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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
1 Reyes 1

Abisag la sunamita atiende a David

Cuando el rey David era anciano, de edad avanzada, lo cubrían con ropas, pero no se calentaba. Por tanto, sus servidores le dijeron: “Que busquen para mi señor el rey una joven virgen, a fin de que esté en la presencia del rey, lo atienda y duerma en sua seno, para que dé calor a mi señor el rey”.

Entonces buscaron a una joven bella por todo el territorio de Israel. Hallaron a Abisag la sunamita y la llevaron al rey. La joven era sumamente bella. Ella atendía al rey y le servía, pero el rey no la conoció.

Adonías procura usurpar el trono

Entonces Adonías, hijo de Haguit, se enalteció diciendo: “¡Yo seré rey!”. Y se consiguió un carro, jinetes y cincuenta hombres que corrieran delante de él. En toda su vida, su padre no lo había contrariado diciéndole: “¿Por qué has actuado así?”. Él era también de muy buena presencia y había nacido después de Absalón.

Adonías tenía tratos con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar. Ellos respaldaban a Adonías; pero el sacerdote Sadoc, Benaías hijo de Joyada, el profeta Natán, Simei, Rei[a] y los valientes que tenía David no seguían a Adonías. Adonías mató ovejas, vacas y ganado engordado junto a la peña de Zojélet, que está cerca de En-rogel; e invitó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, servidores del rey. 10 Pero no invitó al profeta Natán ni a Benaías ni a los valientes ni a su hermano Salomón.

David proclama rey a Salomón

11 Entonces Natán habló a Betsabé, madre de Salomón, diciendo:

—¿No has oído que reina Adonías, hijo de Haguit, sin que lo sepa nuestro señor David? 12 Ahora pues, ven, déjame darte un consejo para que salves tu vida y la vida de tu hijo Salomón: 13 Ve, entra a la presencia del rey David y dile: “Mi señor el rey, ¿no has jurado tú a tu sierva diciendo: ‘Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono’? ¿Por qué, pues, reina Adonías?”. 14 Mientras tú aún estés allí hablando con el rey, he aquí que yo entraré detrás de ti y confirmaré tus palabras.

15 Entonces Betsabé entró en el dormitorio del rey. El rey era muy anciano, y Abisag la sunamita le servía. 16 Betsabé se inclinó y se postró ante el rey, y este preguntó:

—¿Qué quieres?

17 Ella le respondió:

—Señor mío, tú has jurado a tu sierva por el SEÑOR tu Dios: “Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono”. 18 Pero ahora, he aquí que reina Adonías; y tú[b], mi señor el rey, no lo sabes. 19 Él ha matado numerosos bueyes, ganado engordado y ovejas; ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército; pero no ha invitado a tu siervo Salomón. 20 Ahora bien, oh mi señor el rey, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey, después de él. 21 De otra manera, acontecerá que cuando mi señor el rey repose con sus padres, mi hijo Salomón y yo seremos tenidos por culpables.

22 Y he aquí, mientras ella todavía hablaba con el rey, llegó el profeta Natán. 23 E informaron al rey diciendo:

—El profeta Natán está aquí.

Cuando él entró a la presencia del rey, se postró a tierra sobre su rostro ante el rey. 24 Entonces dijo Natán:

—Mi señor el rey, ¿has dicho tú: “Adonías reinará después de mí, y él se sentará en mi trono”? 25 Porque hoy ha descendido y ha matado numerosos bueyes, ganado engordado y ovejas. Ha invitado a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército[c] y al sacerdote Abiatar. He aquí, ellos están comiendo y bebiendo ante él, y han dicho: “¡Viva el rey Adonías!”. 26 Pero no me ha invitado a mí, tu siervo; ni al sacerdote Sadoc ni a Benaías hijo de Joyada ni a tu siervo Salomón. 27 ¿Ha sido ordenado este asunto por mi señor el rey, sin haber informado a tu siervo[d] quién se habría de sentar en el trono de mi señor el rey, después de él?

28 Entonces el rey David respondió diciendo:

—Llámenme a Betsabé.

Ella entró a la presencia del rey y se puso de pie delante de él. 29 Y el rey juró diciendo:

—¡Vive el SEÑOR que rescató mi alma de toda adversidad, 30 que como yo te he jurado por el SEÑOR Dios de Israel, diciendo: “Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en mi lugar”, ciertamente así lo haré en el día de hoy!

31 Entonces Betsabé se inclinó con el rostro a tierra y se postró ante el rey, diciendo:

—¡Viva para siempre mi señor, el rey David!

32 Y el rey David dijo:

—Llámenme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías hijo de Joyada.

Ellos entraron a la presencia del rey, 33 y el rey les dijo:

—Tomen con ustedes a los servidores de su señor, hagan montar a mi hijo Salomón sobre mi mula y háganlo descender a Guijón. 34 El sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungirán allí rey de Israel. Luego tocarán la corneta y dirán: “¡Viva el rey Salomón!”. 35 Después subirán ustedes detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará en mi lugar; porque a él lo he designado para que sea el soberano de Israel y de Judá.

36 Benaías hijo de Joyada respondió al rey diciendo:

—¡Amén! Así lo diga el SEÑOR, Dios de mi señor el rey. 37 De la manera que el SEÑOR ha estado con mi señor el rey, así esté con Salomón y engrandezca su trono más que el trono de mi señor, el rey David.

38 El sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaías hijo de Joyada, los quereteos y los peleteos descendieron e hicieron montar a Salomón sobre la mula del rey David y lo condujeron a Guijón. 39 Entonces el sacerdote Sadoc tomó del tabernáculo el cuerno de aceite y ungió a Salomón. Luego tocaron la corneta, y todo el pueblo gritó:

—¡Viva el rey Salomón!

40 Después todo el pueblo subió tras él. La gente tocaba flautas y se regocijaba con tal regocijo que la tierra se partía con el estruendo de ellos.

Salomón perdona la vida a Adonías

41 Cuando habían acabado de comer, Adonías lo oyó, junto con todos los invitados que estaban con él. Y al oír Joab el sonido de la corneta, dijo:

—¿Por qué se alborota la ciudad con bullicio?

42 Mientras él aún hablaba, he aquí que llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar; y Adonías le dijo:

—Entra, porque tú eres hombre valeroso y traerás buenas noticias.

43 Jonatán respondió y dijo a Adonías:

—Al contrario; porque nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón. 44 El rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, a Benaías hijo de Joyada y también a los quereteos y a los peleteos, los cuales lo han hecho montar sobre la mula del rey. 45 El sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han ungido rey en Guijón. De allá han subido con gran regocijo, y la ciudad está alborotada. Este es el bullicio que han oído. 46 Además, Salomón se ha sentado en el trono real. 47 También los servidores del rey han ido a congratular a nuestro señor el rey David, diciendo: “¡Tu Dios haga el nombre de Salomón más ilustre que tu nombre y engrandezca su trono más que el tuyo!”. El mismo rey ha hecho reverencia desde su cama, 48 y el rey también ha hablado así: “¡Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, que ha dado hoy quien[e] se siente en mi trono, y que mis ojos lo vean!”.

49 Entonces todos los invitados que estaban con Adonías se estremecieron, se levantaron y se fueron, cada uno por su camino. 50 Pero Adonías, temiendo a Salomón, se levantó y fue a asirse de los cuernos del altar[f]. 51 E informaron a Salomón diciendo:

—He aquí que Adonías tiene miedo del rey Salomón, y se ha asido de los cuernos del altar, diciendo: “¡Que me jure ahora el rey Salomón que no matará a espada a su siervo!”.

52 Entonces Salomón dijo:

—Si demuestra ser un hombre digno ni uno de sus cabellos caerá en tierra; pero si se halla maldad en él, morirá.

53 El rey Salomón mandó que lo hicieran bajar del altar. Él vino y se postró ante el rey Salomón. Y Salomón le dijo:

—Vete a tu casa.

Gálatas 5

Estad firmes en la libertad de Cristo

Estén, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no se pongan otra vez bajo el yugo de la esclavitud. He aquí yo, Pablo, les digo que si se dejan circuncidar, de nada les aprovechará Cristo. Y otra vez declaro a todo hombre que acepta ser circuncidado, que está obligado a cumplir toda la ley.

Ustedes, que pretenden ser justificados en la ley, ¡han quedado desligados de Cristo y de la gracia han caído! Porque nosotros por el Espíritu aguardamos por la fe la esperanza de la justicia. Pues en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada sino la fe que actúa por medio del amor.

Corrían bien. ¿Quién los estorbó para no obedecer a la verdad? Tal persuasión no proviene de aquel que los llama. Un poquito de levadura leuda toda la masa. 10 Yo confío en el Señor con respecto a ustedes que no pensarán de ninguna otra manera; y el que los inquieta llevará su castigo, sea quien sea. 11 Pero con respecto a mí, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué aún soy perseguido? En tal caso, se habría quitado el tropiezo de la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen los que los perturban!

Frutos de la carne y del Espíritu

13 Ustedes fueron llamados a la libertad, hermanos; solamente que no usen la libertad como pretexto para la carnalidad. Más bien, sírvanse los unos a los otros por medio del amor, 14 porque toda la ley se ha resumido en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo[a]. 15 Pero si se muerden y se comen los unos a los otros, miren que no sean consumidos los unos por los otros.

16 Digo, pues: Anden en el Espíritu, y así jamás satisfarán los malos deseos de la carne. 17 Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente para que no hagan lo que quisieran. 18 Pero si son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley.

19 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: inmoralidad sexual[b], impureza, desenfreno, 20 idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones, partidismos, 21 envidia[c], borracheras, orgías y cosas semejantes a estas, de las cuales les advierto, como ya lo hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.

22 Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley 24 porque los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

25 Ahora que vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu. 26 No seamos vanidosos, irritándonos unos a otros y envidiándonos unos a otros.

Ezequiel 32

Lamento por el rey de Egipto

32 Aconteció en el primer día del mes duodécimo[a] del año doce que vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: “Oh hijo de hombre, entona un lamento por el faraón, rey de Egipto, y dile:

“‘Has llegado a ser semejante

a un león de las naciones.

Tú eres como el monstruo de los mares; irrumpes en tus ríos,

agitas las aguas con tus pies

y enlodas sus corrientes.

Así ha dicho el SEÑOR Dios[b]: Extenderé contra ti mi red

en medio de la reunión

de muchos pueblos,

y con mi malla te levantarán.

Te arrojaré en la tierra;

te lanzaré sobre la superficie

del campo.

Haré que las aves del cielo

habiten sobre ti;

haré que se sacien de ti las bestias

de toda la tierra.

Tus carnes expondré sobre los montes,

y llenaré los valles con tus restos.

Regaré la tierra con el correr

de tu sangre,

y de ti se llenarán las quebradas.

Cuando yo te haya extinguido, cubriré los cielos

y haré que se oscurezcan las estrellas. Cubriré el sol con una nube,

y dejará de alumbrar la luz de la luna.

Haré que se oscurezcan sobre ti todos los astros luminosos del cielo,

y traeré tinieblas sobre tu tierra, dice el SEÑOR Dios[c].

“‘Perturbaré el corazón de muchos pueblos cuando haga llevar a los tuyos

en cautividad[d] entre las naciones,

a tierras que jamás has conocido.

10 Haré que muchos pueblos

queden atónitos a causa de ti. Por tu causa sus reyes

se estremecerán de terror,

cuando yo esgrima mi espada ante sus rostros.

En el día de tu caída

todos temblarán a cada instante, cada uno por su propia vida.

11 Porque así ha dicho el SEÑOR Dios[e]:

La espada del rey de Babilonia vendrá contra ti.

12 Con espadas de hombres valientes haré caer tu multitud.

Todos ellos son los más crueles

de las naciones.

Destruirán la soberbia de Egipto,

y toda su multitud será deshecha.

13 Haré perecer todos sus animales

de junto a las muchas aguas. Nunca más las agitará

el pie del hombre

ni las agitarán las pezuñas

de los animales.

14 Entonces aquietaré sus aguas,

y haré que sus ríos corran como

el aceite, dice el SEÑOR Dios[f].

15 “‘Cuando yo convierta en desolación la tierra de Egipto y la tierra sea vaciada de su plenitud,

cuando yo haga morir a todos los que habitan en ella,

sabrán que yo soy el SEÑOR’.

16 “Este es un lamento, y lo entonarán. Las hijas de las naciones lo entonarán. Por Egipto y por toda su multitud lo entonarán”, dice el SEÑOR Dios[g].

Egipto yacerá en el Seol

17 Aconteció en el día quince del mes primero[h] del año doce que vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: 18 “Oh hijo de hombre, lamenta tú por la multitud de Egipto y hazlos descender, tanto a él como a las hijas de las naciones poderosas, a las partes más bajas de la tierra, junto con los que descienden a la fosa: 19 ‘¿A quién superas en hermosura? ¡Desciende para que te hagan yacer con los incircuncisos!’.

20 “En medio de los muertos a espada caerán. Él es entregado a la espada. Arrástrenlo con toda su multitud. 21 De en medio del Seol los más fuertes de los poderosos, con sus ayudadores, hablarán de él: ‘Ya han descendido y yacen con los incircuncisos, muertos a espada’.

22 “Allí está Asiria y toda su multitud alrededor de sus sepulcros. Todos ellos cayeron muertos a espada. 23 Sus sepulcros han sido puestos en los lugares más profundos de la fosa, y su multitud yace alrededor de su sepulcro. Todos ellos, los que impusieron su terror en la tierra de los vivientes, han caído muertos a espada.

24 “Allí está Elam, con toda su multitud alrededor de su sepulcro. Todos ellos cayeron muertos a espada y han descendido incircuncisos a las partes más bajas de la tierra, porque impusieron su terror en la tierra de los vivientes. Cargan con su afrenta, junto con los que descienden a la fosa. 25 En medio de los muertos le tendieron su lecho, y toda su multitud está alrededor de su sepulcro, todos incircuncisos, muertos a espada; porque impusieron su terror en la tierra de los vivientes. Cargan con su afrenta, junto con los que descienden a la fosa. Fue puesto en medio de los muertos.

26 “Allí están Mesec y Tubal, con toda su multitud alrededor de sus sepulcros, todos ellos incircuncisos, muertos a espada; porque impusieron su terror en la tierra de los vivientes. 27 No yacen con los valientes que cayeron, de entre los incircuncisos, los cuales descendieron al Seol con sus armas de guerra; cuyas espadas fueron puestas debajo de sus cabezas, y cuyos pecados quedaron puestos sobre sus huesos; porque impusieron su terror sobre los valientes en la tierra de los vivientes. 28 Tú, pues, serás quebrantado entre los incircuncisos, yacerás con los muertos a espada.

29 “Allí está Edom con sus reyes y todos sus dirigentes que en su poderío fueron puestos junto con los muertos a espada. Ellos yacen con los incircuncisos y con los que descienden a la fosa.

30 “Allí están los príncipes del norte, todos ellos, y todos los de Sidón, quienes a pesar del terror causado por su poderío yacen avergonzados, incircuncisos, junto con los muertos a espada. Y cargan con su afrenta, junto con los que descienden a la fosa.

31 “A estos mirará el faraón, y se consolará por toda su multitud, los muertos a espada, aun el faraón y todo el ejército, dice el SEÑOR Dios[i]. 32 Porque impuso[j] su terror en la tierra de los vivientes, también al faraón y a toda su multitud se les hará yacer entre los incircuncisos, con los muertos a espada”, dice el SEÑOR Dios[k].

Salmos 80

Súplica por la restauración

80 Al músico principal. Sobre Sosanim[a]. Testimonio. Salmo de Asaf.

¡Oh Pastor de Israel, escucha,
tú que conduces a José como
a un rebaño!
¡Tú, que estás entre los querubines, resplandece delante de Efraín,
de Benjamín y de Manasés!
Despierta tu poderío y ven
para salvarnos.
Oh Dios, ¡restáuranos!
Haz resplandecer tu rostro,
y seremos salvos.
SEÑOR Dios de los Ejércitos, ¿hasta cuándo has de mostrar
tu indignación
contra la oración de tu pueblo?
Nos[b] has dado a comer pan
de lágrimas.
Nos[c] has dado a beber lágrimas en abundancia.
Nos has puesto por escarnio
a nuestros vecinos;
nuestros enemigos se mofan
de nosotros.
Oh Dios de los Ejércitos, ¡restáuranos! Haz resplandecer tu rostro,
y seremos salvos.
Trajiste una vid de Egipto;
echaste a las naciones y la plantaste.
Limpiaste el lugar delante de ella. Hiciste que echara raíz, y llenó
la tierra.
10 Los montes fueron cubiertos por
su sombra,
y sus ramas llegaron a ser como cedros de Dios.
11 Extendió sus ramas hasta el mar,
y hasta el Río sus renuevos.
12 ¿Por qué has roto sus cercas
de modo que la vendimien todos los que pasan por el camino?
13 El jabalí salvaje la devasta;
las criaturas del campo se alimentan de ella.
14 Oh Dios de los Ejércitos, vuelve, por favor;
mira desde el cielo, considera
y visita esta viña,
15 la cepa que plantó tu diestra;
el hijo que fortaleciste para ti.
16 Está quemada con fuego;
la han cortado.
Perecen por la reprensión de tu rostro.
17 Sea tu mano sobre el hombre
de tu diestra,
sobre el hijo del hombre que
fortaleciste para ti mismo.
18 Así no nos apartaremos de ti; nos darás vida e invocaremos
tu nombre.
19 Oh SEÑOR Dios de los Ejércitos, ¡restáuranos!
Haz resplandecer tu rostro
y seremos salvos.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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