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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Éxodo 15

Cánticos de Moisés y de María

15 Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron este cántico a Jehová:

«Cantaré yo a Jehová,
porque se ha cubierto de gloria;
ha echado en el mar al caballo y al jinete.
Jehová es mi fortaleza y mi cántico.
Ha sido mi salvación.
Éste es mi Dios, a quien yo alabaré;
el Dios de mi padre, a quien yo enalteceré.
Jehová es un guerrero.
¡Jehová es su nombre!
Echó al mar los carros del faraón y de su ejército.
Lo mejor de sus capitanes, en el Mar Rojo se hundió.
Los abismos los cubrieron;
descendieron a las profundidades como piedra.
Tu diestra, Jehová, ha magnificado su poder.
Tu diestra, Jehová, ha aplastado al enemigo.
Con la grandeza de tu poder
has derribado a los que se levantaron contra ti.
Enviaste tu ira y los consumió como a hojarasca.
Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas,
se juntaron las corrientes como en un montón,
los abismos se cuajaron en medio del mar.

»El enemigo dijo:
“Perseguiré, apresaré,
repartiré despojos;
mi alma se saciará de ellos.
Sacaré mi espada,
los destruirá mi mano.”
10 Soplaste con tu viento, los cubrió el mar;
se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.
11 ¿Quién como tú, Jehová, entre los dioses?
¿Quién como tú, magnífico en santidad,
terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?
12 Extendiste tu diestra;
la tierra los tragó.
13 Condujiste en tu misericordia
a este pueblo que redimiste.
Lo llevaste con tu poder a tu santa morada.
14 Lo oirán los pueblos y temblarán.
El dolor se apoderará de la tierra de los filisteos.
15 Entonces los caudillos de Edom se turbarán,
a los valientes de Moab los asaltará temblor,
se acobardarán todos los habitantes de Canaán.
16 ¡Que caiga sobre ellos temblor y espanto!
Ante la grandeza de tu brazo
enmudezcan como una piedra,
hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová,
hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.
17 Tú los introducirás y los plantarás
en el monte de tu heredad,
en el lugar donde has preparado, oh Jehová, tu morada,
en el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado.
18 ¡Jehová reinará eternamente y para siempre!»

19 Cuando el faraón entró cabalgando con sus carros y su gente de a caballo en el mar, Jehová hizo que las aguas del mar se volvieran contra ellos, mientras los hijos de Israel pasaron en seco por en medio del mar.

20 Entonces María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron detrás de ella con panderos y danzas. 21 Y María repetía:

«Cantad a Jehová,
porque se ha cubierto de gloria;
ha echado en el mar al caballo y al jinete.»

El agua amarga de Mara

22 Moisés hizo partir a Israel del Mar Rojo. Salieron al desierto de Shur y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. 23 Llegaron a Mara, pero no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara.

24 El pueblo se puso a murmurar contra Moisés, diciendo: «¿Qué hemos de beber?» 25 Entonces Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron.

Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó. 26 Les dijo: «Si escuchas atentamente la voz de Jehová, tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, das oído a sus mandamientos y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié sobre los egipcios traeré sobre ti, porque yo soy Jehová, tu sanador.»

27 Después llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

Lucas 18

Parábola de la viuda y el juez injusto

18 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar, diciendo: «Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: “Hazme justicia de mi adversario.” Él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: “Aunque ni temo a Dios ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo me agote la paciencia.”»

Y dijo el Señor: «Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?»

Parábola del fariseo y el publicano

A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 «Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano.” 13 Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, sé propicio a mí, pecador.” 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.»

Jesús bendice a los niños(A)

15 Traían a él niños para que los tocara. Al verlo los discípulos, los reprendieron. 16 Pero Jesús, llamándolos, dijo:

—Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. 17 De cierto os digo que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

El joven rico(B)

18 Un dignatario le preguntó, diciendo:

—Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

19 Jesús le dijo:

—¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. 20 Los mandamientos sabes: “No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.”

21 Él dijo:

—Todo esto lo he guardado desde mi juventud.

22 Al oír esto, Jesús le dijo:

—Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

23 Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste porque era muy rico. 24 Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo:

—¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 25 Porque es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.

26 Los que oyeron esto dijeron:

—¿Quién, pues, podrá ser salvo?

27 Él les dijo:

—Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.

28 Entonces Pedro dijo:

—Pues nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido.

29 Y él les dijo:

—De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o padres o hermanos o mujer o hijos, por el reino de Dios, 30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.

Jesús anuncia por tercera vez su muerte(C)

31 Tomando Jesús a los doce, les dijo:

—Cuando lleguemos a Jerusalén se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del hombre, 32 pues será entregado a los gentiles, se burlarán de él, lo insultarán y le escupirán. 33 Y después que lo hayan azotado, lo matarán; pero al tercer día resucitará.

34 Sin embargo, ellos nada comprendieron de estas cosas, porque esta palabra les era encubierta y no entendían lo que se les decía.

Un ciego de Jericó recibe la vista(D)

35 Aconteció que, acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando, 36 y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. 37 Le dijeron que pasaba Jesús nazareno. 38 Entonces gritó, diciendo:

—¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

39 Los que iban delante lo reprendían para que callara; pero él gritaba aún más fuerte:

—¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

40 Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerlo a su presencia. Cuando llegó, le preguntó, 41 diciendo:

—¿Qué quieres que te haga?

Y él dijo:

—Señor, que reciba la vista.

42 Jesús le dijo:

—Recíbela, tu fe te ha salvado.

43 Al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.

Job 33

Eliú censura a Job

33 »Por tanto, Job, oye ahora mis razones,
escucha todas mis palabras.
Yo abriré ahora mi boca
y mi lengua hablará en mi garganta.
Mis razones declararán la rectitud de mi corazón,
y lo que saben mis labios, lo dirán con sinceridad.
El espíritu de Dios me hizo
y el soplo del Omnipotente me dio vida.
Respóndeme, si puedes;
ordena tus palabras, ponte en pie.
Heme aquí a mí, en presencia de Dios, lo mismo que tú:
del barro fui yo también formado.
Por eso, mi terror no te espantará
ni mi mano pesará sobre ti.

»De cierto tú has dicho a oídos míos
y yo oí la voz de tus palabras que decían:
“Yo soy puro y sin defecto;
soy inocente y no hay maldad en mí.
10 Dios ha buscado reproches contra mí
y me tiene por su enemigo.
11 Ha puesto mis pies en el cepo
y vigila todas mis sendas.”

12 »Pues bien, en esto no has hablado con razón,
y yo te respondo que Dios es mayor que el hombre.
13 ¿Por qué contiendes contra él,
si él no da cuenta de ninguna de sus razones?
14 Aunque lo cierto es que Dios habla de una u otra manera,
pero el hombre no lo entiende.
15 Por sueños, en visión nocturna,
cuando el sueño cae sobre los hombres,
cuando se duermen en el lecho,
16 entonces se revela él al oído del hombre
y le confirma su instrucción,
17 para separar al hombre de su obra
y apartar del varón la soberbia,
18 para librar su alma del sepulcro
y su vida de perecer a espada.

19 »También en su cama es castigado el hombre
con fuerte dolor en sus huesos.
20 Entonces su vida aborrece el pan
y su alma la comida suave.
21 Su carne desfallece y desaparece a la vista,
y aparecen sus huesos, que antes no se veían.
22 Su alma se acerca al sepulcro
y su vida a los que causan la muerte.

23 »Pero si el hombre tiene a su lado
algún elocuente mediador, muy escogido,
para anunciarle su deber
24 y decirle que Dios tiene de él misericordia,
que lo libra de descender al sepulcro,
que hay redención para él,
25 entonces será su carne más tierna que la de un niño
y volverá a los días de su juventud.
26 Entonces orará a Dios y obtendrá su favor.
Verá su faz con júbilo,
y él restaurará al hombre su justicia.
27 Porque él mira sobre los hombres, y si uno dice:
“He pecado y he pervertido lo recto,
pero de nada me ha aprovechado”,
28 Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,
y su vida se verá en luz.

29 »Todas estas cosas hace Dios
dos y tres veces con el hombre,
30 para apartar su alma del sepulcro
y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
31 Escucha, Job, óyeme;
calla, y yo hablaré.
32 Si tienes razones, respóndeme;
habla, porque yo te quiero justificar.
33 Y si no, escúchame tú a mí;
calla, y te enseñaré sabiduría.»

2 Corintios 3

Ministros del nuevo pacto

¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros o de recomendación de vosotros? Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres. Y es manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.

Esta confianza la tenemos mediante Cristo para con Dios. No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios, el cual asimismo nos capacitó para ser ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.

Si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa del resplandor de su rostro, el cual desaparecería, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del Espíritu? Si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación, 10 porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11 Si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.

12 Así que, teniendo tal esperanza, actuamos con mucha franqueza, 13 y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de desaparecer. 14 Pero el entendimiento de ellos se embotó, porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo sin descorrer, el cual por Cristo es quitado. 15 Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo será quitado. 17 El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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