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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Jueces 8

Gedeón aplaca a los de Efraín

Entonces los hombres de Efraín dijeron a Gedeón:

—¿Qué es esto que has hecho con nosotros de no llamarnos cuando ibas a combatir contra Madián?

Discutieron fuertemente con él. Y les respondió:

—¿Qué he hecho yo ahora comparado con ustedes? ¿No ha sido mejor el rebusco de Efraín que la vendimia de Abiezer? Dios ha entregado en la mano de ustedes a Oreb y a Zeeb, jefes de Madián. ¿Qué pude yo hacer comparado con ustedes?

Después que él dijo estas palabras, se aplacó el enojo de ellos contra él.

Gedeón es afrentado en Sucot y Peniel

Gedeón llegó para cruzar el Jordán, él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, pero todavía persiguiendo. Y dijo a los hombres de Sucot:

—Den, por favor, tortas de pan a la gente que me acompaña, porque ellos están cansados. Yo estoy persiguiendo a Zébaj y a Zalmuna, reyes de Madián.

Los jefes de Sucot le respondieron:

—¿Están ya las manos de Zébaj y de Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tu ejército?

Y Gedeón les dijo:

—Pues bien, cuando el SEÑOR haya entregado en mi mano a Zébaj y a Zalmuna, azotaré su carne con espinas y cardos del desierto.

De allí subió a Peniel y les dijo las mismas palabras. Pero los de Peniel le respondieron como le habían respondido los de Sucot. Y él habló también a los de Peniel, diciendo:

—Cuando yo regrese en paz, derribaré esta torre.

Gedeón captura a los reyes

de Madián

10 Zébaj y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su ejército de unos quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el campamento de los hijos del oriente, porque los caídos habían sido ciento veinte mil hombres que sacaban espada. 11 Entonces Gedeón subió por la ruta de los que habitan en tiendas, al este de Nóbaj y Jogbea, y atacó el campamento cuando este no estaba en guardia. 12 Zébaj y Zalmuna huyeron, pero él los persiguió. Luego capturó a Zébaj y a Zalmuna, los dos reyes de Madián, y causó pánico en todo el campamento.

Castigo de Sucot y de Peniel

13 Entonces Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla por la cuesta de Heres. 14 Y capturó a un joven de los hombres de Sucot y lo interrogó. Él le dio por escrito los nombres de los jefes de Sucot y de sus ancianos: setenta y siete hombres. 15 Luego fue a los hombres de Sucot y dijo:

—Aquí están Zébaj y Zalmuna, acerca de los cuales me afrentaron diciendo: “¿Están ya las manos de Zébaj y de Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tus hombres cansados?”.

16 Entonces tomó a los ancianos de la ciudad, y azotó[a] con espinas y cardos del desierto a los hombres de Sucot. 17 Asimismo, derribó la torre de Peniel y mató a los hombres de la ciudad.

Castigo de los reyes de Madián

18 Luego preguntó a Zébaj y a Zalmuna:

—¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que mataron en Tabor?

Ellos respondieron:

—Como tú, así eran ellos; cada uno parecía ser hijo de rey.

19 Él dijo:

—¡Eran mis hermanos, hijos de mi madre! ¡Vive el SEÑOR, que si les hubieran perdonado la vida yo no los mataría!

20 Entonces dijo a Jeter, su primogénito:

—¡Levántate y mátalos!

Pero el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues todavía era un muchacho. 21 Entonces Zébaj y Zalmuna dijeron:

—Levántate tú y mátanos; porque como es el hombre así es su valentía.

Entonces se levantó Gedeón y mató a Zébaj y a Zalmuna, y tomó las lunetas que sus camellos traían al cuello.

Israel se prostituye tras un efod

22 Los israelitas dijeron a Gedeón:

—Gobiérnanos tanto tú como tu hijo y tu nieto, pues nos has librado de mano de Madián.

23 Pero Gedeón les respondió:

—Yo no los gobernaré a ustedes ni tampoco los gobernará mi hijo. El SEÑOR los gobernará. 24 —Y Gedeón añadió—: Quiero hacerles una petición: que cada uno me dé un arete de oro de su botín.

Los madianitas llevaban aretes de oro, porque eran ismaelitas. 25 Y ellos respondieron:

—De buena gana te los daremos.

Tendieron un manto, y cada uno echó allí un arete de su botín. 26 El peso de los aretes de oro que él pidió fue de diecinueve kilos de oro, sin contar las lunetas, los pendientes y las vestiduras de púrpura que llevaban los reyes de Madián, ni los collares que sus camellos traían al cuello. 27 Con ellos Gedeón hizo un efod[b], que expuso en Ofra, su ciudad. Y todo Israel se prostituyó tras ese efod en aquel lugar, y sirvió de tropiezo a Gedeón y a su familia.

Últimos años y muerte de Gedeón

28 Así fue sometido Madián ante los hijos de Israel, y nunca más volvió a levantar cabeza. Y la tierra reposó durante cuarenta años en los días de Gedeón. 29 Jerobaal[c] hijo de Joás fue y habitó en su casa. 30 Gedeón tenía setenta hijos que fueron sus descendientes directos, porque tuvo muchas mujeres. 31 También su concubina que estaba en Siquem le dio a luz un hijo, y él le puso por nombre Abimelec.

32 Gedeón hijo de Joás murió en buena vejez, y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas.

Israel se prostituye tras Baal-berit

33 Aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse tras los Baales, y adoptaron por dios a Baal-berit. 34 Los hijos de Israel no se acordaron del SEÑOR su Dios que los había librado de mano de todos sus enemigos de alrededor 35 ni correspondieron con bondad a la casa de Jerobaal, es decir, Gedeón, por todo el bien que él había hecho a Israel.

Hechos 12

Jacobo ejecutado, Pedro encarcelado

12 Entonces, por aquel tiempo, el rey Herodes echó mano de algunos de la iglesia para maltratarlos. Y a Jacobo, el hermano de Juan, lo hizo matar a espada.

Al ver que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los Panes sin levadura. Cuando le tomó preso, le puso en la cárcel, entregándole a la custodia de cuatro escuadras de cuatro soldados cada una, con la intención de sacarle al pueblo después de la Pascua. Así que Pedro estaba bajo guardia en la cárcel, pero la iglesia sin cesar hacía oración a Dios por él.

Pedro es librado de la cárcel

Cuando Herodes iba a sacarlo, aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y los guardias delante de la puerta vigilaban la cárcel. Y he aquí se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro dándole un golpe en el costado y le dijo:

—¡Levántate pronto!

Y las cadenas se le cayeron de las manos. Entonces le dijo el ángel:

—Cíñete y ata tus sandalias.

Y así lo hizo. Luego le dijo:

—Envuélvete en tu manto y sígueme.

Y habiendo salido, le seguía y no comprendía que lo que hacía el ángel era realidad. Más bien, le parecía que veía una visión. 10 Cuando habían pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma. Cuando habían salido, avanzaron por una calle, y de repente el ángel se apartó de él. 11 Entonces Pedro, al volver en sí, dijo: “Ahora entiendo realmente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo judío”.

12 Cuando se dio cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban congregados y orando. 13 Cuando Pedro tocó a la puerta de la entrada, una muchacha llamada Rode salió para responder. 14 Cuando ella reconoció la voz de Pedro, de puro gozo no abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba ante la puerta. 15 Ellos le dijeron:

—¡Estás loca!

Pero ella insistía en que así era. Entonces ellos decían:

—¡Es su ángel!

16 Mientras tanto, Pedro persistía en tocar; y cuando abrieron, le vieron y se asombraron. 17 Con la mano Pedro les hizo señal de guardar silencio y les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Luego dijo:

—Hagan saber esto a Jacobo y a los hermanos.

Y saliendo se fue a otro lugar.

18 Cuando se hizo de día, hubo un alboroto no pequeño entre los soldados sobre qué habría pasado con Pedro. 19 Pero Herodes, como le buscó y no le halló, después de interrogar a los guardias, mandó que los mataran. Después descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí.

La muerte de Herodes Agripa I

20 Herodes estaba furioso con los de Tiro y de Sidón. Pero ellos se presentaron a él de común acuerdo; y habiendo persuadido a Blasto, el camarero mayor del rey, pedían la paz, porque su región era abastecida por la del rey.

21 En un día señalado, Herodes, vestido de sus vestiduras reales, se sentó en el tribunal y les arengaba. 22 Y el pueblo aclamaba diciendo: “¡Voz de un dios y no de un hombre!”.

23 De repente le hirió un ángel del Señor, por cuanto no dio la gloria a Dios. Y murió comido de gusanos.

24 Pero la palabra de Dios crecía y se multiplicaba. 25 Bernabé y Saulo volvieron de[a] Jerusalén, una vez cumplido su encargo, tomando también consigo a Juan que tenía por sobrenombre Marcos.

Jeremías 21

Profecía contra Jerusalén y Sedequías

21 La palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, cuando el rey Sedequías envió a él a Pasjur hijo de Malquías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que le dijeran: “Por favor, consulta por nosotros al SEÑOR, porque Nabucodonosor rey de Babilonia nos hace la guerra. Quizás el SEÑOR haga con nosotros según todas sus maravillas, y aquel se vaya de nosotros”.

Entonces Jeremías les dijo: “Dirán a Sedequías que así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: ‘He aquí que yo haré volver atrás las armas de guerra que están en sus manos, con las cuales ustedes combaten contra el rey de Babilonia y contra los caldeos que los tienen sitiados fuera de la muralla. Y los reuniré en medio de esta ciudad. Yo mismo combatiré contra ustedes con mano extendida y brazo fuerte, con furor, ira y gran indignación. Heriré a los habitantes de esta ciudad, a los hombres y los animales; por una gran peste morirán. Después de eso, dice el SEÑOR, entregaré en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia a Sedequías rey de Judá, a sus servidores, al pueblo y a los que queden en la ciudad después de la peste, de la espada y del hambre. Los entregaré en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan sus vidas. Él los herirá a filo de espada. No les tendrá compasión, no tendrá lástima ni tendrá misericordia’.

“Y dirás a este pueblo que así ha dicho el SEÑOR: ‘He aquí, yo pongo delante de ustedes el camino de la vida y el camino de la muerte: El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, por el hambre o por la peste. Pero el que salga y se pase a los caldeos, que los tienen sitiados, vivirá; su vida le será por botín. 10 Porque he puesto mi rostro contra esta ciudad para mal, no para bien, dice el SEÑOR. Será entregada en mano del rey de Babilonia, y él la incendiará’.

11 “Y a la casa del rey de Judá dirás: ‘Oíd la palabra del SEÑOR, 12 oh casa de David. Así ha dicho el SEÑOR: Juzguen cada mañana con justicia y liberen a quien es despojado de mano del opresor, para que, por la maldad de las obras de ustedes, no salga mi ira como fuego y se encienda, y no haya quien la apague. 13 He aquí, yo estoy contra ti, oh moradora del valle, oh roca de la llanura. A ustedes que dicen: ¿Quién marchará contra nosotros, o quién entrará en nuestras viviendas?, dice el SEÑOR, 14 yo los castigaré conforme al fruto de sus obras, dice el SEÑOR. Y prenderé fuego a su bosque, el cual devorará todos sus alrededores’ ”.

Marcos 7

Lo que contamina al hombre

Se juntaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén. Ellos vieron que algunos discípulos de él estaban comiendo pan con las manos impuras; es decir, sin lavar[a]. Pues los fariseos y todos los judíos, si no se lavan las manos hasta la muñeca, no comen porque se aferran a la tradición de los ancianos. Cuando vuelven del mercado, si no se lavan, no comen. Y hay muchas otras cosas que aceptaron para guardar, como los lavamientos de las copas, de los jarros y de los utensilios de bronce y de los divanes[b].

Le preguntaron los fariseos y los escribas:

—¿Por qué no andan tus discípulos de acuerdo con la tradición de los ancianos sino que comen pan con las manos impuras?

Y les respondió diciendo:

—Bien profetizó Isaías acerca de ustedes, hipócritas, como está escrito:

Este pueblo me honra de labios,

pero su corazón está lejos de mí.

Y en vano me rinden culto,

enseñando como doctrina

los mandamientos de hombres[c].

Porque dejando los mandamientos de Dios, se aferran a la tradición de los hombres[d].

Les decía también:

—¡Bien desechan el mandamiento de Dios para establecer su tradición! 10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre[e], y: El que maldiga a su padre o a su madre muera irremisiblemente[f]. 11 Pero ustedes dicen que si alguien le dice a su padre o madre: “Aquello con que hubieras sido beneficiado de parte mía es Corbán” —es decir, una ofrenda a Dios—, 12 ya no le permiten hacer nada por su padre o su madre. 13 Así invalidan la palabra de Dios mediante su tradición que han transmitido, y hacen muchas cosas semejantes a estas.

14 Llamando a sí otra vez a toda la multitud, les decía:

—¡Óiganme todos y entiendan! 15 No hay nada fuera del hombre que, por entrar en él, lo pueda contaminar. Pero lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre. 16 [g]

17 Cuando entró en casa, aparte de la multitud, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola. 18 Y les dijo:

—¿Así que también ustedes carecen de entendimiento? ¿No comprenden que nada de lo que entra en el hombre desde fuera lo puede contaminar? 19 Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y sale a la letrina.

Así declaró limpias todas las comidas. 20 Y decía:

—Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. 21 Porque desde adentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, las inmoralidades sexuales, los robos, los homicidios, 22 los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la sensualidad, la envidia, la blasfemia, la insolencia y la insensatez. 23 Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al hombre.

La fe de una mujer extranjera

24 Y levantándose, partió de allí para los territorios de Tiro y de Sidón. Y entró en una casa y no quería que nadie lo supiera pero no pudo esconderse. 25 Más bien, en seguida oyó de él una mujer cuya hija tenía un espíritu inmundo, y vino y cayó a sus pies. 26 La mujer era griega, de nacionalidad sirofenicia, y le rogaba que echara el demonio fuera de su hija.

27 Pero Jesús le dijo:

—Deja primero que se sacien los hijos, porque no es bueno tomar el pan de los hijos y echarlo a los perritos.

28 Ella respondió y le dijo:

—Sí, Señor; también los perritos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos.

29 Entonces él le dijo:

—Por causa de lo que has dicho, ve; el demonio ha salido de tu hija.

30 Y cuando ella se fue a su casa, halló a su hija acostada en la cama y que el demonio había salido.

Jesús sana a un sordo y tartamudo

31 Al salir de nuevo de los territorios de Tiro, fue por Sidón al mar de Galilea, atravesando el territorio de Decápolis. 32 Entonces le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima.

33 Y tomándolo aparte de la multitud, metió los dedos en sus orejas, escupió y tocó su lengua. 34 Luego, mirando al cielo, suspiró y le dijo:

—¡Efata! (esto es: Sé abierto).

35 Y de inmediato fueron abiertos sus oídos y desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 36 Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más lo proclamaban. 37 Se maravillaban sin medida, diciendo:

—¡Todo lo ha hecho bien! Aun a los sordos hace oír, y a los mudos hablar.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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