Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Jueces 15

Sansón se venga de los de Timnat

15 Después de algún tiempo, en los días de la siega del trigo, Sansón fue a visitar a su mujer llevándole un cabrito del rebaño. Y pensó: “Me uniré a mi mujer en el cuarto”. Pero el padre de ella no lo dejó entrar. El padre de ella dijo:

—Pensé que la aborrecías del todo y se la di a tu compañero. Pero su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, por favor, para ti en su lugar.

Sansón le[a] respondió:

—¡Esta vez yo quedaré sin culpa ante los filisteos, si les hago algún mal!

Sansón se fue, atrapó trescientas zorras, tomó teas y atando las zorras por las colas, puso una tea entre cada dos colas. Después prendió fuego a las teas, soltó las zorras en los trigales de los filisteos, y quemó las gavillas y la mies por segar, y hasta las viñas y los olivares.

Entonces los filisteos preguntaron:

—¿Quién ha hecho esto?

Y les respondieron:

—Sansón, el yerno del timnateo, porque este le quitó su mujer y se la dio a su compañero.

Los filisteos fueron y quemaron a la mujer y a su padre. Entonces Sansón les dijo:

—Puesto que han actuado así, ¡ciertamente no pararé hasta haberme vengado de ustedes!

Entonces los golpeó en el muslo y en la cadera, con gran mortandad. Luego descendió y habitó en la cueva de la peña de Etam.

Sansón mata mil filisteos en Leji

Entonces los filisteos subieron y acamparon en Judá, extendiéndose hasta Leji. 10 Y los hombres de Judá les preguntaron:

—¿Por qué han subido contra nosotros?

Ellos respondieron:

—Hemos subido para prender a Sansón, a fin de hacerle lo mismo que él nos ha hecho.

11 Entonces bajaron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam y preguntaron a Sansón:

—¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Qué es esto que nos has hecho?

Él les respondió:

—Lo mismo que ellos me han hecho a mí, eso les he hecho yo a ellos.

12 Entonces le dijeron:

—Hemos venido para prenderte y entregarte en mano de los filisteos.

Y Sansón les dijo:

—Júrenme que ustedes no me matarán.

13 Le respondieron:

—No; de ninguna manera te mataremos. Solo te ataremos bien y te entregaremos en su mano.

Entonces lo ataron con dos cuerdas nuevas y lo hicieron subir de la peña. 14 Cuando llegaba hasta Leji, los filisteos salieron a su encuentro con gritos de júbilo. Entonces el Espíritu del SEÑOR descendió con poder sobre él, las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado al fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos. 15 Y hallando una quijada de asno todavía fresca, extendió la mano, la tomó y mató con ella a mil hombres. 16 Entonces dijo Sansón:

—Con una quijada de asno

los amontoné a montones[b];
con una quijada de asno
he matado a mil varones.

17 Cuando acabó de hablar, arrojó la quijada de su mano. Y llamó a aquel lugar Ramat-leji[c].

Sansón en el manantial de En-hacoré

18 Teniendo mucha sed, Sansón clamó al SEÑOR diciendo:

—Tú has dado esta gran liberación por mano de tu siervo; y ahora, ¿he de morir de sed y caer en mano de los incircuncisos?

19 Entonces Dios abrió la hondonada que hay en Leji, y de allí salió agua. Él bebió, recobró su fuerza y se reanimó. Por eso llamó el nombre de aquel lugar En-hacoré[d], que está en Leji hasta el día de hoy.

20 Sansón juzgó a Israel durante veinte años, en los días de los filisteos.

Hechos 19

Pablo en Éfeso

19 Mientras Apolos estaba en Corinto, aconteció que Pablo, después de recorrer las regiones interiores, bajó a Éfeso y encontró a ciertos discípulos. Entonces les dijo:

—¿Recibieron el Espíritu Santo cuando creyeron?

Ellos le contestaron:

—Ni siquiera hemos oído que haya Espíritu Santo.

Entonces dijo:

—¿En qué, pues, fueron bautizados?

Ellos respondieron:

—En el bautismo de Juan.

Y dijo Pablo:

—Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús.

Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y ellos hablaban en lenguas y profetizaban. Eran entre todos como doce hombres.

Durante unos tres meses, entrando en la sinagoga, Pablo predicaba con valentía discutiendo y persuadiendo acerca de las cosas del reino de Dios. Pero como algunos se endurecían y rehusaban creer, hablando mal del Camino delante de la multitud, se separó de ellos y tomó a los discípulos aparte, discutiendo cada día en la escuela de Tirano. 10 Esto continuó por dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, tanto judíos como griegos, oyeron la palabra del Señor[a].

11 Dios hacía milagros extraordinarios por medio de las manos de Pablo; 12 de tal manera que hasta llevaban pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo para ponerlos sobre los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían de ellos. 13 Pero también algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, se pusieron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo:

—¡Les conjuro por el Jesús que Pablo predica!

14 Eran siete hijos de un tal Esceva, un judío, principal de los sacerdotes, los que hacían esto. 15 Pero el espíritu malo respondió y les dijo:

—A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero ustedes, ¿quiénes son?

16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo se lanzó sobre ellos, los dominó a todos y prevaleció contra ellos, de tal manera que huyeron desnudos y heridos de aquella casa. 17 Este acontecimiento fue conocido por todos los que habitaban en Éfeso, tanto judíos como griegos. Cayó temor sobre todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era magnificado.

18 Muchos de los que habían creído venían confesando y reconociendo sus prácticas públicamente. 19 Asimismo, un buen número de los que habían practicado la magia trajeron sus libros y los quemaron delante de todos. Calcularon su valor y hallaron que era de cincuenta mil monedas de plata. 20 De esta manera crecía la palabra del Señor y prevalecía poderosamente.

21 Cuando estas cosas se cumplieron, Pablo propuso en su espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: “Después que haya estado en Jerusalén, me será preciso ver también a Roma”. 22 Y después de enviar a Macedonia a dos de los que le ayudaban, a Timoteo y a Erasto, él mismo se detuvo por algún tiempo en Asia.

Alboroto de los plateros en Éfeso

23 En aquel entonces se produjo un alboroto no pequeño acerca del Camino. 24 Porque cierto platero, llamado Demetrio, que elaboraba en plata templecillos de Artemisa[b], y daba no poca ganancia a los artesanos, 25 reunió a estos con los obreros de oficios semejantes y les dijo:

—Hombres, saben que nuestra prosperidad proviene de este oficio; 26 y ven y oyen que no solamente en Éfeso, sino también en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido y apartado a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. 27 No solamente hay el peligro de que este negocio nuestro caiga en descrédito, sino también que el templo de la gran diosa Artemisa sea estimado en nada, y que pronto sea despojada de su majestad aquella a quien adoran toda el Asia y el mundo.

28 Al oír estas palabras se llenaron de ira y gritaron diciendo:

—¡Grande es Artemisa de los efesios!

29 Y la ciudad se llenó de confusión. Se lanzaron unánimes al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios y compañeros de Pablo. 30 Aunque Pablo quería salir a la multitud, los discípulos no se lo permitieron. 31 También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, enviaron a él y le rogaron que no se presentara en el teatro. 32 Unos gritaban una cosa, y otros otra cosa; porque la concurrencia estaba confusa, y la mayor parte ni sabía por qué se había reunido.

33 Entonces algunos de entre la multitud dieron instrucciones a Alejandro, a quien los judíos habían empujado hacia adelante. Y Alejandro, pidiendo silencio con la mano, quería hacer una defensa ante el pueblo. 34 Pero reconociendo que era judío, todos volvieron a gritar a una sola voz, por casi dos horas:

—¡Grande es Artemisa de los efesios!

35 Por fin, cuando el magistrado había apaciguado la multitud, dijo:

—Hombres de Éfeso, ¿qué hombre hay que no sepa que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la majestuosa Artemisa y de su imagen caída del cielo?[c]. 36 Ya que esto no puede ser contradicho, conviene que se apacigüen y que no hagan nada precipitado. 37 Pues han traído a estos hombres que ni han cometido sacrilegio ni han blasfemado a nuestra diosa. 38 Por tanto, si Demetrio y los artesanos que están con él tienen pleito contra alguien, se conceden audiencias y hay procónsules. ¡Que se acusen los unos a los otros! 39 Y si buscan alguna otra cosa, será deliberado en legítima asamblea. 40 Pero hay peligro de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, sin que tengamos ninguna causa por la cual podamos dar razón de este tumulto.

41 Y habiendo dicho esto, disolvió la concurrencia.

Jeremías 28

Las falsas profecías de Ananías

28 Aconteció en el mismo año, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, en el mes quintoc del cuarto año, que Ananías hijo de Azur, que era el profeta de Gabaón, me habló en la casa del SEÑOR, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo:

—Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel, diciendo: “He roto el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa del SEÑOR que Nabucodonosor rey de Babilonia tomó de este lugar y los llevó a Babilonia. También haré volver a este lugar a Joaquín[a] hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los de Judá que fueron llevados cautivos a Babilonia, porque romperé el yugo del rey de Babilonia”, dice el SEÑOR.

Entonces el profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba de pie en la casa del SEÑOR. Y el profeta Jeremías dijo:

—¡Así sea! Así lo haga el SEÑOR. Confirme el SEÑOR las palabras que has profetizado, para hacer volver de Babilonia a este lugar los utensilios de la casa del SEÑOR y a todos los que fueron llevados cautivos. Sin embargo, escucha esta palabra que yo hablo a tus oídos y a oídos de todo el pueblo: Los profetas que vinieron antes de ti y antes de mí, desde tiempos antiguos, profetizaron de guerras, de desastres y de pestes contra muchas tierras y contra grandes reinos. En cuanto al profeta que profetiza paz, cuando su palabra se cumpla, se reconocerá que a tal profeta verdaderamente lo ha enviado el SEÑOR.

10 Entonces el profeta Ananías quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo rompió. 11 Y Ananías habló en presencia de todo el pueblo, diciendo:

—Así ha dicho el SEÑOR: “De esta manera romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, del cuello de todas las naciones, dentro de dos años”.

Y Jeremías se fue por su camino.

Castigo del falso profeta Ananías

12 Después que el profeta Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo:

13 —Ve, habla a Ananías y dile que así ha dicho el SEÑOR: “Tú has roto yugos de madera, pero en lugar de ellos harás yugos de hierro”. 14 Porque así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “He puesto un yugo de hierro sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán. Le he dado a él aun los animales del campo”.

15 Entonces el profeta Jeremías dijo al profeta Ananías:

—Escucha, Ananías: El SEÑOR no te ha enviado, y tú has hecho que este pueblo confíe en la mentira. 16 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR: “He aquí, yo te quito de sobre la faz de la tierra. Morirás en este mismo año, porque incitaste a la rebelión contra el SEÑOR”.

17 En el mismo año, en el mes séptimo[b], murió Ananías.

Marcos 14

Acuerdo para matar a Jesús

14 Dos días después era la Pascua y la fiesta de los Panes sin levadura. Y los principales sacerdotes y los escribas estaban buscando cómo prenderlo por engaño y matarlo pues decían: “No en la fiesta, de modo que no se haga alboroto en el pueblo”.

Jesús es ungido en Betania

Estando él en Betania sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer que tenía un frasco de alabastro con perfume de nardo puro de gran precio. Y quebrando el frasco de alabastro, lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Pero había allí algunos que se indignaron entre sí y dijeron:

—¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podría haberse vendido este perfume por casi un año de salario y haberse dado a los pobres.

Y murmuraban contra ella, pero Jesús dijo:

—Déjenla. ¿Por qué la molestan? Ella ha hecho una buena obra conmigo. Porque siempre tienen a los pobres con ustedes, y cuando quieren les pueden hacer bien, pero a mí no siempre me tienen. Ella ha hecho lo que podía, porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. De cierto les digo que dondequiera que sea predicado este evangelio en todo el mundo, también lo que esta ha hecho será contado para memoria de ella.

Judas ofrece traicionar a Jesús

10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo. 11 Ellos, al oírlo, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba cómo entregarlo en un momento oportuno.

Preparativos para la Pascua

12 El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la Pascua, sus discípulos le dijeron:

—¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?

13 Él envió a dos de sus discípulos y les dijo:

—Vayan a la ciudad, y les saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo 14 y, donde entre, digan al dueño de casa: “El Maestro dice: ‘¿Dónde está mi habitación donde he de comer la Pascua con mis discípulos?’”. 15 Y él les mostrará un gran aposento alto ya dispuesto y preparado. Preparen allí para nosotros.

16 Salieron sus discípulos, entraron en la ciudad, hallaron como les había dicho y prepararon la Pascua.

Jesús anuncia la traición de Judas

17 Al atardecer fue con los doce 18 y, cuando estaban sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo:

—De cierto les digo que uno de ustedes, el que come conmigo, me va a entregar.

19 Entonces comenzaron a entristecerse y a decirle uno tras otro:

—¿Acaso seré yo?

20 Él les dijo:

—Es uno de los doce, el que moja el pan conmigo en el plato. 21 A la verdad, el Hijo del Hombre va, tal como está escrito de él. Pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo del Hombre! Bueno le fuera a aquel hombre no haber nacido.

La Cena del Señor

22 Mientras ellos comían, Jesús tomó pan y lo bendijo; lo partió, les dio y dijo:

—Tomen; esto es mi cuerpo.

23 Tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio y bebieron todos de ella. 24 Y él les dijo:

—Esto es mi sangre del pacto[a], la cual es derramada a favor de muchos. 25 De cierto les digo que no beberé más del fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios.

26 Y después de cantar un himno, salieron al monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro

27 Entonces Jesús les dijo:

—Todos se escandalizarán de mí; porque está escrito: Heriré al Pastor y serán dispersadas las ovejas[b]. 28 Pero después de haber resucitado iré delante de ustedes a Galilea.

29 Entonces Pedro le dijo:

—Aunque todos sean escandalizados, yo no.

30 Jesús le dijo:

—De cierto te digo que hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, tú me negarás tres veces.

31 Pero él le decía con mayor insistencia:

—Aunque me sea necesario morir contigo, jamás te negaré.

También todos decían lo mismo.

Angustia de Jesús en Getsemaní

32 Llegaron al lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos:

—Siéntense aquí mientras yo oro.

33 Tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. 34 Y les dijo:

—Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Quédense aquí y velen.

35 Pasando un poco adelante, se postraba en tierra y oraba que de ser posible, pasase de él aquella hora. 36 Decía:

—¡Abba, Padre, todo es posible para ti! ¡Aparta de mí esta copa! Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.

37 Volvió y los halló durmiendo, y le dijo a Pedro:

—Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una sola hora? 38 Velen y oren, para que no entren en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto pero la carne es débil.

39 De nuevo se apartó y oró diciendo las mismas palabras. 40 Cuando vino otra vez, los halló durmiendo porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y no sabían qué responderle.

41 Volvió por tercera vez y les dijo:

—¿Todavía están durmiendo y descansando? Basta ya. La hora ha venido. He aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42 ¡Levántense, vamos! He aquí, está cerca el que me entrega.

Jesús es arrestado

43 En seguida, mientras él aún hablaba, llegó Judas, uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. 44 El que lo entregaba les había dado señal diciendo: “Al que yo bese, ese es. Préndanlo y llévenlo con seguridad”. 45 Cuando llegó, de inmediato se acercó a él y dijo:

—¡Rabí!

Y le besó. 46 Entonces ellos le echaron mano y lo prendieron; 47 pero uno de los que estaban allí, sacando su espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.

48 Jesús respondió y les dijo:

—¿Como contra un asaltante han salido con espadas y palos para prenderme? 49 Cada día yo estaba delante de ustedes enseñando en el templo, y no me prendieron. Pero así es, para que se cumplan las Escrituras.

50 Entonces todos los suyos lo abandonaron y huyeron. 51 Pero cierto joven, habiendo cubierto su cuerpo desnudo con una sábana, lo seguía; y lo prendieron. 52 Pero él, dejando la sábana, huyó desnudo.

Jesús ante el Sanedrín

53 Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote; y se reunieron con él todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas. 54 Y Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote, y estaba sentado con los guardias y se calentaba ante el fuego.

55 Los principales sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban testimonio contra Jesús para entregarlo a muerte, pero no lo hallaban. 56 Porque muchos daban falso testimonio contra Jesús, pero sus testimonios no concordaban. 57 Entonces se levantaron unos y dieron falso testimonio contra él diciendo:

58 —Nosotros le oímos decir: “Yo derribaré este templo que ha sido hecho con manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos”.

59 Pero ni aun así concordaba el testimonio de ellos. 60 Entonces el sumo sacerdote se levantó en medio y le preguntó a Jesús diciendo:

—¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti?

61 Pero él callaba y no respondió nada. Otra vez el sumo sacerdote le preguntó y le dijo:

—¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?

62 Jesús le dijo:

—Yo soy. Y además, verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder[c] y viniendo con las nubes del cielo[d].

63 Entonces el sumo sacerdote rasgó su vestidura y dijo:

—¿Qué más necesidad tenemos de testigos? 64 Ustedes han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?

Y todos ellos lo condenaron como reo de muerte. 65 Algunos comenzaron a escupirle, a cubrirle la cara y a darle bofetadas diciendo:

—¡Profetiza!

También los guardias lo recibieron a bofetadas.

Pedro niega a Jesús

66 Estando Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote. 67 Cuando vio a Pedro calentándose, se fijó en él y le dijo:

—¡Tú también estabas con Jesús de Nazaret!

68 Pero él negó diciendo:

—No lo conozco, ni sé lo que dices.

Y salió afuera a la entrada, y el gallo cantó. 69 Cuando la criada lo vio, comenzó otra vez a decir a los que estaban allí:

—Este es uno de ellos.

70 Pero él negó otra vez.

Poco después, los que estaban allí decían otra vez a Pedro:

—Verdaderamente tú eres uno de ellos, porque eres galileo[e].

71 Pero él comenzó a maldecir y a jurar:

—¡No conozco a este hombre de quien hablan!

72 Y en seguida cantó el gallo por segunda vez; y Pedro se acordó de la palabra que Jesús le había dicho: “Antes que cante el gallo dos veces, me negarás tres veces”. Y pensando en esto, lloraba.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano