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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Josué 14-15

Sorteo de la tierra de Canaán

14 Esto es lo que los hijos de Israel tomaron como heredad en la tierra de Canaán, lo que les repartieron el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun y los jefes de las casas paternas de las tribus de los hijos de Israel. Su heredad les fue dada por sorteo a las nueve tribus y a la media tribu, como el SEÑOR había mandado por medio de Moisés. Porque a las dos tribus y a la media tribu, Moisés les había dado heredad al otro lado del Jordán[a]; pero a los levitas no les había dado heredad entre ellos. Pues los hijos de José formaban dos tribus: Manasés y Efraín. A los levitas no se les dio ninguna porción en la tierra, sino solamente ciudades en que habitaran, con sus campos de alrededor para sus ganados y sus rebaños. Conforme el SEÑOR había mandado a Moisés, así hicieron los hijos de Israel en el reparto de la tierra.

Josué concede Hebrón a Caleb

Los hijos de Judá acudieron a Josué en Gilgal. Y Caleb hijo de Jefone el quenezeo le dijo:

—Tú sabes lo que el SEÑOR dijo a Moisés[b], hombre de Dios, en Cades-barnea tocante a mí y a ti. Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del SEÑOR, me envió de Cades-barnea para espiar la tierra. Yo le traje el informe como lo sentía en mi corazón. Mis hermanos que habían ido conmigo descorazonaron al pueblo, pero yo seguí al SEÑOR mi Dios con integridad. Aquel día Moisés juró diciendo: “La tierra que pisó tu pie será para ti y para tus hijos como heredad perpetua, porque seguiste al SEÑOR mi Dios con integridad”. 10 Ahora bien, he aquí que el SEÑOR me ha conservado la vida, como él dijo, estos cuarenta y cinco años desde el día que el SEÑOR habló estas palabras a Moisés, cuando Israel caminaba por el desierto. Ahora, he aquí que tengo ochenta y cinco años; 11 pero aún estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Como era entonces mi fuerza, así es ahora mi fuerza para la guerra, tanto para salir como para entrar. 12 Dame, pues, ahora esta parte montañosa de la cual habló el SEÑOR aquel día, porque tú oíste aquel día que los anaquitas viven allí y que hay ciudades grandes y fortificadas. ¡Si el SEÑOR está conmigo, yo los echaré, como el SEÑOR ha dicho!

13 Entonces Josué bendijo a Caleb hijo de Jefone, y le dio Hebrón como heredad. 14 Por eso, Hebrón ha sido heredad de Caleb hijo de Jefone el quenezeo hasta el día de hoy, porque siguió con integridad al SEÑOR Dios de Israel. 15 Antes el nombre de Hebrón era Quiriat-arba[c], pues Arba había sido el hombre más grande entre los anaquitas.

Y la tierra reposó de la guerra.

Territorio de Judá

15 La parte que tocó en el sorteo a la tribu de los hijos de Judá, según sus clanes, se extendía hasta el territorio de Edom y hasta el desierto de Zin en el Néguev, su extremo sur. Su frontera sur era desde el extremo del mar Salado, desde la bahía que mira hacia el sur. Seguía en dirección sur hasta la cuesta de Acrabim y pasaba hasta Zin. Subía por el sur hasta Cades-barnea y pasaba por Hezrón. Luego subía hacia Adar, hasta rodear Carca. De allí la frontera pasaba a Asmón y continuaba por el arroyo de Egipto y terminaba en el mar. Esta será su frontera del sur.

La frontera oriental era el mar Salado hasta la desembocadura del Jordán.

Por el lado norte la frontera era desde la bahía del mar en la desembocadura del Jordán. Luego la frontera subía por Bet-jogla y pasaba por el norte de Bet-haarabá. Luego la frontera subía hacia la piedra de Bohan hijo de Rubén. Luego la frontera subía desde el valle de Acor hasta Debir, y se dirigía al norte, hacia Gilgal, que está frente a la cuesta de Adumim, al lado sur del valle. La frontera pasaba hasta las aguas de En-semes y llegaba hasta En-rogel. Luego la frontera subía por el valle de Ben-hinom a la ladera sur de Jebús (que es Jerusalén). Luego la frontera subía hacia la cumbre del monte que está frente al valle de Hinom, al occidente, en el extremo norte del valle de Refaím. Después doblaba desde la cumbre del monte hacia el manantial Aguas de Neftóaj y llegaba a las ciudades del monte Efrón, rodeando luego a Baala (que es Quiriat-jearim). 10 La frontera torcía después desde Baala hacia el occidente hasta el monte Seír, y pasaba al norte de Jearim (que es Quesalón); descendía a Bet-semes y seguía hacia Timna. 11 Luego la frontera salía hacia el lado norte de Ecrón. La frontera rodeaba Sicrón, pasaba por el monte Baala, llegaba a Jabneel, y el terminal de la frontera daba en el mar.

12 La frontera occidental era la costa del mar Grande.

Estas son las fronteras del territorio de los hijos de Judá, según sus clanes.

Otoniel conquista Debir

13 De acuerdo con el mandato del SEÑOR a Josué[d], este dio a Caleb hijo de Jefone una parte entre los hijos de Judá. Le dio Quiriat-arba, que es Hebrón (Arba fue el padre de Anac). 14 Y Caleb echó de allí a los tres hijos de Anac: a Sesai, a Ajimán y a Talmai, descendientes de Anac. 15 De allí subió contra los habitantes de Debir (Antes el nombre de Debir era Quiriat-séfer). 16 Entonces Caleb dijo:

—Al que ataque y tome Quiriat-séfer, yo le daré por mujer a mi hija Acsa.

17 Otoniel hijo de Quenaz, hermano de Caleb, fue quien la tomó. Y Caleb le dio por mujer a su hija Acsa. 18 Y aconteció que cuando ella llegó, lo persuadió[e] a que pidiera a su padre un campo. Entonces ella hizo señas desde encima del asno, y Caleb le preguntó:

—¿Qué quieres?

19 Ella respondió:

—Hazme un favor. Ya que me has dado tierra en el Néguev, dame también fuentes de aguas.

Entonces él le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo.

Ciudades de Judá

20 Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Judá, según sus clanes. 21 Las ciudades de la tribu de los hijos de Judá, en el extremo sur, hacia la frontera de Edom, fueron: Cabseel, Eder, Jagur, 22 Quina, Dimona, Adada, 23 Quedes, Hazor, Itnán, 24 Zif, Telem, Bealot, 25 Hazor-hadata, Queriot, Hezrón (que es Hazor), 26 Amam, Sema, Molada, 27 Hazar-gada, Hesmón, Bet-pélet, 28 Hazar-sual, Beerseba, Bizotia, 29 Baala, Iyim, Ezem, 30 Eltolad, Quesil, Horma, 31 Siclag, Madmana, Sansana, 32 Lebaot, Siljim, Ayin y Rimón. En total eran veintinueve ciudades con sus aldeas.

33 En la región de la Sefela: Estaol, Zora, Asena, 34 Zanóaj, En-ganim, Tapúaj, Enam, 35 Jarmut, Adulam, Soco, Azeca, 36 Saaraim, Aditaim, Gedera y Gederotaim; catorce ciudades con sus aldeas. 37 También Zenán, Hadasa, Migdal-gad, 38 Dileán, Mizpa, Jocteel, 39 Laquis, Boscat, Eglón, 40 Cabón, Lajmas, Quitlis, 41 Gederot, Bet-dagón, Naama y Maqueda; dieciséis ciudades con sus aldeas. 42 También Libna, Eter, Asán, 43 Jefté, Asena, Nezib, 44 Queila, Aczib, Maresa; nueve ciudades con sus aldeas.

45 Ecrón con sus villas y aldeas. 46 Desde Ecrón hasta el mar, todas las que están junto a Asdod, con sus aldeas. 47 También Asdod con sus villas y aldeas, y Gaza con sus villas y aldeas, hasta el arroyo de Egipto y las costas del mar Grande.

48 En la región montañosa: Samir, Jatir, Soco, 49 Dana, Quiriat-sana (que es Debir), 50 Anab, Estemoa, Anim, 51 Gosén, Holón y Gilo; once ciudades con sus aldeas. 52 También Arab, Duma, Esán, 53 Janum, Bet-tapúaj, Afeca, 54 Humta, Quiriat-arba (que es Hebrón) y Sior; nueve ciudades con sus aldeas. 55 También Maón, Carmel, Zif, Juta, 56 Jezreel, Jocdeam, Zanóaj, 57 Caín, Gabaa y Timna; diez ciudades con sus aldeas. 58 También Jaljul, Betsur, Gedor, 59 Maarat, Bet-anot y Eltecón; seis ciudades con sus aldeas. 60 También Quiriat-baal (que es Quiriat-jearim) y Rabá; dos ciudades con sus aldeas.

61 En el desierto: Bet-haarabá, Midín, Sejaja, 62 Nibsán, la Ciudad de la Sal y En-guedi; seis ciudades con sus aldeas.

63 Pero los hijos de Judá no pudieron echar a los jebuseos que habitaban en Jerusalén. Así que los jebuseos han habitado con los hijos de Judá en Jerusalén, hasta el día de hoy.

Salmos 146-147

Alabanzas al Rey libertador

146 ¡Aleluya!

¡Alaba, oh alma mía, al SEÑOR!
Alabaré al SEÑOR en mi vida;
a mi Dios cantaré salmos mientras viva.
No confíen en príncipes ni en hijo de hombre
porque no hay en él liberación.
Su espíritu ha de salir
y él volverá al polvo.
En aquel día perecerán sus pensamientos.
Bienaventurado aquel cuya ayuda
es el Dios de Jacob,
cuya esperanza está puesta en el SEÑOR su Dios;
quien hizo los cielos, la tierra, el mar
y todo lo que en ellos hay;
quien guarda la verdad para siempre;
quien hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El SEÑOR suelta a los prisioneros;
el SEÑOR abre los ojos a los ciegos;
el SEÑOR levanta a los que han sido doblegados;
el SEÑOR ama a los justos.
El SEÑOR guarda a los forasteros; sostiene al huérfano y a la viuda pero trastorna el camino de los impíos.
10 El SEÑOR reinará para siempre;
tu Dios, oh Sion, de generación en generación.
¡Aleluya!

Alabanza al Dios providente

147 [a] ¡Aleluya!

Ciertamente es bueno cantar salmos a nuestro Dios;
ciertamente es agradable y bella
la alabanza.
El SEÑOR edifica a Jerusalén
y reúne a los dispersados de Israel.
Sana a los quebrantados de corazón
y venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas;
a todas ellas llama por su nombre.
Grande es el Señor nuestro,
y de mucho poder;
su entendimiento es infinito.
El SEÑOR ayuda a los humildes pero a los impíos humilla hasta el suelo.
Canten al SEÑOR con acción de gracias; canten con arpa a nuestro Dios.
Él es el que cubre los cielos de nubes,
el que prepara la lluvia para la tierra,
el que hace que las colinas produzcan hierba.
Da al ganado su alimento;
y a las crías de los cuervos cuando gritan.
10 No se deleita en la fuerza del caballo
ni se complace en los músculos del hombre.
11 El SEÑOR se complace en los que
le temen
y en los que esperan en su misericordia.
12 ¡Celebra al SEÑOR, oh Jerusalén! ¡Alaba a tu Dios, oh Sion!
13 Porque ha fortalecido el cerrojo de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
14 Ha traído paz a tu territorio,
y te ha saciado con abundancia de trigo.
15 Envía su mensaje a la tierra;
velozmente corre su palabra.
16 Pone la nieve como lana,
y derrama la escarcha como ceniza.
17 Echa su hielo como migas de pan. ¿Quién se mantendrá ante su frío?
18 Envía su palabra y los derrite; hace que sople su viento y corren las aguas.
19 Ha manifestado sus palabras a Jacob, sus leyes y sus decretos a Israel.
20 No ha hecho esto con otras naciones,
y no han conocido sus juicios. ¡Aleluya!

Jeremías 7

La falsa confianza en el templo

La palabra del SEÑOR que vino a Jeremías, diciendo: “Ponte de pie junto a la puerta de la casa del SEÑOR y proclama allí esta palabra. Di: Oigan la palabra del SEÑOR, todos los de Judá que entran por estas puertas para adorar al SEÑOR. Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: Corrijan sus caminos y sus obras, y los dejaré habitar en este lugar. No confíen en palabras de mentira que dicen: ‘¡Templo del SEÑOR, templo del SEÑOR! ¡Este es el templo del SEÑOR!’. Porque si realmente corrigen sus caminos y sus obras, si realmente practican lo justo entre el hombre y su prójimo, si no oprimen al forastero, al huérfano y a la viuda, si no derraman sangre inocente en este lugar, y si no van tras otros dioses para su propio mal, entonces los dejaré habitar en este lugar, en la tierra que desde siempre y para siempre di a sus padres.

“He aquí que ustedes están confiando en palabras de mentira que no aprovechan. Después de robar, de matar, de cometer adulterio, de proferir falso testimonio, de ofrecer incienso a Baal y de ir tras otros dioses que no conocieron, 10 ¿vendrán para estar delante de mí en este templo que es llamado por mi nombre y para decir: ‘Somos libres’ (para seguir haciendo todas estas abominaciones)? 11 ¿Acaso este templo, que es llamado por mi nombre, es ante sus ojos una cueva de ladrones? He aquí que yo también lo he visto, dice el SEÑOR.

12 “Vayan, pues, a mi lugar que estuvo en Silo, donde al principio hice morar mi nombre, y vean lo que le hice a causa de la maldad de mi pueblo Israel. 13 Ahora pues, dice el SEÑOR, por cuanto han hecho todas estas obras —y a pesar de que les hablé persistentemente, no escucharon; y cuando los llamé, no respondieron—, 14 por eso, como hice a Silo, haré a este templo que es llamado por mi nombre y en el cual confían, a este lugar que les di a ustedes y a sus padres. 15 Y los echaré de mi presencia como eché a todos sus hermanos, a toda la descendencia de Efraín.

Lo trágico de la idolatría

16 “Tú, pues, no ores por este pueblo. No levantes por ellos clamor ni oración; no intercedas ante mí, porque no te escucharé. 17 ¿No ves lo que hacen estos en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18 Los hijos recogen la leña, y los padres encienden el fuego. Las mujeres amasan la masa para hacer tortas a la Reina del Cielo[a] y para derramar libaciones a otros dioses, para ofenderme. 19 ¿Me ofenderán a mí?, dice el SEÑOR. ¿Acaso no actúan, más bien, para su propia vergüenza?”.

20 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios[b]: “He aquí que mi furor y mi ira se derraman sobre este lugar, sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra. Se encenderá y no se apagará”.

Lo trágico del formalismo indolente

21 Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, Dios de Israel: “Añadan sus holocaustos a sus sacrificios y coman carne. 22 Porque el día en que los saqué de la tierra de Egipto, no hablé con sus padres ni les mandé acerca de holocaustos y sacrificios. 23 Más bien, les mandé esto diciendo: ‘Escuchen mi voz; y yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. Anden en todo camino que les he mandado, para que les vaya bien’. 24 Pero no escucharon ni inclinaron su oído, sino que caminaron en la dureza de su malvado corazón, según sus propios planes. Caminaron hacia atrás y no hacia adelante. 25 Desde el día en que los padres de ustedes salieron de la tierra de Egipto hasta este día, les envié todos mis siervos los profetas, persistentemente, día tras día. 26 Pero no me escucharon ni inclinaron su oído; más bien, endurecieron su cerviz y actuaron peor que sus padres.

27 “Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te escucharán; los llamarás, pero no te responderán. 28 Por tanto, les dirás: ‘Esta es la nación que no escuchó la voz del SEÑOR su Dios ni aceptó la corrección. La fidelidad se ha perdido; ha sido eliminada de sus bocas’.

Trágica profanación del culto

29 “Corta tu cabellera y arrójala. Prorrumpe en lamento sobre los cerros, pues el SEÑOR ha rechazado y ha abandonado a la generación objeto de su ira. 30 Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice el SEÑOR. Han puesto sus ídolos abominables en el templo que es llamado por mi nombre, contaminándolo. 31 Han edificado los lugares altos del Tófet, que están en el valle de Ben-hinom, para quemar en el fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que no les mandé ni me vino a la mente. 32 Por tanto, dice el SEÑOR, he aquí vendrán días en que no se dirá más Tófet ni valle de Ben-hinom, sino valle de la Matanza[c]. En el Tófet serán sepultados por no haber más lugar. 33 Los cadáveres de este pueblo servirán de comida a las aves del cielo y a los animales de la tierra, y no habrá quien los espante. 34 Haré cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia; porque la tierra será arruinada”.

Mateo 21

La entrada triunfal en Jerusalén

21 Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles:

—Vayan a la aldea que está frente a ustedes, y en seguida hallarán una asna atada, y un borriquillo con ella. Desátenla y tráiganmelos. Si alguien les dice algo, díganle: “El Señor los necesita, y luego los enviará”.

Todo esto aconteció para cumplir lo dicho por el profeta, cuando dijo:

Digan a la hija de Sion[a]:

“He aquí tu Rey viene a ti,

manso y sentado sobre una asna

y sobre un borriquillo,

hijo de bestia de carga”[b].

Los discípulos fueron e hicieron como Jesús les mandó. Trajeron el asna y el borriquillo y pusieron sobre ellos sus mantos, y se sentó encima de ellos. La mayor parte de la multitud tendió sus mantos en el camino, mientras otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Las multitudes que iban delante de él y las que lo seguían aclamaban diciendo:

—¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor![c]. ¡Hosanna en las alturas!

10 Cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió diciendo:

—¿Quién es este?

11 Y las multitudes decían:

—Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.

Jesús purifica el templo

12 Entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, 13 y les dijo:

—Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración[d], pero ustedes la han hecho cueva de ladrones[e].

Los niños aclaman a Jesús

14 Entonces ciegos y cojos vinieron a él en el templo, y él los sanó. 15 Pero los principales sacerdotes y los escribas se indignaron cuando vieron las maravillas que él hizo, y a los muchachos que lo aclamaban en el templo diciendo:

—¡Hosanna al Hijo de David!

16 Y le dijeron:

—¿Oyes lo que dicen estos?

Jesús les dijo:

—Sí. ¿Nunca leyeron: De la boca de los niños y de los que maman preparaste la alabanza[f]?

17 Los dejó y salió fuera de la ciudad a Betania, y se alojó allí.

Jesús y la higuera sin fruto

18 Volviendo a la ciudad por la mañana, tuvo hambre. 19 Al ver una higuera en el camino, fue a ella; pero no encontró nada en ella sino solo hojas, y le dijo:

—Nunca jamás brote fruto de ti.

Pronto se secó la higuera, 20 y los discípulos, al verlo, se maravillaron diciendo:

—¿Cómo se secó tan pronto la higuera?

21 Jesús respondió y les dijo:

—De cierto les digo que si tienen fe y no dudan, no solo harán esto de la higuera, sino que si dicen a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, así será. 22 Todo lo que pidan en oración, creyendo, lo recibirán.

La autoridad de Jesús

23 Él llegó al templo y, mientras estaba enseñando, se acercaron a él los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo, y le decían:

—¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad?

24 Entonces respondió Jesús y les dijo:

—Yo también les haré una pregunta y, si me responden, yo también les diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 ¿De dónde era el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?

Entonces ellos razonaban entre sí, diciendo:

—Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué, pues, no le creyeron?”. 26 Y si decimos “de los hombres…”, tememos al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta.

27 Respondieron a Jesús y dijeron:

—No sabemos.

Y él les dijo:

—Tampoco yo les digo con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los dos hijos

28 »Pero, ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. 29 Él contestó y dijo: “No quiero”. Pero después cambió de parecer y fue. 30 Al acercarse al otro, le dijo lo mismo; y él respondió diciendo: “¡Sí, señor, yo voy!”. Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?

Ellos dijeron:

—El primero.

Y Jesús les dijo:

—De cierto les digo que los publicanos y las prostitutas entran delante de ustedes en el reino de Dios. 32 Porque Juan vino a ustedes en el camino de justicia, y no le creyeron; pero los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y aunque ustedes lo vieron, después no cambiaron de parecer para creerle.

Parábola de los labradores malvados

33 »Oigan otra parábola: Había un hombre, dueño de un campo, quien plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue lejos. 34 Pero cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. 35 Y los labradores, tomando a sus siervos, a uno lo hirieron, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon. 36 Él envió de nuevo otros siervos, en mayor número que los primeros, y les hicieron lo mismo.

37 »Por último, les envió a su hijo, diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo”. 38 Pero al ver al hijo, los labradores dijeron entre sí: “Este es el heredero. Vengan, matémoslo y tomemos posesión de su herencia”. 39 Lo prendieron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Ahora bien, cuando venga el señor de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?

41 Le dijeron:

—A los malvados los destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, quienes le pagarán el fruto a su tiempo.

42 Jesús les dijo:

—¿Nunca han leído en las Escrituras?

La piedra que desecharon los edificadores,

esta fue hecha cabeza del ángulo.

De parte del Señor sucedió esto,

y es maravilloso en nuestros ojos[g].

43 Por esta razón les digo que el reino de Dios les será quitado de ustedes y le será dado a un pueblo que producirá los frutos del reino. 44 El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y desmenuzará a cualquiera sobre quien ella caiga.

45 Al oír sus parábolas, los principales sacerdotes y los fariseos entendieron que él hablaba de ellos. 46 Pero buscando cómo echarle mano, temieron al pueblo; porque le tenía por profeta.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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