Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
1 Samuel 14

14 Cierto día, Jonatán hijo de Saúl, sin decirle nada a su padre, le ordenó a su escudero: «Ven acá. Vamos a cruzar al otro lado, donde está el destacamento de los filisteos». Y es que Saúl estaba en las afueras de Guibeá, bajo un granado en Migrón, y tenía con él unos seiscientos hombres. El efod lo llevaba Ahías hijo de Ajitob, que era hermano de Icabod, el hijo de Finés y nieto de Elí, sacerdote del Señor en Siló.

Nadie sabía que Jonatán había salido, y para llegar a la guarnición filistea Jonatán tenía que cruzar un paso entre dos peñascos, llamados Bosés y Sene. El primero estaba al norte, frente a Micmás; el otro, al sur, frente a Gueba. Así que Jonatán le dijo a su escudero:

―Vamos a cruzar hacia la guarnición de esos paganos.[a] Espero que el Señor nos ayude, pues para él no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos.

―¡Adelante! —respondió el escudero—. Haz todo lo que tengas pensado hacer, que cuentas con todo mi apoyo.

―Bien —dijo Jonatán—; vamos a cruzar hasta donde están ellos, para que nos vean. Si nos dicen: “¡Esperad a que os alcancemos!”, ahí nos quedaremos, en vez de avanzar. 10 Pero, si nos dicen: “¡Venid acá!”, avanzaremos, pues será señal de que el Señor nos va a dar la victoria.

11 Así pues, los dos se dejaron ver por la guarnición filistea.

―¡Mirad —exclamaron los filisteos—, los hebreos empiezan a salir de las cuevas donde estaban escondidos!

12 Entonces los soldados de la guarnición les gritaron a Jonatán y a su escudero:

―¡Venid acá! Tenemos algo que deciros.

―Ven conmigo —le dijo Jonatán a su escudero—, porque el Señor le ha dado la victoria a Israel.

13 Jonatán trepó con pies y manos, seguido por su escudero. A los filisteos que eran derribados por Jonatán, el escudero los remataba. 14 En ese primer encuentro, que tuvo lugar en un espacio reducido,[b] Jonatán y su escudero mataron a unos veinte hombres.

Israel derrota a los filisteos

15 Cundió entonces el pánico en el campamento filisteo y entre el ejército que estaba en el campo abierto. Todos ellos se acobardaron, incluso los soldados de la guarnición y las tropas de asalto. Hasta la tierra tembló, y hubo un pánico extraordinario.[c] 16 Desde Guibeá de Benjamín, los centinelas de Saúl podían ver que el campamento huía en desbandada. 17 Saúl dijo entonces a sus soldados: «Pasad revista, a ver quién de los nuestros falta». Así lo hicieron, y resultó que faltaban Jonatán y su escudero.

18 Entonces Saúl le pidió a Ahías que trajera el arca de Dios. (En aquel tiempo el arca estaba con los israelitas). 19 Pero, mientras hablaban, el desconcierto en el campo filisteo se hizo peor, así que Saúl le dijo al sacerdote: «¡No lo hagas!»

20 En seguida Saúl reunió a su ejército, y todos juntos se lanzaron a la batalla. Era tal la confusión entre los filisteos que se mataban unos a otros. 21 Además, los hebreos que hacía tiempo se habían unido a los filisteos, y que estaban con ellos en el campamento, se pasaron a las filas de los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán. 22 Y los israelitas que se habían escondido en los montes de Efraín, al oír que los filisteos huían, se unieron a la batalla para perseguirlos. 23 Así libró el Señor a Israel aquel día, y la batalla se extendió más allá de Bet Avén.

El juramento de Saúl

24 Los israelitas desfallecían de hambre, pues Saúl había puesto al ejército bajo este juramento: «¡Maldito el que coma algo antes del anochecer, antes de que pueda vengarme de mis enemigos!» Así que aquel día ninguno de los soldados había probado bocado.

25 Al llegar todos a un bosque, notaron que había miel en el suelo. 26 Cuando el ejército entró en el bosque, vieron que la miel corría como agua, pero por miedo al juramento nadie se atrevió a probarla. 27 Sin embargo, Jonatán, que no había oído a su padre poner al ejército bajo juramento, alargó la vara que llevaba en la mano, hundió la punta en un panal de miel, y se la llevó a la boca. En seguida se le iluminó el rostro. 28 Pero uno de los soldados le advirtió:

―Tu padre puso al ejército bajo un juramento solemne, diciendo: “¡Maldito el que coma algo hoy!” Y por eso los soldados desfallecen.

29 ―Mi padre le ha causado un gran daño al país —respondió Jonatán—. Mirad cómo me volvió el color al rostro cuando probé un poco de esta miel. 30 ¡Imaginaos si todo el ejército hubiera comido del botín que se le arrebató al enemigo! ¡Cuánto mayor habría sido el estrago causado a los filisteos!

31 Aquel día los israelitas mataron filisteos desde Micmás hasta Ayalón. Y, como los soldados estaban exhaustos, 32 echaron mano del botín. Agarraron ovejas, vacas y terneros, los degollaron sobre el suelo, y se comieron la carne con sangre y todo. 33 Entonces le contaron a Saúl:

―Los soldados están pecando contra el Señor, pues están comiendo carne junto con la sangre.

―¡Son unos traidores! —replicó Saúl—. Haced rodar una piedra grande, y traédmela ahora mismo.

34 También les dijo:

―Id y decidle a la gente que cada uno me traiga su toro o su oveja para degollarlos y comerlos aquí; y que no coman ya carne junto con la sangre, para que no pequen contra el Señor.

Esa misma noche cada uno llevó su toro, y lo degollaron allí. 35 Luego Saúl construyó un altar al Señor. Este fue el primer altar que levantó. 36 Y dijo:

―Vayamos esta noche tras los filisteos. Antes de que amanezca, quitémosles todo lo que tienen y no dejemos a nadie con vida.

―Haz lo que te parezca mejor —le respondieron.

―Primero debemos consultar a Dios —intervino el sacerdote.

37 Saúl entonces le preguntó a Dios: «¿Debo perseguir a los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel?» Pero Dios no le respondió aquel día. 38 Así que Saúl dijo:

―Todos vosotros, jefes del ejército, acercaos y averiguad cuál es el pecado que se ha cometido hoy. 39 ¡El Señor y Salvador de Israel me es testigo de que, aunque el culpable sea mi hijo Jonatán, morirá sin remedio!

Nadie se atrevió a decirle nada. 40 Les dijo entonces a todos los israelitas:

―Poneos vosotros de un lado, y yo y mi hijo Jonatán nos pondremos del otro.

―Haz lo que te parezca mejor —respondieron ellos.

41 Luego le rogó Saúl al Señor, Dios de Israel, que le diera una respuesta clara. La suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, de modo que los demás quedaron libres. 42 Entonces dijo Saúl:

―Echad suertes entre mi hijo Jonatán y yo.

Y la suerte cayó sobre Jonatán, 43 así que Saúl le dijo:

―Cuéntame lo que has hecho.

―Es verdad que probé un poco de miel con la punta de mi vara —respondió Jonatán—. ¿Y por eso tengo que morir?

44 ―Jonatán, si tú no mueres, ¡que Dios me castigue sin piedad! —exclamó Saúl.

45 Los soldados le replicaron:

―¡Cómo va a morir Jonatán, siendo que le ha dado esta gran victoria a Israel! ¡Jamás! Tan cierto como que el Señor vive, que ni un pelo de su cabeza caerá al suelo, pues con la ayuda de Dios hizo esta proeza.

Así libraron a Jonatán de la muerte. 46 Saúl, a su vez, dejó de perseguir a los filisteos, los cuales regresaron a su tierra.

47 Después de consolidar su reinado sobre Israel, Saúl luchó contra todos los enemigos que lo rodeaban, incluso contra los moabitas, los amonitas, los edomitas, los reyes de Sobá y los filisteos; y a todos los vencía 48 haciendo gala de valor. También derrotó a los amalecitas y libró a Israel de quienes lo saqueaban.

La familia de Saúl

49 Saúl tuvo tres hijos: Jonatán, Isví y Malquisúa. También tuvo dos hijas: la mayor se llamaba Merab, y la menor, Mical. 50 Su esposa era Ajinoán hija de Ajimaz. El general de su ejército era Abner hijo de Ner, tío de Saúl. 51 Ner y Quis, el padre de Saúl, eran hermanos, y ambos eran hijos de Abiel.

52 Durante todo el reinado de Saúl se luchó sin cuartel contra los filisteos. Por eso, siempre que Saúl veía a alguien fuerte y valiente, lo alistaba en su ejército.

Romanos 12

Sacrificios vivos

12 Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, os ruego que cada uno de vosotros, en adoración espiritual,[a] ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No os amoldéis al mundo actual, sino sed transformados mediante la renovación de vuestra mente. Así podréis comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.

Por la gracia que se me ha dado, os digo a todos vosotros: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado. Pues, así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás. Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe;[b] si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.

El amor

El amor debe ser sincero. Aborreced el mal; aferraos al bien. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal, respetándoos y honrándoos mutuamente. 11 Nunca dejéis de ser diligentes; antes bien, servid al Señor con el fervor que da el Espíritu. 12 Alegraos en la esperanza, mostrad paciencia en el sufrimiento, perseverad en la oración. 13 Ayudad a los hermanos necesitados. Practicad la hospitalidad. 14 Bendecid a quienes os persigan; bendecid y no maldigáis. 15 Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran. 16 Vivid en armonía los unos con los otros. No seáis arrogantes, sino haceos solidarios con los humildes.[c] No os creáis que sois los únicos que sabéis.

17 No paguéis a nadie mal por mal. Procurad hacer lo bueno delante de todos. 18 Si es posible, y en cuanto dependa de vosotros, vivid en paz con todos. 19 No os venguéis, hermanos míos, sino dejad el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré»,[d] dice el Señor. 20 Antes bien,

«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
    si tiene sed, dale de beber.
Actuando así, harás que se avergüence de su conducta».[e]

21 No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.

Jeremías 51

51 Así dice el Señor:

«Voy a levantar un viento destructor
    contra Babilonia y la gente de Leb Camay.[a]
Enviaré contra Babilonia
    gente que la lance por los aires,
que la aviente como se avienta el trigo,
    hasta dejarla vacía.
En el día de su calamidad
    la atacarán por todas partes.
Que no tense el arquero su arco,[b]
    ni se vista la coraza.
No perdonéis a sus jóvenes;
    destruid a su ejército por completo.
Caerán muertos en el país de los babilonios;
    serán traspasados en las calles.
Aunque Israel y Judá están llenos de culpa
    delante del Santo de Israel,
no han sido abandonados por su Dios,
    el Señor Todopoderoso.

»¡Huid de Babilonia!
    ¡Sálvese quien pueda!
    No perezcáis por causa de su iniquidad.
Porque ha llegado la hora
    de que el Señor tome venganza;
    ¡él le dará su merecido!
En la mano del Señor
    Babilonia era una copa de oro
    que embriagaba a toda la tierra.
Las naciones bebieron de su vino
    y enloquecieron.
Pero de pronto Babilonia cayó hecha pedazos.
    ¡Gemid por ella!
Traed bálsamo para su dolor;
    tal vez pueda ser curada.

»“Quisimos curar a Babilonia,
    pero no pudo ser sanada;
abandonémosla, y regrese cada uno a su país,
    porque llega su condena hasta los cielos;
    ¡se eleva hasta las nubes!”

10 »“¡El Señor nos ha vindicado!
    Venid, que en Sión daremos a conocer
    lo que ha hecho el Señor, nuestro Dios”.

11 »¡Afilad las flechas!
    ¡Armaos con escudos!
El Señor ha despertado el espíritu
    de los reyes de Media
    para destruir a Babilonia.
Esta es la venganza del Señor,
    la venganza por su templo.
12 ¡Levantad el estandarte
    contra los muros de Babilonia!
¡Reforzad la guardia!
    ¡Poned centinelas!
    ¡Preparad la emboscada!
El Señor cumplirá su propósito;
    cumplirá su decreto contra los babilonios.
13 Tú, que habitas junto a muchas aguas
    y eres rica en tesoros,
has llegado a tu fin,
    al final de tu existencia.
14 El Señor Todopoderoso ha jurado por sí mismo:
    “Te llenaré de enemigos, como de langostas,
    y sobre ti lanzarán gritos de victoria”.

15 »Con su poder hizo el Señor la tierra;
    con su sabiduría afirmó el mundo;
    con su inteligencia extendió los cielos.
16 Ante su trueno, braman las lluvias en el cielo,
    y desde los confines de la tierra
    hace que suban las nubes;
entre relámpagos desata la lluvia,
    y saca de sus depósitos el viento.

17 »Todo hombre es necio e ignorante;
    todo orfebre se avergüenza de sus ídolos.
Sus ídolos son una mentira;
    no tienen aliento de vida.
18 Son absurdos, objetos de burla;
    en el tiempo del juicio serán destruidos.
19 La porción de Jacob no es como aquellos;
    su Dios es el creador de todas las cosas.
Su nombre es el Señor Todopoderoso;
    Israel es la tribu de su heredad.

20 »Tú eres mi mazo, mi arma de guerra;
    contigo destrozo naciones y reinos.
21 Contigo destrozo jinetes y caballos;
    contigo destrozo aurigas y carros de guerra.
22 Contigo destrozo hombres y mujeres;
    contigo destrozo jóvenes y ancianos,
    contigo destrozo jóvenes y doncellas.
23 Contigo destrozo pastores y rebaños;
    contigo destrozo labradores y yuntas,
    contigo destrozo jefes y gobernantes.

24 »Pero en vuestra presencia daré su merecido a Babilonia y a todos sus habitantes por todo el mal que han hecho en Sión —afirma el Señor—.

25 »Estoy en contra de ti,
    monte del exterminio,
    que destruyes toda la tierra —afirma el Señor—.
Extenderé mi mano contra ti;
    te haré rodar desde los peñascos
    y te convertiré en monte quemado.
26 No volverán a tomar de ti piedra angular,
    ni piedra de cimiento,
    porque para siempre quedarás desolada
            —afirma el Señor—.

27 »¡Levantad la bandera en el país!
    ¡Tocad la trompeta entre las naciones!
¡Convocad contra ella
    a los reinos de Ararat, Mini y Asquenaz!
¡Poned al frente un general!
    ¡Que avancen los caballos cual plaga de langostas!
28 ¡Convocad contra ella a las naciones,
    a los reyes de Media,
y a sus gobernadores y oficiales!
    ¡Convocad a todo su imperio!
29 La tierra tiembla y se sacude;
    se cumplen los planes de Dios contra Babilonia,
al convertirla en un desierto desolado
    donde nadie ha de habitar.
30 Dejaron de combatir los guerreros de Babilonia;
    se escondieron en las fortalezas.
Sus fuerzas se agotaron;
    se volvieron como mujeres.
Sus moradas fueron incendiadas
    y destrozados sus cerrojos.
31 Corre un emisario tras el otro;
    un mensajero sigue a otro mensajero,
para anunciar al rey de Babilonia
    que toda la ciudad ha sido conquistada.
32 Los vados han sido ocupados,
    e incendiados los cañaverales;
    llenos de pánico quedaron los guerreros».

33 Porque así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel:

«La bella Babilonia es como una era
    en el momento de la trilla;
    ¡ya le llega el tiempo de la cosecha!»

34 «Nabucodonosor, el rey de Babilonia,
    me devoró, me confundió;
    me dejó como un plato vacío.
Me tragó como un monstruo marino,
    con mis delicias se ha llenado el estómago
    para luego vomitarme.
35 Dice Jerusalén:
    “¡Que recaiga sobre Babilonia
    la violencia que me hizo!”
Dice la moradora de Sión:
    “¡Que mi sangre se derrame
    sobre los babilonios!”»

36 Por eso, así dice el Señor:

«Voy a defender tu causa,
    y llevaré a cabo tu venganza;
voy a secar el agua de su mar,
    y dejaré secos sus manantiales.
37 Babilonia se convertirá en un montón de ruinas,
    en guarida de chacales,
en objeto de horror y de burla,
    en un lugar sin habitantes.
38 Juntos rugen como leones;
    gruñen como cachorros de león.
39 Cuando entren en calor, les serviré bebida;
    los embriagaré para que se diviertan.
Así dormirán un sueño eterno
    del que ya no despertarán
            —afirma el Señor—.
40 Voy a llevarlos al matadero,
    como si fueran corderos;
    como carneros y chivos.

41 »¡Cómo ha sido capturada Sesac![c]
    ¡Cómo ha sido conquistado
    el orgullo de toda la tierra!
Babilonia se ha convertido
    en un horror para las naciones.
42 El mar ha subido contra Babilonia;
    agitadas olas la han cubierto.
43 Desoladas han quedado sus ciudades:
    como un sequedal, como un desierto.
Nadie habita allí;
    nadie pasa por ese lugar.
44 Voy a castigar al dios Bel en Babilonia;
    haré que vomite lo que se ha tragado.
Ya no acudirán a él las naciones,
    ni quedará en pie el muro de Babilonia.

45 »¡Huye de ella, pueblo mío!
    ¡Sálvese quien pueda de mi ardiente ira!
46 No desfallezcáis, no os acobardéis
    por los rumores que corren por el país.
Año tras año surgen nuevos rumores;
    cunde la violencia en el país,
    y un gobernante se levanta contra otro.
47 Se acercan ya los días
    en que castigaré a los ídolos de Babilonia.
Toda su tierra será avergonzada;
    caerán sus víctimas en medio de ella.
48 Entonces el cielo y la tierra,
    y todo lo que hay en ellos,
lanzarán gritos de júbilo contra Babilonia,
    porque del norte vendrán sus destructores
            —afirma el Señor—.

49 »Babilonia tiene que caer
    por las víctimas de Israel,
así como en toda la tierra
    cayeron las víctimas de Babilonia.
50 Vosotros, los que escapasteis de la espada,
    huid sin demora.
Invocad al Señor en tierras lejanas,
    y no dejéis de pensar en Jerusalén».

51 «Sentimos vergüenza por los insultos;
    estamos cubiertos de deshonra,
porque han penetrado extranjeros
    en el santuario del Señor».

52 «Por eso, vienen días
    en que castigaré a sus ídolos;
a lo largo de todo el país
    gemirán sus heridos
            —afirma el Señor—.
53 Aunque Babilonia suba hasta los cielos,
    y en lo alto fortifique sus baluartes,
    yo enviaré destructores contra ella
            —afirma el Señor—.

54 »Se oyen clamores por la gran destrucción
    del país de Babilonia.
55 El Señor la destruye por completo;
    pone fin a su bullicio.
Rugen sus enemigos como olas agitadas;
    resuena el estruendo de su voz.
56 Llega contra Babilonia el destructor;
    sus guerreros serán capturados,
    y sus arcos serán hechos pedazos.
Porque el Señor es un Dios
    que a cada cual le da su merecido.
57 Voy a embriagar a sus jefes y a sus sabios;
    a sus gobernadores, oficiales y guerreros;
y dormirán un sueño eterno,
    del que no despertarán»,
afirma el Rey,
    cuyo nombre es el Señor Todopoderoso.

58 Así dice el Señor Todopoderoso:

«Los anchos muros de Babilonia
    serán derribados por completo;
    sus imponentes puertas serán incendiadas.
Los pueblos se agotan en vano,
    y las naciones se fatigan
    por lo que se desvanece como el humo».

59 Este es el mandato que el profeta Jeremías dio a Seraías, hijo de Nerías y nieto de Maseías, cuando fue a Babilonia con Sedequías, rey de Judá, durante el año cuarto de su reinado. Seraías era el jefe de este viaje. 60 Jeremías había descrito en un rollo todas las calamidades que le sobrevendrían a Babilonia, es decir, todo lo concerniente a ella. 61 Jeremías le dijo a Seraías: «En cuanto llegues a Babilonia, asegúrate de leerles todas estas palabras. 62 Luego diles: “Señor, tú has dicho que vas a destruir este lugar, y que lo convertirás en una desolación perpetua, hasta que no quede en él un solo habitante, ni hombre ni animal”. 63 Cuando termines de leer el rollo, átale una piedra y arrójalo al Éufrates. 64 Luego diles: “Así se hundirá Babilonia, y nunca más se levantará del desastre que voy a traer sobre ella”».

Aquí concluyen las palabras de Jeremías.

Salmos 30

Cántico para la dedicación de la casa.[a] Salmo de David.

30 Te exaltaré, Señor, porque me levantaste,
    porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí.
Señor mi Dios, te pedí ayuda
    y me sanaste.
Tú, Señor, me sacaste del sepulcro;
    me hiciste revivir de entre los muertos.

Cantad al Señor, vosotros sus fieles;
    alabad su santo nombre.
Porque solo un instante dura su enojo,
    pero toda una vida su bondad.
Si por la noche hay llanto,
    por la mañana habrá gritos de alegría.

Cuando me sentí seguro, exclamé:
    «Jamás seré conmovido».
Tú, Señor, en tu buena voluntad,
    me afirmaste en elevado baluarte;
pero escondiste tu rostro,
    y yo quedé confundido.

A ti clamo, Señor Soberano;
    a ti me vuelvo suplicante.
¿Qué ganas tú con que yo muera,[b]
    con que descienda yo al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará
    o proclamará tu verdad?
10 Oye, Señor; compadécete de mí.
    ¡Sé tú, Señor, mi ayuda!

11 Convertiste mi lamento en danza;
    me quitaste la ropa de luto
    y me vestiste de fiesta,
12 para que te cante y te glorifique,
    y no me quede callado.

¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!

Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)

Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® (Castellano) © 1999, 2005, 2017 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.