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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Génesis 15

Pacto del SEÑOR con Abram

15 Después de estas cosas vino la palabra del SEÑOR a Abram en visión, diciendo:

—No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y tu galardón será muy grande.

Abram respondió:

—Oh SEÑOR Dios[a], ¿qué me has de dar? Pues continúo sin hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer, de Damasco. —Añadió Abram—: A mí no me has dado descendencia, y he aquí me heredará un criado nacido en mi casa.

Y he aquí que la palabra del SEÑOR vino a él diciendo:

—No será este el que te herede, sino que alguien que salga de tus entrañas será el que te herede.

Entonces lo llevó fuera y le dijo:

—Mira, por favor, al cielo y cuenta las estrellas, si acaso las puedes contar. —Y añadió—: Así será tu descendencia.

Él creyó al SEÑOR, y le fue contado por justicia. Entonces le dijo:

—Yo soy el SEÑOR, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra como posesión.

Él respondió:

—Oh SEÑOR Dios[b], ¿cómo sabré que yo la he de poseer?

Le respondió:

—Tráeme una vaquilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.

10 Él tomó todos estos animales, los partió por la mitad y puso cada mitad una frente a otra. Pero no partió las aves. 11 Entonces descendieron unos buitres sobre los cuerpos muertos, y Abram los ahuyentaba. 12 Pero cuando el sol estaba por ponerse, cayó sobre Abram un sueño profundo, y he aquí que se apoderó de él el terror de una gran oscuridad. 13 Entonces Dios dijo a Abram:

—Ten por cierto que tus descendientes serán forasteros en una tierra que no será suya, y los esclavizarán y los oprimirán cuatrocientos años. 14 Pero yo también juzgaré a la nación a la cual servirán, y después de esto saldrán con grandes riquezas. 15 Pero tú irás a tus padres en paz y serás sepultado en buena vejez. 16 En la cuarta generación volverán acá, pues hasta ahora no ha llegado al colmo la maldad de los amorreos.

17 Y sucedió una vez que el sol se puso y hubo oscuridad que he aquí, apareció un horno humeante, y una antorcha de fuego pasó por en medio de los animales divididos.

18 Aquel día el SEÑOR hizo un pacto con Abram diciendo:

—A tus descendientes daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates; 19 la tierra de los queneos, quenezeos, cadmoneos, 20 heteos, ferezeos, refaítas, 21 amorreos, cananeos, gergeseos y jebuseos.

Mateo 14

La muerte de Juan el Bautista

14 En aquel tiempo, Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús y dijo a sus criados: “¡Este es Juan el Bautista! Él ha resucitado de los muertos; por esta razón operan estos poderes en él”.

Porque Herodes había prendido a Juan, lo había atado con cadenas y puesto en la cárcel por causa de Herodía, la mujer de su hermano Felipe. Porque Juan le decía: “No te es lícito tenerla por mujer”. Y aunque Herodes quería matarlo, temió al pueblo; porque le tenían por profeta.

Pero cuando se celebró el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodía danzó en medio y agradó a Herodes, por lo cual él se comprometió bajo juramento a darle lo que ella pidiera. Ella, instigada por su madre, dijo: “Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista”.

Entonces el rey se entristeció; pero a causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la dieran. 10 Mandó decapitar a Juan en la cárcel. 11 Y su cabeza fue traída en un plato y fue dada a la muchacha, y ella la presentó a su madre.

12 Entonces llegaron sus discípulos, tomaron el cuerpo y lo enterraron. Luego fueron y se lo contaron a Jesús.

Jesús alimenta a cinco mil

13 Al oírlo, Jesús se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado. Cuando las multitudes oyeron esto, lo siguieron a pie desde las ciudades. 14 Cuando Jesús salió, vio la gran multitud y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que entre ellos estaban enfermos. 15 Al atardecer, sus discípulos se acercaron a él y le dijeron:

—El lugar es desierto, y la hora ya avanzada. Despide a la gente para que vayan a las aldeas y compren para sí algo de comer.

16 Pero Jesús les dijo:

—No tienen necesidad de irse. Denles ustedes de comer.

17 Entonces ellos dijeron:

—No tenemos aquí sino cinco panes y dos pescados.

18 Él les dijo:

—Tráiganmelos acá.

19 Luego mandó que la gente se recostara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados y, alzando los ojos al cielo, los bendijo. Después de partirlos, dio los panes a sus discípulos, y ellos a la gente. 20 Todos comieron y se saciaron, y se recogieron doce canastas llenas de lo que sobró de los pedazos. 21 Los que comieron eran como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

Jesús camina sobre el agua

22 Y en seguida Jesús obligó a sus discípulos a entrar en la barca e ir delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a las multitudes. 23 Una vez despedida la gente, subió al monte para orar a solas; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24 La barca ya quedaba a gran distancia[a] de la tierra, azotada por las olas, porque el viento era contrario. 25 Y a la madrugada[b], Jesús fue a ellos caminando sobre el mar. 26 Pero cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el mar, se turbaron diciendo:

—¡Un fantasma!

Y gritaron de miedo. 27 En seguida Jesús les habló diciendo:

—¡Tengan ánimo! ¡Yo soy! ¡No teman!

28 Entonces le respondió Pedro y dijo:

—Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

29 Y él dijo:

—Ven.

Pedro descendió de la barca y caminó sobre las aguas, y fue hacia Jesús. 30 Pero al ver el viento fuerte tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó diciendo:

—¡Señor, sálvame!

31 De inmediato Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo:

—¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

32 Cuando ellos subieron a la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca lo adoraron diciendo:

—¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!

Jesús sana a muchos en Genesaret

34 Cuando cruzaron a la otra orilla, llegaron a la tierra de Genesaret. 35 Y cuando los hombres de aquel lugar lo reconocieron, mandaron a decirlo por toda aquella región, y trajeron a él todos los que estaban enfermos. 36 Y le rogaban que solo pudieran tocar el borde de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron sanos.

Nehemías 4

Edificando en circunstancias adversas

Sucedió que cuando Sanbalat oyó que nosotros edificábamos la muralla, se enfureció y se encolerizó muchísimo, e hizo burla de los judíos. Entonces habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria y dijo:

—¿Qué hacen estos miserables judíos? ¿La han de dejar restaurada para sí? ¿Han de ofrecer sacrificios? ¿Han de acabar en un día? ¿Han de hacer revivir las piedras de entre los montones de escombros estando estas quemadas?

Junto a él estaba Tobías el amonita, quien dijo:

—Si sube una zorra, derribará el muro de piedra que ellos edifican.

¡Escucha, oh Dios nuestro, porque somos objeto de desprecio! Devuelve su afrenta sobre sus cabezas, y entrégalos como presa en una tierra de cautividad. No cubras su iniquidad ni su pecado sea borrado de delante de ti, porque provocaron a los que edificaban.

Así reedificamos la muralla, y fueron unidos todos los tramos de la muralla hasta la mitad de su altura; porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

Pero sucedió que cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod oyeron que proseguía la reconstrucción de los muros de Jerusalén y que las brechas habían comenzado a ser cerradas, se encolerizaron mucho. Conspiraron todos juntos para venir a combatir contra Jerusalén y causarle daño. Entonces oramos a nuestro Dios, y a causa de ellos pusimos guardia contra ellos de día y de noche. 10 Pero los de Judá dijeron:

—Las fuerzas de los cargadores se han debilitado y los escombros son muchos. Nosotros no podremos reedificar la muralla.

11 Y nuestros enemigos dijeron:

—Que no sepan ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.

12 Pero sucedió que cuando vinieron los judíos que habitaban cerca de ellos, nos dijeron diez veces: “De todos los lugares a donde se vuelvan, vendrán[a] contra nosotros”. 13 Entonces distribuí al pueblo por familias, detrás de la muralla en sus partes más bajas y en sus partes desprotegidas, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos. 14 Después que inspeccioné, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo:

—¡No teman delante de ellos! Acuérdense del Señor grande y temible, y combatan por sus hermanos, por sus hijos, por sus hijas, por sus mujeres y por sus casas.

15 Sucedió que cuando nuestros enemigos oyeron que nos habíamos enterado y que Dios había desbaratado su plan, volvimos todos al muro, cada uno a su trabajo. 16 Pero desde aquel día la mitad de mis hombres trabajaba en la obra, y la otra mitad empuñaba las lanzas, los escudos, los arcos y las corazas. Y los capitanes estaban detrás de toda la casa de Judá. 17 Tanto los que reedificaban el muro como los que llevaban cargas estaban armados[b]; con una mano trabajaban en la obra y con la otra empuñaban la jabalina. 18 Los que edificaban llevaban cada uno su espada ceñida al cinto; así edificaban. Y el que tocaba la corneta estaba junto a mí. 19 Entonces dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo:

—La obra es grande y amplia, y nosotros estamos distanciados en la muralla, lejos los unos de los otros. 20 En el lugar donde oigan el sonido de la corneta, allí reúnanse con nosotros. Y nuestro Dios combatirá por nosotros.

21 Así trabajábamos nosotros en la obra, y la mitad de ellos empuñaban las lanzas, desde la aurora hasta la aparición de las estrellas. 22 En aquel tiempo también dije al pueblo:

—Cada uno con su criado quédese a pasar la noche dentro de Jerusalén, de modo que nos sirvan de noche como centinelas y de día como obreros.

23 Ni yo ni mis hermanos ni mis hombres ni la guardia que me acompañaba, ninguno de nosotros nos quitamos nuestra ropa; y cada uno tenía su jabalina a su derecha[c].

Hechos 14

Pablo y Bernabé en Iconio

14 Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que creyó un gran número, tanto de judíos como de griegos. Pero los judíos que no creyeron incitaron y predispusieron el ánimo de los gentiles en contra de los hermanos. Con todo eso, ellos continuaron mucho tiempo hablando con valentía, confiados en el Señor, quien daba testimonio a la palabra de su gracia concediendo que se hicieran señales y prodigios por medio de las manos de ellos.

La gente de la ciudad estaba dividida: Unos estaban con los judíos, otros con los apóstoles. Como surgió un intento de parte de los gentiles y los judíos, junto con sus gobernantes, para afrentarlos y apedrearlos, se enteraron y huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y por toda la región de alrededor. Y allí anunciaban el evangelio.

Pablo y Bernabé en Listra

En Listra se hallaba sentado cierto hombre imposibilitado de los pies, cojo desde el vientre de su madre, que jamás había caminado. Este oyó hablar a Pablo, quien fijó la vista en él y vio que tenía fe para ser sanado. 10 Y dijo a gran voz:

—¡Levántate derecho sobre tus pies!

Y él saltó y caminaba. 11 Entonces, cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, alzó su voz diciendo en lengua licaónica:

—¡Los dioses han descendido a nosotros en forma de hombres!

12 A Bernabé le llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque era el que llevaba la palabra. 13 Entonces el sacerdote del templo de Zeus, que quedaba a la entrada de la ciudad, llevó toros y guirnaldas delante de las puertas de la ciudad, y juntamente con el pueblo quería ofrecerles sacrificios. 14 Cuando los apóstoles Bernabé y Pablo oyeron esto, rasgaron sus ropas y se lanzaron a la multitud dando voces 15 y diciendo:

—Hombres, ¿por qué hacen estas cosas? Nosotros también somos hombres de la misma naturaleza que ustedes, y les anunciamos el evangelio para que se conviertan de estas vanidades al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 16 En las generaciones pasadas Dios permitió que todas las naciones anduvieran en sus propios caminos; 17 aunque jamás dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando los corazones de ustedes de sustento y de alegría.

18 Aun diciendo estas cosas, apenas lograron impedir que el pueblo les ofreciera sacrificios.

19 Entonces de Antioquía y de Iconio vinieron unos judíos, y habiendo persuadido a la multitud, apedrearon a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad, suponiendo que estaba muerto. 20 Pero los discípulos le rodearon, y él se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente partió con Bernabé para Derbe.

El regreso a Antioquía de Siria

21 Después de anunciar el evangelio y de hacer muchos discípulos en aquella ciudad, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22 fortaleciendo el ánimo de los discípulos y exhortándoles a perseverar fieles en la fe. Les decían: “Es preciso que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. 23 Y después de haber constituido ancianos para ellos en cada iglesia y de haber orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.

24 Luego de atravesar Pisidia, llegaron a Panfilia; 25 y después de predicar la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26 De allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían acabado.

27 Después de llegar y reunir la iglesia, se pusieron a contarles cuántas cosas había hecho Dios con ellos, y cómo él había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 28 Y se quedaron allí por mucho tiempo con los discípulos.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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