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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Jueces 10:1-11:11

Tola, juez en Israel

10 Después de Abimelec se levantó, para librar a Israel, Tola hijo de Fúa, hijo de Dodo, hombre de Isacar. Habitaba en Samir, en la región montañosa de Efraín. Y juzgó a Israel durante veintitrés años. Entonces murió y fue sepultado en Samir.

Jaír, juez en Israel

Después de él se levantó Jaír el galadita, quien juzgó a Israel durante veintidós años. Este tuvo treinta hijos que montaban sobre treinta asnos, y tenían treinta villas que se llaman Havot-jaír hasta el día de hoy, las cuales están en la tierra de Galaad. Entonces Jaír murió y fue sepultado en Camón.

Los amonitas oprimen a Israel

Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR y sirvieron a los Baales, a las Astartes, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos. Abandonaron al SEÑOR y no le sirvieron.

La ira del SEÑOR se encendió contra Israel, y él los entregó en mano de los filisteos y en mano de los hijos de Amón. Y en aquel tiempo, estos castigaron y oprimieron durante dieciocho años a los hijos de Israel, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán, en la tierra de los amorreos que está en Galaad. Luego los hijos de Amón cruzaron el Jordán para hacer también la guerra contra Judá, contra Benjamín y contra la casa de Efraín; e Israel fue afligido en gran manera. 10 Entonces los hijos de Israel clamaron al SEÑOR diciendo:

—Hemos pecado contra ti, porque hemos abandonado a nuestro Dios y hemos servido a los Baales.

11 Y el SEÑOR respondió a los hijos de Israel:

—Cuando eran oprimidos por Egipto, por los amorreos, por los amonitas, por los filisteos, 12 por los de Sidón, por los de Amalec y por los de Maón[a], y clamaron a mí, ¿no los libré yo de su mano? 13 Pero ustedes me han abandonado y han servido a otros dioses. Por eso, no los libraré más. 14 ¡Vayan y clamen a los dioses que han elegido para ustedes! Que ellos los libren en el tiempo de su aflicción.

15 Y los hijos de Israel respondieron al SEÑOR:

—Hemos pecado. Haz tú con nosotros todo lo que te parezca bien. Pero, por favor, líbranos en este día.

16 Entonces quitaron de en medio de ellos los dioses extraños y sirvieron al SEÑOR. Y él no pudo soportar más la aflicción de Israel.

Jefté se levanta como juez

17 Entonces los hijos de Amón fueron convocados y acamparon en Galaad. Asimismo, se reunieron los hijos de Israel y acamparon en Mizpa. 18 Y los jefes del pueblo de Galaad se dijeron unos a otros:

—Cualquiera que sea el hombre que comience a combatir contra los hijos de Amón, él será el caudillo de todos los habitantes de Galaad.

11 Jefté el galaadita era un guerrero valiente. Él era hijo de una mujer prostituta, y el padre de Jefté era Galaad. Pero la mujer de Galaad también le había dado hijos, los cuales, cuando crecieron echaron a Jefté y le dijeron: “Tú no heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer”. Entonces Jefté huyó de sus hermanos y habitó en la tierra de Tob. Y se juntaron con Jefté hombres ociosos que salían con él.

Aconteció después de un tiempo que los hijos de Amón hicieron la guerra contra Israel. Y cuando los hijos de Amón hicieron la guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron para traer a Jefté de la tierra de Tob. Y dijeron a Jefté:

—Ven y serás nuestro jefe, para que combatamos contra los hijos de Amón.

Pero Jefté respondió a los ancianos de Galaad:

—¿No son ustedes los que me odiaron y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, vienen a mí ahora, cuando están en aflicción?

Los ancianos de Galaad respondieron a Jefté:

—Por esta misma razón volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros, y combatas contra los hijos de Amón y seas nuestro caudillo, el de todos los habitantes de Galaad.

Entonces Jefté dijo a los ancianos de Galaad:

—Si me hacen volver para que combata contra los hijos de Amón, y el SEÑOR los entrega en mi mano[b], yo seré su caudillo.

10 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté:

—El SEÑOR sea testigo entre nosotros, si no hacemos como tú dices.

11 Entonces Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo puso como su caudillo y jefe. Jefté repitió todas sus palabras delante del SEÑOR en Mizpa.

Hechos 14

Pablo y Bernabé en Iconio

14 Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que creyó un gran número, tanto de judíos como de griegos. Pero los judíos que no creyeron incitaron y predispusieron el ánimo de los gentiles en contra de los hermanos. Con todo eso, ellos continuaron mucho tiempo hablando con valentía, confiados en el Señor, quien daba testimonio a la palabra de su gracia concediendo que se hicieran señales y prodigios por medio de las manos de ellos.

La gente de la ciudad estaba dividida: Unos estaban con los judíos, otros con los apóstoles. Como surgió un intento de parte de los gentiles y los judíos, junto con sus gobernantes, para afrentarlos y apedrearlos, se enteraron y huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y por toda la región de alrededor. Y allí anunciaban el evangelio.

Pablo y Bernabé en Listra

En Listra se hallaba sentado cierto hombre imposibilitado de los pies, cojo desde el vientre de su madre, que jamás había caminado. Este oyó hablar a Pablo, quien fijó la vista en él y vio que tenía fe para ser sanado. 10 Y dijo a gran voz:

—¡Levántate derecho sobre tus pies!

Y él saltó y caminaba. 11 Entonces, cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, alzó su voz diciendo en lengua licaónica:

—¡Los dioses han descendido a nosotros en forma de hombres!

12 A Bernabé le llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque era el que llevaba la palabra. 13 Entonces el sacerdote del templo de Zeus, que quedaba a la entrada de la ciudad, llevó toros y guirnaldas delante de las puertas de la ciudad, y juntamente con el pueblo quería ofrecerles sacrificios. 14 Cuando los apóstoles Bernabé y Pablo oyeron esto, rasgaron sus ropas y se lanzaron a la multitud dando voces 15 y diciendo:

—Hombres, ¿por qué hacen estas cosas? Nosotros también somos hombres de la misma naturaleza que ustedes, y les anunciamos el evangelio para que se conviertan de estas vanidades al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 16 En las generaciones pasadas Dios permitió que todas las naciones anduvieran en sus propios caminos; 17 aunque jamás dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando los corazones de ustedes de sustento y de alegría.

18 Aun diciendo estas cosas, apenas lograron impedir que el pueblo les ofreciera sacrificios.

19 Entonces de Antioquía y de Iconio vinieron unos judíos, y habiendo persuadido a la multitud, apedrearon a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad, suponiendo que estaba muerto. 20 Pero los discípulos le rodearon, y él se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente partió con Bernabé para Derbe.

El regreso a Antioquía de Siria

21 Después de anunciar el evangelio y de hacer muchos discípulos en aquella ciudad, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22 fortaleciendo el ánimo de los discípulos y exhortándoles a perseverar fieles en la fe. Les decían: “Es preciso que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. 23 Y después de haber constituido ancianos para ellos en cada iglesia y de haber orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.

24 Luego de atravesar Pisidia, llegaron a Panfilia; 25 y después de predicar la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26 De allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían acabado.

27 Después de llegar y reunir la iglesia, se pusieron a contarles cuántas cosas había hecho Dios con ellos, y cómo él había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 28 Y se quedaron allí por mucho tiempo con los discípulos.

Jeremías 23

Reinado del Retoño justo de David

23 “¡Ay de los pastores que echan a perder y dispersan a las ovejas de mi prado!, dice el SEÑOR. Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel a los pastores que apacientan a mi pueblo: ‘Ustedes dispersaron y ahuyentaron mis ovejas, y no se ocuparon de ellas. He aquí que yo me ocuparé de ustedes por la maldad de sus obras, dice el SEÑOR. Pero yo reuniré al remanente de mis ovejas de todas las tierras a donde las eché y las haré volver a sus pastizales. Entonces serán fecundas y se multiplicarán. Sobre ellas pondré pastores que las apacienten. No temerán más ni se atemorizarán; no faltará ninguna, dice el SEÑOR’.

“He aquí vienen días, dice el SEÑOR, en que levantaré a David un Retoño justo. Reinará un Rey que obrará con inteligencia y que practicará el derecho y la justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará seguro. Y este es el nombre con el cual será llamado: ‘SEÑOR, justicia nuestra’. Por tanto, dice el SEÑOR, he aquí vienen días en que no dirán más: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!’, sino: ‘¡Vive el SEÑOR, que hizo subir y trajo a los descendientes de la casa de Israel desde la tierra del norte y desde todas las tierras a donde los había desterrado!’. Y habitarán en su propio suelo”.

Contra los falsos profetas

Para los profetas: Mi corazón está quebrantado dentro de mí; todos mis huesos tiemblan. Estoy como un hombre ebrio y como un hombre dominado por el vino, a causa del SEÑOR y a causa de sus santas palabras. 10 Porque la tierra está llena de adúlteros; porque por causa de estos[a] la tierra está enlutada, y los pastizales del desierto se han secado. La carrera de ellos es mala; su poderío no es recto.

11 “Tanto el profeta como el sacerdote son unos impíos, dice el SEÑOR. Aun en mi casa he hallado su maldad. 12 Por tanto, como resbaladeros en la oscuridad será su camino. Serán empujados y caerán en él, porque yo traeré el mal sobre ellos en el año de su castigo, dice el SEÑOR.

13 “En los profetas de Samaria he visto algo repulsivo: Profetizan en nombre de Baal y hacen errar a mi pueblo Israel. 14 Y en los profetas de Jerusalén he visto algo horrible: Cometen adulterio, andan en la mentira y fortalecen las manos de los malhechores de manera que ninguno se convierta de su maldad. Todos ellos son para mí como Sodoma, y sus habitantes como Gomorra. 15 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos acerca de los profetas: He aquí que los haré comer ajenjo y los haré beber aguas envenenadas, porque de los profetas de Jerusalén ha salido la corrupción a todo el país”.

16 Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: “No escuchen las palabras de los profetas que les profetizan. Ellos los llenan de vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca del SEÑOR. 17 Continuamente dicen a los que desprecian la palabra del SEÑOR: ‘Tendrán paz’. Y a cualquiera que anda tras la porfía de su corazón dicen: ‘No vendrá el mal sobre ustedes’ ”.

18 Pero, ¿quién ha estado en el consejo secreto del SEÑOR y ha percibido y oído su palabra? ¿Quién ha estado atento a su palabra y la ha obedecido? 19 He aquí que el huracán del SEÑOR sale con furor. Es un huracán que gira e irrumpe sobre la cabeza de los impíos. 20 No se apartará la ira del SEÑOR hasta que haya hecho y cumplido los propósitos de su corazón. Al final de los días lo entenderán claramente.

21 “Yo no enviaba a aquellos profetas, pero ellos corrían. Yo no les hablaba, pero ellos profetizaban. 22 Si hubieran estado en mi consejo secreto, entonces habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les habrían hecho volver de su mal camino y de la maldad de sus obras.

23 “¿Acaso soy yo Dios de cerca, y no Dios de lejos?, dice el SEÑOR. 24 ¿Acaso podrá alguien ocultarse en escondrijos para que yo no lo vea?, dice el SEÑOR. ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra?, dice el SEÑOR.

25 “He oído lo que dijeron aquellos profetas que en mi nombre profetizan mentira, diciendo: ‘¡He soñado, he soñado!’. 26 ¿Hasta cuándo? ¿Qué hay en el corazón de los profetas que profetizan mentira y que profetizan el engaño de sus propios corazones? 27 ¿Acaso con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, piensan hacer que mi pueblo se olvide de mi nombre, de la manera que sus padres se olvidaron de mi nombre por causa de Baal? 28 El profeta que tenga un sueño, que cuente el sueño; pero el que tenga mi palabra, que hable mi palabra con fidelidad. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?, dice el SEÑOR. 29 ¿No es mi palabra como el fuego y como el martillo que despedaza la roca?, dice el SEÑOR. 30 Por tanto, he aquí, yo estoy contra los profetas que hurtan mis palabras, cada uno de su vecino, dice el SEÑOR. 31 He aquí, yo estoy contra los profetas que con sus lenguas hablan lisonjas y proclaman: ‘El SEÑOR dice’[b]. 32 He aquí, dice el SEÑOR, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos y los cuentan, haciendo errar a mi pueblo con sus mentiras y con su liviandad. Yo no los envié ni les mandé. Ningún provecho traerán a este pueblo, dice el SEÑOR.

33 “Cuando este pueblo o algún profeta o sacerdote te pregunte diciendo: ‘¿Cuál es la profecía del SEÑOR?’, les dirás: ‘Ustedes son la profecía, y yo los rechazaré’, dice el SEÑOR.

34 “Al profeta, al sacerdote y a cualquiera del pueblo que diga: ‘Profecía del SEÑOR’, yo castigaré a tal hombre y a su casa. 35 Así dirán cada cual a su compañero y cada uno a su hermano: ‘¿Qué ha respondido el SEÑOR? ¿Qué ha hablado?’. 36 Nunca más se acordarán de decir: ‘Profecía del SEÑOR’. Porque, ¿acaso ha de ser profecía la palabra de cada hombre? Ustedes pervierten las palabras del Dios vivo, el SEÑOR de los Ejércitos, nuestro Dios.

37 “Así dirás al profeta: ‘¿Qué te respondió el SEÑOR? ¿Qué habló el SEÑOR?’. 38 Pero si dicen: ‘Profecía del SEÑOR’, por eso ha dicho el SEÑOR: Porque dijeron: ‘Profecía del SEÑOR’, cuando yo les mandé decir: No digan: ‘Profecía del SEÑOR’; 39 por eso, he aquí que los olvidaré por completo y los arrojaré de mi presencia a ustedes y a la ciudad que les había dado. 40 Pondré sobre ustedes afrenta perpetua y eterna humillación que no serán olvidadas”.

Marcos 9

También les dijo:

—De cierto les digo que hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con poder.

La transfiguración

Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y les hizo subir aparte, a solas, a un monte alto, y fue transfigurado delante de ellos. Sus vestiduras se hicieron resplandecientes, muy blancas[a], tanto que ningún lavandero en la tierra las puede dejar tan blancas. Y les apareció Elías con Moisés, y estaban hablando con Jesús. Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús:

—Rabí, es bueno que nosotros estemos aquí. Levantemos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Pues él no sabía qué decir, porque tuvieron miedo. Vino una nube haciéndoles sombra, y desde la nube una voz decía: “Este es mi Hijo amado; a él oigan”.

Y de inmediato, mirando alrededor, ya no vieron a nadie más con ellos sino solo a Jesús.

Mientras descendían ellos del monte, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto sino cuando el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. 10 Y ellos guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué significaría aquello de resucitar de entre los muertos. 11 Le preguntaron diciendo:

—¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

12 Él les dijo:

—A la verdad, Elías viene primero y restaura todas las cosas. Y, ¿cómo está escrito acerca del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea menospreciado? 13 Sin embargo, les digo que Elías ya ha venido; e hicieron con él todo lo que quisieron tal como está escrito de él.

Jesús sana a un muchacho

14 Cuando llegaron a los discípulos, vieron una gran multitud alrededor de ellos, y a unos escribas que disputaban con ellos. 15 En seguida, cuando toda la gente vio a Jesús se sorprendió, y corriendo hacia él lo saludaron. 16 Y les preguntó:

—¿Qué disputan con ellos?

17 Le respondió uno de la multitud:

—Maestro, traje a ti mi hijo porque tiene un espíritu mudo, 18 y dondequiera que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos y cruje los dientes, y se va desgastando. Les dije a tus discípulos que lo echaran fuera pero no pudieron.

19 Y respondiendo les dijo:

—¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los soportaré? ¡Tráiganmelo!

20 Se lo trajeron; y cuando el espíritu lo vio, de inmediato sacudió al muchacho, quien cayó en tierra y se revolcaba echando espumarajos. 21 Jesús le preguntó a su padre:

—¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?

Él dijo:

—Desde niño. 22 Muchas veces lo echa en el fuego o en el agua para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!

23 Jesús le dijo:

—“¿Si puedes…?”[b]. ¡Al que cree todo le es posible!

24 Inmediatamente el padre del muchacho clamó diciendo:

—¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!

25 Pero cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo diciéndole:

—Espíritu mudo y sordo, yo te mando, ¡sal de él y nunca más entres en él!

26 Entonces, clamando y desgarrándolo con violencia, el espíritu salió y el muchacho quedó como muerto, de modo que muchos decían:

—¡Está muerto!

27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo enderezó, y él se levantó.

28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado:

—¿Por qué no pudimos nosotros echarlo fuera?

29 Él les dijo:

—Este género con nada puede salir sino con oración[c].

Jesús vuelve a anunciar su muerte

30 Habiendo salido de allí, caminaban por Galilea. Él no quería que nadie lo supiera, 31 porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: “El Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de hombres, y lo matarán. Y una vez muerto, resucitará después de tres días”. 32 Pero ellos no entendían esta palabra y tenían miedo de preguntarle.

Quién es el más importante

33 Llegó a Capernaúm. Y cuando estuvo en casa, Jesús les preguntó:

—¿Qué disputaban entre ustedes en el camino?

34 Pero ellos callaron, porque lo que habían disputado los unos con los otros en el camino era sobre quién era el más importante. 35 Entonces se sentó, llamó a los doce y les dijo:

—Si alguno quiere ser el primero deberá ser el último de todos y el siervo de todos.

36 Y tomó a un niño y lo puso en medio de ellos; y tomándolo en sus brazos, les dijo:

37 —El que en mi nombre recibe a alguien como este niño, a mí me recibe; y el que a mí me recibe no me recibe a mí sino al que me envió.

Quién está de nuestra parte

38 Juan le dijo:

—Maestro, vimos a alguien que echaba fuera demonios en tu nombre[d], y se lo prohibimos porque no nos seguía.

39 Pero Jesús dijo:

—No se lo prohíban, porque nadie que haga milagros en mi nombre podrá después hablar mal de mí. 40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. 41 Cualquiera que les dé un vaso de agua en mi nombre, porque son de Cristo, de cierto les digo que jamás perderá su recompensa.

Ocasiones de caer

42 »Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le atara una gran piedra de molino al cuello y que fuera echado al mar.

43 »Si tu mano te hace tropezar, córtala. Mejor te es entrar manco a la vida que, teniendo dos manos, ir al infierno, al fuego inextinguible. 44 [e], 45 Si tu pie te hace tropezar, córtalo. Mejor te es entrar cojo a la vida que, teniendo dos pies, ser echado al infierno. 46 [f], 47 Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo. Mejor te es entrar con un solo ojo al reino de Dios que, teniendo dos ojos, ser echado en el infierno, 48 donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga[g].

49 »Porque todo será salado con fuego[h]. 50 Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué será salada? Tengan sal en ustedes y vivan en paz los unos con los otros.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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