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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
1 Samuel 25

David y Abigail

25 Por entonces murió Samuel. Todo Israel se congregó para llorarlo y lo sepultaron en su casa, en Ramá. Entonces se levantó David y se fue al desierto de Parán.

En Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel. Era muy rico, tenía tres mil ovejas y mil cabras, y estaba esquilando sus ovejas en Carmel. Aquel hombre se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Aquella mujer era de buen entendimiento y hermosa apariencia, pero el hombre era rudo y de mala conducta; era del linaje de Caleb.

Supo David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: «Subid al Carmel e id a Nabal; saludadlo en mi nombre y decidle: “Paz a ti, a tu familia, y paz a todo cuanto tienes. He sabido que tienes esquiladores. Ahora bien, tus pastores han estado con nosotros; no los tratamos mal ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel. Pregunta a tus criados y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia a tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tengas a mano a tus siervos y a tu hijo David.”»

Los jóvenes enviados por David fueron y dijeron a Nabal todas estas cosas en nombre de David, y callaron. 10 Pero Nabal respondió a los jóvenes enviados por David:

—¿Quién es David, quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores. 11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son?

12 Los jóvenes que había enviado David, dando media vuelta, tomaron el camino de regreso. Cuando llegaron a donde estaba David, le dijeron todas estas cosas. 13 Entonces David dijo a sus hombres:

«Cíñase cada uno su espada.»

Cada uno se ciñó su espada y también David se ciñó la suya. Subieron tras David unos cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje. 14 Pero uno de los criados avisó a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: «Mira que David ha enviado mensajeros del desierto para saludar a nuestro amo, y él los ha despreciado. 15 Aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y cuando estábamos en el campo nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos. 16 Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas. 17 Ahora, pues, reflexiona y mira lo que has de hacer, porque ya está decidida la ruina de nuestro amo y de toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle.»

18 Tomó Abigail a toda prisa doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo sobre unos asnos. 19 Luego dijo a sus criados:

«Id delante de mí, y yo os seguiré luego.»

Pero nada declaró a su marido Nabal. 20 Montada en un asno, descendió por una parte secreta del monte, mientras David y sus hombres venían en dirección a ella; y ella les salió al encuentro.

21 David había comentado: «Ciertamente en vano he guardado en el desierto todo lo que este hombre tiene, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha devuelto mal por bien. 22 Traiga Dios sobre los enemigos de David el peor de los castigos, que de aquí a mañana no he de dejar con vida ni a uno solo de los que están con él.»

23 Cuando Abigail vio a David, se bajó en seguida del asno; inclinándose ante David, se postró en tierra, 24 y echándose a sus pies le dijo:

—¡Que caiga sobre mí el pecado!, señor mío, pero te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva. 25 No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez lo acompaña; pero yo, tu sierva, no vi a los jóvenes que tú enviaste. 26 Ahora pues, señor mío, ¡vive Jehová, y vive tu alma!, que Jehová te ha impedido venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran el mal contra mi señor. 27 En cuanto a este presente que tu sierva te ha traído, que sea dado a los hombres que siguen a mi señor. 28 Te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová hará de cierto una casa perdurable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y no vendrá mal sobre ti en todos tus días. 29 Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será atada al haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, mientras que él arrojará las vidas de tus enemigos como quien las tira con el cuenco de una honda. 30 Cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca como príncipe sobre Israel, 31 entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado con tu propia mano. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haya favorecido a mi señor, acuérdate de tu sierva.

32 Entonces David dijo a Abigail:

—Bendito sea Jehová, Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontraras. 33 Bendito sea tu razonamiento y bendita tú, que me has impedido hoy derramar sangre y vengarme por mi propia mano. 34 Porque, ¡vive Jehová, Dios de Israel!, que me ha impedido hacerte mal, que de no haberte dado prisa en venir a mi encuentro, mañana por la mañana no le habría quedado con vida a Nabal ni un solo hombre.

35 David recibió de sus manos lo que le había traído, y le dijo:

—Sube en paz a tu casa, pues he escuchado tu petición y te la he concedido.

36 Cuando Abigail volvió adonde estaba Nabal, éste estaba celebrando en su casa un banquete como de rey. Nabal estaba alegre y completamente ebrio, por lo cual ella no le dijo absolutamente nada hasta el día siguiente. 37 Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le contó su mujer estas cosas; entonces se le apretó el corazón en el pecho, y se quedó como una piedra. 38 Diez días después, Jehová hirió a Nabal, y éste murió. 39 Luego de oír David que Nabal había muerto, dijo:

«Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de la afrenta que recibí de manos de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo. Jehová ha hecho caer la maldad de Nabal sobre su propia cabeza.»

Después mandó David a decir a Abigail que quería tomarla por mujer. 40 Los siervos de David se presentaron ante Abigail en Carmel y le hablaron diciendo:

—David nos envía para tomarte por mujer.

41 Ella se levantó, se postró rostro en tierra, y dijo:

—Aquí tienes a tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.

42 Se levantó luego Abigail y, acompañada de las cinco doncellas que la servían, montó en un asno, siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer.

43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres. 44 Porque Saúl había dado a su hija Mical, mujer de David, a Palti hijo de Lais, que era de Galim.

1 Corintios 6

Litigios delante de los incrédulos

¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, llevar el asunto ante los injustos y no delante de los santos? ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar asuntos tan pequeños? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Si, pues, tenéis pleitos sobre asuntos de esta vida, ¿por qué ponéis, para juzgar, a los que son de menor estima en la iglesia? Para avergonzaros lo digo. Pues qué, ¿no hay entre vosotros ni uno solo que sea sabio para poder juzgar entre sus hermanos? Un hermano pleitea contra otro hermano, ¡y lo hace ante los incrédulos! Ciertamente, ya es una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? Pero vosotros cometéis el agravio y defraudáis, ¡y esto a los hermanos!

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios.

Glorificad a Dios en vuestro cuerpo

12 Todas las cosas me son lícitas, pero no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna. 13 Los alimentos son para el vientre, y el vientre para los alimentos; pero tanto al uno como a los otros destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.

15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De ninguna manera! 16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella?, porque ¿no dice la Escritura: «Los dos serán una sola carne»? 17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.

18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; pero el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?, 20 pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Ezequiel 4

Predicción del sitio de Jerusalén

»Tú, hijo de hombre, tómate un adobe, ponlo delante de ti y diseña sobre él la ciudad de Jerusalén. Y pondrás sitio contra ella, construirás contra ella fortaleza, sacarás contra ella baluarte, montarás delante de ella campamento, y contra ella, a su alrededor, colocarás arietes. Toma también una plancha de hierro y ponla en lugar de muro de hierro entre ti y la ciudad; afirmarás luego tu rostro contra ella, y será en lugar de cerco y la sitiarás. Es una señal para la casa de Israel.

»Tú te acostarás sobre tu lado izquierdo y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. El número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos. Yo te he dado los años de su maldad por el número de los días: trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel. Cumplidos estos, te acostarás por segunda vez, ahora sobre tu lado derecho, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado. Hacia el asedio de Jerusalén dirigirás tu rostro, y con tu brazo descubierto profetizarás contra ella. He puesto sobre ti ataduras, y no podrás darte vuelta de un lado a otro hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.

»Toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena; ponlos en una vasija y hazte pan de ellos para el número de los días que te acuestes sobre tu lado: trescientos noventa días comerás de él. 10 La comida que comerás será de peso de veinte siclos al día; de tiempo en tiempo la comerás. 11 Y beberás el agua por medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás. 12 Y comerás pan de cebada cocido debajo de la ceniza. Lo cocerás a vista de ellos en fuego de excremento humano.»

13 Dijo Jehová: «Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo, entre las naciones a donde yo los arrojaré.»

14 Yo dije: «¡Ah, Señor, Jehová!, mi alma no es impura, ni nunca desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda.»

15 Y me respondió: «He aquí te permito usar estiércol de bueyes en lugar de excremento humano para cocer tu pan.» 16 Me dijo luego: «Hijo de hombre, quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con espanto, 17 para que, al faltarles el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto y se consuman en su maldad.

Salmos 40-41

Alabanza por la liberación divina(A)

Al músico principal. Salmo de David

40 Pacientemente esperé a Jehová,
y se inclinó a mí y oyó mi clamor,
y me hizo sacar del pozo de la desesperación,
del lodo cenagoso;
puso mis pies sobre peña
y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo,
alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos y temerán,
y confiarán en Jehová.

¡Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza
y no mira a los soberbios
ni a los que se desvían tras la mentira!
Has aumentado, Jehová, Dios mío, tus maravillas
y tus pensamientos para con nosotros.
No es posible contarlos ante ti.
Aunque yo los anunciara y hablara de ellos,
no podrían ser enumerados.

Sacrificio y ofrenda no te agradan;
has abierto mis oídos;
holocausto y expiación no has demandado.
Entonces dije: «He aquí, vengo;
en el rollo del libro está escrito de mí;
el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
y tu Ley está en medio de mi corazón.»

He anunciado justicia en la gran congregación;
he aquí, no refrené mis labios,
Jehová, tú lo sabes.
10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;
he publicado tu fidelidad y tu salvación;
no oculté tu misericordia y tu verdad en la gran congregación.

11 Jehová, no apartes de mí tu misericordia;
tu misericordia y tu verdad me guarden siempre,
12 porque me han rodeado males sin número;
me han alcanzado mis maldades y no puedo levantar la vista.
Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza
y mi corazón me falla.

13 Quieras, Jehová, librarme;
Jehová, apresúrate a socorrerme.
14 Sean avergonzados y confundidos a una
los que buscan mi vida para destruirla.
Vuelvan atrás y avergüéncense
los que mi mal desean.
15 Sean asolados en pago de su afrenta
los que se burlan de mí.

16 Gócense y alégrense en ti
todos los que te buscan,
y digan siempre los que aman tu salvación:
«¡Jehová sea enaltecido!»
17 Aunque yo esté afligido y necesitado,
Jehová pensará en mí.
Mi ayuda y mi libertador eres tú.
¡Dios mío, no te tardes!

Oración pidiendo salud

Al músico principal. Salmo de David

41 Bienaventurado el que piensa en el pobre;
en el día malo lo librará Jehová.
Jehová lo guardará, le dará vida
y será bienaventurado en la tierra.
No lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.
Jehová lo sostendrá en el lecho del dolor;
ablandará su cama en la enfermedad.

Yo dije: «Jehová, ten misericordia de mí,
sana mi alma, porque contra ti he pecado.»
Mis enemigos hablan mal de mí, preguntando:
«¿Cuándo morirá y perecerá su nombre?»
Y si vienen a verme, hablan mentira;
recogen malas noticias
y al salir afuera las divulgan.

Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
contra mí piensan mal, diciendo:
«Cosa maligna se ha apoderado de él;
el que cayó en cama no volverá a levantarse.»
Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba,
el que de mi pan comía,
alzó el pie contra mí.
10 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí y hazme levantar,
y les daré el pago.

11 En esto conoceré que te he agradado:
en que mi enemigo no se alegre de mí.
12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado
y me has hecho estar delante de ti para siempre.

13 ¡Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,
por los siglos de los siglos!
¡Amén y amén!

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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