M’Cheyne Bible Reading Plan
Jotán, rey de Judá
(2 R 15:32-38)
27 Jotán tenía 25 años cuando comenzó a reinar, y gobernó durante 16 años en Jerusalén. El nombre de su mamá era Jerusa hija de Sadoc. 2 Jotán hizo lo que le agradaba al SEÑOR, tal como hizo su papá Uzías, con la excepción de que no entró al templo del SEÑOR. Sin embargo, el pueblo continuó con sus prácticas perversas. 3 Jotán construyó la puerta superior del templo del SEÑOR. También hizo muchas obras en la muralla de Ofel. 4 Construyó ciudades en la región montañosa de Judá y fortalezas y torres en los bosques. 5 Jotán estuvo en guerra contra el rey de los amonitas y lo derrotó. Durante tres años le pagaron un tributo de 3300 kilos[a] de plata, 1000 toneladas[b] de trigo y 1000 toneladas de cebada.
6 Jotán se hizo poderoso porque tomó la firme decisión de seguir al SEÑOR su Dios. 7 El resto de los hechos de Jotán, todas sus guerras y su manera de vivir, está escrito en El libro de los reyes de Israel y de Judá. 8 Tenía 25 años cuando comenzó a reinar, y gobernó durante 16 años en Jerusalén. 9 Jotán murió, lo sepultaron en la Ciudad de David, y su hijo Acaz reinó en su lugar.
Acaz, rey de Judá
(2 R 16:1-20)
28 Acaz tenía 20 años cuando comenzó a reinar, y gobernó durante 16 años en Jerusalén. Él no fue como su antepasado David, pues no hizo lo que le agradaba al SEÑOR. 2 Siguió el ejemplo de los reyes de Israel y llegó hasta el extremo de hacer imágenes de los baales, 3 quemar incienso en el valle de Ben Hinón y sacrificar a sus hijos en el fuego[c]; copiando los pecados terribles de las naciones que el SEÑOR expulsó del país cuando vinieron los israelitas. 4 Acaz sacrificaba animales y quemaba incienso en los santuarios sobre las colinas, en los montes y bajo todo árbol frondoso.
5 Debido a eso, el SEÑOR su Dios lo entregó al poder del rey de Siria. Los sirios lo derrotaron y se llevaron muchos prisioneros a Damasco. También Dios lo entregó al poder del rey de Israel que le ocasionó una gran derrota. 6 De hecho, Pecaj hijo de Remalías mató en Judá en un solo día a 120 000 soldados valientes, debido a que ellos habían abandonado al SEÑOR, Dios de sus antepasados. 7 Un guerrero de Efraín llamado Zicrí mató a Maseías, el hijo del rey, a Azricán, oficial encargado del palacio real y a Elcaná, segundo en importancia después del rey. 8 De entre sus hermanos de Judá, los israelitas tomaron prisioneros a 200 000 personas, incluyendo mujeres, niños y niñas. Además se llevaron un enorme botín.
9 Un profeta del SEÑOR llamado Oded que estaba allí, salió al encuentro del ejército cuando regresaba a Samaria y les dijo:
—El SEÑOR, Dios de sus antepasados, se enojó contra Judá y se los entregó en sus manos, pero ustedes los han matado con tal ferocidad que llegó hasta el cielo. 10 Y ahora ustedes están pensando hacer esclavos a los habitantes de Judá y Jerusalén. Pero, ¿acaso ustedes no son también culpables de haber pecado contra el SEÑOR su Dios? 11 Así que háganme caso y devuelvan a los prisioneros que hicieron de entre sus propios hermanos, porque el SEÑOR está muy enojado con ustedes.
12 Entonces Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de Mesilemot, Ezequías hijo de Salún y Amasá hijo de Hadlay, que eran jefes de Efraín, se enfrentaron al ejército que volvía de la guerra 13 y les dijeron:
—No traigan aquí a los prisioneros, porque eso nos hará culpables ante el SEÑOR. Lo que ustedes piensan es aumentar los pecados y la culpa que ya tenemos, y Dios está muy enojado con Israel.
14 Entonces los soldados entregaron a los prisioneros y el botín ante los oficiales y toda la asamblea. 15 Se designaron a algunos para que se hicieran cargo de los prisioneros. Con la ropa y el calzado del botín vistieron a los que estaban desnudos, les dieron de comer y beber, los ungieron con aceite, y a los que estaban débiles los montaron en burros y los llevaron hasta Jericó, la ciudad de las palmeras, para devolverles a sus familiares. Después se fueron a Samaria.
16 En aquel tiempo, el rey Acaz acudió a los reyes de Asiria para que lo ayudaran, 17 porque también los edomitas los atacaron y se llevaron prisioneros. 18 Por otro lado, los filisteos habían saqueado las ciudades de la llanura y del Néguev, tomaron las ciudades de Bet Semes, Ayalón, Guederot, Soco, Timná y Guimzó con sus respectivas aldeas, y ocuparon esos lugares. 19 De esta manera el SEÑOR humilló a Judá, porque Acaz, rey de Israel, había fomentado el desenfreno en Judá y había cometido gran infidelidad contra el SEÑOR. 20 Entonces vino Tiglat Piléser, rey de Asiria, pero en lugar de ayudarlo puso sitio contra él. 21 Acaz le entregó al rey de Asiria todo lo que había en el templo del SEÑOR, el palacio y en las casas de sus comandantes, pero ese rey no le ayudó en nada. 22 Y aunque estaba en tan mala situación, Acaz continuó siendo infiel al SEÑOR. 23 Hizo sacrificios a los dioses de Damasco que lo habían derrotado, pensando así: «Los dioses de los sirios los ayudaron a ellos, también a mí me ayudarán si les ofrezco sacrificios». Pero esos dioses fueron la causa de su ruina y la de todo Israel. 24 Acaz juntó todos los artículos usados en el templo de Dios, los rompió en pedazos, cerró las puertas del templo del SEÑOR y mandó hacer altares en cada esquina de Jerusalén. 25 En cada ciudad de Judá, Acaz hizo santuarios paganos donde quemar incienso a otros dioses, haciendo enojar así al SEÑOR, Dios de sus antepasados.
26 El resto de los hechos y todo lo que hizo, de principio a fin, está escrito en El libro de los reyes de Judá y de Israel. 27 Acaz murió y fue sepultado con sus antepasados en Jerusalén pero no lo pusieron en el panteón de los reyes de Israel. Su hijo Ezequías reinó en su lugar.
Una canción nueva
14 Después vi al Cordero, que estaba de pie en el monte Sion[a] junto a 144 000 personas que tenían el nombre del Cordero y el de su Padre en la frente. 2 Oí un sonido que venía del cielo y que era parecido al sonido de una catarata o de un fuerte trueno. Sonaba como gente tocando arpas. 3 Cantaban una canción nueva[b] ante el trono, ante las cuatro criaturas y ante los ancianos. Los únicos que podían aprender la canción eran los 144 000 por quienes se había pagado el precio para liberarlos de la tierra. 4 Son hombres que no se han contaminado acostándose con mujeres, pues son vírgenes y siguen al Cordero dondequiera que él va. Fueron comprados de entre la humanidad para que sean una ofrenda de la más alta calidad para Dios y el Cordero.[c] 5 No son mentirosos y no tienen falta alguna.
Los tres ángeles
6 Luego, vi a otro ángel que volaba alto en el cielo. El ángel tenía una buena noticia eterna de victoria para anunciar a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. 7 El ángel dijo con voz fuerte: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado el momento en que él va a juzgarlos a todos. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».
8 Un segundo ángel siguió al primero y decía: «¡Ha sido destruida! ¡La gran ciudad de Babilonia ha sido destruida! Ella hizo que todas las naciones tomaran del apasionante vino de su inmoralidad sexual».
9 Entonces un tercer ángel los siguió y dijo con voz fuerte: «El que adore a la bestia y a su imagen y reciba la marca de la bestia en la frente o en la mano, 10 tendrá que beber el fuerte vino que Dios preparó en la copa de su ira. También será torturado con azufre hirviente ante la presencia de los santos ángeles y del Cordero. 11 El humo del fuego que los tortura se elevará por siempre. Los que adoren a la bestia y a su imagen y los que tengan la marca de su nombre, no tendrán descanso ni de día ni de noche». 12 Esto significa que el pueblo santo de Dios debe ser paciente, obedecer los mandatos de Dios y permanecer fiel a Jesús.
13 Entonces oí una voz del cielo que decía: «Escribe esto: “Afortunados los que a partir de este momento mueran unidos al Señor”».
El Espíritu dice: «Sí, eso es cierto, ahora ellos descansarán de su trabajo, pues sus obras los acompañarán».
La cosecha de la tierra
14 Después vi una nube blanca sobre la que estaba sentado uno «semejante al Hijo del hombre». Tenía una corona de oro en su cabeza y en su mano una hoz afilada. 15 Luego, salió otro ángel del templo y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Usa tu hoz y recoge la cosecha, pues ha llegado el tiempo de segar, y la cosecha de la tierra está madura». 16 Entonces, el que estaba sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra y recogió la cosecha.
17 Salió otro ángel del templo en el cielo y también tenía una hoz afilada. 18 Luego, vino desde el altar otro ángel que tenía poder sobre el fuego y le dijo con voz fuerte al que tenía la hoz afilada: «Usa tu hoz y reúne los racimos de uvas de la vid de la tierra, porque sus uvas están maduras». 19 El ángel pasó su hoz sobre la tierra, recogió las uvas y las arrojó a la enorme pileta donde se exprimen las uvas y que representa la ira de Dios. 20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y de la pileta salió tanta sangre que alcanzó a llegar hasta la altura de la cabeza de los caballos en una distancia de 300 kilómetros[d].
Las promesas del Señor
10 Pídanle lluvia al SEÑOR cuando la necesiten.
El SEÑOR es el creador de los rayos y la lluvia.
Los proveerá para hacer crecer
los cultivos de la gente.
2 Hay quienes dicen que las imágenes a las que adoran les dan mensajes.
¡Eso es absurdo!
Las visiones de las que hablan los adivinos
son una mentira.
Los que interpretan los sueños dicen tonterías;
el consuelo que dan es un engaño.
Por eso los habitantes de Judá son como ovejas que vagan lejos de su hogar
y que sufren porque no tienen pastor.
3 «Estoy muy enojado con los pastores de mi pueblo
y por eso los castigaré».
El SEÑOR Todopoderoso cuida su rebaño,
el pueblo de Judá.
Lo cuida como si fuera
su caballo de guerra más valioso.
4 De Judá saldrá la piedra principal,
la estaca de la tienda,
el arco de guerra y todos los soldados.
5 Juntos serán como guerreros
que pisotean al enemigo en el barro durante la guerra.
Ellos lucharán porque el SEÑOR está con ellos
y humillarán incluso a sus enemigos que van montados a caballo.
6 «Yo fortaleceré al pueblo de Judá
y salvaré al pueblo de José.
Los traeré de vuelta
porque tendré piedad de ellos.
Será como si nunca los hubiera abandonado.
Lo haré porque yo soy el SEÑOR su Dios
y responderé a su llamado.
7 El pueblo de Efraín se sentirá tan feliz
como los soldados que se sientan a beber.
Sus hijos verán lo sucedido y celebrarán.
Sentirán una alegría inmensa por lo que el SEÑOR ha hecho por ellos.
8 Los salvaré y los llamaré
para que se reúnan.
Serán un país lleno de habitantes
como lo fueron en el pasado.
9 Yo los envié a tierras desconocidas,
pero aun en esos lugares distantes me recordarán.
Sobrevivirán junto con sus hijos
y regresarán.
10 Los traeré de vuelta de Egipto
y los recogeré de Asiria.
Los llevaré a la tierra de Galaad y Líbano
y no habrá suficiente espacio para todos ellos.
11 Cruzará[a] el mar revuelto
y golpeará las olas.
Él secará las profundidades del río Nilo,
destruirá la arrogancia de Asiria
y hará perder a Egipto su poder.
12 El SEÑOR los fortalecerá,
y con su poder irán a donde quieran ir».
Es lo que dice el SEÑOR.
Jesús les lava los pies a sus seguidores
13 Era el día antes de la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que ya era hora de dejar este mundo y regresar al Padre. Mientras estuvo en el mundo, siempre amó a sus seguidores pero en esta ocasión mostró su amor al máximo.
2 Estaban comiendo. El diablo ya había puesto en la mente de Judas Iscariote, hijo de Simón, que traicionara a Jesús. 3 Jesús sabía que el Padre le había dado poder sobre todo, y sabía que había venido de Dios e iba a regresar a él. 4 Mientras estaban comiendo, Jesús se levantó, se quitó el manto y se ató una toalla. 5 Luego echó agua en un recipiente, empezó a lavarles los pies[a] a sus seguidores y les secaba los pies con la toalla que llevaba en la cintura.
6 Cuando estaba por lavar los pies de Simón Pedro, este dijo:
—Señor, ¿tú vas a lavar mis pies?
7 Jesús le contestó:
—Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás.
8 Pedro le dijo:
—¡Tú nunca vas a lavarme los pies!
Jesús le respondió:
—Si no te lavo los pies, no podrás ser de los míos.
9 Simón Pedro le dijo:
—Señor, ¡entonces no me laves sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!
Jesús le dijo:
10 —El que ya se bañó no necesita lavarse más que los pies, porque todo su cuerpo ya está limpio. Ustedes están limpios, pero no todos.
11 Él sabía quién lo iba a traicionar, por eso dijo: «pero no todos».
12 Cuando terminó de lavarles los pies, se vistió, volvió a la mesa y les dijo:
—¿Entienden lo que les hice? 13 Ustedes me llaman: “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque lo soy. 14 Yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies. Así que ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo 15 para que traten a los demás como yo los he tratado a ustedes. 16 Les digo la verdad: Ustedes ya saben que un siervo no es superior a su amo, y que ningún mensajero es más importante que el que lo envió. 17 Ahora que entienden lo que es servirse unos a otros y lavarse los pies unos a otros, Dios los bendecirá si lo ponen en práctica.
18 »No estoy hablando de todos ustedes. Yo sé quiénes son los que he elegido, pero debe cumplirse lo que dice la Escritura: “Mi compañero[b] se ha vuelto en mi contra”.[c] 19 Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy[d]. 20 Les digo la verdad: el que reciba a alguien que yo envío, me recibe a mí. El que me recibe a mí, recibe al Padre que me envió».
Jesús dice quién estará en contra suya
(Mt 26:20-25; Mr 14:17-21; Lc 22:21-23)
21 Después de haber dicho esto, Jesús se entristeció profundamente y declaró:
—Les digo la verdad: uno de ustedes me traicionará.
22 Sus seguidores empezaron a mirarse unos a otros, sin tener idea acerca de quién estaba hablando. 23 Al lado de Jesús estaba el seguidor a quien Jesús amaba. 24 Entonces Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a Jesús de quién estaba hablando. 25 Este seguidor se acercó aun más a Jesús para preguntarle:
—Señor, ¿quién es?
26 Jesús le respondió:
—Voy a mojar pan en el plato. Después lo daré al que me va a traicionar.
Lo tomó y se lo entregó a Judas Iscariote, el hijo de Simón. 27 En cuanto Judas recibió el pan, Satanás entró en él. Jesús le dijo:
—Haz rápido lo que vas a hacer.
28 Pero ninguno de los que estaban comiendo con él supo por qué le había dicho esto. 29 Como Judas era el encargado del dinero, algunos pensaron que Jesús quería que comprara algo para la fiesta. Otros pensaron que quería que diera algo a los pobres. 30 Al recibir el pan, Judas se fue inmediatamente. Ya era de noche.
Jesús habla sobre su muerte
31 Después de que Judas se fue, Jesús dijo:
—Ahora el Hijo del hombre recibe honra. Dios también recibe honra a través del Hijo del hombre. 32 Si Dios recibe honra a través de él, entonces le dará honra al Hijo del hombre a través de sí mismo, y lo hará muy pronto.
33 »Hijitos míos, ya no voy a estar con ustedes por mucho tiempo. Me buscarán y ahora les digo como les dije a los judíos: “No pueden ir a donde yo voy”.
34 »Les estoy dando un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ámense tal como yo los amé. 35 Todo el mundo se va a dar cuenta de que ustedes son mis seguidores si se aman los unos a los otros».
Se anuncia la negación de Pedro
(Mt 26:31-35; Mr 14:27-31; Lc 22:31-34)
36 Simón Pedro le dijo:
—Señor, ¿a dónde vas?
Jesús le contestó:
—A donde voy tú no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después.
37 Pedro le dijo:
—Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daría mi vida por ti.
38 Jesús le respondió:
—Darás tu vida. Pero te aseguro que antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces.
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