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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Éxodo 16

16 Toda la congregación de los hijos de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día quince del mes segundo[a] después de salir de la tierra de Egipto. Entonces toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto. Los hijos de Israel les decían:

—¡Ojalá el SEÑOR nos hubiera hecho morir en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos! Nos han sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:

—He aquí, yo haré llover para ustedes pan del cielo. El pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día; así lo pondré a prueba, si anda en mi ley o no. Pero en el sexto día prepararán lo que han de llevar, que será el doble de lo que recogen cada día.

Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel:

—Al atardecer sabrán que el SEÑOR los ha sacado de la tierra de Egipto. Y al amanecer verán la gloria del SEÑOR, porque él ha oído sus murmuraciones contra el SEÑOR. Pues, ¿qué somos nosotros para que murmuren contra nosotros? —Agregó Moisés—: El SEÑOR les dará al atardecer carne para comer y al amanecer pan hasta saciarse, porque el SEÑOR ha oído las murmuraciones de ustedes contra él. Pues, ¿qué somos nosotros? Sus murmuraciones no son contra nosotros, sino contra el SEÑOR.

Moisés dijo a Aarón:

—Di a toda la congregación de los hijos de Israel: “Acérquense a la presencia del SEÑOR, pues él ha oído sus murmuraciones”.

10 Y sucedió que mientras Aarón hablaba a toda la congregación de Israel, miraron hacia el desierto; y he aquí, la gloria del SEÑOR se apareció en la nube. 11 Y el SEÑOR habló a Moisés diciendo:

12 —Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales diciendo: “Al atardecer comerán carne, y al amanecer se saciarán de pan, y sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios”.

13 Al atardecer vinieron las codornices y cubrieron el campamento. Y al amanecer había una capa de rocío alrededor del campamento. 14 Cuando se evaporó la capa de rocío, he aquí que sobre la superficie del desierto había una sustancia menuda, escamosa y fina como la escarcha sobre la tierra. 15 Al verla, los hijos de Israel se preguntaron unos a otros:

—¿Qué es esto?[b].

Pues no sabían lo que era. Entonces Moisés les dijo:

—Es el pan que el SEÑOR les da para comer. 16 Esto es lo que el SEÑOR ha mandado: “Recojan de ello cada uno según lo que necesite para comer: como dos kilos por persona. Cada uno recogerá según el número de las personas que están en su tienda”.

17 Así lo hicieron los hijos de Israel. Unos recogieron más, y otros menos. 18 Midieron como dos kilos, y al que recogió mucho no le sobró, y al que recogió poco no le faltó. Cada uno recogió según lo que necesitaba para comer. 19 Y Moisés les dijo:

—Ninguno guarde nada de ello hasta el día siguiente.

20 Pero no obedecieron a Moisés, sino que algunos guardaron algo para el día siguiente; pero crió gusanos y hedió. Y Moisés se enojó contra ellos. 21 Lo recogían cada mañana, cada uno según lo que necesitaba para comer; y cuando el sol calentaba, se derretía. 22 En el sexto día recogieron doble porción de comida: como cuatro kilos para cada uno. Todos los principales de la congregación fueron a Moisés y se lo hicieron saber. 23 Y él les dijo:

—Esto es lo que ha dicho el SEÑOR: “Mañana es sábado de reposo, el sábado consagrado al SEÑOR. Lo que tengan que cocer al horno, cuézanlo hoy; y lo que tengan que cocinar, cocínenlo. Y todo lo que sobre, déjenlo a un lado y guárdenlo para la mañana”.

24 Ellos lo guardaron para la mañana, según lo había mandado Moisés, y no hedió ni crió gusanos. 25 Y dijo Moisés:

—Cómanlo hoy, porque es el sábado del SEÑOR. Hoy no lo hallarán en el campo. 26 Seis días lo recogerán; pero el séptimo día es sábado, en el cual no será hallado.

27 Aconteció que algunos del pueblo salieron para recoger en el séptimo día, y no hallaron nada. 28 Y el SEÑOR dijo a Moisés:

—¿Hasta cuándo rehusarán guardar mis mandamientos y mis instrucciones? 29 Miren que el SEÑOR les ha dado el sábado, y por eso en el sexto día les da pan para dos días. Permanezca cada uno en su lugar; nadie salga de allí en el séptimo día.

30 Así reposó el pueblo el séptimo día.

El maná conservado como señal

31 La casa de Israel lo llamó “maná”[c]. Era como semilla de cilantro, blanco; y su sabor era como de galletas con miel. 32 Moisés dijo:

—Esto es lo que el SEÑOR ha mandado: “Llenen como dos kilos de maná para que sea conservado para sus generaciones, a fin de que ellas vean el pan que les di a comer en el desierto, cuando los saqué de la tierra de Egipto”.

33 Moisés también dijo a Aarón:

—Toma una vasija y pon en ella como dos kilos de maná; colócala delante del SEÑOR, para que sea conservado para las generaciones de ustedes.

34 Y Aarón lo puso delante del Testimonio, para que fuera conservado, como el SEÑOR había mandado a Moisés.

35 Los hijos de Israel comieron el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada. Comieron maná hasta que llegaron a la frontera de la tierra de Canaán. 36 (La medida llamada “gomer” era como dos kilos, a su vez era la décima parte de la medida que llamaban “efa”).

Lucas 19

Jesús y Zaqueo

19 Habiendo entrado Jesús en Jericó, pasaba por la ciudad. Y he aquí, un hombre llamado Zaqueo, que era un principal de los publicanos y era rico, procuraba ver quién era Jesús pero no podía a causa de la multitud porque era pequeño de estatura. Entonces corrió delante y subió a un árbol sicómoro para verle, pues había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, alzando la vista lo vio y le dijo:

—Zaqueo, date prisa, desciende; porque hoy es necesario que me quede en tu casa.

Entonces él descendió aprisa y lo recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a alojarse en la casa de un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor:

—He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres y, si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.

Jesús le dijo:

—Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Parábola del dinero

11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola por cuanto estaba cerca de Jerusalén y porque ellos pensaban que inmediatamente habría de ser manifestado el reino de Dios. 12 Dijo, pues: “Cierto hombre de noble estirpe partió a un país lejano para recibir un reino y volver. 13 Entonces llamó a diez siervos suyos y les dio mucho dinero[a] diciéndoles: ‘Negocien hasta que yo venga’.

14 “Pero sus ciudadanos lo aborrecían, y enviaron tras él una embajada diciendo: ‘No queremos que este reine sobre nosotros’.

15 “Aconteció que, cuando él volvió después de haber tomado el reino, mandó llamar ante sí a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero para saber lo que habían negociado. 16 Vino el primero y dijo: ‘Señor, tu dinero ha producido diez veces más’. 17 Y él le dijo: ‘Muy bien, buen siervo; puesto que en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades’. 18 Vino el segundo y dijo: ‘Señor, tu dinero ha hecho cinco veces más’. 19 También a este le dijo: ‘Tú también estarás sobre cinco ciudades’. 20 Y vino otro y dijo: ‘Señor, he aquí tu dinero, el cual he guardado en un pañuelo. 21 Porque tuve miedo de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste’. 22 Entonces él le dijo: ‘¡Mal siervo, por tu boca te juzgo! Sabías que yo soy hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré. 23 ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que, al venir yo, lo cobrara junto con los intereses?’. 24 Y dijo a los que estaban presentes: ‘Quítenle el dinero y denlo al que tiene más dinero’. 25 Ellos le dijeron: ‘Señor, él ya tiene mucho dinero’. 26 Él respondió: ‘Pues yo les digo que a todo el que tiene, le será dado; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 27 Pero, en cuanto a aquellos enemigos míos que no querían que yo reinara sobre ellos, tráiganlos acá y degüéllenlos en mi presencia’ ”.

La entrada triunfal en Jerusalén

28 Después de decir esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que, llegando cerca de Betfagé y Betania al monte que se llama de los Olivos, envió a dos discípulos, 30 diciendo:

—Vayan a la aldea que está frente a ustedes y, cuando entren en ella, hallarán atado un borriquillo en el cual ningún hombre ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo. 31 Si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, le responderán así: “Porque el Señor lo necesita”.

32 Los que habían sido enviados fueron y hallaron como había dicho. 33 Cuando desataban el borriquillo, sus dueños les dijeron:

—¿Por qué desatan el borriquillo?

34 Y ellos dijeron:

—Porque el Señor lo necesita.

35 Trajeron el borriquillo a Jesús y, echando sobre él sus mantos, hicieron que Jesús montara encima. 36 Y mientras él avanzaba, tendían sus mantos por el camino.

37 Cuando ya llegaba él cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto. 38 Ellos decían:

—¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor![b]. ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!

39 Entonces, algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron:

—Maestro, reprende a tus discípulos.

40 Él respondió diciéndoles:

—Les digo que si estos callan, las piedras gritarán.

41 Cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró por ella 42 diciendo:

—¡Oh, si conocieras tú también, por lo menos en este tu día, lo que conduce a tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos. 43 Porque vendrán sobre ti días en que tus enemigos te rodearán con baluarte y te pondrán sitio, y por todos lados te apretarán. 44 Te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti. No dejarán en ti piedra sobre piedra por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Jesús purifica el templo

45 Cuando entró en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían[c] 46 diciéndoles:

—Escrito está: Mi casa es casa de oración[d] pero ustedes la han hecho cueva de ladrones[e].

47 Enseñaba cada día en el templo, pero los principales sacerdotes y los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48 Pero no hallaban manera de hacerle algo porque el pueblo lo escuchaba con mucha atención.

Job 34

34 Elihú continuó diciendo:

—Oigan, oh sabios, mis palabras; ustedes, los que saben, atiéndanme.
Porque el oído distingue las palabras,
y el paladar prueba la comida.
Escojamos lo que es correcto; conozcamos entre nosotros lo bueno.
Pues Job ha dicho: “Yo soy justo, pero Dios me ha quitado mi derecho[a].
¿He de mentir respecto a mi derecho? Mi herida es incurable
a pesar de que no hubo transgresión”.
»¿Qué hombre hay como Job, que bebe el escarnio como agua[b],
que va en compañía con los que obran iniquidad
y anda con los hombres impíos?
Pues ha dicho:
“El hombre no sacará provecho
de estar de acuerdo con Dios”[c].
10 »Por tanto, óiganme, hombres entendidos.
¡Lejos esté de Dios la impiedad,
y del Todopoderoso la iniquidad!
11 Porque él retribuye al hombre
de acuerdo con sus obras,
y hace que cada uno halle
lo que corresponde a sus caminos.
12 Realmente, Dios no hará injusticia;
el Todopoderoso no pervertirá el derecho.
13 ¿Quién le ha puesto a cargo de su tierra? ¿Quién le ha encomendado el mundo entero?
14 Si él se propusiera en su corazón
y retirara su espíritu y su aliento,
15 toda carne perecería juntamente
y el hombre volvería al polvo.
16 »Si has entendido, oye esto;
escucha la voz de mis palabras:
17 ¿Acaso gobernará el que aborrece
el derecho?
¿Condenarás al Justo y Poderoso?
18 Él es el que dice al rey: “¡Perverso!”,
o a los nobles: “¡Impíos!”.
19 Él no hace distinción de los príncipes
ni favorece al rico ante el pobre, pues todos son obra de sus manos.
20 En un momento morirán,
a medianoche.
La gente será sacudida y pasará;
los poderosos serán eliminados, y no por mano.
21 »Porque los ojos de Dios están sobre los caminos del hombre;
él puede ver todos sus pasos.
22 No hay tinieblas ni oscuridad para que allí se puedan esconder los que hacen iniquidad.
23 Pues Dios no impone plazo al hombre para que vaya a juicio ante él.
24 Él quebranta a los fuertes sin consulta,
y en lugar de ellos establece a otros.
25 Por cuanto conoce los hechos de ellos,
en una noche los trastorna
y son aplastados.
26 Por sus maldades los castiga
en un lugar donde lo vean.
27 Porque dejaron de seguirle
y no consideraron ninguno de sus caminos
28 haciendo que el clamor del pobre llegase ante él
y que él oyera el clamor de los afligidos.
29 Si él calla, ¿quién le inculpará?
Si esconde su rostro, ¿quién lo contemplará?
Él está igualmente sobre pueblos
e individuos,
30 para evitar que reine el hombre impío
y que ponga trampas al pueblo.
31 »Porque, ¿quién ha dicho a Dios: “Ya he llevado mi castigo;
no volveré a ofender.
32 Enséñame tú lo que yo no puedo ver;
y si hice maldad, no lo volveré a hacer”?
33 ¿Acaso ha de retribuir según
tus condiciones
porque tú rechazas las suyas? Pues tú eres quien escoge, y no yo; habla entonces lo que sabes.
34 »Los hombres entendidos
y el varón sabio que me escucha me
lo dirán:
35 “Job no habla sabiamente;
sus palabras no son con entendimiento”.
36 ¡Oh, que Job fuera examinado a fondo pues responde como los hombres inicuos!
37 Porque a su pecado añade la rebelión; aplaude en medio de nosotros
y multiplica sus palabras contra Dios.

2 Corintios 4

Por esto, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que nos fue dada, no desmayamos. Pero rechazamos los tapujos de vergüenza, no procediendo con astucia, ni adulterando la palabra de Dios sino que, por la clara demostración de la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero aun si nuestro evangelio está encubierto, entre los que se pierden está encubierto. Pues el dios de esta edad presente ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no los ilumine el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos sino a Cristo Jesús como Señor; y a nosotros como siervos de ustedes por causa de Jesús. Porque el Dios que dijo: “La luz resplandecerá de las tinieblas” es el que ha resplandecido en nuestro corazón para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.

La perseverancia en el ministerio

Con todo, tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros. Estamos atribulados en todo pero no angustiados; perplejos pero no desesperados; perseguidos pero no desamparados; abatidos pero no destruidos. 10 Siempre llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús por todas partes para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús. 11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos expuestos a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De manera que en nosotros actúa la muerte, pero en ustedes actúa la vida.

13 Sin embargo, tenemos el mismo espíritu de fe conforme a lo que está escrito: Creí; por lo tanto hablé[a]. Nosotros también creemos; por lo tanto también hablamos, 14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará a su lado juntamente con ustedes. 15 Porque todas estas cosas suceden por causa de ustedes para que, mientras aumente la gracia por medio de muchos, abunde la acción de gracias para la gloria de Dios.

16 Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día. 17 Porque nuestra momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable; 18 no fijando nosotros la vista en las cosas que se ven sino en las que no se ven; porque las que se ven son temporales, mientras que las que no se ven son eternas.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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