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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Génesis 4

Historia de Caín y Abel

El hombre conoció a Eva su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín[a]. Entonces ella dijo: “¡He adquirido un varón de parte del SEÑOR Dios!”. Después dio a luz a su hermano Abel. Abel fue pastor de ovejas; y Caín, labrador de la tierra.

Aconteció después de un tiempo que Caín trajo, del fruto de la tierra, una ofrenda al SEÑOR. Abel también trajo una ofrenda de los primogénitos de sus ovejas, lo mejor de ellas. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín ni su ofrenda. Por eso Caín se enfureció mucho, y decayó su semblante. Entonces el SEÑOR dijo a Caín:

—¿Por qué te has enfurecido? ¿Por qué ha decaído tu semblante? Si haces lo bueno, ¿no serás enaltecido? Pero si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta y te seducirá; pero tú debes enseñorearte de él.

Caín habló con su hermano Abel[b]. Y sucedió que estando juntos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató. Entonces el SEÑOR preguntó a Caín:

—¿Dónde está tu hermano Abel?

Y respondió:

—No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?

10 Le preguntó:

—¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. 11 Ahora pues, maldito seas tú, lejos de la tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12 Cuando trabajes la tierra, ella no te volverá a dar su fuerza. Y serás errante y fugitivo en la tierra.

13 Caín dijo al SEÑOR:

—¡Grande es mi castigo para ser soportado! 14 He aquí que me echas hoy de la faz de la tierra, y me esconderé de tu presencia. Seré errante y fugitivo en la tierra, y sucederá que cualquiera que me halle me matará.

15 El SEÑOR le respondió:

—No será así[c]. Cualquiera que mate a Caín será castigado siete veces.

Entonces el SEÑOR puso una señal sobre Caín, para que no lo matara cualquiera que lo hallara. 16 Así partió Caín de delante del SEÑOR, y habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén.

Descendientes de Caín

17 Caín conoció a su mujer, y ella concibió y dio a luz a Enoc. Caín edificó una ciudad a la cual llamó según el nombre de su hijo Enoc. 18 A Enoc le nació Irad. E Irad engendró a Mejuyael. Mejuyael engendró a Metusael. Y Metusael engendró a Lamec.

19 Lamec tomó para sí dos mujeres. El nombre de la una fue Ada; y el nombre de la otra, Zila. 20 Ada dio a luz a Jabal, quien llegó a ser el padre de los que habitan en tiendas y crían ganado. 21 El nombre de su hermano fue Jubal, quien llegó a ser padre de todos los que tocan el arpa y la flauta. 22 Zila también dio a luz a Tubal-caín, maestro[d] de todos los que trabajan el bronce y el hierro. Y la hermana de Tubal-caín fue Naama. 23 Entonces Lamec dijo a sus mujeres:

“Ada y Zila, oigan mi voz.

Oh mujeres de Lamec, escuchen mi dicho:

Yo maté a un hombre, porque me hirió;

maté a un muchacho, porque me golpeó.

24 Si Caín ha de ser vengado siete veces,

Lamec lo será setenta y siete veces”.

Descendientes de Set

25 Adán conoció de nuevo a su mujer, y ella dio a luz un hijo y llamó su nombre Set[e], diciendo: “Porque Dios me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín”. 26 A Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós[f]. Entonces se comenzó a invocar el nombre del SEÑOR.

Mateo 4

La tentación de Jesús

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se acercó y le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

Pero él respondió y dijo:

—Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios[a].

Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso de pie sobre el pináculo del templo, y le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está:

A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te llevarán,

de modo que nunca tropieces

con tu pie en piedra[b].

Jesús le dijo:

—Además está escrito: No pondrás a prueba al Señor tu Dios[c]. Otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. Y le dijo:

—Todo esto te daré, si postrado me adoras.

10 Entonces Jesús le dijo:

—Vete, Satanás, porque escrito está:

Al Señor tu Dios adorarás

y a él solo servirás[d].

11 Entonces el diablo lo dejó y, he aquí, los ángeles vinieron y le servían.

Jesús inicia su ministerio en Galilea

12 Y cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, regresó a Galilea. 13 Y, habiendo dejado Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad junto al mar en la región de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías, diciendo:

15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,

camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.

16 El pueblo que moraba en tinieblas

vio una gran luz.

A los que moraban en región y sombra

de muerte,

la luz les amaneció[e].

17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: “¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado[f]!”.

Jesús llama a los primeros discípulos

18 Mientras andaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, que es llamado Pedro, y a su hermano Andrés. Estaban echando la red en el mar, porque eran pescadores. 19 Y les dijo: “Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres”. 20 Y de inmediato ellos dejaron sus redes y lo siguieron.

21 Y pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, arreglando sus redes. Los llamó, 22 y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Jesús predica en Galilea

23 Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Su fama corrió por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían males: los que padecían diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, los lunáticos y los paralíticos. Y él los sanó. 25 Le siguieron grandes multitudes de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.

Esdras 4

Los samaritanos obstruyen la obra

Cuando los enemigos de Judá y de Benjamín oyeron que los que habían venido de la cautividad edificaban un templo al SEÑOR Dios de Israel, se acercaron a Zorobabel y a los jefes de las casas paternas y les dijeron:

—Permítannos edificar con ustedes; porque como ustedes buscamos a su Dios, y a él hemos ofrecido sacrificios desde los días de Esarjadón, rey de Asiria, que nos trajo aquí.

Pero Zorobabel, Jesúa y los demás jefes de las casas paternas de Israel les dijeron:

—No nos conviene edificar con ustedes una casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos al SEÑOR Dios de Israel, como nos lo mandó el rey Ciro, rey de Persia.

Entonces el pueblo de la tierra desmoralizaba al pueblo de Judá y lo amedrentaba para que no edificara. Contrataron consejeros contra ellos para frustrar su propósito durante todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia. Y en el reinado de Asuero, al comienzo de su reinado, escribieron una acusación contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.

Artajerjes paraliza la obra

En los días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y sus demás compañeros a Artajerjes, rey de Persia. El documento estaba escrito en escritura aramea y traducido al arameo. [a]El comandante Rejum y el escriba Simsai escribieron una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes, de esta manera. Entonces escribieron el comandante Rejum, el escriba Simsai y sus demás compañeros: los jueces, los oficiales, los funcionarios persas, los de Erec, de Babilonia, de Susa (esto es, los elamitas), 10 y del resto de las naciones que el grande y glorioso Asnapar llevó cautivos y los hizo habitar en la ciudad de Samaria y en otras de la región de Más Allá del Río. 11 Esta es la copia de la carta que le enviaron:

Al rey Artajerjes, de tus siervos, la gente de Más Allá del Río.

Ahora, 12 sepa el rey que los judíos que han venido de ti a nosotros han llegado a Jerusalén y están reedificando la ciudad rebelde y perversa. Están restaurando los muros y reparando los cimientos.

13 Sepa ahora el rey que si esa ciudad es reedificada y los muros son restaurados, ellos no pagarán tributos ni impuestos ni rentas, y el tesoro real será perjudicado. 14 Y puesto que somos mantenidos por el palacio, no nos parece correcto ver la deshonra del rey. Por eso hemos enviado para hacerlo saber al rey, 15 a fin de que se investigue en el libro de las memorias de tus padres. Hallarás en el libro de las memorias y sabrás que esa ciudad es una ciudad rebelde y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que desde tiempos antiguos han surgido en ella sediciones; por lo que esa ciudad fue destruida. 16 Nosotros hacemos saber al rey que si esa ciudad es reedificada y los muros son restaurados, entonces la región de Más Allá del Río no será tuya.

17 El rey envió esta respuesta:

Al comandante Rejum, al escriba Simsai y a sus demás compañeros que habitan en Samaria y en el resto de los lugares de Más Allá del Río: Paz.

Ahora, 18 el documento que nos enviaron fue leído claramente en mi presencia. 19 También he dado órdenes, y se ha investigado y encontrado que esa ciudad desde tiempos antiguos se levanta contra los reyes, que en ella se fomenta la rebelión y la sedición, 20 que en Jerusalén hubo reyes fuertes que dominaban toda la región de Más Allá del Río y que se les pagaban tributos, impuestos y rentas. 21 Ahora pues, den órdenes para que cesen esos hombres y que no sea reedificada esa ciudad hasta que yo lo ordene.

22 Tengan cuidado de no actuar con negligencia al respecto. ¿Por qué se ha de incrementar el daño en perjuicio de los reyes?

23 Cuando la copia del documento del rey Artajerjes fue leída delante de Rejum, del escriba Simsai y de sus compañeros, fueron apresuradamente a Jerusalén, a los judíos y con poder y fuerza los hicieron cesar. 24 Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén. Y cesó hasta el segundo año del reinado de Darío, rey de Persia.

Hechos 4

Pedro y Juan son encarcelados

Mientras ellos estaban hablando al pueblo, llegaron los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos, resentidos de que enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de entre los muertos. Les echaron mano y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque ya era tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra creyeron, y el número de los hombres llegó a ser como cinco mil.

Pedro y Juan ante el Sanedrín

Al día siguiente, aconteció que se reunieron en Jerusalén los gobernantes de ellos, los ancianos y los escribas; y estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y todos los del linaje del sumo sacerdote. Y poniéndolos en medio, les interrogaron:

—¿Con qué poder, o en qué nombre han hecho ustedes esto?

Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:

—Gobernantes del pueblo y ancianos: Si hoy somos investigados acerca del bien hecho a un hombre enfermo, de qué manera este ha sido sanado, 10 sea conocido a todos ustedes y a todo el pueblo de Israel, que ha sido en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Por Jesús este hombre está de pie sano en su presencia. 11 Él es la piedra rechazada por ustedes los edificadores, la cual ha llegado a ser cabeza del ángulo[a]. 12 Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

13 Y viendo la valentía de Pedro y de Juan, y teniendo en cuenta que eran hombres sin letras e indoctos, se asombraban y reconocían que habían estado con Jesús. 14 Pero, ya que veían de pie con ellos al hombre que había sido sanado, no tenían nada que decir en contra. 15 Entonces les mandaron que salieran fuera del Sanedrín y deliberaban entre sí, 16 diciendo:

—¿Qué hemos de hacer con estos hombres? Porque de cierto, es evidente a todos los que habitan en Jerusalén que una señal notable ha sido hecha por medio de ellos, y no lo podemos negar. 17 Pero para que no se divulgue cada vez más entre el pueblo, amenacémosles para que de aquí en adelante no hablen a ninguna persona en este nombre.

18 Entonces los llamaron y les ordenaron terminantemente que no hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús. 19 Pero respondiendo Pedro y Juan, les dijeron:

—Juzguen ustedes si es justo delante de Dios obedecerles a ustedes antes que a Dios. 20 Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.

21 Y después de amenazarles más, ellos les soltaron, pues por causa del pueblo no hallaban ningún modo de castigarles; porque todos glorificaban a Dios por lo que había acontecido, 22 pues el hombre en quien había sido hecho este milagro de sanidad tenía más de cuarenta años.

Oración de los discípulos amenazados

23 Una vez sueltos, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Cuando ellos lo oyeron, de un solo ánimo alzaron sus voces a Dios y dijeron: “Soberano[b], tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, 25 y que mediante el Espíritu Santo[c] por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste:

¿Por qué se amotinaron las naciones

y los pueblos tramaron cosas vanas?

26 Se levantaron los reyes de la tierra

y sus gobernantes consultaron unidos contra el Señor y contra su Ungido[d].

27 Porque verdaderamente, tanto Herodes como Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel se reunieron en esta ciudad contra tu santo Siervo Jesús, al cual ungiste, 28 para llevar a cabo lo que tu mano y tu consejo habían determinado de antemano que había de ser hecho. 29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda valentía. 30 Extiende tu mano para que sean hechas sanidades, señales y prodigios en el nombre de tu santo Siervo Jesús”.

31 Cuando acabaron de orar, el lugar en donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valentía.

La vida en común entre los fieles

32 La multitud de los que habían creído era de un solo corazón y una sola alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que todas las cosas les eran comunes. 33 Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. 34 No había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que eran propietarios de terrenos o casas los vendían, traían el precio de lo vendido 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles. Y era repartido a cada uno según tenía necesidad.

36 Entonces José, quien por los apóstoles era llamado Bernabé (que significa hijo de consolación) y quien era levita, natural de Chipre, 37 como tenía un campo, lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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