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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Dios Habla Hoy (DHH)
Version
Deuteronomio 17

17 »No ofrezcan como sacrificio al Señor su Dios ningún toro ni oveja que tenga defecto o alguna cosa mala, porque eso le es repugnante.

»Si en alguna de las poblaciones que el Señor su Dios les da se descubre que algún hombre o mujer hace lo que al Señor le desagrada, y falta a su alianza adorando a otros dioses y arrodillándose ante ellos, ya sea ante el sol, la luna o las estrellas, que es algo que el Señor no ha mandado, y si llegan a saberlo, investiguen bien el asunto; y si resulta verdad que un acto tan repugnante se ha cometido en Israel, llevarán ante el tribunal de la ciudad a quien haya cometido esta mala acción y lo condenarán a morir apedreado.

»La sentencia de muerte se dictará sólo cuando haya declaración de dos o tres testigos, pues por la declaración de un solo testigo nadie podrá ser condenado a muerte. Los testigos serán los primeros en arrojarle piedras al condenado, y después lo hará todo el pueblo. Así acabarán con el mal que haya en medio de ustedes.

»Si tienen que juzgar un caso demasiado difícil, ya sea de muerte, pleito, heridas corporales o cualquiera otra cosa que ocurra en su ciudad, vayan al lugar que el Señor su Dios haya escogido y pónganse en contacto con los sacerdotes levitas y con el juez de turno para exponerles el caso. Ellos dictarán entonces la sentencia que corresponda al caso, 10 y ustedes la aplicarán siguiendo al pie de la letra sus instrucciones. 11 Hagan todo tal y como ellos lo indiquen, aplicando la sentencia que dicten sin hacerle ningún cambio. 12 Pero al que actúe movido por la soberbia y desobedezca la decisión del sacerdote que está allí sirviendo al Señor, o la del juez, se le condenará a muerte. Así acabarán ustedes con la maldad en Israel, 13 y cuando el pueblo lo sepa, tendrá miedo y dejará de hacer las cosas con soberbia.

Instrucciones en cuanto a los reyes

14 »Si cuando hayan entrado en el país que el Señor su Dios les va a dar, y lo hayan conquistado y vivan en él, dicen: “Queremos tener un rey que nos gobierne, como lo tienen todas nuestras naciones vecinas”, 15 deberán poner como rey de su nación a aquel compatriota de ustedes que el Señor su Dios escoja. No deben tomar como rey a un extranjero, a uno que no sea su compatriota. 16 Pero ese rey no deberá adquirir muchos caballos, ni enviar gente a Egipto para aumentar su caballería, pues el Señor les ha dicho: “Nunca más vuelvan por este camino.” 17 Tampoco deberá tener muchas mujeres, para que no se descarríe; ni adquirir grandes cantidades de oro y plata.

18 »Cuando el rey tome posesión del poder, mandará que le hagan una copia escrita de esta enseñanza, tomada del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas. 19 Siempre deberá tener esa copia consigo, y leerla todos los días de su vida, para que aprenda a reverenciar al Señor su Dios, a respetar todo el contenido de esta enseñanza y a poner en práctica sus mandatos, 20 para que no se crea superior a sus compatriotas ni se aparte para nada de estos mandamientos. Así, tanto él como sus descendientes tendrán un largo reinado en Israel.

Salmos 104

Alabanzas al Creador

104 ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!
¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío!
Te has vestido de gloria y esplendor;
te has envuelto en un manto de luz.
¡Tú extendiste el cielo como un velo!
¡Tú afirmaste sobre el agua
los pilares de tu casa, allá en lo alto!
Conviertes las nubes en tu carro;
¡viajas sobre las alas del viento!
Los vientos son tus mensajeros,
y las llamas de fuego tus servidores.

Pusiste la tierra sobre sus bases
para que nunca se mueva de su lugar.
El mar profundo cubría la tierra
como si fuera un vestido.
El agua cubría las montañas.
Pero tú la reprendiste, y se fue;
huyó de prisa al escuchar tu voz de trueno.
Subiendo a los montes
y bajando a los valles,
se fue al lugar que le habías señalado,
al límite que le ordenaste no cruzar,
para que no volviera a cubrir la tierra.

10 Tú envías el agua de los manantiales
a los ríos que corren por las montañas.
11 De esa agua beben los animales salvajes;
con ella apagan su sed los asnos del monte.
12 A la orilla de los ríos
anidan las aves del cielo;
¡allí cantan, entre las ramas de los árboles!

13 Tú eres quien riega los montes
desde tu casa, allá en lo alto;
con los torrentes del cielo satisfaces a la tierra.
14 Haces crecer los pastos para los animales,
y las plantas que el hombre cultiva
para sacar su pan de la tierra,
15 el pan que le da fuerzas,
y el vino, que alegra su vida
y hace brillar su cara más que el aceite.
16 Sacian su sed los árboles,
los cedros del Líbano que el Señor plantó.
17 En ellos anidan las aves más pequeñas,
y en los pinos viven las cigüeñas.
18 Los montes altos son para las cabras,
y en las peñas se esconden los tejones.

19 Hiciste la luna para medir el tiempo;
el sol sabe cuándo debe ocultarse.
20 Tiendes el manto oscuro de la noche,
y entonces salen los animales del bosque.
21 Los leones rugen por la víctima;
piden que Dios les dé su comida.
22 Pero al salir el sol, se van
y se acuestan en sus cuevas.
23 Entonces sale el hombre a su labor
y trabaja hasta la noche.

24 ¡Cuántas cosas has hecho, Señor!
Todas las hiciste con sabiduría;
¡la tierra está llena de todo lo que has creado!
25 Allí está el mar, ancho y extenso,
donde abundan incontables animales,
grandes y pequeños;
26 allí navegan los barcos, allí está el Leviatán,
el monstruo que hiciste para jugar con él.
27 Todos ellos esperan de ti
que les des su comida a su tiempo.
28 Tú les das, y ellos recogen;
abres la mano, y se llenan de lo mejor;
29 si escondes tu rostro, se espantan;
si les quitas el aliento, mueren
y vuelven a ser polvo.
30 Pero si envías tu aliento de vida, son creados,
y así renuevas el aspecto de la tierra.

31 ¡La gloria del Señor es eterna!
¡El Señor se alegra en su creación!
32 La tierra tiembla cuando él la mira;
¡echan humo los montes cuando él los toca!

33 Mientras yo exista y tenga vida,
cantaré himnos al Señor mi Dios.
34 Quiera el Señor agradarse de mis pensamientos,
pues sólo en él encuentro mi alegría.
35 ¡Que desaparezcan de la tierra los pecadores!
¡Que dejen de existir los malvados!

¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!
¡Aleluya!

Isaías 44

Fidelidad del Señor, único Dios

44 »Escúchame ahora, Israel, pueblo de Jacob,
mi siervo, mi elegido.
Yo soy el Señor, tu creador,
que te formó desde antes de nacer y que te ayuda.
No temas, Jesurún, pueblo de Jacob,
mi siervo, mi elegido,
porque voy a hacer que corra agua en el desierto,
arroyos en la tierra seca.
Yo daré nueva vida a tus descendientes,
les enviaré mi bendición.
Y crecerán como hierba bien regada,
como álamos a la orilla de los ríos.
Uno dirá: “Yo soy del Señor”,
otro se llamará descendiente de Jacob,
y otro se grabará en la mano: “Propiedad del Señor”,
y añadirá el nombre de Israel al suyo propio.»

El Señor, el rey y redentor de Israel,
el Señor todopoderoso, dice:
«Yo soy el primero y el último;
fuera de mí no hay otro dios.
¿Quién hay igual a mí?
Que hable y me lo explique.
¿Quién ha anunciado desde el principio el futuro,
y dice lo que está por suceder?
Pero, ¡ánimo, no tengan miedo!
Yo así lo dije y lo anuncié desde hace mucho,
y ustedes son mis testigos.
¿Hay acaso otro dios fuera de mí?
No hay otro refugio; no conozco ninguno.»

Contra la idolatría

Ninguno de los que hacen ídolos vale nada, y para nada sirven los ídolos que ellos tanto estiman. Los que les dan culto son ciegos y estúpidos, y por eso quedarán en ridículo. 10 El que funde una estatua para adorarla como si ella fuera un dios, pierde su tiempo. 11 Todos los que la adoren quedarán en ridículo. Los que fabrican ídolos son simples hombres. Si todos juntos se presentaran a juicio, quedarían humillados y llenos de terror.

12 Veamos qué hace el herrero: toma su cincel y, después de calentar el metal entre las brasas, le da forma a golpes de martillo. Lo trabaja con su fuerte brazo. Pero si el herrero no come, se le acaba la fuerza, y si no bebe agua, se cansa.

13 O veamos al escultor: toma las medidas con su regla, traza el dibujo con lápiz y compás y luego lo trabaja con escoplo; así hace una estatua dándole la figura de una persona e imitando la belleza humana, y luego la instala en un templo.

14 O también, alguien planta cedros y la lluvia los hace crecer; después tendrá cedros para cortar. O si prefiere cipreses o robles, los cuida en el bosque hasta que están bien gruesos. 15 Luego la gente los usa para hacer fuego; se llevan unos pedazos para calentarse con ellos; se llevan otros para cocer pan; y otros pedazos los usan para hacer la estatua de un dios, y se inclinan ante ella para adorarla.

16 O también: la mitad de la madera la pone uno a arder en el fuego, asa carne, se come el asado y queda satisfecho. También se calienta con ella, y dice: «¡Qué bien se está junto al fuego; ya estoy entrando en calor!» 17 Y de la madera sobrante hace la estatua de un dios, se inclina ante ella para adorarla, y suplicante le dice: «¡Sálvame, porque tú eres mi dios!»

18 Esa gente no sabe, no entiende; tienen los ojos tan ciegos que no pueden ver, y el entendimiento tan cerrado que no pueden comprender. 19 No se ponen a pensar, les falta entendimiento para comprender y decir: «La mitad de la madera la puse a arder y en las brasas cocí pan, asé carne y me la comí; del resto hice esta cosa detestable, ¡y lo que estoy adorando es un pedazo de palo!» 20 Verdaderamente, es como comer ceniza. Es dejarse engañar por ideas falsas. Esas personas no podrán salvarse. No serán capaces de entender que lo que tienen en sus manos es pura mentira.

El Señor perdona y salva a Israel

21 «Israel, pueblo de Jacob,
recuerda que tú eres mi siervo;
tú eres mi siervo, pues yo te formé.
Israel, no te olvides de mí.
22 Yo he hecho desaparecer tus faltas y pecados,
como desaparecen las nubes.
Vuélvete a mí, pues yo te he libertado.»

23 ¡Cielo, grita de alegría por lo que el Señor ha hecho!
¡Lancen vivas, abismos de la tierra!
¡Montañas y bosques con todos sus árboles,
griten llenos de alegría,
porque el Señor ha mostrado su gloria
libertando a Israel, el pueblo de Jacob!

24 Esto dice el Señor, tu redentor,
el que te formó desde antes que nacieras:
«Yo soy el Señor, creador de todas las cosas,
yo extendí el cielo y afirmé la tierra
sin que nadie me ayudara.
25 Yo no dejo que se cumplan
las predicciones de los falsos profetas;
yo hago que los adivinos pierdan la razón.
Yo hago que los sabios se contradigan
y que sus conocimientos resulten pura tontería.
26 Pero hago que se cumplan las palabras de mis siervos
y que salgan bien los planes de mis enviados.
Yo declaro que Jerusalén volverá a ser habitada
y que las ciudades de Judá serán reconstruidas.
Yo haré que se levanten de sus ruinas.
27 Yo puedo ordenar que se seque el océano
y que sus ríos se queden sin agua.
28 Yo le digo a Ciro: “Tú eres mi pastor,
tú harás todo lo que yo quiero”;
y le digo a Jerusalén: “Tú serás reconstruida”;
y al templo: “Se pondrán tus cimientos.”»

Apocalipsis 14

El Cordero y los elegidos

14 Vi al Cordero, que estaba de pie sobre el monte Sión. Con él había ciento cuarenta y cuatro mil personas que tenían escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. Luego oí un sonido que venía del cielo; era como el sonido de una cascada, como el retumbar de un fuerte trueno; era un sonido como el de muchos arpistas tocando sus arpas. Y cantaban un canto nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Ninguno podía aprender aquel canto, sino solamente los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron salvados de entre los de la tierra. Éstos son vírgenes, no se contaminaron con mujeres; son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron salvados de entre los hombres como primera ofrenda para Dios y para el Cordero. No se encontró ninguna mentira en sus labios, pues son intachables.

El Hijo del hombre y seis ángeles

Vi otro ángel, que volaba en medio cielo y que llevaba un mensaje eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Decía con fuerte voz: «Teman a Dios y denle alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales.»

Lo siguió un segundo ángel, que decía: «¡Ya cayó, ya cayó la gran Babilonia, la que emborrachó a todas las naciones con el vino de su prostitución!»

Luego los siguió otro ángel, el tercero, que decía con fuerte voz: «Si alguno adora al monstruo y a su imagen, y se deja poner su marca en la frente o en la mano, 10 tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha preparado puro en la copa de su enojo; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero. 11 El humo de su tormento sube por todos los siglos, y no hay descanso de día ni de noche para los que adoran al monstruo y a su imagen y reciben la marca de su nombre.»

12 ¡Aquí se verá la fortaleza del pueblo santo, de aquellos que cumplen sus mandamientos y son fieles a Jesús!

13 Entonces oí una voz del cielo, que me decía: «Escribe esto: “Dichosos de aquí en adelante los que mueren unidos al Señor.”»

«Sí—dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.»

14 Miré, y vi una nube blanca, y sobre la nube estaba sentado alguien que parecía ser un hijo de hombre. Llevaba una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. 15 Y salió del templo otro ángel, gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: «¡Mete tu hoz y recoge la cosecha; porque ya llegó la hora, y la cosecha de la tierra está madura!» 16 El que estaba sentado en la nube pasó entonces su hoz sobre la tierra, y recogió la cosecha de la tierra.

17 Luego otro ángel salió del templo que está en el cielo, llevando él también una hoz afilada. 18 Y del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego y que llamó con fuerte voz al que llevaba la hoz afilada, diciendo: «¡Mete tu hoz afilada, y corta con ella los racimos de los viñedos que hay en la tierra, porque ya sus uvas están maduras!» 19 El ángel pasó su hoz sobre la tierra y cortó las uvas de los viñedos de la tierra, y luego las echó en el gran recipiente que se usa para exprimirlas y que simboliza la ira de Dios. 20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del recipiente salió sangre, que llegó a la altura de los frenos de los caballos en una extensión de trescientos kilómetros.

Dios Habla Hoy (DHH)

Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.