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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
1 Samuel 15

El Señor rechaza a Saúl

15 Samuel le dijo a Saúl: «El SEÑOR me ha enviado para ungirte como rey sobre su pueblo Israel. Escucha el mensaje del SEÑOR. El SEÑOR Todopoderoso dice: “Cuando los israelitas salieron de Egipto, los amalecitas trataron de evitar que fueran a Canaán. Yo vi lo que hicieron los amalecitas. Ve ahora y enfrenta a los amalecitas, destrúyelos por completo a ellos y a todas sus posesiones. No dejes nada vivo; mata a los hombres, a las mujeres, a los niños y a los recién nacidos, los toros y las ovejas y todos sus camellos y asnos”».

Saúl reunió al ejército en Telayin. Eran 200 000 soldados de infantería y 10 000 soldados de Judá. Luego se dirigió a la ciudad de Amalec y esperó en el valle. Les dijo a los quenitas: «Salgan y apártense de los amalecitas para que no los destruya junto con ellos. Ustedes fueron buenos con los israelitas cuando salieron de Egipto». Así que los quenitas se apartaron de los amalecitas.

Saúl luchó contra los amalecitas, los persiguió desde Javilá hasta Sur, cerca de la frontera de Egipto, y los derrotó. Saúl capturó vivo a Agag, rey de los amalecitas. Le perdonó la vida, pero mató a todo su ejército. Saúl y sus soldados se sintieron mal de destruir todo, así que le perdonaron la vida a Agag, pero se quedaron con lo mejor del ganado, las mejores ovejas y los carneros. Se quedaron con todo lo que valía la pena y destruyeron lo que no tenía mucho valor.

10 Después Samuel recibió palabra del SEÑOR: 11 «Saúl ha dejado de seguirme. Me arrepiento de haberlo hecho rey porque no me obedece». Samuel se molestó mucho y clamó al SEÑOR toda la noche.

12 A la mañana siguiente, temprano, Samuel fue a ver a Saúl, pero se encontró con que Saúl había salido para Carmel para hacerse un monumento en honor a sí mismo. «Va a ir a varios lugares y al final irá a Guilgal», le dijo el pueblo.

Así que Samuel fue a donde estaba Saúl y lo encontró ofreciendo, de lo que había tomado de los amalecitas, un sacrificio que debe quemarse completamente al Señor.[a] 13 Samuel se acercó a Saúl y este lo saludó así:

—¡El SEÑOR te bendiga! Obedecí los mandamientos del SEÑOR.

14 Pero Samuel dijo:

—Entonces, ¿qué es ese ruido? ¿Por qué se oyen ovejas y ganado?

15 Saúl contestó:

—Los soldados los tomaron de los amalecitas y se quedaron con lo mejor para ofrecer sacrificio que debe quemarse completamente al SEÑOR su Dios, pero destruimos todo lo demás.

16 Samuel le dijo a Saúl:

—¡Espera! Déjame decirte lo que el SEÑOR me dijo anoche.

Saúl contestó:

—Está bien, dime lo que te dijo.

17 Samuel dijo:

—Antes te considerabas alguien sin importancia, pero luego te convertiste en líder de las tribus de Israel. El SEÑOR te eligió como rey de Israel. 18 El SEÑOR te envió en una misión y te dijo: “Ve y destruye a todos los amalecitas porque son malvados. Destrúyelos a todos. Lucha contra ellos hasta que los destruyas totalmente”. 19 ¿Por qué no obedeciste al SEÑOR y te quedaste con el botín haciendo lo que no es del agrado del SEÑOR?

20 Saúl contestó:

—¡Sí obedecí al SEÑOR! Fui a donde me envió el SEÑOR y destruí a los amalecitas, traje al rey Agag 21 y los soldados tomaron las mejores ovejas y ganado para sacrificarlos al SEÑOR su Dios en Guilgal.

22 Pero Samuel dijo:

—¿Qué complace más al SEÑOR: sacrificios que deben quemarse completamente y otros sacrificios u obedecer los mandatos del SEÑOR? Es mejor obedecerle que ofrecerle sacrificios. Es mejor obedecerle que ofrecerle la grasa de los carneros. 23 Negarse a obedecerlo es tan malo como la brujería. Ser tercos y hacer la voluntad propia es como el pecado de adorar ídolos. Tú te negaste a obedecer el mandato del SEÑOR, por eso él ahora se niega a aceptarte como rey.

24 Entonces Saúl le dijo a Samuel:

—He pecado. No obedecí los mandatos del SEÑOR ni hice lo que me dijiste. Tenía miedo del pueblo y les hice caso. 25 Ahora te ruego que me perdones por haber pecado. Ven conmigo para que rindas culto al SEÑOR.

26 Pero Samuel le dijo a Saúl:

—No regresaré contigo. Rechazaste el mandato del SEÑOR y ahora el SEÑOR te rechaza como rey de Israel.

27 Cuando Samuel se dio vuelta para irse, Saúl le agarró el borde del manto, y este se rompió. 28 Entonces Samuel le dijo a Saúl:

—De igual manera, hoy mismo el SEÑOR te ha quitado el reino de Israel. Se lo ha dado a uno de tus amigos que es mejor que tú. 29 Dios, que es la Gloria de Israel, vive para siempre. No miente ni cambia de parecer. No es como los hombres que cambian de opinión.

30 Saúl contestó:

—¡Está bien, he pecado! Pero por favor, regresa conmigo. Muéstrame algo de respeto frente a los líderes y frente al pueblo de Israel. Regresa conmigo para que pueda adorar al SEÑOR tu Dios.

31 Samuel regresó con Saúl y este adoró al SEÑOR.

32 Samuel dijo:

—Tráiganme a Agag, el rey de los amalecitas.

Lo trajeron encadenado, pero muy tranquilo, pues pensaba que de seguro Samuel no lo mataría.[b] 33 Pero Samuel le dijo a Agag:

—Como con tu espada les quitaste sus hijos a muchas mamás, ahora tu mamá se quedará sin hijo.

Y allí mismo lo despedazó ante el SEÑOR.

34 Luego Samuel regresó a Ramá y Saúl se fue a su casa en Guibeá. 35 Samuel sentía gran tristeza por Saúl y nunca más volvió a verlo. El SEÑOR se arrepintió de haber hecho a Saúl rey de Israel.

Romanos 13

El creyente frente al gobierno

13 Todos deben respetar la autoridad del gobierno, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Los que están gobernando ahora fueron puestos por Dios. Por lo tanto, quien se pone en contra de las autoridades también se pone en contra de lo que Dios ha ordenado, y será castigado. Las autoridades no están para que los que hacen el bien les tengan miedo. Por lo tanto, los que deben temerles son los que hacen maldades. Así que si no quieres tener miedo, haz el bien y te felicitarán porque el que gobierna es un siervo de Dios para tu beneficio. Pero si haces cosas malas, ten cuidado, porque el gobernante tiene el poder para castigarte y seguro que usará su poder. Él es el siervo de Dios para castigar a los que hacen lo malo. Por eso es importante obedecer a las autoridades, no sólo por miedo al castigo, sino porque lo correcto es respetarlas.

También para eso pagan ustedes impuestos, porque los gobernantes son siervos públicos de Dios, y dedican su tiempo a cumplir con su trabajo. Paguen sus deudas. Si deben impuestos, páguenlos. Respeten al que tengan que respetar y denle honor al que le tengan que dar honor.

Amar a los demás

No tengan deudas con nadie, excepto la deuda de amarse unos a otros, porque el que ama a los demás cumple con toda la ley. (A)(B)Pues la ley dice: «No cometas adulterio, no mates a nadie, no robes, no desees lo que es de otros».[a] Esos y todos los otros mandamientos se resumen en uno solo: «Ama a tus semejantes como te amas a ti mismo».[b] 10 El amor no le causa daño a nadie; así que el amor satisface toda la ley.

11 Es bueno que hagan esto que les digo porque estamos viviendo en una época muy importante. Es tiempo de despertar del sueño porque nuestra salvación está más cerca ahora que cuando empezamos a creer. 12 La noche[c] ya se está acabando y el día[d] está por comenzar. Entonces dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos las armas de la luz. 13 Vivamos correctamente como gente que pertenece al día: no asistamos a parrandas ni borracheras. No usemos nuestro cuerpo para inmoralidades ni pecados sexuales. No debemos causar problemas ni tener celos. 14 Mejor, revístanse con el Señor Jesucristo y no piensen, como piensa todo el mundo, en satisfacer sus propios deseos.

Jeremías 52

Caída de Jerusalén y exilio

(2 R 24:18-25:7)

52 Sedequías tenía 21 años cuando comenzó a reinar, y su reinado duró once años. Su mamá se llamaba Jamutal hija de Jeremías[a], y era de Libná. Las acciones de Sedequías fueron malas ante los ojos de Dios, como había pasado también con Joacim, a tal punto que el SEÑOR, muy enojado contra Jerusalén y Judá, los arrojó de su presencia.

Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia. Entonces Nabucodonosor, rey de Babilonia, atacó con todo su ejército a Jerusalén el día diez, del décimo mes del noveno año del reino de Sedequías. Rodearon a Jerusalén con su ejército y construyeron un muro de tierra alrededor de la ciudad. La ciudad estuvo sitiada hasta el undécimo año del reinado de Sedequías.[b] La hambruna se hizo cada vez peor dentro de la ciudad y para el noveno día del cuarto mes no había más alimentos para el pueblo. El ejército de Nabucodonosor abrió una brecha en el muro de la ciudad. Aquella misma noche el rey Sedequías y todo su ejército huyeron por una puerta secreta que pasaba por el muro doble de la ciudad, cerca del jardín del rey. Los soldados enemigos tenían rodeada la ciudad, pero Sedequías y sus hombres escaparon por el camino del Arabá. Pero el ejército babilonio persiguió al rey Sedequías y le dio alcance en la llanura de Jericó. Todo el ejército de Sedequías lo abandonó y se dispersó; entonces los babilonios capturaron al rey y lo llevaron ante el rey de Babilonia en Riblá, en la región de Jamat, donde dictó sentencia contra Sedequías. 10 Ante los ojos de Sedequías, el rey de Babilonia mandó degollar a los hijos de Sedequías, y también hizo ejecutar en Riblá a todos los jefes de Judá. 11 Luego ordenó que le sacaran los ojos a Sedequías, lo encadenó y lo envió a Babilonia donde permaneció prisionero hasta el día en que murió.

Destrucción de Jerusalén

(2 R 25:8-17)

12 A los diez días del 15 mes del año 19[c] del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nabuzaradán, comandante de la guardia y alto funcionario del gobierno, logró entrar a Jerusalén, 13 e incendió el templo del SEÑOR, el palacio del rey, y todas las casas, especialmente las de la gente más importante. 14 Entonces todo el ejército de Babilonia, que estaba bajo su mando, derribó las murallas de Jerusalén. 15 Nabuzaradán, comandante de la guardia, deportó al pueblo que aun quedaba en la ciudad,[d] a los que habían desertado y se habían unido al rey de Babilonia, y al resto de los artesanos. 16 Sin embargo, a la parte más pobre del pueblo, la dejó para que cuidaran las viñas y cosechas.

17 Los babilonios destrozaron las columnas de bronce que estaban en el templo del SEÑOR, las bases y la fuente que estaba en el templo del SEÑOR, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. 18 También se llevaron las ollas, las palas, los apagavelas, los tazones, las cucharas y todos los utensilios de bronce que se usaban en el servicio del templo. 19 El comandante de la guardia, además, tomó las fuentes, los incensarios, los tazones, las ollas y los candelabros, las cucharas y los vasos, todo hecho de oro y de plata. 20 No fue posible calcular el peso de las dos columnas de bronce, del enorme tanque de bronce, de los doce toros que estaban debajo de la fuente y de las bases de bronce[e] que el rey Salomón había hecho para el templo del SEÑOR era tanto que no se podía pesar. 21 Cada columna medía 8 metros de altura, 5 y medio de circunferencia, 8 centímetros de ancho, y era hueca por dentro. 22 El capitel de bronce que estaba sobre cada columna medía 2 metros de altura y estaba decorado con una celosía y granadas grabadas en todo su alrededor. La segunda columna era igual que la primera, con las granadas. 23 Tenían 96 granadas, y con las que estaban alrededor de la celosía eran 100 granadas en total.

24 El comandante de la guardia tomó presos a Seraías, el sumo sacerdote, a Sofonías, segundo sacerdote, y a los tres porteros del templo. 25 De los que quedaban en la ciudad, tomó presos al comandante que estaba a cargo de los soldados, a siete de los altos consejeros del rey que se encontraban en la ciudad, al jefe de reclutamiento del ejército que era el que reunía a la gente y elegía a los que tenían que cumplir el servicio militar, y a 60 personas de importancia que todavía quedaban en la ciudad. 26 Nabuzaradán, comandante de la guardia, los apresó y los llevó ante el rey de Babilonia que estaba en Riblá. 27 Este dio la orden allí mismo en Riblá del territorio de Jamat que los ejecutaran. Así fue que la nación de Judá fue desterrada. 28 Esta es la cantidad de personas que Nabucodonosor desterró:

en el séptimo año[f] de su reinado, 3023 judíos;

29 en el año 18[g] de su reinado, 832 personas de Jerusalén;

30 en el año 23[h] de su reinado, Nabuzaradán, el capitán de la guardia real, desterró a 745 judíos.

En total fueron exiliadas 4600 personas.

Liberación del rey Joaquín

(2 R 25:27-30)

31 Fue el día 25 del mes doce del año 37[i] del exilio de Joaquín, rey de Judá, que llegó al poder en Babilonia el rey Evil Merodac. En el primer año de su reinado, sacó a Joaquín de la cárcel. 32 Le dio buen trato y le favoreció con un puesto más importante que el de los otros reyes que estaban con él en Babilonia. 33 Joaquín dejó de usar uniforme de prisionero y hasta su muerte compartió la mesa del rey. 34 Además, el rey Evil Merodac le dio a Joaquín una pensión diaria por el resto de su vida, hasta el día de su muerte.

Salmos 31

Sálvame, Señor

Al director. Canción de David.

SEÑOR, en ti he buscado refugio;
    no me decepciones.
    Sálvame porque eres justo.
Presta atención a mi súplica
    y rescátame pronto.
Sé para mí como una roca de refugio,
    como una fortaleza que me salva.
Tú eres mi roca y mi fortaleza.
    En atención a tu prestigio, sé mi líder y guíame.
Sálvame de la trampa que otros han preparado para mí.
    Tú eres mi refugio.
SEÑOR, en tus manos entrego mi espíritu.
    Me rescataste, Dios fiel.

Rechazo a los que adoran ídolos falsos;
    yo sólo confío en el SEÑOR.
Me regocijaré y me alegraré por tu fiel amor
    porque fuiste bueno conmigo
    cuando veías que yo sufría.
Tú le diste importancia a las dificultades
    por las que yo estaba pasando.
Tú no me dejarás caer en las garras de mi enemigo;
    me librarás de él.

SEÑOR, tengo muchos problemas,
    ten compasión de mí.
Mis ojos están cansados de tanto llorar
    que ya me duelen la garganta y el estómago.
10 Mi vida está llena de tristeza
    y paso todo el tiempo lamentándome.
Mis problemas me están debilitando;
    mi cuerpo está agotado.
11 Mis enemigos y vecinos me desprecian;
    mis parientes me tienen miedo.
Me evitan
    cuando me encuentran por la calle.
12 La gente me ha olvidado por completo;
    es como si hubiera muerto,
    o como si fuera un plato roto.
13 Escucho lo que dicen en voz baja,
    y siento una angustia terrible.
Se juntan, hacen muchos comentarios
    y planean matarme.

14 Pero yo confío en ti SEÑOR;
    yo digo: «Tú eres mi Dios».
15 Mi vida está en tus manos;
    sálvame de mis enemigos y de los que me persiguen.
16 Por favor, recíbeme y acéptame que soy tu siervo.
    Ten compasión de mí y sálvame.

17 SEÑOR, te pedí ayuda
    y sé que me la darás.
Los perversos se sentirán avergonzados
    e irán en silencio al sepulcro.
18 Que se callen esas voces mentirosas de la gente soberbia y rencorosa
    que dice lo que sea con tal de atacar a los justos.

19 Tú reservas grandes bendiciones
    para los que te honran.
Las preparaste a la vista de los seres humanos,
    para los que encuentran refugio en ti.
20 Tú aceptas a los justos en tu templo santo
    para esconderlos de quienes planean hacerles daño.
    Tú los proteges de los ataques de quienes los odian.
21 Alaben al SEÑOR,
    porque su fiel amor es maravilloso;
    él es una fortaleza en momentos de dificultad.
22 Tenía miedo y dije:
    «Dios no puede verme».
Pero cuando le imploré su ayuda,
    ¡él me escuchó!

23 ¡Pueblo fiel de Dios, ama al SEÑOR!
    El SEÑOR protege a los que le son fieles,
    y les da a los soberbios el castigo que se merecen.
24 Sean fuertes y valientes,
    todos los que esperan la ayuda del SEÑOR.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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