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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
2 Reyes 5

Eliseo sana a Naamán de su lepra

Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre muy importante delante de su señor y tenido en gran estima, porque por medio de él el SEÑOR había librado a Siria. El hombre era un guerrero valiente, pero leproso.

Los sirios habían salido en incursiones y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la esposa de Naamán. Ella dijo a su señora:

—¡Ojalá mi señor se presentara al profeta que está en Samaria! Pues él lo sanaría de su lepra.

Naamán entró y habló a su señor, diciendo:

—Así y así ha dicho la muchacha que es de la tierra de Israel.

El rey de Siria le dijo:

—Anda, ve, y yo enviaré una carta al rey de Israel.

Partió, pues, llevando consigo trescientos treinta kilos de plata, sesenta y seis kilos de oro y diez vestidos nuevos. También llevó la carta para el rey de Israel, la cual decía así:

Ahora, cuando esta carta llegue a ti, sabrás que yo te he enviado a mi servidor Naamán, para que lo sanes de su lepra.

Y sucedió que cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y dijo:

—¿Acaso soy yo Dios, para dar la muerte o dar la vida, y para que este me envíe un hombre, a fin de que yo lo sane de su lepra? ¡Consideren, pues, y vean cómo él busca ocasión contra mí!

Pero sucedió que cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras, envió a decir al rey: “¿Por qué has rasgado tus vestiduras? ¡Que venga a mí, y sabrá que hay profeta en Israel!”.

Entonces Naamán llegó con sus caballos y su carro, y se detuvo ante la puerta de la casa de Eliseo. 10 Y Eliseo le envió un mensajero que le dijo:

—Ve, lávate siete veces en el Jordán, y tu carne te será restaurada, y serás limpio.

11 Naamán se enfureció y se fue diciendo:

—He aquí, yo pensaba que seguramente él saldría, que puesto de pie invocaría el nombre del SEÑOR su Dios, y que moviendo su mano sobre el lugar sanaría la parte leprosa. 12 ¿No son los ríos de Damasco, el Abana[a] y el Farfar, mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría yo lavarme en ellos y ser limpio?

Y dando la vuelta, se iba enojado. 13 Pero sus siervos se acercaron a él y le hablaron diciendo:

—Padre mío, si el profeta te hubiera mandado alguna cosa grande, ¿no la habrías hecho? Con mayor razón si él te dice: “Lávate y serás limpio”.

14 Entonces él descendió y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne se volvió como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio.

15 Luego Naamán volvió al hombre de Dios, él con toda su comitiva[b]. Llegó y se detuvo delante de él, y dijo:

—¡He aquí, yo reconozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel! Ahora pues, acepta, por favor, un presente de parte de tu siervo.

16 Pero Eliseo dijo:

—¡Vive el SEÑOR, a quien sirvo, que no aceptaré nada!

Naamán le insistió para que lo aceptara pero él rehusó. 17 Entonces Naamán dijo:

—Si no, por favor, sea dada a tu siervo una carga de esta tierra, que pueda ser llevada por un par de mulas; porque de aquí en adelante tu siervo no ofrecerá holocausto ni sacrificio a otros dioses, sino solo al SEÑOR. 18 Pero el SEÑOR perdone esto a tu siervo: Cuando mi señor entre en el templo de Rimón para adorar allí, y él se apoye en mi brazo y yo me incline en el templo de Rimón (cuando yo tenga que inclinarme en el templo de Rimón), que el SEÑOR perdone esto a tu siervo.

19 Y le dijo:

—Ve en paz.

Guejazi contrae la lepra de Naamán

Cuando Naamán se alejó de él y había recorrido cierta distancia, 20 Guejazi, criado de Eliseo, el hombre de Dios, pensó: “He aquí que mi señor ha eximido a este sirio Naamán y no ha tomado de su mano las cosas que él trajo. ¡Vive el SEÑOR, que ciertamente correré tras él y conseguiré de él alguna cosa!”.

21 Guejazi siguió a Naamán; y cuando Naamán vio que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirlo y le preguntó:

—¿Está todo bien?

22 Y él respondió:

—Sí, pero mi señor me envía a decir: “He aquí, en este momento han llegado a mí dos jóvenes de los hijos de los profetas, de la región montañosa de Efraín. Te ruego que des para ellos treinta y tres kilos de plata y dos vestidos nuevos”.

23 Entonces Naamán dijo:

—Dígnate aceptar sesenta y seis kilos.

Él le insistió y ató en dos bolsas sesenta y seis kilos y dos vestidos nuevos. Y los entregó a dos de sus criados para que los llevaran delante de él. 24 Cuando llegaron a la colina, él los tomó de sus manos y los guardó en casa. Luego despidió a los hombres y se fueron. 25 Entonces él entró y se puso de pie delante de su señor. Y Eliseo le preguntó:

—¿De dónde vienes, Guejazi?

Y él respondió:

—Tu siervo no ha ido a ninguna parte.

26 Entonces Eliseo le dijo:

—¿No estuvo allí mi corazón cuando el hombre volvió de su carro a tu encuentro? ¿Es esta la ocasión de aceptar dinero o de aceptar ropa, olivares, viñas, ovejas, vacas, siervos y siervas? 27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes, para siempre.

Entonces salió de su presencia leproso, blanco como la nieve.

1 Timoteo 2

Sobre la oración y la conducta

Por esto exhorto, ante todo, que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que llevemos una vida tranquila y reposada en toda piedad y dignidad. Esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos los hombres sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. Para esto yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles en fe y verdad. Digo la verdad; no miento.

Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos piadosas, sin ira ni discusión. Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con modestia y prudencia; no con peinados ostentosos ni oro ni perlas ni vestidos costosos 10 sino más bien con buenas obras, como conviene a mujeres que profesan reverencia a Dios.

11 La mujer aprenda con tranquilidad, con toda sujeción; 12 porque no permito a una mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre[a] sino estar con tranquilidad. 13 Pues Adán fue formado primero; después, Eva. 14 Además, Adán no fue engañado sino la mujer, al ser engañada, incurrió en transgresión. 15 Sin embargo, se salvará teniendo hijos si permanece en fe, amor y santidad con prudencia.

Daniel 9

Oración de Daniel por su pueblo

En el primer año de Darío hijo de Asueroa, del linaje de los medos, el cual llegó a ser rey sobre el reino de los caldeos; en el primer año de su reinado, yo, Daniel, entendí de los libros que, según la palabra del SEÑOR dada al profeta Jeremíasb, el número de los años que habría de durar la desolación de Jerusalén sería setenta años.

Entonces volví mi rostro al Señor Dios, buscándolo en oración y ruego, con ayuno, cilicio y ceniza. Oré al SEÑOR mi Dios e hice confesión diciendo: “¡Oh Señor, Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para con los que lo aman y guardan sus mandamientos!: Hemos pecado; hemos hecho iniquidad; hemos actuado impíamente; hemos sido rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus decretos. No hemos obedecido a tus siervos los profetas que en tu nombre han hablado a nuestros reyes, a nuestros gobernantes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tuya es, oh Señor, la justicia; y nuestra es la vergüenza del rostro, como en el día de hoy; de los hombres de Judá, de los habitantes de Jerusalén, de todo Israel, de los de cerca y de los de lejos, en todas las tierras a donde los has echado a causa de su rebelión con que se han rebelado contra ti. Oh Señor, nuestra es la vergüenza del rostro; de nuestros reyes, de nuestros gobernantes y de nuestros padres; porque hemos pecado contra ti. Del Señor nuestro Dios son el tener misericordia y el perdonar, aunque nos hemos rebelado contra él, 10 y no hemos obedecido la voz del SEÑOR nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel ha transgredido tu ley, apartándose para no escuchar tu voz. Por ello han sido derramados sobre nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Moisés[a], siervo de Dios, porque hemos pecado contra él. 12 Y él ha confirmado su palabra que habló contra nosotros y contra nuestros magistrados que nos gobernaban, trayendo sobre nosotros tan grande mal. Porque nunca se había hecho bajo el cielo un mal como el que se ha hecho a Jerusalén. 13 Como está escrito en la ley de Moisés, todo este mal nos ha sobrevenido y no hemos implorado el favor del SEÑOR nuestro Dios volviéndonos de nuestras maldades y prestando atención a tu verdad. 14 Por tanto, el SEÑOR ha tenido presente el hacer este mal y lo ha traído sobre nosotros. Porque el SEÑOR nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho; sin embargo, no hemos obedecido su voz.

15 “Ahora pues, oh Señor Dios nuestro —que con mano poderosa sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto[b] y te hiciste de renombre, como en este día—, hemos pecado; hemos actuado impíamente. 16 Oh Señor, conforme a tu justicia, apártense, por favor, tu ira y tu furor de sobre Jerusalén, tu ciudad, tu santo monte. Porque a causa de nuestros pecados y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo han sido entregados a la afrenta en medio de todos los que nos rodean. 17 Ahora pues, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus ruegos, y por amor de ti mismo, oh Señor[c], haz que resplandezca tu rostro sobre tu santuario desolado. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído y escucha; abre tus ojos y mira nuestros lugares desolados y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre. Porque no estamos presentando nuestros ruegos delante de ti, confiados en nuestras obras de justicia, sino en tu gran misericordia. 19 Escucha, oh Señor. Perdona, oh Señor. Atiende y actúa, oh Señor. Por amor de ti mismo no pongas dilación, oh Dios mío; porque tu ciudad y tu pueblo son llamados por tu nombre”.

Profecía de las setenta semanas

20 Aún estaba yo hablando y orando —confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, presentando mi ruego delante del SEÑOR mi Dios por el santo monte de mi Dios—; 21 aún estaba hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre al cual yo había visto en visión al principio, voló rápidamente y me tocó, como a la hora del sacrificio del atardecer.

22 Vino[d] y habló conmigo diciendo: “Daniel, ahora he venido para iluminar tu entendimiento. 23 Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para declarártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la palabra y comprende la visión: 24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con la transgresión, para acabar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo. 25 Conoce, pues, y entiende que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; y volverá a ser edificada con plaza y muro, pero en tiempos angustiosos. 26 Después de las sesenta y dos semanas, el Mesías será quitado y no tendrá nada; y el pueblo de un gobernante que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin y hasta el fin de la guerra está decretada la desolación. 27 Por una semana él confirmará un pacto con muchos, y en la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Sobre alas de abominaciones vendrá el desolador, hasta que el aniquilamiento que está decidido venga sobre el desolador”.

Salmos 117-118

Llamado a la alabanza

117 ¡Alaben al SEÑOR, naciones todas!

¡Pueblos todos, alábenle!
Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia,
y la verdad del SEÑOR es para siempre. ¡Aleluya!

La misericordia eterna del SEÑOR

118 ¡Alaben al SEÑOR porque es bueno;

porque para siempre es su
misericordia!
Diga, por favor, Israel:
“¡Para siempre es su misericordia!”.
Diga, por favor, la casa de Aarón: “¡Para siempre es su misericordia!”.
Digan, por favor, los que temen
al SEÑOR:
“¡Para siempre es su misericordia!”.
Al SEÑOR[a] invoqué desde
la angustia,
y el SEÑOR[b] me respondió
poniéndome en lugar espacioso.
El SEÑOR está conmigo;
no temeré lo que me pueda hacer
el hombre.
El SEÑOR está conmigo, con los que me ayudan.
Por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.
Mejor es refugiarse en el SEÑOR que confiar en el hombre.
Mejor es refugiarse en el SEÑOR que confiar en los poderosos.
10 Todas las naciones me rodearon;
en el nombre del SEÑOR yo
las destruiré.
11 Me rodearon y me asediaron;
en el nombre del SEÑOR yo las destruiré.
12 Me rodearon como abejas,
ardieron[c] como fuego de espinos;
en el nombre del SEÑOR yo las destruiré.
13 Fui empujado[d] con violencia para que cayese;
pero el SEÑOR me socorrió.
14 El SEÑOR[e] es mi fortaleza
y mi canción;
él es mi salvación.
15 ¡Voz de júbilo y de salvación hay en las moradas de los justos!
¡La diestra del SEÑOR hace proezas!
16 ¡La diestra del SEÑOR está
levantada, en alto!
¡La diestra del SEÑOR hace proezas!
17 No moriré, sino que viviré
y contaré las obras del SEÑOR[f].
18 Duramente me castigó el SEÑOR[g] pero no me entregó a la muerte.
19 ¡Ábranme las puertas de la justicia! Entraré por ellas y daré gracias
al SEÑOR[h].
20 Esta es la puerta del SEÑOR; por ella entrarán los justos.
21 Te daré gracias
porque me has respondido
y has sido mi salvación.
22 La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser la principal del ángulo.
23 De parte del SEÑOR es esto;
es una maravilla a nuestros ojos.
24 Este es el día que hizo el SEÑOR; nos gozaremos y nos alegraremos
en él.
25 ¡Oh SEÑOR, sálvanos, por favor! ¡Oh SEÑOR, haznos prosperar!
26 ¡Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR!
Desde la casa del SEÑOR los bendecimos.
27 El SEÑOR es Dios
y nos ha resplandecido.
Aten ramas festivas junto[i] a los cuernos del altar.
28 Mi Dios eres tú; a ti te daré gracias. Oh Dios mío, a ti te ensalzaré.
29 ¡Alaben al SEÑOR, porque es bueno; porque para siempre es su
misericordia!

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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