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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Génesis 42

Los hermanos de José en busca de alimentos

42 Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: «¿Por qué os estáis ahí mirando? Yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir y no muramos.»

Descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto. Pero Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos, porque dijo: «No sea que le acontezca algún desastre.» Fueron, pues, los hijos de Israel entre los que iban a comprar, porque había hambre en la tierra de Canaán.

José era el señor de la tierra, quien le vendía trigo a todo el mundo. Cuando llegaron los hermanos de José, se inclinaron a él rostro en tierra. José reconoció a sus hermanos en cuanto los vio; pero hizo como que no los conocía, y hablándoles ásperamente les dijo:

—¿De dónde habéis venido?

Ellos respondieron:

—De la tierra de Canaán, para comprar alimentos.

Reconoció, pues, José a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo:

—Espías sois; para ver las regiones indefensas del país habéis venido.

10 —No, señor nuestro —respondieron ellos—, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. 11 Todos nosotros somos hijos del mismo padre y somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías.

12 Pero José les dijo:

—No; para ver las regiones indefensas del país habéis venido.

13 —Tus siervos somos doce hermanos —respondieron ellos—, hijos de un hombre en la tierra de Canaán. El menor está hoy con nuestro padre y el otro ha desaparecido.

14 Y José les dijo:

—Eso es lo que os he dicho al afirmar que sois espías. 15 En esto seréis probados: ¡Por vida del faraón, que no saldréis de aquí hasta que vuestro hermano menor venga! 16 Enviad a uno de vosotros para que traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos. Vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, ¡por la vida del faraón, que sois espías!

17 Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. 18 Al tercer día les dijo José:

—Haced esto y vivid: Yo temo a Dios. 19 Si sois hombres honrados, uno de vuestros hermanos se quedará en la cárcel, mientras los demás vais a llevar el alimento para remediar el hambre de vuestra familia. 20 Pero traeréis a vuestro hermano menor; así serán verificadas vuestras palabras y no moriréis.

Ellos lo hicieron así, 21 pero se decían el uno al otro:

—Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba y no lo escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.

22 Entonces Rubén les respondió, diciendo:

—¿No os hablé yo y dije: “No pequéis contra el joven”? Pero no me escuchasteis; por eso ahora se nos demanda su sangre.

23 Ellos no sabían que José los entendía, porque éste tenía un intérprete para hablar con ellos. 24 Entonces se apartó José de su lado, y lloró; cuando volvió a ellos, les habló y, tomando de entre ellos a Simeón, lo apresó en su presencia. 25 Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo y devolvieran el dinero a cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y que les dieran comida para el camino; así se hizo con ellos. 26 Entonces pusieron ellos su trigo sobre sus asnos y se fueron de allí.

27 Pero al abrir uno de ellos el saco para dar de comer a su asno en el mesón, vio el dinero que estaba en la boca de su costal. 28 Y dijo a sus hermanos:

—¡Me han devuelto mi dinero; aquí está, en mi saco!

Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados se dijeron el uno al otro:

—¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?

29 Cuando llegaron junto a Jacob, su padre, en tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había acontecido, diciendo:

30 —Aquel hombre, el señor de la tierra, nos habló ásperamente y nos trató como a espías de la tierra. 31 Pero nosotros le dijimos: “Somos hombres honrados, nunca fuimos espías. 32 Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno ha desaparecido y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.” 33 Entonces aquel hombre, el señor de la tierra, nos dijo: “En esto conoceré que sois hombres honrados: dejad conmigo a uno de vuestros hermanos, tomad para remediar el hambre de vuestras familias y andad, 34 traedme a vuestro hermano menor; así sabré que no sois espías, sino hombres honrados; entonces os entregaré a vuestro hermano y comerciaréis libremente por el país.”

35 Aconteció que cuando vaciaban ellos sus sacos, vieron que en el saco de cada uno estaba la bolsita con su dinero; y tanto ellos como su padre, al ver las bolsitas con el dinero, tuvieron temor.

36 Entonces su padre Jacob les dijo:

—Me habéis privado de mis hijos: José no aparece, Simeón tampoco y ahora os llevaréis a Benjamín. Estas cosas acabarán conmigo.

37 Rubén respondió a su padre:

—Quítales la vida a mis dos hijos, si no te lo devuelvo. Confíamelo a mí y yo te lo devolveré.

38 Pero Jacob replicó:

—No descenderá mi hijo con vosotros, pues su hermano ha muerto y él ha quedado solo; si le acontece algún desastre en el camino por donde vais, haréis descender mis canas con dolor al seol.

Marcos 12

Los labradores malvados(A)

12 Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue lejos. A su tiempo envió un siervo a los labradores para recibir de estos del fruto de la viña. Pero ellos, tomándolo, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Volvió a enviarles otro siervo; pero, apedreándolo, lo hirieron en la cabeza, y también lo insultaron. Volvió a enviar otro, y a éste lo mataron. Después envió otros muchos: a unos los golpearon y a otros los mataron.

»Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo.” Pero aquellos labradores dijeron entre sí: “Éste es el heredero; venid, matémoslo, y la heredad será nuestra.” Y tomándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

»¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Irá, destruirá a los labradores y dará su viña a otros.

10 »¿Ni aun esta escritura habéis leído:

“La piedra que desecharon los edificadores
ha venido a ser cabeza del ángulo.
11 El Señor ha hecho esto,
y es cosa maravillosa a nuestros ojos”?»

12 Procuraban prenderlo, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían a la multitud y, dejándolo, se fueron.

La cuestión del tributo(B)

13 Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para que lo sorprendieran en alguna palabra. 14 Viniendo ellos, le dijeron:

—Maestro, sabemos que eres hombre veraz y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?

15 Pero él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo:

—¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea.

16 Ellos se lo trajeron; y él entonces preguntó:

—¿De quién es esta imagen y la inscripción?

Ellos le dijeron:

—De César.

17 Respondiendo Jesús, les dijo:

—Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

Y se maravillaron de él.

La pregunta sobre la resurrección(C)

18 Entonces vinieron a él los saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:

19 —Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muere y deja esposa, pero no deja hijos, su hermano debe casarse con ella y levantar descendencia a su hermano. 20 Hubo siete hermanos: el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia. 21 Entonces el segundo se casó con ella, pero él también murió sin dejar descendencia. Lo mismo pasó con el tercero, 22 y con los siete: ninguno dejó descendencia. Finalmente, murió también la mujer. 23 En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?

24 Entonces, respondiendo Jesús, les dijo:

—Erráis también en esto, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios, 25 porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos. 26 Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”? 27 ¡Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos! Así que vosotros mucho erráis.

El gran mandamiento(D)

28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir y sabía que les había respondido bien, le preguntó:

—¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

29 Jesús le respondió:

—El primero de todos los mandamiento es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Éste es el principal mandamiento. 31 El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento mayor que estos.

32 Entonces el escriba le dijo:

—Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios y no hay otro fuera de él; 33 y amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.

34 Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Y ya nadie se atrevía a preguntarle.

¿De quién es hijo el Cristo?(E)

35 Enseñando Jesús en el Templo, decía:

«¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?, 36 pues el mismo David dijo por el Espíritu Santo:

»“Dijo el Señor a mi Señor:
‘Siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.’”

37 »David mismo lo llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo?»

Y gran multitud del pueblo lo oía de buena gana.

Jesús acusa a los escribas(F)

38 Les decía en su enseñanza:

«Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, 39 las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en las cenas, 40 que devoran las casas de las viudas y, para disimularlo, hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.»

La ofrenda de la viuda(G)

41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 42 Y vino una viuda pobre y echó dos blancas, o sea, un cuadrante. 43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo:

—De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca, 44 porque todos han echado de lo que les sobra, pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.

Job 8

Bildad proclama la justicia de Dios

Respondió Bildad, el suhita, y dijo:

«¿Hasta cuándo hablarás tales cosas
y las palabras de tu boca serán como un viento impetuoso?
¿Acaso torcerá Dios el derecho
o pervertirá el Todopoderoso la justicia?
Si tus hijos pecaron contra él,
él les hizo cargar con su pecado.
Si tú desde temprano buscas a Dios
y ruegas al Todopoderoso;
si eres puro y recto,
ciertamente él velará por ti
y hará prosperar la morada de tu justicia.
Y aunque tu principio haya sido pequeño,
tu estado, al final, será engrandecido.

»Pregunta tú ahora a las generaciones pasadas
y disponte a interrogar a los padres de ellas;
pues nosotros somos de ayer y nada sabemos,
ya que nuestros días sobre la tierra son como una sombra.
10 ¿No te enseñarán ellos, te hablarán
y sacarán palabras de su corazón?

11 »¿Crece el junco donde no hay lodo?
¿Crece el prado donde no hay agua?
12 Con todo, aun en su verdor y sin haber sido cortado
se seca antes que toda otra hierba.
13 Tales son los caminos de todos los que se olvidan de Dios;
y así perecerá la esperanza del impío,
14 porque su esperanza es apenas como un hilo,
y su confianza, como una tela de araña.
15 Si se apoya en su casa, ella no permanecerá en pie;
si se agarra a ella, no resistirá.
16 Es como un árbol que está verde plantado al sol,
y cuyos renuevos salen por encima de su huerto;
17 se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente
y se enlazan hasta llegar al lugar pedregoso.
18 Pero si lo arrancan de su lugar,
éste lo negará, diciendo: “Nunca te había visto.”
19 Ciertamente así será el gozo de su camino,
y otros nacerán del polvo.

20 »Dios no desecha al íntegro
ni ofrece apoyo a la mano del maligno.
21 Él llenará aún tu boca de risas,
y tus labios de júbilo.
22 Los que te aborrecen serán cubiertos de confusión:
la morada de los impíos perecerá.»

Romanos 12

La nueva vida

12 Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. De la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.

Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

Deberes de la vida cristiana

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo y seguid lo bueno. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación, constantes en la oración. 13 Compartid las necesidades de los santos y practicad la hospitalidad. 14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. 15 Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. 16 Unánimes entre vosotros; no seáis altivos, sino asociaos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.

17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.» 20 Así que, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber, pues haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza.

21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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