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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Éxodo 10

La plaga de langostas

10 Jehová dijo a Moisés:

—Entra a la presencia del faraón, porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales, para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto y las señales que hice entre ellos, y así sepáis que yo soy Jehová.

Entonces fueron Moisés y Aarón ante el faraón, y le dijeron:

—Jehová, el Dios de los hebreos, ha dicho así: “¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y si aún rehúsas dejarlo ir, mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta, la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra. Ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que crece en el campo. Llenará tus casas, las casas de todos tus siervos y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos aparecieron sobre la tierra hasta hoy.”

Y dándose vuelta, salió de la presencia del faraón. Entonces los siervos del faraón le dijeron:

—¿Hasta cuándo será este hombre una amenaza para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová, su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?

Llamaron, pues, de nuevo a Moisés y Aarón ante el faraón, el cual les dijo:

—Andad, servid a Jehová, vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?

Moisés respondió:

—Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir, porque es nuestra fiesta solemne para Jehová.

10 Él les dijo:

—¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro! 11 No será así; id ahora vosotros los hombres y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis.

Y los echaron de la presencia del faraón. 12 Entonces Jehová dijo a Moisés:

—Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto y consuma todo lo que el granizo dejó.

13 Extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana, el viento oriental trajo la langosta. 14 La langosta subió sobre toda la tierra de Egipto y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; 15 cubrió la faz de todo el país y oscureció la tierra; consumió toda la hierba de la tierra y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en los árboles ni en la hierba del campo en toda la tierra de Egipto.

16 Entonces el faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo:

—He pecado contra Jehová, vuestro Dios, y contra vosotros. 17 Pero os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová, vuestro Dios, para que aparte de mí al menos esta plaga mortal.

18 Salió Moisés de delante del faraón, y oró a Jehová. 19 Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental que se llevó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto. 20 Pero Jehová endureció el corazón del faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.

La plaga de tinieblas

21 Jehová dijo a Moisés:

—Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe.

22 Extendió Moisés su mano hacia el cielo, y por tres días hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto. 23 Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.

24 Entonces el faraón hizo llamar a Moisés, y dijo:

—Id, servid a Jehová; que solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas. Vayan también vuestros niños con vosotros.

25 Moisés respondió:

—Tú nos darás los animales para los sacrificios y holocaustos que ofreceremos a Jehová, nuestro Dios. 26 Y nuestro ganado irá también con nosotros. No quedará ni una pezuña, porque de él hemos de tomar para servir a Jehová, nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.

27 Pero Jehová endureció el corazón del faraón, y éste no quiso dejarlos ir. 28 Y le dijo el faraón:

—Retírate de mi presencia. Cuídate de no ver más mi rostro, pues el día en que veas mi rostro, morirás.

29 Y Moisés respondió:

—¡Bien has dicho! No veré más tu rostro.

Lucas 13

Arrepentíos o pereceréis

13 En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo:

—¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que los demás galileos? Os digo: no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.

Parábola de la higuera estéril

Dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no lo halló. Y dijo al viñador: “Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo. ¡Córtala! ¿Para qué inutilizar también la tierra?” Él entonces, respondiendo, le dijo: “Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone. Si da fruto, bien; y si no, la cortarás después.”»

Jesús sana a una mujer en sábado

10 Enseñaba Jesús en una sinagoga en sábado, 11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:

—Mujer, eres libre de tu enfermedad.

13 Puso las manos sobre ella, y ella se enderezó al momento y glorificaba a Dios. 14 Pero el alto dignatario de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera sanado en sábado, dijo a la gente:

—Seis días hay en que se debe trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en sábado.

15 Entonces el Señor le respondió y dijo:

—¡Hipócrita!, ¿no desatáis vosotros vuestro buey o vuestro asno del pesebre y lo lleváis a beber en sábado? 16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en sábado?

17 Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.

Parábola de la semilla de mostaza(A)

18 Dijo:

—¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé? 19 Es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.

Parábola de la levadura(B)

20 Y volvió a decir:

—¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado.

La puerta estrecha(C)

22 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras se encaminaba a Jerusalén. 23 Alguien preguntó:

—Señor, ¿son pocos los que se salvan?

Él les dijo:

24 —Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. 25 Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: “Señor, Señor, ábrenos”, él, respondiendo, os dirá: “No sé de dónde sois.” 26 Entonces comenzaréis a decir: “Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.” 27 Pero os dirá: “Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.” 28 Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos. 29 Vendrán gentes del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 Hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén(D)

31 Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole:

—Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.

32 Él les dijo:

—Id y decid a aquella zorra: “Echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra”. 33 Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. 34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, pero no quisiste! 35 Vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el tiempo en que digáis: “Bendito el que viene en nombre del Señor.”

Job 28

Elogio de la sabiduría

28 »Ciertamente la plata tiene sus criaderos,
y el oro, lugar donde se refina.
El hierro se saca del polvo
y de la piedra se funde el cobre.
Los hombres ponen término a las tinieblas,
lo examinan todo perfectamente,
hasta las piedras que hay en oscuridad y en sombra de muerte.
Abren minas lejos de lo habitado,
en lugares olvidados donde nadie pone el pie.
Allí están suspendidos, balanceándose lejos de los demás hombres.
De la tierra proviene el pan,
pero en su interior está como convertida en fuego,
y en ella hay lugar donde las piedras son zafiro
y el polvo es de oro.
Es una senda que nunca la conoció ave
ni ojo de buitre la vio;
que nunca la pisaron animales fieros
ni león pasó por ella.
El hombre pone su mano en el pedernal
y trastorna de raíz los montes.
10 En los peñascos abre corrientes de aguas,
y sus ojos ven todo lo preciado.
11 Detiene los ríos en su nacimiento
y saca a la luz lo escondido.

12 »Mas, ¿dónde se halla la sabiduría?
¿Dónde se encuentra el lugar de la inteligencia?
13 No conoce su valor el hombre,
ni se halla en la tierra de los seres vivientes.
14 El abismo dice: “No está en mí”,
y dice el mar: “Tampoco está conmigo.”
15 No se dará a cambio de oro
ni su precio será a peso de plata.
16 No puede ser pagada con oro de Ofir,
con ónice precioso ni con zafiro.
17 No se le pueden comparar el oro ni el diamante,
ni se la cambiará por alhajas de oro fino.
18 ¿Y qué decir del coral o de las perlas?
¡La sabiduría vale más que las piedras preciosas!
19 No se iguala con ella el topacio de Etiopía,
ni puede pagarse con oro fino.

20 »¿De dónde, pues, procede la sabiduría
y dónde se encuentra el lugar de la inteligencia?
21 ¡Encubierta está a los ojos de todo viviente,
y a toda ave del cielo le es oculta!
22 El Abadón y la muerte dicen:
“Su fama ha llegado hasta nuestros oídos.”

23 »Dios es quien conoce el camino de ella
y sabe dónde está su lugar,
24 porque él observa hasta los confines de la tierra
y ve cuanto hay bajo los cielos.
25 Al darle peso al viento
y fijar la medida de las aguas;
26 al darle ley a la lluvia
y camino al relámpago de los truenos,
27 ya entonces la vio él y la puso de manifiesto,
la preparó y también la escudriñó.
28 Y dijo al hombre:
“El temor del Señor es la sabiduría,
y el apartarse del mal, la inteligencia.”»

1 Corintios 14

El hablar en lenguas

14 Seguid el amor y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Yo desearía que todos vosotros hablarais en lenguas, pero más aún que profetizarais, porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablo con revelación, con conocimiento, con profecía o con doctrina? Ciertamente, las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieran notas distintas, ¿cómo se sabría lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diera un sonido incierto, ¿quién se prepararía para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua que habláis no dais palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís?, porque sería como si hablarais al aire. 10 Tantas clases de idiomas hay seguramente en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. 11 Pero si yo ignoro el significado de las palabras, seré como un extranjero para el que habla, y el que habla será como un extranjero para mí. 12 Así pues, ya que anheláis los dones espirituales, procurad abundar en aquellos que sirvan para la edificación de la iglesia.

13 Por lo tanto, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. 14 Si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. 15 ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento, 16 porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá «Amén» a tu acción de gracias?, pues no sabe lo que has dicho. 17 Tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. 18 Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; 19 pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.

20 Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en cuanto a la malicia y maduros en cuanto al modo de pensar. 21 En la Ley está escrito: «En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor.» 22 Así que las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes. 23 Si, pues, toda la iglesia se reúne en un lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? 24 Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; 25 lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros.

26 Entonces, hermanos, ¿qué podemos decir? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. 27 Si alguien habla en lengua extraña, que sean dos o a lo más tres, y por turno; y que uno interprete. 28 Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. 29 Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen lo que ellos dicen. 30 Y si algo le es revelado a otro que está sentado, calle el primero. 31 Podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. 32 Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas, 33 pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.

Como en todas las iglesias de los santos, 34 vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les es permitido hablar, sino que deben estar sujetas, como también la Ley lo dice. 35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos, porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.

36 ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? 37 Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor; 38 pero si alguien lo ignora, que lo ignore.

39 Así que, hermanos, procurad profetizar y no impidáis el hablar en lenguas; 40 pero hágase todo decentemente y con orden.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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