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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Jueces 11:12-40

Jefté envía mensajeros a Amón

12 Jefté envió mensajeros al rey de los hijos de Amón, diciendo: “¿Qué hay entre tú y yo, para que vengas a hacerme la guerra en mi tierra?”. 13 Y el rey de los hijos de Amón respondió a los mensajeros de Jefté: “Que Israel tomó mi tierra cuando subía de Egipto, desde el Arnón hasta el Jaboc y el Jordán. Por eso, devuélvela[a] ahora en paz”.

14 Jefté volvió a enviar mensajeros al rey de los hijos de Amón. 15 Y le dijeron: “Así ha dicho Jefté: Israel no tomó la tierra de Moab ni la tierra de los hijos de Amón. 16 Porque cuando subieron de Egipto, Israel fue por el desierto hasta el mar Rojo y llegó a Cades. 17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: ‘Por favor, déjame pasar por tu tierra’. Pero el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab, y él tampoco quiso. Por eso Israel se quedó en Cades. 18 Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, acampó al otro lado del Arnón, sin entrar en el territorio de Moab, porque el Arnón era la frontera de Moab. 19 Entonces Israel envió mensajeros a Sejón rey de los amorreos, rey de Hesbón, y le dijo Israel: ‘Por favor, déjame pasar por tu tierra hasta mi lugar’. 20 Pero Sejón no se fio de Israel para darle paso por su territorio; sino que, reuniendo Sejón a toda su gente, acampó en Jahaz y combatió contra Israel. 21 Pero el SEÑOR Dios de Israel entregó a Sejón y a toda su gente en mano de Israel, que los derrotó. E Israel tomó posesión de toda la tierra de los amorreos que habitaban en aquella región. 22 Y ellos tomaron posesión de todo el territorio de los amorreos desde el Arnón hasta el Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán. 23 Ahora pues, lo que el SEÑOR Dios de Israel quitó de los amorreos delante de su pueblo Israel, ¿vas a poseerlo tú? 24 ¿No poseerás tú lo que Quemós[b], tu dios, te haga poseer? Nosotros, pues, poseeremos todo lo que el SEÑOR nuestro Dios les quitó delante de nosotros. 25 Y ahora, ¿eres tú acaso en algún sentido mejor que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él pleito con Israel o hizo la guerra contra él? 26 Israel ha estado habitando trescientos años en Hesbón y sus aldeas, en Aroer y sus aldeas y en todas las ciudades que están junto al Arnón. ¿Por qué no las has recuperado en este tiempo? 27 Así que yo no he pecado contra ti, pero tú te comportas mal conmigo, haciéndome la guerra. Que el SEÑOR, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón”.

28 Sin embargo, el rey de los hijos de Amón no hizo caso del mensaje que Jefté le envió.

El desafortunado voto de Jefté

29 Entonces el Espíritu del SEÑOR vino sobre Jefté, quien pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa en Galaad, y de Mizpa en Galaad fue hacia los hijos de Amón.

30 Y Jefté hizo un voto al SEÑOR diciendo: “Si de veras entregas en mi mano a los hijos de Amón, 31 cualquiera que salga de las puertas de mi casa a mi encuentro, cuando yo vuelva en paz de los hijos de Amón, será del SEÑOR; y lo ofreceré en holocausto[c]”.

32 Jefté fue hacia los hijos de Amón para combatir contra ellos, y el SEÑOR los entregó en su mano. 33 Él les causó una gran derrota desde Aroer hasta la entrada de Minit, veinte ciudades; y hasta Abel-queramim. Así fueron sometidos los hijos de Amón por los hijos de Israel.

34 Entonces Jefté llegó a su casa en Mizpa. Y he aquí que su hija salió a su encuentro con panderos y danzas. Ella era su única hija; aparte de ella no tenía hijo ni hija. 35 Y sucedió que cuando él la vio, rasgó sus ropas y dijo:

—¡Ay, hija mía! ¡De veras me has abatido y estás entre los que me afligen! Porque he abierto mi boca ante el SEÑOR y no podré retractarme.

36 Entonces ella le respondió:

—Padre mío, puesto que has abierto tu boca ante el SEÑOR, haz conmigo de acuerdo con lo que salió de tu boca, ya que el SEÑOR ha hecho venganza contra tus enemigos, los hijos de Amón. 37 —Además dijo a su padre—: Que se me conceda esta petición: Déjame sola durante dos meses para que vaya y ande por los montes y llore mi virginidad[d], yo y mis compañeras.

38 Y él dijo:

—Ve.

La dejó ir por dos meses. Y ella se fue con sus compañeras por los montes, y lloró su virginidad. 39 Pasados los dos meses ella volvió a su padre, y él cumplió con ella el voto que había hecho. Ella no conoció varón. 40 De aquí proviene la costumbre en Israel de que año tras año las jóvenes de Israel van a entonar lamentos por la hija de Jefté el galaadita, cuatro días al año.

Hechos 15

El problema con los judaizantes

15 Entonces algunos que vinieron de Judea enseñaban a los hermanos: “Si no se circuncidan de acuerdo con el rito de Moisés, no pueden ser salvos”. Puesto que surgió una contienda y discusión no pequeña por parte de Pablo y Bernabé contra ellos, los hermanos determinaron que Pablo, Bernabé y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén a los apóstoles para tratar esta cuestión[a].

Entonces los que habían sido enviados por la iglesia pasaban por Fenicia y Samaria, contando de la conversión de los gentiles; y daban gran gozo a todos los hermanos.

Las deliberaciones en Jerusalén

Una vez llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y por los apóstoles y por los ancianos, y les contaron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos que habían creído se levantaron diciendo:

—Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés.

Entonces se reunieron los apóstoles y los ancianos para considerar este asunto. Como se produjo una grande contienda, se levantó Pedro y les dijo:

—Hermanos, ustedes saben que, desde los primeros días, Dios escogió entre ustedes que los gentiles oyeran por mi boca la palabra del evangelio y creyeran. Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio a favor de ellos al darles el Espíritu Santo igual que a nosotros, y no hizo ninguna diferencia entre nosotros y ellos, ya que purificó por la fe sus corazones. 10 Ahora pues, ¿por qué ponen a prueba a Dios, colocando sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11 Más bien, nosotros creemos que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.

12 Entonces toda la asamblea guardó silencio. Y escuchaban a Bernabé y a Pablo, mientras contaban cuántas señales y maravillas Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. 13 Cuando terminaron de hablar, Jacobo respondió diciendo:

—Hermanos, óiganme: 14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para su nombre. 15 Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 16 “Después de esto volveré y reconstruiré el tabernáculo de David, que está caído. Reconstruiré sus ruinas y lo volveré a levantar, 17 para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre”, 18 dice el Señor que hace[b] estas cosas[c], que son conocidas desde la eternidad[d]. 19 Por lo cual yo juzgo que no hay que inquietar a los gentiles que se convierten a Dios, 20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de inmoralidad sexual, de lo estrangulado y de sangre. 21 Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes le prediquen en las sinagogas, donde es leído cada sábado.

La carta a los creyentes gentiles

22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos con toda la iglesia que enviaran a unos hombres elegidos de entre ellos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, quienes eran hombres prominentes entre los hermanos. 23 Por medio de ellos escribieron:

Los apóstoles, los ancianos y los hermanos, a los hermanos gentiles que están en Antioquía, Siria y Cilicia. Saludos.

24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos instrucciones, les han molestado con palabras, trastornando sus vidas, 25 de común acuerdo nos ha parecido bien elegir unos hombres y enviarlos a ustedes con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26 hombres que han arriesgado su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Así que hemos enviado a Judas y a Silas, los cuales también les confirmarán de palabra el mismo informe.

28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que se abstengan de cosas sacrificadas a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de inmoralidad sexual[e]. Si se guardan de tales cosas, harán bien. Que les vaya bien.

30 Entonces, una vez despedidos, ellos descendieron a Antioquía; y cuando habían reunido a la asamblea, entregaron la carta. 31 Al leerla, se regocijaron a causa de esta palabra alentadora. 32 Judas y Silas, como también eran profetas, exhortaron a los hermanos con abundancia de palabras y los fortalecieron. 33 Después de pasar allí algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a los que los habían enviado. 34 [f], 35 Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con muchos otros.

Comienzo del segundo viaje misionero

36 Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: “Volvamos ya a visitar a los hermanos en todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están”.

37 Bernabé quería llevar consigo a Juan, llamado Marcos; 38 pero a Pablo le parecía bien no llevar consigo a quien se había apartado de ellos desde Panfilia y que no había ido con ellos a la obra. 39 Surgió tal desacuerdo entre ellos que se separaron el uno del otro. Bernabé tomó a Marcos y navegó a Chipre; 40 y Pablo escogió a Silas y salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor. 41 Luego recorría Siria y Cilicia, fortaleciendo a las iglesias.

Jeremías 24

Simbolismo de dos canastas de higos

24 Después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos a Joaquína hijo de Joacim, rey de Judá, a los magistrados de Judá, a los artesanos y a los herreros, de Jerusalén a Babilonia, el SEÑOR me mostró una visión: He aquí, dos canastas de higos estaban puestas delante del templo del SEÑOR. Una de las canastas tenía higos muy buenos, como brevas; la otra canasta tenía higos muy malos, tan malos que no se podían comer. Y el SEÑOR me dijo:

—¿Qué ves, Jeremías?

Yo dije:

—Higos. Higos buenos, muy buenos; e higos malos, muy malos, tan malos que no se pueden comer.

Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

—Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así consideraré, para bien, a los que fueron llevados cautivos de Judá, a quienes eché de este lugar a la tierra de los caldeos. Pondré mis ojos sobre ellos, para bien, y los haré volver a esta tierra. Los edificaré y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Les daré un corazón para que me conozcan, pues yo soy el SEÑOR. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón.

»Porque así ha dicho el SEÑOR: Como con los higos malos, que por ser tan malos no se pueden comer, así procederé con Sedequías rey de Judá, con sus magistrados, con el remanente de Jerusalén que ha sido dejado en esta tierra y con los que habitan en la tierra de Egipto, para mal. Y haré que ante todos los reinos de la tierra sean objeto de espanto, de oprobio, de refrán, de burla y de maldición en todos los lugares adonde yo los empuje. 10 Y enviaré sobre ellos la espada, el hambre y la peste, hasta que sean exterminados de sobre el suelo que les di a ellos y a sus padres.

Marcos 10

Una pregunta acerca del divorcio

10 Y levantándose de allí, fue a las regiones de Judea y de más allá del Jordán. Las multitudes volvieron a acudir a él, y de nuevo les enseñaba como él acostumbraba. Entonces se acercaron unos fariseos para probarle, y le preguntaron si era lícito al marido divorciarse de su mujer. Pero él respondió y les dijo:

—¿Qué les mandó Moisés?

Ellos dijeron:

—Moisés permitió escribir carta de divorcio y despedirla[a].

Pero Jesús les dijo:

—Ante la dureza de corazón de ustedes les escribió este mandamiento. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer[b]. Por esta causa el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y serán los dos una sola carne[c]. Así que, ya no son más dos sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.

10 En casa sus discípulos volvieron a preguntarle acerca de esto. 11 Él les dijo:

—Cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio contra ella. 12 Y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro comete adulterio.

Jesús bendice a los niños

13 Y le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. 14 Al verlo, Jesús se indignó y les dijo: “Dejen a los niños venir a mí, y no los impidan porque de los tales es el reino de Dios. 15 De cierto les digo que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño jamás entrará en él”. 16 Entonces, tomándolos en los brazos, puso las manos sobre ellos y los bendijo.

Jesús y el joven rico

17 Cuando salía para continuar su camino, un hombre vino corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó:

—Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?

18 Pero Jesús le dijo:

—¿Por qué me llamas “bueno”? Ninguno es bueno, sino solo uno, Dios. 19 Tú conoces los mandamientos: No cometas homicidio, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre[d].

20 Pero él le dijo:

—Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.

21 Entonces, al mirarlo Jesús, le amó y le dijo:

—Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

22 Pero él, abatido por esta palabra, se fue triste porque tenía muchas posesiones.

El peligro de las riquezas

23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:

—¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

24 Los discípulos se asombraron por sus palabras; pero Jesús, respondiendo de nuevo, les dijo:

—Hijitos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios![e]. 25 Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.

26 Pero ellos quedaron aun más atónitos diciendo entre sí:

—¿Y quién podrá ser salvo?

27 Entonces Jesús, mirándolos, les dijo:

—Para los hombres es imposible pero no para Dios. Porque para Dios todas las cosas son posibles.

28 Pedro comenzó a decirle:

—He aquí, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido.

29 Jesús le dijo:

—De cierto les digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre[f], o hijos, o campos, por causa de mí y del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones; y en la edad venidera, la vida eterna. 31 Pero muchos primeros serán los últimos, y los últimos, primeros.

Jesús anuncia su muerte y victoria

32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos. Estaban asombrados, y los que lo seguían tenían miedo. Entonces, volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a declarar las cosas que le estaban por acontecer:

33 —He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles. 34 Se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán; y después de tres días resucitará.

Petición de los hijos de Zebedeo

35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a él y le dijeron:

—Maestro, queremos que nos concedas lo que pidamos.

36 Él les dijo:

—¿Qué quieren que haga por ustedes?

37 Ellos dijeron:

—Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

38 Entonces Jesús les dijo:

—No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?

39 Ellos dijeron:

—Podemos.

Y Jesús les dijo:

—Beberán la copa que yo bebo, y serán bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado. 40 Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es mío concederlo, sino que es para quienes está preparado.

41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse con Jacobo y Juan. 42 Pero Jesús los llamó y les dijo:

—Ustedes saben que los que son tenidos por príncipes de los gentiles se enseñorean de ellos, y sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. 43 Pero no es así entre ustedes. Más bien, cualquiera que anhele hacerse grande entre ustedes será su servidor, 44 y cualquiera que anhele ser el primero entre ustedes será siervo de todos. 45 Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

Jesús sana al ciego Bartimeo

46 Entonces llegaron a Jericó. Y cuando él iba saliendo de Jericó junto con sus discípulos y una gran multitud, el ciego Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47 Y cuando oyó que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar diciendo:

—¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

48 Muchos lo regañaban para que se callara, pero él gritaba aun más fuerte:

—¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

49 Entonces Jesús se detuvo y mandó llamarle. Llamaron al ciego diciéndole:

—Ten confianza. Levántate. Él te llama.

50 Entonces él, tirando su manto, se levantó y fue a Jesús. 51 Y Jesús le respondió diciendo:

—¿Qué quieres que te haga?

El ciego le dijo:

—Rabí, que yo recobre la vista.

52 Jesús le dijo:

—Vete. Tu fe te ha salvado.

Al instante recobró la vista y seguía a Jesús en el camino.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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