.

Eliseo multiplica el pan

42 Entonces vino un hombre de Baal-salisa, trayendo en su alforja alimentos de primicias para el hombre de Dios: veinte panes de cebada y espigas de grano nuevo.

Y Eliseo dijo:

—Da a la gente para que coma.

43 Y su criado respondió:

—¿Cómo voy a poner esto delante de cien hombres?

Pero él volvió a decir:

—Da a la gente para que coma, porque así ha dicho el SEÑOR: “Comerán, y sobrará”.

44 Entonces él lo puso delante de ellos. Y comieron, y sobró, conforme a la palabra del SEÑOR.

1 Timoteo 1

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús[a] nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.

Contra las falsas enseñanzas

Como te rogué cuando partí para Macedonia, quédate en Éfeso para que requieras a algunos que no enseñen doctrinas extrañas ni presten atención a fábulas e interminables genealogías que sirven más a especulaciones que al plan de Dios, que es por la fe. Pero el propósito del mandamiento es el amor que procede de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe no fingida. Algunos de ellos, habiéndose desviado, se apartaron en pos de vanas palabrerías, queriendo ser maestros de la ley sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman con tanta seguridad.

Sabemos, sin embargo, que la ley es buena si uno la usa legítimamente. Y conocemos esto: que la ley no ha sido puesta para el justo sino para los rebeldes e insubordinados, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10 para los fornicarios, para los homosexuales, para los secuestradores, para los mentirosos, para los perjuros, y para cuanto haya contrario a la sana doctrina 11 según el evangelio de la gloria del Dios bendito que me ha sido encomendado.

Acción de gracias por el ministerio

12 Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel al ponerme en el ministerio 13 a pesar de que antes fui blasfemo, perseguidor e insolente. Sin embargo, recibí misericordia porque, siendo ignorante, lo hice en incredulidad. 14 Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. 15 Fiel es esta palabra y digna de toda aceptación: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16 No obstante, por esta razón recibí misericordia, para que Cristo Jesús mostrase en mí, el primero, toda su clemencia para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna. 17 Por tanto, al Rey de los siglos, al inmortal, invisible y único Dios[b], sean la honra y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

18 Este mandamiento te encargo, hijo Timoteo, conforme a las profecías que antes se hicieron acerca de ti, para que milites por ellas la buena milicia 19 manteniendo la fe y la buena conciencia, la cual algunos desecharon y naufragaron en cuanto a la fe. 20 Entre estos están Himeneo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar.

Daniel 8

El carnero y el macho cabrío

aEn el tercer año del reinado del rey Belsasar, yo, Daniel, tuve una visión después de aquella que había tenido anteriormente. Cuando tuve esta visión, yo estaba en Susa, que es la capital del reino, en la provincia de Elam. Tuve esta visión, estando junto al río Ulay. Alcé mis ojos y miré, y he aquí que había delante del río un carnero, el cual tenía dos cuernos; pero aunque eran altos y uno de ellos más alto que el otro, el más alto se erigió después. Vi que el carnero golpeaba con sus cuernos al oeste, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía prevalecer delante de él ni había quien escapara de su poder. Él hacía conforme a su voluntad y se engrandecía.

Mientras yo estaba considerando esto, he aquí que un macho cabrío venía de la parte del oeste sobre la superficie de toda la tierra, pero sin tocar la tierra. Aquel macho cabrío tenía un cuerno muy visible entre sus ojos. Fue hasta el carnero que tenía los dos cuernos, al cual yo había visto, que estaba de pie delante del río, y corrió contra él con la ira de su fuerza. Vi que llegó al carnero y se enfureció contra él; lo golpeó y quebró sus dos cuernos, pues el carnero no tenía fuerzas para quedar en pie delante de él. Por tanto, lo derribó a tierra y lo pisoteó. No hubo quien librara al carnero de su poder.

Entonces el macho cabrío se engrandeció sobremanera; y estando en su mayor poderío, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar crecieron otros cuatro cuernos muy visibles, hacia los cuatro vientos del cielo. Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño que creció mucho hacia el sur, hacia el este y hacia la tierra gloriosa. 10 Se engrandeció hasta el ejército del cielo; y echó por tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó. 11 Se engrandeció contra el Jefe del ejército. Por él fue quitado el sacrificio continuo y el lugar de su santuario fue derribado. 12 Por medio de la rebelión le fue entregado el ejército junto con el sacrificio continuo, y él echó por tierra la verdad; hizo cuanto quiso y fue prosperado.

13 Entonces oí a un santo que hablaba, y otro de los santos preguntó al que hablaba:

—¿Hasta cuándo será solo visión el sacrificio continuo y durará la rebelión desoladora, y serán pisoteados el santuario y el ejército?

14 Y él le[a] respondió:

—Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Luego el santuario será restaurado.

15 Sucedió que estando yo, Daniel, meditando en la visión y procurando entenderla, he aquí que alguien semejante a un hombre se puso de pie delante de mí. 16 Entonces oí una voz de hombre en medio del río Ulay, que gritó diciendo:

—¡Gabriel, explica a ese la visión!

17 Luego vino cerca de donde yo estaba. Y cuando llegó, me atemoricé y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo:

—Comprende, hijo de hombre, porque la visión tiene que ver con el tiempo del fin.

18 Mientras él hablaba conmigo, caí adormecido en tierra, sobre mi rostro. Pero él me tocó y me puso en pie, 19 y me dijo:

—He aquí que yo te mostraré lo que ha de venir al final de la indignación, porque el final será en el tiempo señalado. 20 En cuanto al carnero que has visto, que tenía cuernos, estos son los reyes de Media y de Persia. 21 El macho cabrío es el rey de Grecia. Y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el primer rey. 22 El cuerno que ha sido quebrado, y en cuyo lugar han aparecido cuatro cuernos, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación; pero no con la fuerza de él. 23 Al final del imperio de ellos, cuando los transgresores hayan llegado a su colmo, se levantará un rey de aspecto fiero y entendido en enigmas. 24 Su poder se incrementará, pero no por su propio poder. Él causará gran ruina y prosperará. Actuará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos. 25 Con su sagacidad hará prosperar en sus manos el engaño y su corazón se engrandecerá. Por sorpresa destruirá a muchos. Contra el Príncipe de los príncipes se levantará; pero será quebrantado, aunque no por mano humana. 26 La visión de la tarde y de la mañana, que ha sido declarada, es verídica. Guarda tú la visión, porque es para muchos días.

27 Yo, Daniel, perdí las fuerzas y estuve enfermo algunos días. Cuando me recuperé, atendí los negocios del rey. Yo estaba asombrado por la visión y no había quien la entendiera.

Salmos 116

Gratitud al ser librado de la muerte

116 Amo al SEÑOR,

pues ha escuchado mi voz
y mis súplicas,
porque ha inclinado a mí su oído. Por tanto, le invocaré todos mis días.
Me rodearon las ataduras
de la muerte;
me encontraron las angustias del Seol. En angustia y en dolor me encontraba.
Entonces invoqué el nombre del SEÑOR
diciendo: “¡Libra, oh SEÑOR,
mi vida!”.
Clemente y justo es el SEÑOR;
sí, misericordioso es nuestro Dios.
El SEÑOR guarda a los ingenuos;
estaba yo postrado, y él me salvó.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo porque el SEÑOR te ha favorecido.
Porque tú has librado
mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas
y mis pies de la caída.
Andaré delante del SEÑOR
en la tierra de los vivientes.
10 Creí; por tanto[a], hablé
estando afligido en gran manera.
11 Y dije en mi apresuramiento: “Todo hombre es mentiroso”.
12 ¿Qué daré al SEÑOR
por todas sus bendiciones
para conmigo?
13 Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del SEÑOR.
14 Cumpliré mis votos al SEÑOR delante de todo su pueblo.
15 Estimada es en los ojos del SEÑOR
la muerte de sus fieles.
16 Escúchame, oh SEÑOR, porque yo soy tu siervo;
soy tu siervo, hijo de tu sierva. Tú rompiste mis cadenas.
17 Te ofreceré sacrificio de acción
de gracias
e invocaré el nombre del SEÑOR.
18 Cumpliré mis votos al SEÑOR delante de todo su pueblo
19 en los atrios de la casa del SEÑOR,
en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya!

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano