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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
Josué 11

Derrota de Jabín y sus aliados

11 Cuando Jabín, rey de Hazor, se enteró de esto, envió un mensaje a Jobab, rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos y en las regiones de Dor al occidente, al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón en tierra de Mizpa. Estos salieron con todos sus ejércitos, una multitud tan numerosa como la arena que está a la orilla del mar, con muchísimos caballos y carros de guerra. Todos estos reyes se unieron, llegaron y acamparon unidos junto a las aguas de Merom para pelear contra Israel.

Pero Jehová dijo a Josué: «No les tengas temor, porque mañana a esta hora yo los entregaré a todos muertos delante de Israel; desjarretarás sus caballos y quemarás sus carros en el fuego.»

Josué, con toda su gente de guerra, se lanzó de repente contra ellos junto a las aguas de Merom. Jehová los entregó en manos de Israel, que los hirió y los persiguió hasta Sidón la grande, hasta Misrefot-maim y el llano de Mizpa, al oriente. Los hirió hasta no dejar ninguno con vida. Josué hizo con ellos como Jehová le había mandado: desjarretó sus caballos y quemó sus carros en el fuego.

10 Por entonces regresó Josué, tomó a Hazor y mató a espada a su rey, pues Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos. 11 Pasaron a espada todo cuanto en ella tenía vida, destruyéndolo todo por completo, sin que quedara nada capaz de respirar, y prendieron fuego a Hazor. 12 Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes, y a todos sus reyes los pasó a filo de espada y los exterminó, como Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado. 13 Pero Israel no quemó todas las ciudades que estaban sobre colinas; Josué quemó únicamente a Hazor. 14 Los hijos de Israel tomaron para sí todo el botín y las bestias de aquellas ciudades; pero pasaron a todos los hombres a filo de espada hasta exterminarlos, sin dejar ninguno con vida. 15 De la manera que Jehová lo había mandado a Moisés, su siervo, así Moisés lo mandó a Josué, y así lo hizo Josué, sin quitar una palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés.

Josué se apodera de toda la tierra

16 Conquistó, pues, Josué toda aquella tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el Arabá, las montañas de Israel y sus valles, 17 desde el monte Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad, en la llanura del Líbano, a la falda del monte Hermón. Capturó asimismo a todos sus reyes, los hirió y mató. 18 Durante mucho tiempo estuvo Josué en guerra con estos reyes. 19 No hubo ciudad que hiciera la paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que habitaban en Gabaón; todas las tomaron por la fuerza. 20 Porque de Jehová provenía que endurecieran su corazón para que opusieran resistencia a Israel, a fin de exterminarlos sin misericordia y fueran así aniquilados, como Jehová lo había mandado a Moisés.

21 También en aquel tiempo fue Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel. Josué los destruyó a ellos y a sus ciudades. 22 Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod.

23 Conquistó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés, y la entregó a los israelitas como herencia conforme a su distribución por tribus. Y la tierra descansó de la guerra.

Salmos 144

Oración pidiendo socorro y prosperidad

Salmo de David

144 ¡Bendito sea Jehová, mi roca,
quien adiestra mis manos para la batalla
y mis dedos para la guerra!
Misericordia mía y mi castillo,
fortaleza mía y mi libertador,
escudo mío, en quien he confiado;
el que sujeta a mi pueblo debajo de mí.

Jehová, ¿qué es el hombre para que en él pienses,
o el hijo de hombre para que lo estimes?
El hombre es como un soplo;
sus días son como la sombra que pasa.

Jehová, inclina tus cielos y desciende;
toca los montes, y humeen.
Despide relámpagos y disípalos;
envía tus saetas y túrbalos.
Extiende tu mano desde lo alto;
redímeme y sácame de las muchas aguas,
de manos de los hombres extraños,
cuya boca habla falsedad
y cuya diestra es diestra de mentira.

A ti, Dios, cantaré un cántico nuevo;
con salterio, con decacordio cantaré a ti.
10 Tú, el que da victoria a los reyes,
el que rescata de maligna espada a David tu siervo.
11 Rescátame, y líbrame
de manos de los hombres extraños,
cuya boca habla falsedad
y cuya diestra es diestra de mentira.

12 Sean nuestros hijos como plantas
crecidas en su juventud,
nuestras hijas como esquinas
labradas cual las de un palacio;
13 nuestros graneros llenos,
provistos de toda suerte de grano;
nuestros ganados, que se multipliquen a millares
y decenas de millares en nuestros campos;
14 nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo;
no tengamos asalto, ni que hacer salida,
ni grito de alarma en nuestras plazas.

15 ¡Bienaventurado el pueblo que tiene todo esto!
¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová!

Jeremías 5

Impiedad de Jerusalén y de Judá

«Recorred las calles de Jerusalén,
mirad ahora e informaos; buscad en sus plazas
a ver si halláis un solo hombre,
si hay alguno que practique la justicia,
que busque la verdad,
y yo lo perdonaré.
Aunque digan: “Vive Jehová”,
juran en falso.»

Jehová, ¿no miran tus ojos la verdad?
Los azotaste, y no les dolió;
los consumiste, y no quisieron recibir corrección;
endurecieron sus rostros más que la piedra,
y no quisieron convertirse.

Entonces yo dije:
«Ciertamente, éstos son pobres, han enloquecido
pues no conocen el camino de Jehová,
el juicio de su Dios.
Iré a los grandes y les hablaré,
porque ellos conocen el camino de Jehová,
el juicio de su Dios.
¡Pero ellos también quebraron el yugo,
rompieron las coyundas!

»Por tanto, el león de la selva los matará,
los destruirá el lobo del desierto,
el leopardo acechará sus ciudades.
Cualquiera que salga de ellas, será arrebatado,
porque sus rebeliones se han multiplicado,
se han aumentado sus traiciones.

»¿Cómo te he de perdonar por esto?
Tus hijos me dejaron
y juraron por lo que no es Dios.
Los sacié y adulteraron,
y en compañías se juntaron en casa de prostitutas.
Como caballos bien alimentados,
cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo.
¿No había de castigar esto?,
dice Jehová.
De una nación como ésta,
¿no se había de vengar mi alma?
10 Escalad sus muros y destruid,
pero no del todo;
quitad las almenas de sus muros
porque no son de Jehová.
11 Porque resueltamente se rebelaron contra mí
la casa de Israel y la casa de Judá,
dice Jehová.»

12 Negaron a Jehová,
y dijeron: «Él no existe,
y no vendrá mal sobre nosotros
ni veremos espada ni hambre.»
13 Los profetas serán como viento,
porque no hay en ellos palabra;
así se hará a ellos.

14 Por tanto, así ha dicho
Jehová, Dios de los ejércitos:
«Por haber dicho esto,
yo pongo mis palabras
en tu boca como fuego,
y a este pueblo como leña,
y los consumirá.

15 »Yo traigo sobre vosotros
gente de lejos, casa de Israel,
dice Jehová;
gente robusta, gente antigua,
gente cuya lengua ignoras
y no entenderás lo que diga.
16 Su aljaba es como un sepulcro abierto;
todos son valientes.
17 Comerá tu mies y tu pan,
comerá a tus hijos y a tus hijas;
comerá tus ovejas y tus vacas,
comerá tus viñas y tus higueras,
y a espada convertirá en nada
tus ciudades fortificadas en que confías.

18 »No obstante, en aquellos días, dice Jehová, no os destruiré del todo. 19 Y cuando digan: “¿Por qué Jehová, el Dios nuestro, hizo con nosotros todas estas cosas?”, entonces les dirás: “De la manera que me dejasteis a mí y servisteis a dioses ajenos en vuestra tierra, así serviréis a extraños en tierra ajena.”

20 »Anunciad esto en la casa de Jacob
y hacedlo oír en Judá, diciendo:
21 Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón,
que tiene ojos y no ve,
que tiene oídos y no oye.
22 ¿A mí no me temeréis?, dice Jehová.
¿No os amedrentaréis ante mí,
que puse la arena por límite al mar,
por estatuto eterno que no quebrantará?
Se levantarán tempestades, mas no prevalecerán.
Bramarán sus olas, mas no lo traspasarán.
23 Pero este pueblo tiene corazón falso y rebelde;
se apartaron y se fueron.
24 Y no dijeron en su corazón:
“Temamos ahora a Jehová, Dios nuestro,
que da lluvia temprana y tardía en su tiempo,
y nos guarda los tiempos establecidos de la siega.”
25 Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas;
vuestros pecados apartaron de vosotros el bien,
26 porque hay en mi pueblo malhechores
que acechan como quien pone lazos,
que tienden trampas para cazar hombres.
27 Como jaula llena de pájaros,
así están sus casas llenas de engaño;
así se han hecho poderosos y ricos.
28 Engordaron y se pusieron lustrosos,
y sobrepasaron los hechos del malo.
No juzgaron la causa, la causa del huérfano,
y sin embargo, prosperaron.
¡La causa de los pobres no juzgaron!
29 Dice Jehová: ¿No castigaré esto?
¿De tal gente no se vengará mi alma?

30 »Cosa espantosa y fea
es hecha en el país:
31 los profetas profetizan mentira
y los sacerdotes dominan por manos de ellos.
¡Y mi pueblo así lo quiere!
¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?»

Mateo 19

Jesús enseña sobre el divorcio(A)

19 Aconteció que cuando Jesús terminó estas palabras, se alejó de Galilea y fue a las regiones de Judea, al otro lado del Jordán. Lo siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.

Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo y diciéndole:

—¿Está permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?

Él, respondiendo, les dijo:

—¿No habéis leído que el que los hizo al principio, “hombre y mujer los hizo”, y dijo: “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre.

Le dijeron:

—¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla?

Él les dijo:

—Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.

10 Le dijeron sus discípulos:

—Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.

11 Entonces él les dijo:

—No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. 12 Hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.

Jesús bendice a los niños(B)

13 Entonces le fueron presentados unos niños para que pusiera las manos sobre ellos y orara; pero los discípulos los reprendieron. 14 Entonces Jesús dijo: «Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos.»

15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.

El joven rico(C)

16 Entonces se acercó uno y le dijo:

—Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?

17 Él le dijo:

—¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno: Dios. Pero si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.

18 Le preguntó:

—¿Cuáles?

Y Jesús le contestó:

—No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre. Y amarás a tu prójimo como a ti mismo.

20 El joven le dijo:

—Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?

21 Jesús le dijo:

—Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

22 Al oír el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:

—De cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

25 Sus discípulos, al oír esto se asombraron mucho, y decían:

—¿Quién, pues, podrá ser salvo?

26 Mirándolos Jesús, les dijo:

—Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible.

27 Entonces, respondiendo Pedro, le dijo:

—Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? 28 Jesús les dijo:

—De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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