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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Jueces 1

Establecimiento de Israel en Canaán

Aconteció, después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel consultaron al SEÑOR preguntando:

—¿Quién subirá primero por nosotros para combatir contra los cananeos?

Y el SEÑOR respondió:

—Judá subirá. He aquí que yo he entregado la tierra en su mano.

Entonces Judá dijo a Simeón su hermano:

—Sube conmigo a mi territorio y combatamos contra los cananeos, y después yo también iré contigo a tu territorio.

Y Simeón fue con él. Entonces subió Judá, y el SEÑOR entregó en su mano a los cananeos y a los ferezeos; y derrotaron en Bezec a diez mil hombres de ellos. En Bezec hallaron a Adonibezec y combatieron contra él. Y derrotaron a los cananeos y a los ferezeos. Adonibezec huyó pero lo persiguieron, lo capturaron y le cortaron los pulgares de sus manos y de sus pies. Entonces dijo Adonibezec: “Setenta reyes con los pulgares de sus manos y de sus pies cortados recogían las migajas debajo de mi mesa. Tal como yo hice, así me ha pagado Dios”. Y lo llevaron a Jerusalén donde murió.

Entonces los hijos de Judá combatieron contra Jerusalén, la tomaron, la hirieron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad. Y después los hijos de Judá descendieron para combatir contra los cananeos que habitaban en la región montañosa, en el Néguev y en la Sefela.

10 Luego marchó Judá contra los cananeos que habitaban en Hebrón y derrotó a Sesai, a Ajimán y a Talmai. (Antes el nombre de Hebrón era Quiriat-arba). 11 De allí marchó contra los habitantes de Debir. (Antes el nombre de Debir era Quiriat-séfer). 12 Entonces Caleb dijo:

—Al que ataque y tome Quiriat-séfer, yo le daré por mujer a mi hija Acsa.

13 Otoniel hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb, fue quien la tomó. Y Caleb le dio por mujer a su hija Acsa. 14 Y aconteció que cuando ella llegó, lo persuadió[a] a que pidiera a su padre un campo. Entonces ella hizo señas desde encima del asno, y Caleb le preguntó:

—¿Qué quieres?

15 Ella le respondió:

—Hazme un regalo: Ya que me has dado tierra en el Néguev, dame también fuentes de aguas.

Entonces Caleb le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo.

16 Los descendientes del queneo, suegro de Moisés, subieron con los hijos de Judá de la Ciudad de las Palmeras al desierto de Judá que está en el Néguev de Arad, y fueron y habitaron con el pueblo[b].

17 Después fue Judá con su hermano Simeón, y derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y la destruyeron. Y pusieron por nombre a la ciudad Horma.

18 Judá también tomó Gaza con su territorio, Ascalón con su territorio y Ecrón con su territorio. 19 El SEÑOR estaba con Judá, y este tomó posesión de la región montañosa. Pero no pudo echar a los habitantes del valle, porque estos tenían carros de hierro.

20 Después dieron Hebrón a Caleb, como Moisés había dicho. Y él echó de allí a los tres hijos de Anac.

21 Pero los hijos de Benjamín no pudieron echar a los jebuseos que habitaban en Jerusalén. Así que los jebuseos han habitado con los hijos de Benjamín en Jerusalén, hasta el día de hoy.

22 También los de la casa de José subieron contra Betel y el SEÑOR estuvo con ellos. 23 Los de la casa de José hicieron un reconocimiento de Betel. (Antes el nombre de la ciudad era Luz). 24 Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: “Por favor, muéstranos la entrada de la ciudad y tendremos misericordia de ti”. 25 Él les mostró la entrada de la ciudad y ellos la hirieron a filo de espada; pero dejaron libre a aquel hombre y a toda su familia. 26 El hombre se fue a la tierra de los heteos y edificó una ciudad a la que llamó Luz; este es su nombre hasta el día de hoy.

27 Pero Manasés no pudo echar a los habitantes de Bet-seán y sus aldeas ni a los de Taanac y sus aldeas ni a los de Dor y sus aldeas ni a los de Ibleam y sus aldeas ni a los de Meguido y sus aldeas. Más bien, los cananeos persistieron en habitar en aquella tierra. 28 Sin embargo, aconteció que cuando Israel llegó a ser fuerte sometió a los cananeos a tributo laboral, pero no los echó del todo.

29 Tampoco Efraín pudo echar a los cananeos que habitaban en Gezer, sino que los cananeos habitaron en medio de ellos, en Gezer.

30 Tampoco Zabulón pudo echar a los habitantes de Quitrón ni a los habitantes de Nahalal. Los cananeos habitaron en medio de ellos, pero fueron sometidos a tributo laboral.

31 Tampoco Aser pudo echar a los habitantes de Aco ni a los habitantes de Sidón ni de Ajlab ni de Aczib ni de Helba ni de Afec ni de Rejob. 32 Los de Aser vivieron entre los cananeos, habitantes de aquella tierra, porque no los pudieron echar.

33 Tampoco Neftalí pudo echar a los habitantes de Bet-semes ni a los de Bet-anat, sino que habitó entre los cananeos que habitaban en la tierra. Los habitantes de Bet-semes y los de Bet-anat fueron sometidos a tributo laboral.

34 Los amorreos contuvieron a los hijos de Dan en la región montañosa, y no permitieron que bajaran al valle. 35 Los amorreos persistieron en habitar en el monte Heres, en Ajalón y en Saalbín. Pero al llegar a ser fuerte la casa de José, aquellos fueron sometidos a tributo laboral. 36 La frontera de los amorreos se extendía desde la cuesta de Acrabim, desde Sela[c] hacia arriba.

Hechos 5

Ananías y Safira

Pero cierto hombre llamado Ananías, juntamente con Safira su mujer, vendió una posesión. Con el conocimiento de su mujer, sustrajo del precio; y llevando una parte, la puso a los pies de los apóstoles.

Y Pedro dijo:

—Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y sustraer del precio del campo? Reteniéndolo, ¿acaso no seguía siendo tuyo? Y una vez vendido, ¿no estaba bajo tu autoridad? ¿Por qué propusiste en tu corazón hacer esto? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y gran temor sobrevino a todos los que lo oían. Luego se levantaron los jóvenes y le envolvieron. Y sacándole fuera, lo sepultaron.

Después de un intervalo de unas tres horas, sucedió que entró su mujer, sin saber lo que había acontecido. Entonces Pedro le preguntó:

—Dime, ¿vendieron en tanto el campo?

Ella dijo:

—Sí, en tanto.

Y Pedro le dijo:

—¿Por qué se pusieron de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? He aquí los pies de los que han sepultado a tu marido están a la puerta, y te sacarán a ti.

10 De inmediato, ella cayó a los pies de él y expiró. Cuando los jóvenes entraron, la hallaron muerta; la sacaron y la sepultaron junto a su marido. 11 Y gran temor sobrevino a la iglesia entera y a todos los que oían de estas cosas.

Los apóstoles hacen sanidades

12 Por las manos de los apóstoles se hacían muchos milagros y prodigios entre el pueblo, y estaban todos de un solo ánimo en el pórtico de Salomón. 13 Pero ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos, aunque el pueblo les tenía en gran estima.

14 Los que creían en el Señor aumentaban cada vez más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 de modo que hasta sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camillas y colchonetas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos. 16 También de las ciudades vecinas a Jerusalén concurría una multitud trayendo enfermos y atormentados por espíritus impuros; y todos eran sanados.

Los apóstoles son perseguidos

17 Entonces se levantó el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, y se llenaron de celos. 18 Echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19 Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y al conducirlos fuera dijo: 20 “Vayan, y de pie en el templo, hablen al pueblo todas las palabras de esta vida”.

21 Habiendo oído esto, entraron en el templo al amanecer y enseñaban. Mientras tanto, el sumo sacerdote y los que estaban con él fueron y convocaron al Sanedrín con todos los ancianos de los hijos de Israel. Luego enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.

22 Cuando los oficiales llegaron y no los hallaron en la cárcel, regresaron y dieron las noticias 23 diciendo:

—Hallamos la cárcel cerrada con toda seguridad, y a los guardias de pie a las puertas. Pero cuando abrimos, no hallamos a nadie dentro.

24 Como oyeron estas palabras, el capitán de la guardia del templo y los principales sacerdotes quedaron perplejos en cuanto a ellos y en qué vendría a parar esto. 25 Pero vino alguien y les dio esta noticia:

—He aquí los hombres que echaron en la cárcel están de pie en el templo, enseñando al pueblo.

26 Entonces fue el capitán de la guardia del templo con los oficiales; y los llevaron, pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. 27 Cuando los trajeron, los presentaron al Sanedrín, y el sumo sacerdote les preguntó 28 diciendo:

—¿No les mandamos estrictamente que no enseñaran en este nombre? ¡Y he aquí han llenado a Jerusalén con su doctrina y quieren echar sobre nosotros la sangre de este hombre!

29 Pero respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron:

—Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándole en un madero. 31 A este, lo ha enaltecido Dios con su diestra como Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen.

El consejo de Gamaliel

33 Los que escuchaban se enfurecían y deseaban matarles. 34 Entonces se levantó en el Sanedrín cierto fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley, honrado por todo el pueblo, y mandó que sacaran a los hombres por un momento. 35 Entonces les dijo:

—Hombres de Israel, cuídense ustedes de lo que van a hacer a estos hombres. 36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que él era alguien. A este se unieron como cuatrocientos hombres. Pero él fue muerto, y todos los que le seguían fueron dispersados y reducidos a la nada. 37 Después de este, se levantó Judas el galileo en los días del censo, y arrastró gente tras sí. Aquel también pereció, y todos los que le seguían fueron dispersados. 38 En el presente caso, les digo: Apártense de estos hombres y déjenles ir. Porque si este consejo o esta obra es de los hombres, será destruida. 39 Pero si es de Dios, no podrán destruirles. ¡No sea que se encuentren luchando contra Dios!

40 Fueron persuadidos por Gamaliel. Y llamaron a los apóstoles, y después de azotarles les prohibieron hablar en el nombre de Jesús, y los dejaron libres. 41 Por lo tanto, ellos partieron de la presencia del Sanedrín, regocijándose porque habían sido considerados dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42 Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y anunciar la buena noticia de que Jesús es el Cristo.

Jeremías 14

Profecía e intercesión ante la sequía

14 La palabra del SEÑOR que vino a Jeremías con motivo de la sequía:

—Se ha enlutado Judá y las puertas de sus ciudades están por caer. El pueblo está abrumado en el suelo y se levanta el clamor de Jerusalén. Sus nobles envían a sus sirvientes por agua; van a las cisternas y no hallan agua. Regresan con los cántaros vacíos. Son avergonzados y afrentados, y cubren sus cabezas. Por cuanto el suelo está ardiente[a], pues no ha habido lluvia en la tierra, los labradores están avergonzados; cubren sus cabezas. Hasta la gacela en el campo, al parir, abandona su cría porque no hay hierba. Los asnos monteses se ponen sobre los cerros y aspiran el viento como los chacales. Sus ojos se debilitan porque no hay hierba.

—Aun cuando nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh SEÑOR, actúa por amor de tu nombre. Ciertamente nuestras rebeliones se han multiplicado, y contra ti hemos pecado. Oh Esperanza de Israel, su Salvador en el tiempo de aflicción, ¿por qué has de ser como forastero en la tierra, y como caminante que levanta su tienda solo para pasar la noche? ¿Por qué has de ser como un hombre atónito o como un valiente que no puede librar? Sin embargo, tú estás entre nosotros, oh SEÑOR, y nosotros somos llamados por tu nombre. ¡No nos desampares!

10 Así ha dicho el SEÑOR a este pueblo:

—¡De veras que les gusta vagar, y no detienen sus pies! Por tanto, el SEÑOR no los acepta. Ahora se acordará de su iniquidad y los castigará por sus pecados. 11 —Además me dijo el SEÑOR—: No ores por el bien de este pueblo. 12 Aunque ayunen, yo no escucharé su clamor; y aunque ofrezcan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré. Más bien, los consumiré con espada, con hambre y con peste.

13 Y yo dije:

—¡Oh, SEÑOR Dios[b]! He aquí que los profetas les dicen: “No verán espada ni les sobrevendrá el hambre; sino que en este lugar les daré verdadera paz”.

14 Entonces el SEÑOR me dijo:

—Mentira profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los he enviado ni les he mandado ni les he hablado. Les profetizan visión mentirosa, adivinación vana y el engaño de sus propios corazones. 15 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR acerca de los profetas que profetizan en mi nombre (a los cuales yo no envié, y quienes dicen: “Ni espada ni hambre habrá en esta tierra”): Por la espada y por el hambre perecerán tales profetas. 16 Y el pueblo al cual ellos profetizan será echado en las calles de Jerusalén, a causa del hambre y de la espada. No habrá quien los sepulte ni a sus mujeres ni a sus hijos ni a sus hijas. Así derramaré sobre ellos su propia maldad. 17 Tú, pues, les dirás esta palabra: “Derramen lágrimas mis ojos noche y día, y no cesen, porque con gran quebrantamiento, con un golpe muy grave, ha sido quebrantada la virgen hija de mi pueblo”.

18 —Si salgo al campo, he allí muertos a espada. Si entro en la ciudad, he aquí enfermedades causadas por el hambre. Porque tanto el profeta como el sacerdote han sido arrastrados[c] a una tierra que no conocían. 19 ¿Has desechado del todo a Judá? ¿Acaso tu alma abomina a Sion? ¿Por qué nos has herido sin que haya para nosotros sanidad? Esperamos paz, y no hay tal bien; tiempo de sanidad, y he aquí, terror. 20 Reconocemos, oh SEÑOR, nuestra impiedad y la iniquidad de nuestros padres; porque contra ti hemos pecado. 21 Por amor de tu nombre, no nos deseches ni desdeñes el trono de tu gloria. Acuérdate y no invalides tu pacto con nosotros. 22 ¿Hay entre las vanidades de las naciones quienes hagan llover? ¿Acaso los cielos dan lluvia por sí solos? ¿No eres tú, oh SEÑOR, nuestro Dios? En ti, pues, pondremos nuestra esperanza, porque tú has hecho todas estas cosas.

Mateo 28

La resurrección de Jesús

28 Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María para ver el sepulcro. Y he aquí, hubo un gran terremoto; porque el ángel del Señor descendió del cielo, y al llegar removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura era blanca como la nieve. Los guardias temblaron por miedo de él y quedaron como muertos. Y respondiendo el ángel dijo a las mujeres:

—No teman, porque sé que buscan a Jesús, quien fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, así como dijo. Vengan, vean el lugar donde estaba puesto. Vayan de prisa y digan a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. He aquí va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán. He aquí se los he dicho.

Entonces ellas salieron a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, y corrieron a dar las nuevas a sus discípulos. Y he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo:

—¡Les saludo!

Y acercándose ellas, abrazaron sus pies y lo adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo:

—No teman. Vayan, den las noticias a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán.

El soborno de la guardia

11 Entre tanto que ellas iban, he aquí algunos de la guardia fueron a la ciudad y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían sucedido. 12 Ellos se reunieron en consejo con los ancianos, y tomando mucho dinero se lo dieron a los soldados 13 diciendo: “Digan: ‘Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras nosotros dormíamos’. 14 Y si esto llega a oídos del procurador, nosotros le persuadiremos y les evitaremos problemas”.

15 Ellos tomaron el dinero e hicieron como habían sido instruidos. Y este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.

La Gran Comisión

16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había mandado. 17 Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaron.

18 Jesús se acercó a ellos y les habló diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado. Y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo[a]”.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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