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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
2 Reyes 9

Jehú es ungido rey de Israel

Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas y le dijo: «Ciñe tu cintura, toma esta redoma de aceite en tus manos y ve a Ramot de Galaad. Cuando llegues allá, verás allí a Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi. Entra, haz que se levante de entre sus hermanos y llévalo a otra habitación. Toma luego la redoma de aceite, derrámala sobre su cabeza y di: “Así dice Jehová: Yo te he ungido como rey de Israel.” Entonces abre la puerta y echa a correr sin detenerte.»

Partió, pues, el joven profeta hacia Ramot de Galaad. Cuando llegó, los jefes del ejército estaban reunidos. Entonces dijo:

—Jefe, tengo que decirte una palabra.

—¿A cuál de todos nosotros? —preguntó Jehú.

—A ti, jefe —respondió el profeta.

Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el otro derramó el aceite sobre su cabeza y le dijo:

—Así dijo Jehová, Dios de Israel: “Yo te he ungido como rey del pueblo de Jehová, de Israel. Herirás la casa de Acab, tu señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas y la sangre de todos los siervos de Jehová, derramada por la mano de Jezabel. Toda la casa de Acab perecerá y exterminaré a todo varón de Acab en Israel, tanto al siervo como al libre. Trataré a la casa de Acab como a la casa de Jeroboam hijo de Nabat y como a la casa de Baasa hijo de Ahías. 10 A Jezabel se la comerán los perros en el campo de Jezreel y no habrá quien la sepulte.”

En seguida abrió la puerta y echó a correr. 11 Cuando Jehú salió a reunirse con los siervos de su señor, estos le dijeron:

—¿Todo va bien? ¿Para qué vino a verte ese loco?

—Vosotros conocéis a ese hombre y lo que dijo —respondió él.

12 —Mentira; cuéntanoslo ahora —dijeron ellos.

Jehú respondió:

—Esto y esto me ha hablado: “Así ha dicho Jehová: ‘Yo te he ungido como rey de Israel.’”

13 Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto y lo puso debajo de Jehú en un trono alto. Luego tocaron la bocina y gritaron: «Jehú es el rey.»

Jehú mata a Joram

14 Así conspiró Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi, contra Joram. (Estaba entonces Joram defendiendo a Ramot de Galaad con todo Israel, a causa de Hazael, rey de Siria. 15 Pero el rey Joram había vuelto a Jezreel para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho cuando peleaba contra Hazael, rey de Siria.) Y Jehú dijo: «Si ésta es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad para ir a dar la noticia en Jezreel.» 16 Jehú cabalgó entonces y se fue a Jezreel, porque Joram estaba allí enfermo. También estaba allí Ocozías, rey de Judá, que había descendido a visitar a Joram. 17 El atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa de Jehú que venía, y dijo:

—Veo una tropa.

Joram dijo:

—Ordena a un jinete que vaya a reconocerlos y les pregunte: “¿Vienen en son de paz?”

18 Fue, pues, el jinete a reconocerlos y les preguntó:

—El rey dice: “¿Vienen en son de paz?”

Jehú le dijo:

—¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte detrás de mí.

Luego el atalaya avisó diciendo:

—El mensajero llegó hasta ellos, pero no vuelve.

19 Entonces el rey envió otro jinete, que al llegar adonde estaban ellos, dijo:

—El rey dice así: “¿Vienen en son de paz?”

Y Jehú respondió:

—¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte detrás de mí.

20 El atalaya volvió a decir:

—También éste llegó hasta ellos, pero no vuelve, y el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, pues viene impetuosamente.

21 Entonces dijo Joram:

—Unce el carro.

Cuando estaba uncido su carro, salieron Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, y partieron al encuentro de Jehú, al cual hallaron en la heredad de Nabot, el de Jezreel. 22 Cuando vio Joram a Jehú, dijo:

—¿Vienes en son paz, Jehú?

Él respondió:

—¿Qué paz puede haber con las fornicaciones de Jezabel, tu madre, y sus muchas hechicerías?

23 Entonces Joram volvió las riendas y huyó, mientras le gritaba a Ocozías:

—¡Traición, Ocozías!

24 Pero Jehú tensó su arco e hirió a Joram por la espalda; la flecha le atravesó el corazón y él cayó en su carro. 25 Dijo luego Jehú a Bidcar, su capitán: «Levántalo y échalo a un extremo de la heredad de Nabot, el de Jezreel. Acuérdate que cuando tú y yo íbamos juntos con la gente de Acab, su padre, Jehová pronunció esta sentencia sobre él: 26 “Yo he visto ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos, dijo Jehová, y en esta misma heredad te daré tu paga, dijo Jehová.” Levántalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra de Jehová.»

Jehú mata a Ocozías(A)

27 Al ver esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de la casa del huerto. Pero Jehú lo persiguió diciendo: «Herid también a este que va en el carro.»

Lo hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Pero Ocozías huyó a Meguido, y allí murió.

28 Sus siervos lo llevaron en un carro a Jerusalén y allá lo sepultaron con sus padres, en su sepulcro de la ciudad de David.

29 En el undécimo año de Joram hijo de Acab comenzó a reinar Ocozías sobre Judá.

Muerte de Jezabel

30 Después se fue Jehú a Jezreel. Al enterarse Jezabel, se pintó los ojos con antimonio, atavió su cabeza y se asomó a una ventana. 31 Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo:

—¿Todo le va bien a Zimri, asesino de su señor?

32 Alzó él entonces su rostro hacia la ventana y dijo:

—¿Quién está conmigo? ¿quién?

Se inclinaron hacia él dos o tres eunucos. 33 Y Jehú les ordenó:

—Echadla abajo.

Ellos la echaron, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos. Y él la atropelló. 34 Entró luego Jehú, y después que comió y bebió, dijo:

—Id ahora a ver a aquella maldita y sepultadla, pues es hija de rey.

35 Pero cuando fueron a sepultarla no hallaron de ella más que la calavera, los pies y las palmas de las manos. 36 Entonces regresaron a comunicárselo. Y él dijo:

—Ésta es la palabra que Dios pronunció por medio de su siervo Elías, el tisbita: “En la heredad de Jezreel se comerán los perros las carnes de Jezabel. 37 El cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: ‘Ésta es Jezabel.’”

1 Timoteo 6

Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina. Y los que tienen amos creyentes no los tengan en menos por ser hermanos, sino sírvanlos mejor, por cuanto son creyentes y amados los que se benefician de su buen servicio. Esto enseña y exhorta.

Piedad y contentamiento

Si alguno enseña otra cosa y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, discusiones necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia. Apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento, porque nada hemos traído a este mundo y, sin duda, nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos; pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición, 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos dolores.

La buena batalla de la fe

11 Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. 12 Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. 13 Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, 14 que guardes el mandamiento sin mancha ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo.

15 Aparición que a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, 16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible y a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. A él sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.

17 A los ricos de este mundo manda que no sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos. 19 De este modo atesorarán para sí buen fundamento para el futuro, y alcanzarán la vida eterna.

Encargo final de Pablo a Timoteo

20 Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, 21 la cual profesando algunos, se desviaron de la fe.

La gracia sea contigo. Amén.

Oseas 1

La esposa y los hijos de Oseas

Palabra que Jehová dirigió a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel.

Comienzo de la palabra que Jehová habló por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas:

«Ve, toma por mujer a una prostituta
y ten hijos de prostitución con ella,
porque la tierra se prostituye
apartándose de Jehová.»

Fue, pues, y tomó a Gomer, hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo. Entonces Jehová le dijo:

«Ponle por nombre Jezreel,
porque dentro de poco castigaré a la casa de Jehú
a causa de la sangre derramada en Jezreel,
y haré cesar el reinado de la casa de Israel.
Aquel día quebraré el arco de Israel
en el valle de Jezreel.»

Concibió Gomer otra vez y dio a luz una hija. Dios dijo a Oseas:

«Ponle por nombre Lo-ruhama,
porque no me compadeceré más de la casa de Israel,
ni los perdonaré.

»Pero de la casa de Judá tendré misericordia: los salvaré por Jehová, su Dios. No los salvaré con arco, ni con espada, ni con guerra, ni con caballos ni jinetes».

Después de haber destetado a Lo-ruhama, Gomer concibió y dio a luz un hijo. Y dijo Dios:

«Llámalo Lo-ammi,
porque vosotros no sois mi pueblo
ni yo seré vuestro Dios.»

10 Con todo, el número de los hijos de Israel
será como la arena del mar,
que no se puede medir ni contar.
Y en el lugar donde se les dijo:
«Vosotros no sois mi pueblo»,
se les dirá:
«Sois hijos del Dios viviente.»
11 Se congregarán los hijos de Judá y de Israel,
nombrarán un solo jefe
y se levantarán de la tierra,
porque grande será el día de Jezreel.

Salmos 119:73-96

Yod

73 Tus manos me hicieron y me formaron;
hazme entender y aprenderé tus mandamientos.
74 Los que te temen me verán y se alegrarán,
porque en tu palabra he esperado.
75 Conozco, Jehová, que tus juicios son justos
y que conforme a tu fidelidad me afligiste.
76 Sea ahora tu misericordia para consolarme,
conforme a lo que has dicho a tu siervo.
77 Vengan a mí tus misericordias para que viva,
porque tu Ley es mi delicia.
78 Sean avergonzados los soberbios,
porque sin causa me han calumniado;
pero yo meditaré en tus mandamientos.
79 Vuélvanse a mí los que te temen
y conocen tus testimonios.
80 Sea mi corazón íntegro en tus estatutos,
para que no sea yo avergonzado.

Caf

81 Desfallece mi alma por tu salvación,
mas espero en tu palabra.
82 Desfallecen mis ojos por tu palabra,
diciendo: «¿Cuándo me consolarás?»
83 Aunque estoy como un odre expuesto al humo,
no he olvidado tus estatutos.
84 ¿Cuántos son los días de tu siervo?
¿Cuándo harás justicia contra los que me persiguen?
85 Los soberbios me han cavado hoyos,
mas no proceden según tu Ley.
86 Todos tus mandamientos son verdad.
Sin causa me persiguen: ¡ayúdame!
87 Casi me han echado por tierra,
pero no he dejado tus mandamientos.
88 Vivifícame conforme a tu misericordia
y guardaré los testimonios de tu boca.

Lámed

89 Para siempre, Jehová,
permanece tu palabra en los cielos.
90 De generación en generación es tu fidelidad;
tú afirmaste la tierra, y subsiste.
91 Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy,
pues todas ellas te sirven.
92 Si tu Ley no hubiera sido mi delicia,
ya en mi aflicción hubiera perecido.
93 Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos,
porque con ellos me has vivificado.
94 ¡Tuyo soy yo, sálvame,
porque he buscado tus mandamientos!
95 Los impíos me han aguardado para destruirme;
mas yo consideraré tus testimonios.
96 A toda perfección he visto fin;
amplio sobremanera es tu mandamiento.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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