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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
1 Samuel 29-30

Los filisteos desconfían de David

29 Los filisteos reunieron a sus soldados en Afec, mientras los israelitas acampaban junto al manantial que está en Jezrel. Los jefes filisteos avanzaban en compañías de 100 y de 1000 hombres, seguidos de Aquis y David y sus hombres.

Los generales filisteos preguntaron:

—¿Qué están haciendo aquí estos hebreos?

Aquis les dijo a los generales:

—Es David. Él antes era uno de los oficiales de Saúl, pero ha estado conmigo por mucho tiempo, y nunca he visto nada que me haga desconfiar de él.

Pero los generales filisteos se enojaron con Aquis y le dijeron:

—Ordénale que regrese a la ciudad que le diste. No puede acompañarnos en batalla. ¿Es que no ves que tendríamos un enemigo en nuestro propio bando? Podría congraciarse con su rey llevándole las cabezas de nuestros hombres. Ese es el David por el que los israelitas danzaban y cantaban:

“Saúl mató a miles,
    pero David mató a diez miles”.

Entonces Aquis llamó a David y le dijo:

—Tan cierto como que el SEÑOR vive, que tú me eres leal, me gustaría que sirvieras en mi ejército. No he tenido nada por qué desconfiar de ti desde el primer día que llegaste, y también los jefes filisteos piensan bien de ti.[a] Vuelve a tu casa y no hagas nada que desagrade a los jefes filisteos.

David preguntó:

—Pero ¿qué mal he hecho? ¿Tiene algo, Su Majestad, por qué desconfiar desde que llegué? ¿Por qué no se me permite pelear contra los enemigos de Su Majestad?

Aquis contestó:

—Yo sé que eres un buen hombre, como un ángel de Dios, pero los generales filisteos insisten que no debes acompañarlos en la batalla. 10 Mañana temprano, tú y tus hombres deben regresar a la ciudad que te di, y no hagas caso de lo que los generales digan de ti. Tú eres un buen hombre, así que devuélvete tan pronto amanezca.

11 A la mañana siguiente, David y sus hombres partieron rumbo al territorio filisteo, mientras los filisteos avanzaban hacia Jezrel.

David vence a los amalecitas

30 Después de tres días, David y sus hombres llegaron a Siclag, y se encontraron con que los amalecitas habían invadido la región del Néguev, y que después de atacar y quemar la ciudad de Siclag, habían tomado cautivo a todo el pueblo, mujeres, jóvenes y ancianos por igual. Pero no habían matado a nadie.

Cuando David y sus hombres llegaron a Siclag, encontraron la ciudad en llamas. Los amalecitas habían tomado cautivos a sus esposas, hijos e hijas. David y los demás hombres de su ejército lloraron y gritaron hasta que se quedaron sin fuerzas. Los amalecitas también habían tomado cautivas a las dos esposas de David: Ajinoán de Jezrel y a Abigail, la que había sido la esposa de Nabal de Carmel.

Todo el ejército estaba tan triste y furioso porque habían tomado a sus hijos e hijas cautivos que querían apedrear a muerte a David. Él se alarmó, pero recobró fuerza en el SEÑOR su Dios, y le dijo al sacerdote Abiatar, el hijo de Ajimélec, que trajera el efod.

Entonces David consultó al SEÑOR:

—¿Persigo a los que tomaron cautivos a nuestras familias? ¿Podré alcanzarlos?

Él le contestó:

—Persíguelos, que los alcanzarás y rescatarás a las familias.

David se dirigió al arroyo de Besor acompañado de 600 hombres. Allí se quedaron 10 200 hombres porque estaban muy débiles y cansados para continuar. Así que David continuó persiguiendo a los amalecitas con 400 hombres.

11 Los hombres de David encontraron a un egipcio en el campo y lo llevaron a David. Le dieron de comer y de beber, 12 y además un pedazo de masa de higos y dos racimos de uvas pasas, pues tenía tres días y tres noches de no probar bocado. En cuanto comió, recobró las fuerzas.

13 David le preguntó al egipcio:

—¿A quién perteneces? ¿De dónde vienes?

El egipcio contestó:

—Soy egipcio, esclavo de un amalecita. Hace tres días me enfermé, y mi amo me abandonó. 14 Habíamos invadido la región del Néguev, donde viven los quereteos[b]. Atacamos el territorio de Judá y de Caleb, y también incendiamos Siclag.

15 David le dijo al egipcio:

—Guíanos hasta encontrar a esos bandidos.

El egipcio le contestó:

—Lo llevaré, pero jure por Dios que no me matará ni me entregará de nuevo a mi amo.

16 El egipcio los guió hasta donde estaban los amalecitas. Los encontraron dispersos por el suelo, comiendo y bebiendo, festejando el gran botín que habían tomado del territorio filisteo y de Judá. 17 David los atacó y los mató. Pelearon desde el amanecer hasta el anochecer del siguiente día. Ninguno de los amalecitas logró escapar, excepto por 400 hombres que se montaron en sus camellos y huyeron. 18 David recuperó el botín que habían tomado los amalecitas, inclusive a sus dos esposas. 19 No faltaba nada. Encontraron a todos los niños y ancianos, y también a todos sus hijos e hijas, y todas sus pertenencias valiosas. 20 David se apoderó de las ovejas y el ganado. La gente llevaba todo al frente y decía: «¡Este es el botín de David!»

21 David regresó al arroyo de Besor, donde se habían quedado los 200 hombres que estaban débiles y cansados para seguirlo. Los hombres salieron al encuentro de David y los soldados que lo habían acompañado. 22 Entre los hombres que habían acompañado a David, había algunos que eran malos y problemáticos, y reclamaron:

—Estos hombres no fueron con nosotros, así que no tenemos por qué compartir el botín con ellos. Que tomen sólo a sus esposas e hijos.

23 David les dijo:

—No, hermanos míos, no hagan eso. Piensen en lo que el SEÑOR les dio. Él nos permitió derrotar al enemigo que nos atacó. 24 Nadie les hará caso. Todo se repartirá en partes iguales entre los hombres que se quedaron a cuidar de las provisiones y los que fueron a la batalla. 25 David estableció esa norma y reglamento en Israel, y así continúa hasta el día de hoy.

26 Después de llegar a Siclag, David les envió algunas de las cosas que tomó de los amalecitas a sus amigos, los líderes de Judá, diciendo:

—Aquí les envío un regalo de lo que tomamos de los enemigos del SEÑOR.

27 También les envió algunas de las cosas a los líderes de Betel, Ramot del Néguev, Jatir, 28 Aroer, Sifmot, Estemoa, 29 Racal, las ciudades de Jeramel, las ciudades quenitas 30 de Jormá, Corasán, Atac, 31 y Hebrón, y a los líderes de todos los lugares donde David y sus hombres habían vivido.

1 Corintios 10

El mal ejemplo de Israel

10 Hermanos, quiero que recuerden que todos nuestros antepasados estuvieron bajo la nube[a] y que todos atravesaron el mar Rojo. Fue como si todos hubieran sido bautizados en la nube y en el mar para ser seguidores de Moisés. Todos comieron el mismo alimento espiritual, y bebieron la misma bebida espiritual. Bebieron de la roca espiritual que iba con ellos, y la roca era Cristo. Pero Dios no estaba contento con muchos de ellos, por eso sus cuerpos quedaron tendidos por el desierto.

Todo eso sucedió para servirnos de ejemplo, para que no deseemos lo malo, como ellos. (A)No adoremos ídolos, como hicieron algunos de ellos. Así está escrito: «Todos se reunieron a comer y a beber y luego empezaron a parrandear».[b] No cometamos inmoralidades sexuales, como hicieron muchos de ellos. En un solo día murieron 23 000 de ellos por culpa de esa inmoralidad. No pongamos a prueba a Cristo[c] como lo hicieron algunos de ellos, quienes murieron víctimas de las serpientes. 10 No nos quejemos, como se quejaron algunos y por eso el ángel de la muerte los mató.

11 Todo eso sucedió para servirnos de ejemplo, y fue escrito como advertencia para nosotros que vivimos en los últimos tiempos. 12 Así que, el que se sienta muy seguro y firme, cuídese de no caer. 13 Ustedes sólo han tenido las mismas tentaciones que todos los demás. Pero Dios es fiel y no va a dejar que sean tentados más allá de lo que puedan soportar. Así que sepan que cuando sean tentados, van a poder soportar, porque Dios les dará una salida.

14 Por eso, estimados hermanos, ni se les ocurra adorar ídolos. 15 Les hablo como a gente con la que se puede razonar, juzguen ustedes mismos lo que les digo. 16 Ciertamente, beber de la copa de bendición[d] por la que damos gracias, ¿no es compartir la sangre de Cristo? Y comer del pan que partimos, ¿no es compartir el cuerpo de Cristo? 17 Existe un solo pan y nosotros somos muchos. Eso significa que cuando todos comemos y compartimos ese pan, formamos un solo cuerpo.

18 Fíjense en lo que ocurre cuando el pueblo de Israel ofrece sacrificios. Cuando comen la carne sacrificada en el altar, ¿acaso no la están compartiendo con Dios? 19 No estoy diciendo que los sacrificios a los ídolos tienen algún valor ni que los ídolos mismos lo tengan. 20 No, porque esos sacrificios se ofrecen a los demonios, no a Dios, y no quiero que ustedes compartan con los demonios. 21 Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios. No pueden compartir de la mesa del Señor y, a la vez, de la mesa de los demonios. 22 ¿Acaso queremos provocar los celos del Señor[e]? No somos más fuertes que él, ¿verdad?

Libres para dar gloria a Dios

23 Se dice: «Todo está permitido», pero no todo es bueno. «Todo está permitido», pero no todo es beneficioso. 24 Que nadie busque su provecho personal, sino el beneficio de los demás.

25 Coman cualquier carne que se venda en la carnicería, sin preguntar si se debe comer o no. 26 (B)Pues «la tierra, y todo lo que hay en ella, pertenece al Señor».[f]

27 Si alguien que no cree en Cristo los invita a comer y ustedes deciden ir, coman de todo lo que les den, sin preguntar si se debe comer o no. 28 Pero si alguien les dice: «Esta carne es una ofrenda para un ídolo», no coman nada, por el bien de quien se lo dijo, y por lo que pueda pensar. 29 No digo que ustedes piensen que no se debe hacer, sino que la otra persona supone que ustedes no deben hacer eso.

Pero alguno puede preguntar ¿por qué ha de ser juzgada mi propia libertad por lo que otra persona piense que está mal? 30 Si doy gracias por lo que como, ¿por qué se me ha de criticar por comer? 31 Porque lo importante es glorificar a Dios en todo, ya sea al comer, al beber o al hacer cualquier otra cosa. 32 No hagan nada que ofenda a los demás: ni a los judíos, ni a los que no son judíos[g], ni a los de la iglesia de Dios. 33 Más bien, hagan lo que hago yo: siempre trato de agradar a todos con lo que hago, no busco mis propios intereses, sino los de la mayoría, para que sean salvos.

Ezequiel 8

Visión de los pecados de Jerusalén

El día cinco del sexto mes del año sexto,[a] estando yo en mi casa en compañía de los ancianos de Judá, el Señor DIOS puso su mano sobre mí. Al mirar, vi que de pronto apareció una imagen como de fuego que parecía arder de la cintura para abajo. De la cintura en adelante parecía brillar de manera que se veía como el ámbar. En ese momento algo parecido a una mano se extendió y me tomó del cabello, y el Espíritu[b] me levantó entre el cielo y la tierra y me llevó en la visión divina, a Jerusalén, hasta la puerta de la entrada norte donde habían colocado el ídolo tallado que enfureció a Dios. De pronto apareció la gloria de Dios de Israel en todo su esplendor, como en la visión que tuve en el valle. Me dijo: «Hijo de hombre, ¡mira hacia el norte!» Así lo hice y vi que allí, al norte de la entrada del altar, estaba el ídolo que enfureció a Dios. También me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves las atrocidades que cometen los israelitas en este lugar? Están muy lejos de mi idea del templo. Pues verás cosas aun peores».

Me llevó entonces hacia la entrada del patio, donde vi un agujero en la pared, y me dijo: «Hijo de hombre, cava y agranda el agujero». Así lo hice y encontré una puerta. Entonces me dijo: «¡Entra y ve la maldad y las atrocidades que cometen aquí!» 10 Entré y a lo largo de la pared vi pinturas de todo tipo de criaturas y animales impuros y de los repugnantes ídolos de Israel. 11 De pie, frente a los ídolos, estaban 70 jefes israelitas. Entre ellos se encontraba Jazanías hijo de Safán. Cada uno tenía un incensario del cual salían fragantes nubes de incienso.

12 Y me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves lo que los jefes de Israel hacen a oscuras con sus ídolos? Ellos dicen: “¡El SEÑOR no nos ve. El SEÑOR ha abandonado esta tierra!”». 13 Entonces me dijo: «Verás cosas aun peores que estas».

14 Me llevó entonces a la entrada norte del templo del SEÑOR, donde las mujeres estaban sentadas llorando por el dios Tamuz[c]. 15 Él me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen? ¡Pues verás cosas aun peores!»

16 Entonces me llevó al patio interior del templo del SEÑOR. En la entrada del templo del SEÑOR, entre el pórtico y el altar, había 25 hombres adorando al sol, de espaldas al templo del SEÑOR y mirando al oriente. 17 Me dijo: «¿Ves esto, hijo de hombre? ¿No es suficiente con que ellos desprecien el templo y cometan atrocidades allí? ¿También tienen que llenar la tierra con violencia y provocarme aun más? Mira cómo me pasan sus ramos por la nariz. 18 ¡Por eso les haré ver mi furor y no tendré compasión de ellos! Y aunque me imploren a gritos, no los escucharé».

Salmos 46-47

Dios está dispuesto a ayudarnos

Al director. Canto de los descendientes de Coré. Con el Alamot.[a]

Dios es nuestro refugio y fortaleza.
    Él siempre está dispuesto a ayudarnos en los momentos difíciles.
Por eso no tendremos miedo,
    aunque la tierra sufra cambios
    y las montañas se precipiten al fondo del mar,
aunque rujan los mares y se agiten sus olas,
    y las montañas tiemblen a causa de su furor. Selah

Un río con sus corrientes riega de alegría la ciudad de Dios,
    el santo lugar donde habita el Altísimo.
Dios está en medio de esa ciudad y no será removida.
    Al amanecer Dios la ayudará.
Hay agitación en las naciones y los reinos se tambalean.
    Él deja oír su voz y la tierra se derrite.
El SEÑOR Todopoderoso está con nosotros.
    El Dios de Jacob es nuestro refugio. Selah

Vengan y vean las obras del SEÑOR,
    que ha ordenado destrucción en la tierra.
Él ha puesto fin a las guerras hasta lo último de la tierra.
    Destruye el arco, rompe la lanza
    y quema los carros de combate.

10 Dios dice: «Dejen de pelear y acepten que yo soy Dios,
    todos me darán honor.
Yo gobierno a las naciones
    y controlo al mundo entero».

11 El SEÑOR Todopoderoso está con nosotros.
    El Dios de Jacob es nuestro refugio. Selah

El Gran Rey de toda la tierra

Al director. Canción de los descendientes de Coré.

¡Que todos los pueblos aplaudan!
    ¡Alaben a Dios con gritos de alegría!
Porque el SEÑOR Altísimo es temible,
    el gran Rey de toda la tierra.
Él nos ayudó a vencer a nuestros enemigos,
    los puso bajo nuestro control.
Dios eligió nuestra tierra y nos la dio como herencia;
    es el orgullo de Jacob, a quien amó. Selah

Dios subió a su trono entre gritos de alegría,
    el SEÑOR con toque de trompeta.
¡Canten alabanzas a Dios!
    ¡Canten, canten alabanzas a nuestro Rey!
Canten con habilidad un poema
    porque Dios es el Rey de toda la tierra.
Dios se sienta en su trono sagrado
    y desde allí gobierna a todas las naciones.
Los líderes del mundo se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abraham.
10 Dios tiene el mando[b];
    todos los gobernantes del mundo le pertenecen.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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