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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Números 5

Expulsión de los impuros

Jehová habló a Moisés y le dijo: «Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, a todos los que padecen flujo de semen y a todo impuro por contacto con muerto. Tanto a hombres como a mujeres echaréis; fuera del campamento los echaréis, para que no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo habito.»

Así lo hicieron los hijos de Israel: los echaron fuera del campamento. Como Jehová lo dijo a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel.

Ley sobre la restitución

Jehová habló a Moisés y le dijo: «Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que cometa cualquiera de los pecados con que los hombres son infieles contra Jehová, se hace culpable. Aquella persona confesará el pecado que cometió, compensará enteramente el daño, añadirá sobre ello la quinta parte y lo dará a aquel contra quien pecó. Y si aquel hombre no tiene pariente al cual sea compensado el daño, se dará la indemnización del agravio a Jehová entregándola al sacerdote, además del carnero de las expiaciones, con que el sacerdote hará expiación por él.

»Cualquier ofrenda de todas las cosas santas que los hijos de Israel presenten al sacerdote, suya será. 10 Y lo santificado por cualquiera será suyo; asimismo lo que cualquiera dé al sacerdote, suyo será.»

Ley sobre los celos

11 Jehová habló a Moisés y le dijo: 12 «Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de alguien se descarría y le es infiel, 13 y alguien cohabita con ella sin que su marido lo haya visto, por haberse ella mancillado ocultamente, ni haya ningún testigo contra ella ni ella haya sido sorprendida en el acto; 14 si viene sobre él un espíritu de celos y siente celos de su mujer, habiéndose ella mancillado; o bien, si viene sobre él un espíritu de celos y siente celos de su mujer, aunque ella no se haya mancillado, 15 entonces el marido llevará su mujer al sacerdote, y con ella presentará su ofrenda, la décima parte de un efa de harina de cebada. No derramará sobre ella aceite ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado.

16 »El sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. 17 Luego echará el sacerdote un poco de agua santa en un vaso de barro, y tomando del polvo que haya en el suelo del Tabernáculo, lo mezclará con el agua. 18 Asimismo el sacerdote hará que la mujer se mantenga en pie delante de Jehová, descubrirá la cabeza de la mujer y pondrá sobre sus manos la ofrenda recordativa, que es la ofrenda de celos. El sacerdote sostendrá en sus manos las aguas amargas que acarrean maldición. 19 Entonces el sacerdote le tomará juramento y le dirá: “Si ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido ni te has mancillado, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición; 20 pero si te has descarriado de tu marido y te has mancillado, y ha cohabitado contigo alguien que no sea tu marido 21 (el sacerdote proferirá sobre la mujer este juramento de maldición, y le dirá): Que Jehová te haga objeto de maldición y execración en medio de tu pueblo, y haga Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche, 22 que estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo.” Y la mujer dirá: “Amén, amén”.

23 »El sacerdote escribirá estas maldiciones en un libro y las borrará con las aguas amargas. 24 Dará a beber a la mujer las aguas amargas que traen maldición, y las aguas que obran maldición entrarán en ella para provocarle amargura. 25 Después el sacerdote tomará de la mano de la mujer la ofrenda de los celos, la mecerá en presencia de Jehová y la ofrecerá delante del altar. 26 El sacerdote tomará un puñado de la ofrenda en memoria de ella y lo quemará sobre el altar.

»Después que el sacerdote le haya dado a beber las aguas a la mujer, 27 si ésta es impura y ha sido infiel a su marido, las aguas que obran maldición entrarán en ella para provocarle amargura, su vientre se hinchará, caerá su muslo y la mujer será objeto de maldición en medio de su pueblo. 28 Pero si la mujer no es impura, sino que está limpia, quedará libre y será fecunda.

29 »Ésta es la ley de los celos, cuando la mujer cometa infidelidad contra su marido y se mancille, 30 o cuando del marido se apodere un espíritu de celos y sienta celos de su mujer: entonces la presentará delante de Jehová, y el sacerdote hará con ella como manda esta ley. 31 El hombre quedará libre de culpa y la mujer cargará con su pecado.»

Salmos 39

El carácter transitorio de la vida

Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David

39 Yo dije: «Atenderé a mis caminos
para no pecar con mi lengua;
guardaré mi boca con freno
en tanto que el impío esté delante de mí.»
Enmudecí con silencio,
me callé aun respecto de lo bueno;
pero se agravó mi dolor.
Se enardeció mi corazón dentro de mí;
en mi meditación se encendió un fuego
y así proferí con mi lengua:

«Hazme saber, Jehová, mi fin
y cuánta sea la medida de mis días;
sepa yo cuán frágil soy.
Diste a mis días término corto
y mi edad es como nada delante de ti;
ciertamente, es apenas un soplo todo ser humano que vive. Selah
Ciertamente, como una sombra es el hombre;
ciertamente, en vano se afana;
amontona riquezas y no sabe quién las recogerá.

»Y ahora, Señor, ¿qué esperaré?
Mi esperanza está en ti.
Líbrame de todas mis transgresiones;
no me conviertas en la burla del insensato.
Enmudecí, no abrí mi boca,
porque tú lo hiciste.
10 Quita de sobre mí tu plaga;
estoy consumido bajo los golpes de tu mano.
11 Con castigos por el pecado corriges al hombre
y deshaces como polilla lo más estimado de él;
¡ciertamente, es apenas un soplo todo ser humano! Selah

12 »Oye mi oración, Jehová, y escucha mi clamor.
No calles ante mis lágrimas,
porque forastero soy para ti
y advenedizo, como todos mis padres.
13 Déjame, y tomaré fuerzas
antes que vaya y perezca.»

Cantares 3

La esposa sale en busca del esposo

Por las noches busqué en mi lecho
al amado de mi alma;
lo busqué, mas no lo hallé.
Pensé entonces:
«Me levantaré, recorreré la ciudad,
y por calles y plazas
buscaré al amado de mi alma.»
Lo busqué, mas no lo hallé.
Me hallaron los guardias que rondan la ciudad,
y les pregunté: «¿Habéis visto al amado de mi alma?»
Apenas me aparté de ellos un poco,
hallé al amado de mi alma;
me así a él, y no lo dejé
hasta llevarlo a casa de mi madre,
a la habitación de quien me dio a luz.

El esposo

¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
por las gacelas y las ciervas del campo,
que no despertéis a mi amor!
¡Dejadla dormir mientras quiera!

El cortejo de bodas

Coro

¿Qué es eso que sube del desierto
cual columna de humo,
perfumado de mirra e incienso,
y de todo polvo aromático?

¡Ved, es la litera de Salomón!
Sesenta valientes la rodean,
de entre los fuertes de Israel.
Todos ciñen espada y son diestros en la guerra;
cada uno lleva su espada al cinto,
por los peligros de la noche.

El rey Salomón se hizo una carroza
de madera del Líbano,
10 con columnas de plata,
respaldo de oro
y asiento de grana;
su interior, recamado de amor
por las hijas de Jerusalén.

11 ¡Hijas de Sión, salid! Ved al rey Salomón
con la corona que le ciñó su madre
el día de su boda,
el día del gozo de su corazón.

Hebreos 3

El Hijo, superior a Moisés

Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y Sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús, el cual es fiel al que lo constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque de tanta mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto mayor honra que la casa tiene el que la hizo. Toda casa es hecha por alguien; pero el que hizo todas las cosas es Dios. Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo, como hijo, sobre su casa. Y esa casa somos nosotros, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.

El reposo del pueblo de Dios

Por eso, como dice el Espíritu Santo:

«Si oís hoy su voz,
no endurezcáis vuestros corazones
como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,
donde me tentaron vuestros padres; me pusieron a prueba
y vieron mis obras cuarenta años.
10 Por eso me disgusté contra aquella generación
y dije: “Siempre andan vagando en su corazón
y no han conocido mis caminos.”
11 Por tanto, juré en mi ira:
“No entrarán en mi reposo.”»

12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón tan malo e incrédulo que se aparte del Dios vivo. 13 Antes bien, exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: «Hoy», para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado, 14 porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio. 15 Por lo cual dice:

«Si oís hoy su voz,
no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación.»

16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, lo provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? 17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? 19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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