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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Josué 23

Josué exhorta a los hijos de Israel

23 Mucho tiempo después que el SEÑOR diera reposo a Israel de todos sus enemigos de alrededor, aconteció que Josué, siendo ya viejo y de edad avanzada, convocó a todo Israel, a sus ancianos, a sus jefes, a sus jueces y a sus oficiales, y les dijo: “Yo ya soy viejo y de edad avanzada. Ustedes han visto todo lo que el SEÑOR su Dios ha hecho con todas estas naciones por causa de ustedes; porque el SEÑOR su Dios es el que ha combatido por ustedes. Miren, les he repartido por sorteo, como heredad para sus tribus, estas naciones que quedan, así como las que yo he exterminado, desde el Jordán hasta el mar Grande, hacia donde se pone el sol. El SEÑOR su Dios las arrojará de delante de ustedes y las echará de su presencia. Y ustedes tomarán posesión de sus tierras, como el SEÑOR su Dios les ha prometido.

“Por tanto, esfuércense mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartarse de ella ni a la derecha ni a la izquierda. No se mezclen con estas naciones que han quedado entre ustedes. No hagan mención del nombre de sus dioses ni juren por ellos. No les rindan culto ni se postren ante ellos.

“Solo al SEÑOR, su Dios, serán fieles como han sido hasta el día de hoy; porque el SEÑOR ha echado de delante de ustedes a naciones grandes y fuertes, y nadie ha podido resistir delante de ustedes hasta el día de hoy. 10 Uno de ustedes persigue a mil, porque el SEÑOR su Dios combate por ustedes, como él les ha prometido. 11 Por eso, tengan mucho cuidado, por sus propias vidas, de amar al SEÑOR su Dios. 12 Pero si se vuelven atrás y se adhieren a los sobrevivientes de estas naciones que han quedado entre ustedes, y se unen con ellas en matrimonio y se mezclan con ellas y ellas con ustedes, 13 estén seguros de que el SEÑOR su Dios no continuará echando a estas naciones de delante de ustedes. Antes bien, ellas serán para ustedes una trampa y un lazo, azotes en sus costados y espinas en sus ojos, hasta que perezcan en esta buena tierra que el SEÑOR su Dios les ha dado.

14 “He aquí que yo estoy para ir por el camino de todo el mundo. Reconozcan, pues, con todo su corazón y con toda su alma que no ha fallado ni una sola palabra de todas las buenas promesas que el SEÑOR su Dios les había hecho. Todas se han cumplido para ustedes; no ha fallado de ellas ni una sola palabra. 15 Pero sucederá que así como se ha cumplido para ustedes toda palabra buena que el SEÑOR su Dios les ha dicho, así también traerá el SEÑOR sobre ustedes toda palabra mala, hasta eliminarlos de esta buena tierra que el SEÑOR su Dios les ha dado. 16 Si violan el pacto que el SEÑOR su Dios les ha mandado, y se van y sirven a otros dioses, postrándose ante ellos, la ira del SEÑOR se encenderá contra ustedes, y rápidamente perecerán en esta buena tierra que él les ha dado”.

Hechos 3

Pedro sana a un cojo en el templo

Pedro y Juan subían al templo a la hora de la oración, las tres de la tarde. Y era traído cierto hombre que era cojo desde el vientre de su madre. Cada día le ponían a la puerta del templo que se llama Hermosa, para pedir limosna de los que entraban en el templo. Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba para recibir una limosna. Entonces Pedro, juntamente con Juan, se fijó en él y le dijo:

—Míranos.

Él les prestaba atención, porque esperaba recibir algo de ellos. Pero Pedro le dijo:

—No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!

Le tomó de la mano derecha y le levantó. De inmediato fueron afirmados sus pies y tobillos, y de un salto se puso de pie y empezó a caminar. Y entró con ellos en el templo, caminando, saltando y alabando a Dios.

Todo el pueblo le vio caminando y alabando a Dios. 10 Reconocían que él era el mismo que se sentaba para pedir limosna en la puerta Hermosa del templo, y se llenaron de asombro y de admiración por lo que le había acontecido.

Discurso de Pedro en el templo

11 Como él se asió de Pedro y de Juan, toda la gente, atónita, concurrió apresuradamente a ellos en el pórtico llamado de Salomón. 12 Pedro, al ver esto, respondió al pueblo:

—Hombres de Israel, ¿por qué se maravillan de esto? ¿Por qué nos miran a nosotros como si con nuestro poder o piedad hubiéramos hecho andar a este hombre? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres[a] ha glorificado a su Siervo Jesús, al cual ustedes entregaron y negaron ante Pilato, a pesar de que él había resuelto soltarlo. 14 Pero ustedes negaron al Santo y Justo; pidieron que se les diera un hombre asesino, 15 y mataron al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los muertos. De esto nosotros somos testigos.

16 »Y el nombre de Jesús hizo fuerte, por la fe en su nombre, a este hombre que ustedes ven y conocen. Y la fe que es despertada por Jesús le ha dado esta completa sanidad en la presencia de todos ustedes. 17 Ahora bien, hermanos, sé que por ignorancia lo hicieron, como también sus gobernantes. 18 Pero Dios cumplió así lo que había anunciado de antemano por boca de todos los profetas, de que su Cristo debía padecer[b].

19 »Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse para que sean borrados sus pecados; de modo que de la presencia del Señor vengan tiempos de refrigerio 20 y que él envíe al Cristo, a Jesús, quien les fue previamente designado. 21 A él, además, el cielo le debía recibir hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de las cuales habló Dios por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos. 22 Porque ciertamente Moisés dijo: El Señor su Dios les levantará, de entre sus hermanos, un profeta como yo. A él escucharán en todas las cosas que les hable. 23 Y sucederá que cualquier persona que no escuche a aquel profeta será desarraigada del pueblo[c]. 24 Y todos los profetas, de Samuel en adelante, todos los que hablaron, también anunciaron estos días.

25 »Ustedes son los hijos de los profetas y del pacto que Dios concertó con sus padres, diciendo a Abraham: En tu descendencia serán benditas todas las familias de la tierra[d]. 26 Y después de levantar a su Siervo, Dios lo envió primero a ustedes, para bendecirles al convertirse cada uno de su maldad.

Jeremías 12

12 —Justo eres tú, oh SEÑOR, para que yo contienda contigo. Sin embargo, hablaré contigo sobre cuestiones de derecho. ¿Por qué prospera el camino de los impíos? ¿Por qué tienen tranquilidad todos los que hacen traición? Tú los has plantado, y han echado raíces; crecenb y dan fruto. Cercano estás tú de sus bocas, pero lejos de sus conciencias. Sin embargo, oh SEÑOR, tú me conoces. Tú me has visto y has probado cómo es mi corazón para contigo. Sepáralos, como a ovejas destinadas para el matadero; apártalos para el día de la matanza. ¿Hasta cuándo ha de estar de duelo la tierra, y se secará la hierba de todo campo? Por la maldad de los que habitan en ella han perecido los animales y las aves; porque dijeron: “Él no verá nuestro final”.

—Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo competirás con los caballos? Y si en tierra de paz te caes al suelo, ¿qué harás en la espesura del Jordán? Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre te han traicionado; aun ellos gritan detrás de ti con fuerte voz. No les creas, aunque te hablen de bondades. He abandonado mi casa, he desamparado mi heredad, he entregado lo que amaba mi alma en mano de sus enemigos. Mi heredad llegó a ser para mí como el león en el bosque. Contra mí levantó su voz; por tanto, la aborrecí. ¿Es para mí mi heredad como ave de rapiña pintada, contra la cual están alrededor otras aves de rapiña? Vayan, reunan a todos los animales del campo; sean traídos para que la devoren. 10 Muchos pastores han arruinado mi viña y han pisoteado mi heredad. Han convertido mi preciosa heredad en un desierto desolado. 11 La han convertido en una desolación. Por mí está de duelo, desolada; toda la tierra ha sido desolada, porque nadie lo toma a pecho. 12 Sobre todos los cerros del desierto han venido los destructores, porque la espada del SEÑOR devora desde un extremo de la tierra hasta el otro. No hay paz para ningún mortal. 13 Sembraron trigo y segaron espinas. Están exhaustos, pero de nada les aprovecha. Se avergonzarán de sus cosechas, a causa del ardor de la ira del SEÑOR.

Profecía de juicio y restauración

14 Así ha dicho el SEÑOR:

—Con respecto a todos mis malos vecinos que atacan la heredad que hice poseer a mi pueblo Israel, he aquí que yo los arrancaré de su tierra. También arrancaré de en medio de ellos a la casa de Judá. 15 Pero sucederá que después que los haya arrancado, volveré a tener misericordia de ellos y los haré volver cada uno a su heredad, y cada cual a su tierra. 16 Y sucederá que si con diligencia aprenden los caminos de mi pueblo para jurar en mi nombre, diciendo: “¡Vive el SEÑOR!” (tal como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal), entonces ellos serán edificados en medio de mi pueblo. 17 Pero si no escuchan, yo arrancaré a tal nación. La arrancaré y la destruiré, dice el SEÑOR.

Mateo 26

Acuerdo para matar a Jesús

26 Aconteció que, cuando Jesús terminó todas estas palabras, dijo a sus discípulos: “Saben que después de dos días se celebra la Pascua y el Hijo del Hombre va a ser entregado para ser crucificado”.

Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás, y consultaron entre sí para prender a Jesús por engaño y matarlo. Pero decían: “No lo hagamos en la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo”.

Jesús es ungido en Betania

Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a él una mujer trayendo un frasco de alabastro con perfume de gran precio y lo derramó sobre la cabeza de Jesús mientras estaba sentado a la mesa. Al verlo, sus discípulos se indignaron y dijeron:

—¿Para qué este desperdicio? Porque esto podría haberse vendido a un gran precio y haberse dado a los pobres.

10 Como Jesús se dio cuenta, les dijo:

—¿Por qué molestan a la mujer? Pues ha hecho una buena obra conmigo. 11 Porque siempre tienen a los pobres con ustedes, pero a mí no siempre me tienen. 12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, ella lo hizo para prepararme para la sepultura. 13 De cierto les digo que dondequiera que este evangelio sea predicado en todo el mundo, también será contado lo que esta mujer ha hecho, para memoria de ella.

Judas ofrece traicionar a Jesús

14 Entonces, uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes 15 y les dijo:

—¿Qué me quieren dar? Y yo se los entregaré.

Ellos le asignaron treinta piezas de plata; 16 y desde entonces él buscaba la oportunidad para entregarlo.

Preparativos para la Pascua

17 El primer día de la fiesta de los Panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús diciendo:

—¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?

18 Él dijo:

—Vayan a la ciudad, a cierto hombre, y díganle: “El Maestro dice: ‘Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’ ”.

19 Los discípulos hicieron como Jesús les mandó y prepararon la Pascua.

Jesús anuncia la traición de Judas

20 Al atardecer, él estaba sentado a la mesa con los doce 21 y, mientras comían, dijo:

—De cierto les digo que uno de ustedes me va a entregar.

22 Entristecidos en gran manera, comenzaron a preguntarle uno por uno:

—¿Acaso seré yo, Señor?

23 Entonces respondiendo él dijo:

—El que mete la mano conmigo en el plato, este me entregará. 24 A la verdad, el Hijo del Hombre va, tal como está escrito de él[a]. Pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo del Hombre! Bueno le fuera a aquel hombre no haber nacido.

25 Y respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo:

—¿Acaso seré yo, Maestro?

Le dijo:

—Tú lo has dicho.

La Cena del Señor

26 Mientras ellos comían, Jesús tomó pan y lo bendijo; lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo:

—Tomen; coman. Esto es mi cuerpo.

27 Tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio diciendo:

—Beban de ella todos; 28 porque esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada para el perdón de pecados para muchos. 29 Pero les digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo con ustedes en el reino de mi Padre.

30 Y después de cantar un himno, salieron al monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro

31 Entonces Jesús les dijo:

—Todos ustedes se escandalizarán de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al Pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas[b]. 32 Pero después de haber resucitado, iré delante de ustedes a Galilea.

33 Respondiéndole Pedro dijo:

—Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.

34 Jesús le dijo:

—De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, tú me negarás tres veces.

35 Pedro le dijo:

—Aunque me sea necesario morir contigo, jamás te negaré.

Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Angustia de Jesús en Getsemaní

36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a los discípulos:

—Siéntense aquí, hasta que yo vaya allá y ore.

37 Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. 38 Entonces les dijo:

—Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Quédense aquí y velen conmigo.

39 Pasando un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo:

—Padre mío, de ser posible, pase de mí esta copa. Pero, no sea como yo quiero, sino como tú.

40 Volvió a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro:

—¿Así que no han podido velar ni una sola hora conmigo? 41 Velen y oren, para que no entren en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto; pero la carne es débil.

42 Por segunda vez se apartó y oró diciendo:

—Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

43 Cuando volvió otra vez, los halló durmiendo porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. 44 Dejándolos, se apartó de nuevo y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. 45 Entonces volvió a sus discípulos y les dijo:

—¿Todavía están durmiendo y descansando? He aquí la hora está cerca, y el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense, vamos! He aquí está cerca el que me entrega.

Jesús es arrestado

47 Mientras él aún hablaba, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48 El que le entregaba les había dado señal diciendo: “Al que yo bese, ese es. Préndanle”. 49 De inmediato se acercó a Jesús y dijo:

—¡Te saludo, Rabí!

Y lo besó. 50 Pero Jesús le dijo:

— Amigo, haz lo que viniste a hacer.

Entonces ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron. 51 Y he aquí uno de los que estaban con Jesús extendió su mano, sacó su espada y, golpeando a un siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja. 52 Entonces Jesús le dijo:

—Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman espada, a espada perecerán. 53 ¿O piensas que no puedo invocar a mi Padre y que él no me daría ahora mismo más de doce legiones de ángeles? 54 Entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que es necesario que suceda de esta manera?

55 En ese momento Jesús dijo a la multitud:

—¿Como contra un asaltante han salido con espadas y palos para prenderme? Cada día me sentaba enseñando en el templo, y no me prendieron. 56 Pero todo esto ha ocurrido para que se cumplan las Escrituras de los profetas.

Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

Jesús ante el Sanedrín

57 Los que habían prendido a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos se habían reunido. 58 Y Pedro le seguía de lejos hasta el patio de la casa del sumo sacerdote. Habiéndose metido adentro, estaba sentado con los guardias para ver cómo terminaba aquello.

59 Los principales sacerdotes, los ancianos y todo el Sanedrín buscaban falso testimonio contra Jesús, para que le entregaran a muerte. 60 Pero no lo hallaron, a pesar de que se presentaron muchos testigos falsos. Por fin se presentaron dos 61 y dijeron:

—Este dijo: “Puedo derribar el templo de Dios y edificarlo en tres días”.

62 Se levantó el sumo sacerdote y le dijo:

—¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti?

63 Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:

—¡Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!

64 Jesús le dijo:

—Tú lo has dicho. Además les digo: De aquí en adelante verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo en las nubes del cielo[c].

65 Entonces el sumo sacerdote rasgó su vestidura diciendo:

—¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo, ustedes han oído la blasfemia. 66 ¿Qué les parece?

Y ellos respondiendo dijeron:

—¡Es reo de muerte!

67 Entonces le escupieron en la cara y le dieron puñetazos, y otros le dieron bofetadas 68 diciendo:

—¡ Profetízanos, Cristo! ¿Quién es el que te golpeó?

Pedro niega a Jesús

69 Pedro estaba sentado afuera en el patio, y se le acercó una criada diciendo:

—¡Tú también estabas con Jesús el galileo!

70 Pero él lo negó delante de todos diciendo:

—No sé lo que dices.

71 Pero cuando él salió a la puerta, otra criada le vio y dijo a los que estaban allí:

—Este estaba con Jesús de Nazaret.

72 Y otra vez negó con juramento:

—Yo no conozco al hombre.

73 Y poco después se acercaron los que estaban por allí y dijeron a Pedro:

—Verdaderamente, tú también eres de ellos, porque aun tu modo de hablar te descubre.

74 Entonces comenzó a maldecir y a jurar:

—¡No conozco al hombre!

En seguida cantó el gallo, 75 y Pedro se acordó de la palabra de Jesús que le había dicho: “Antes que cante el gallo, tú me negarás tres veces”. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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