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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
1 Samuel 7-8

Vinieron los de Quiriat-jearim, se llevaron el Arca de Jehová y la pusieron en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar, su hijo, para que guardara el Arca de Jehová.

Samuel, juez de Israel

Desde el día en que llegó el Arca a Quiriat-jearim pasaron muchos días, veinte años; y toda la casa de Israel suspiraba por Jehová. Habló entonces Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: «Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad de entre vosotros los dioses ajenos y a Astarot, dedicad vuestro corazón a Jehová y servidle sólo a él, y él os librará de manos de los filisteos.»

Entonces los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a Jehová. Luego dijo Samuel: «Reunid a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová.»

Se reunieron, pues, en Mizpa, sacaron agua y la derramaron delante de Jehová; ayunaron aquel día allí, y dijeron: «Contra Jehová hemos pecado.» Y juzgó Samuel a los hijos de Israel en Mizpa. Cuando supieron los filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los príncipes de los filisteos contra Israel; al oír esto, los hijos de Israel tuvieron temor de los filisteos. Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: «No ceses de clamar por nosotros a Jehová, nuestro Dios, para que nos guarde de manos de los filisteos.»

Tomó Samuel un cordero de leche y lo sacrificó entero en holocausto a Jehová; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y Jehová lo escuchó. 10 Mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Pero Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, los atemorizó y fueron vencidos delante de Israel. 11 Los hijos de Israel salieron de Mizpa, siguieron a los filisteos y los hirieron hasta abajo de Bet-car. 12 Tomó luego Samuel una piedra, la colocó entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, porque dijo: «Hasta aquí nos ayudó Jehová.»

13 Así fueron sometidos los filisteos y no volvieron a entrar más en el territorio de Israel; y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel. 14 Fueron restituidas a los hijos de Israel las ciudades que los filisteos habían tomado a los israelitas, desde Ecrón hasta Gat; e Israel libró su territorio de manos de los filisteos. También hubo paz entre Israel y el amorreo.

15 Samuel juzgó a Israel todo el tiempo que vivió. 16 Hacía cada año un recorrido por Bet-el, Gilgal y Mizpa. Juzgaba a Israel en todos estos lugares. 17 Después volvía a Ramá, porque allí estaba su casa. Allí juzgaba a Israel y también allí edificó un altar a Jehová.

Israel pide rey

Aconteció que cuando Samuel envejeció puso a sus hijos por jueces sobre Israel. Su hijo primogénito se llamaba Joel, y el segundo, Abías; ambos eran jueces en Beerseba. Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, sino que se dejaron llevar por la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho. Entonces todos los ancianos de Israel se reunieron y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: «Tú has envejecido y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, danos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.»

Pero no agradó a Samuel que le dijeran: «Danos un rey que nos juzgue», y oró a Jehová. Dijo Jehová a Samuel: «Oye la voz del pueblo en todo lo que ellos digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo. Ahora, pues, oye su voz; pero hazles una advertencia solemne y muéstrales cómo los tratará el rey que reinará sobre ellos.»

10 Samuel repitió todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey. 11 Dijo, pues:

—Así hará el rey que reine sobre vosotros: tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y a su gente de a caballo, para que corran delante de su carro. 12 Los empleará como jefes de millar y jefes de cincuentenas; los pondrá a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que fabriquen sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. 13 Tomará también a vuestras hijas para perfumistas, cocineras y amasadoras. 14 Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, para dárselo a sus siervos. 15 Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dárselo a sus oficiales y a sus siervos. 16 Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, para emplearlos en sus obras. 17 Diezmará también vuestros rebaños y seréis sus siervos. 18 Aquel día os lamentaréis a causa del rey que habréis elegido, pero entonces Jehová no os responderá.

19 Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo:

—No. Habrá un rey sobre nosotros, 20 y seremos también como todas las naciones. Nuestro rey nos gobernará, saldrá delante de nosotros y hará nuestras guerras.

21 Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las repitió a oídos de Jehová. 22 Pero Jehová dijo a Samuel:

—Oye su voz y dales un rey.

Entonces dijo Samuel a los varones de Israel:

—Volveos cada uno a vuestra ciudad.

Romanos 6

Muertos al pecado

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?, porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado, porque, el que ha muerto ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él, y sabemos que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 En cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; pero en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus apetitos; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.

Siervos de la justicia

15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera! 16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerlo, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte o sea de la obediencia para justicia? 17 Pero gracias a Dios que, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina que os transmitieron; 18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. 19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad: así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

20 Cuando erais esclavos del pecado, erais libres con respecto a la justicia. 21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22 Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y, como fin, la vida eterna, 23 porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Jeremías 44

Jeremías profetiza contra los judíos en Egipto

44 Palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que habitaban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en tierra de Patros, diciendo: «Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Ahora están asoladas, y no hay quien habite en ellas a causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, yendo a ofrecer incienso, honrando a dioses extraños que ni ellos habían conocido, ni vosotros ni vuestros padres. Envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde el principio y sin cesar, para deciros: “¡No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco!” Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses extraños. Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Y fueron puestas en ruina y desolación, como lo están hoy. Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis un mal tan grande contra vosotros mismos, para que en medio de Judá sean destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho, sin que os quede resto alguno, haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses extraños en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os exterminéis y seáis por maldición y por afrenta a todas las naciones de la tierra? ¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicisteis en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? 10 No se han humillado hasta el día de hoy ni han tenido temor; no han caminado en mi Ley ni en mis estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.

11 »Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yo vuelvo mi rostro contra vosotros para mal, para destruir a todo Judá. 12 Y tomaré al resto de Judá que se obstinó en irse a la tierra de Egipto, para habitar allí, y en tierra de Egipto serán todos exterminados. Caerán a espada y serán exterminados por el hambre: por la espada y el hambre morirán desde el menor hasta el mayor, y serán objeto de aversión, de espanto, de maldición y de afrenta, 13 pues castigaré a los que habitan en la tierra de Egipto como castigué a Jerusalén, con espada, con hambre y con peste. 14 Y del resto de los de Judá que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, a la cual ansían volver para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos.»

15 Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: 16 «No escucharemos de ti la palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, 17 sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros jefes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén. Entonces tuvimos abundancia de pan, fuimos felices y no vimos mal alguno. 18 Pero desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta de todo, y por la espada y el hambre somos exterminados. 19 Y cuando nosotras ofrecimos incienso a la reina del cielo y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos tortas para tributarle culto, o le derramamos libaciones sin consentimiento de nuestros maridos?»

20 Habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres, a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo: 21 «¿No se ha acordado Jehová, no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes, vuestros jefes y el pueblo de la tierra? 22 Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin habitante, como lo está hoy. 23 Por cuanto ofrecisteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová ni anduvisteis en su Ley, en sus estatutos y en sus testimonios, por eso ha venido sobre vosotros este mal, como hasta hoy.»

24 Dijo además Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres: «Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en tierra de Egipto. 25 Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios de Israel; ha dicho: “Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras propias bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: ‘Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones.’ Y ahora confirmáis vuestros votos y ponéis vuestros votos por obra. 26 Por tanto, oíd palabra de Jehová todos los de Judá que habitáis en tierra de Egipto: Yo he jurado por mi gran nombre, dice Jehová, que mi nombre no será invocado más en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: ‘¡Vive Jehová, el Señor!’, 27 porque yo vigilo sobre ellos para mal y no para bien. Todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto serán exterminados por la espada y el hambre, hasta que no quede ninguno. 28 Y los pocos que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá. Sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a vivir allí, cuál palabra se cumplirá: si la mía o la suya. 29 Y esto tendréis por señal, dice Jehová, de que en este lugar os castigo, para que sepáis que de cierto se cumplirán mis palabras para mal sobre vosotros, 30 pues así ha dicho Jehová: Yo entrego al faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, y en manos de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo que quería quitarle la vida.”»

Salmos 20-21

Oración pidiendo la victoria

Al músico principal. Salmo de David

20 Jehová te escuche en el día de conflicto;
el nombre del Dios de Jacob te defienda.
Te envíe ayuda desde el santuario
y desde Sión te sostenga.
Traiga a la memoria todas tus ofrendas
y acepte tu holocausto. Selah
Te dé conforme al deseo de tu corazón
y cumpla todos tus planes.
Nosotros nos alegraremos en tu salvación
y alzaremos bandera en el nombre de nuestro Dios.
Conceda Jehová todas tus peticiones.

Ahora conozco que Jehová salva a su ungido;
lo atenderá desde sus santos cielos
con la potencia salvadora de su diestra.
Estos confían en carros, y aquellos en caballos;
mas nosotros del nombre de Jehová, nuestro Dios, haremos memoria.
Ellos flaquean y caen,
mas nosotros nos levantamos y resistimos a pie firme.

Salva, Jehová;
que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.

Alabanza por haber sido librado del enemigo

Al músico principal. Salmo de David

21 El rey se alegra en tu poder, Jehová;
y en tu salvación, ¡cómo se goza!
Le has concedido el deseo de su corazón
y no le negaste la petición de sus labios, Selah
porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien;
corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.
Vida te demandó y se la diste;
largura de días eternamente y para siempre.
Grande es su gloria por tu salvación;
honra y majestad has puesto sobre él.
Lo has bendecido para siempre;
lo llenaste de alegría con tu presencia.
Por cuanto el rey confía en Jehová,
y por la misericordia del Altísimo, no será conmovido.

Alcanzará tu mano a todos tus enemigos;
tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.
Los pondrás como horno de fuego
en el tiempo de tu ira;
Jehová los deshará en su ira
y el fuego los consumirá.
10 Su fruto destruirás de la tierra
y su descendencia de entre los hijos de los hombres,
11 porque intentaron el mal contra ti,
fraguaron maquinaciones, pero no prevalecerán,
12 pues tú los pondrás en fuga;
en tus cuerdas dispondrás saetas contra sus rostros.

13 ¡Engrandécete, Jehová, en tu poder!
¡Cantaremos y alabaremos tu poderío!

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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