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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Génesis 2

Así fueron terminados los cielos y la tierra y todos sus ocupantes. El séptimo día Dios había terminado la obra que hizo, y reposó en el séptimo día de toda la obra que había hecho. Por eso Dios bendijo y santificó el séptimo día, porque en él reposó de toda su obra de creación que Dios había hecho. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra, cuando fueron creados.

El hombre en el jardín de Edén

Cuando el SEÑOR Dios hizo la tierra y los cielos, aún no había en la tierra ningún arbusto del campo ni había germinado ninguna planta del campo, porque el SEÑOR Dios no había hecho llover sobre la tierra ni había hombre para cultivarla. Pero subía de la tierra un manantial que regaba toda la superficie de la tierra.

Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente.

Y plantó el SEÑOR Dios un jardín en Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado. El SEÑOR Dios hizo brotar de la tierra toda clase de árboles atractivos a la vista y buenos para comer; también en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

10 Un río salía de Edén para regar el jardín, y de allí se dividía en cuatro brazos. 11 El nombre del primero era Pisón. Este rodeaba toda la tierra de Havila, donde hay oro. 12 Y el oro de aquella tierra es bueno. También hay allí ámbar y ónice. 13 El nombre del segundo río era Guijón. Este rodeaba toda la tierra de Etiopía. 14 El nombre del tercer río era Tigris, que corre al oriente de Asiria. Y el cuarto río era el Éufrates.

15 Tomó, pues, el SEÑOR Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo guardara. 16 Y el SEÑOR Dios mandó al hombre diciendo: “Puedes comer de todos los árboles del jardín; 17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás”.

Creación de la mujer

18 Dijo además el SEÑOR Dios: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea”. 19 El SEÑOR Dios, pues, formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría. Lo que el hombre llamó a los animales, ese es su nombre. 20 El hombre puso nombres a todo el ganado, a las aves del cielo y a todos los animales del campo. Pero para Adán no halló ayuda que le fuera idónea.

21 Entonces el SEÑOR Dios hizo que sobre el hombre cayera un sueño profundo; y mientras dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la costilla que el SEÑOR Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre. 23 Entonces dijo el hombre: “Ahora, esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada ‘mujer’[a], porque fue tomada del hombre”. 24 Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 25 Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban.

Mateo 2

La adoración de los magos

Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes. Y he aquí unos magos vinieron del oriente a Jerusalén preguntando:

—¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido para adorarle.

Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Y habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron:

—En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta:

Y tú, Belén, en la tierra de Judá,

de ninguna manera eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá;

porque de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel[a].

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos e indagó de ellos el tiempo de la aparición de la estrella. Y enviándolos a Belén, les dijo:

—Vayan y averigüen con cuidado acerca del niño. Tan pronto lo hallen, háganmelo saber, para que yo también vaya y lo adore.

Ellos, después de oír al rey, se fueron. Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. 11 Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose lo adoraron. Entonces abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. 12 Pero, advertidos por revelación en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino.

La huida a Egipto

13 Después que ellos partieron, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños a José diciendo: “Levántate; toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.

14 Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. 15 Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi hijo[b].

La masacre de los niños

16 Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enojó sobremanera y mandó matar a todos los niños varones en Belén y en todos sus alrededores, de dos años de edad para abajo, conforme al tiempo que había averiguado de los magos. 17 Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías, diciendo:

18 Voz fue oída en Ramá;

grande llanto[c] y lamentación.

Raquel lloraba por sus hijos,

y no quería ser consolada,

porque perecieron[d].

El regreso de Egipto

19 Cuando hubo muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto 20 diciendo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y ve a la tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban quitar la vida al niño”.

21 Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. 22 Pero, al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá y, advertido por revelación en sueños, fue a las regiones de Galilea. 23 Habiendo llegado, habitó en la ciudad que se llama Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que había de ser llamado nazareno.

Esdras 2

Los que volvieron con Zorobabel

Estos son los hombres de la provincia que regresaron de la cautividad a quienes Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos a Babilonia. Ellos volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad; vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rejum y Baaná.

Lista de los hombres del pueblo de Israel: Los hijos de Paros eran dos mil ciento setenta y dos. Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos. Los hijos de Araj, setecientos setenta y cinco. Los hijos de Pajat-moab, por el lado de los hijos de Jesúa y Joab, dos mil ochocientos doce. Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. Los hijos de Zatu, novecientos cuarenta y cinco. Los hijos de Zacai, setecientos sesenta. 10 Los hijos de Bani[a], seiscientos cuarenta y dos. 11 Los hijos de Bebai, siescientos veintitrés. 12 Los hijos de Azgad, mil doscientos veintidós. 13 Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y seis. 14 Los hijos de Bigvai, dos mil cincuenta y seis. 15 Los hijos de Adín, cuatrocientos cincuenta y cuatro. 16 Los hijos de Ater, por el lado de Ezequías, noventa y ocho. 17 Los hijos de Bezai, trescientos veintitrés. 18 Los hijos de Jora[b], ciento doce. 19 Los hijos de Hasum, doscientos veintitrés.

20 Los hijos de Gibar[c], noventa y cinco. 21 Los hijos de Belén, ciento veintitrés. 22 Los hombres de Netofa, cincuenta y seis. 23 Los hombres de Anatot, ciento veintiocho. 24 Los hijos de Azmávet, cuarenta y dos. 25 Los hijos de Quiriat-jearim, de Cafira y de Beerot, setecientos cuarenta y tres. 26 Los hijos de Ramá y de Geba, seiscientos veintiuno. 27 Los hombres de Micmas, ciento veintidós. 28 Los hombres de Betel y de Hai, doscientos veintitrés. 29 Los hijos de Nebo, cincuenta y dos. 30 Los hijos de Magbis, ciento cincuenta y seis. 31 Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 32 Los hijos de Harim, trescientos veinte. 33 Los hijos de Lod, de Hadid y de Ono, setecientos veinticinco. 34 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 35 Los hijos de Senaa, tres mil seiscientos treinta.

36 Los sacerdotes: Los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 37 Los hijos de Imer, mil cincuenta y dos. 38 Los hijos de Pasjur, mil doscientos cuarenta y siete. 39 Los hijos de Harim, mil diecisiete.

40 Los levitas: Los hijos de Jesúa y de Cadmiel, por el lado de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro. 41 Los cantores, hijos de Asaf, ciento veintiocho. 42 Los hijos de los porteros: los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita y los hijos de Sobai, ciento treinta y nueve en total.

43 Los servidores del templo: Los hijos de Zija, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot, 44 los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón, 45 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Acub, 46 los hijos de Hagab, los hijos de Salmai, los hijos de Hanán, 47 los hijos de Gidel, los hijos de Gajar, los hijos de Reayías, 48 los hijos de Rezín, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam, 49 los hijos de Uza, los hijos de Paséaj, los hijos de Besai, 50 los hijos de Asena, los hijos de Meunim, los hijos de los Nefusim[d], 51 los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harjur, 52 los hijos de Bazlut, los hijos de Mejida, los hijos de Harsa, 53 los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema, 54 los hijos de Nezíaj, los hijos de Hatifa.

55 Los hijos de los siervos de Salomón: Los hijos de Sotai, los hijos de Soféret[e], los hijos de Peruda, 56 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel, 57 los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de Poquéret-hazebaim y los hijos de Ami[f].

58 Todos los servidores del templo y los hijos de los siervos de Salomón eran trescientos noventa y dos.

59 Estos son los que regresaron de Tel-mélaj, de Tel-jarsa, de Querub, de Adón y de Imer, los cuales no pudieron demostrar su casa paterna ni su linaje si eran de Israel: 60 Los hijos de Delaías, los hijos de Tobías y los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos.

61 De los hijos de los sacerdotes: Los hijos de Habaías, los hijos de Cos y los hijos de Barzilai, quien había tomado por mujer a una de las hijas de Barzilai el galaadita[g] y fue llamado según el nombre de ellas. 62 Estos buscaron sus documentos genealógicos, pero no los hallaron y fueron excluidos del sacerdocio. 63 El gobernador les dijo que no comieran de las cosas más sagradas hasta que hubiera sacerdote para usar el Urim y Tumim[h].

64 Toda la congregación en conjunto era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, 65 sin contar sus siervos y sus siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete. Ellos tenían doscientos cantores, hombres y mujeres. 66 Sus caballos eran setecientos treinta y seis, sus mulos doscientos cuarenta y cinco, 67 sus camellos cuatrocientos treinta y cinco, y sus asnos seis mil setecientos veinte.

Ofrenda para la obra

68 Algunos de los jefes de las casas paternas, cuando llegaron a la casa del SEÑOR que estaba en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para levantarla en su mismo sitio. 69 Según sus recursos dieron para el fondo de la obra cuatrocientos ochenta y ocho kilos de oro, dos mil setecientos cincuenta kilos de plata y cien túnicas sacerdotales.

70 Los sacerdotes, los levitas, algunos del pueblo, los cantores, los porteros y los servidores del templo habitaron en sus ciudades y todo Israel en sus ciudades.

Hechos 2

La venida del Espíritu en Pentecostés

Al llegar el día de Pentecostés[a] estaban todos reunidos en un mismo lugar[b]. Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablaran.

En Jerusalén habitaban judíos, hombres piadosos de todas las naciones debajo del cielo. Cuando se produjo este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos porque cada uno les oía hablar en su propio idioma. Estaban atónitos y asombrados, y decían:

—Miren, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, oímos nosotros cada uno en nuestro idioma en que nacimos? Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene; forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos; 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros propios idiomas los grandes hechos de Dios.

12 Todos estaban atónitos y perplejos, y se decían unos a otros:

—¿Qué quiere decir esto?

13 Pero otros, burlándose, decían:

—Están llenos de vino nuevo.

Discurso de Pedro en Pentecostés

14 Entonces Pedro se puso de pie con los once, levantó la voz y les declaró:

—Hombres de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, sea conocido esto a ustedes, y presten atención a mis palabras. 15 Porque estos no están embriagados, como piensan, pues es solamente como las nueve de la mañana del día. 16 Más bien, esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:

17 Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu

sobre toda carne.

Sus hijos y sus hijas profetizarán,

sus jóvenes verán visiones

y sus ancianos soñarán sueños.

18 De cierto, sobre mis siervos y mis siervas

en aquellos días derramaré de mi Espíritu,

y profetizarán.

19 Daré prodigios en el cielo arriba,

y señales en la tierra abajo:

sangre, fuego y vapor de humo.

20 El sol se convertirá en tinieblas,

y la luna en sangre,

antes que venga el día del Señor, grande y glorioso.

21 Y sucederá que todo aquel

que invoque el nombre del Señor será salvo[c].

22 »Hombres de Israel, oigan estas palabras: Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante ustedes con hechos poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de él entre ustedes, como ustedes mismos saben. 23 A este, que fue entregado por el predeterminado consejo y el previo conocimiento de Dios, ustedes mataron[d] clavándole en una cruz por manos de inicuos. 24 A él, Dios le resucitó, habiendo desatado los dolores de la muerte; puesto que era imposible que él quedara detenido bajo su dominio. 25 Porque David dice de él:

Veía al Señor siempre delante de mí, porque está a mi derecha,

para que yo no sea sacudido.

26 Por tanto, se alegró mi corazón,

y se gozó mi lengua;

y aun mi cuerpo

descansará en esperanza.

27 Porque no dejarás mi alma

en el Hades,

ni permitirás que tu Santo

vea corrupción.

28 Me has hecho conocer

los caminos de la vida

y me llenarás de alegría

con tu presencia[e].

29 »Hermanos, les puedo decir confiadamente que nuestro padre David murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30 Siendo, pues, profeta y sabiendo que Dios le había jurado con juramento que se sentaría sobre su trono uno de su descendencia[f], 31 y viéndolo de antemano, habló de la resurrección de Cristo:

que no fue abandonado en el Hades,

ni su cuerpo vio corrupción[g].

32 ¡A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!

33 »Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen. 34 Porque David no subió a los cielos, pero él mismo dice:

El Señor dijo a mi Señor:

“Siéntate a mi diestra,

35 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies[h].

36 Sepa, pues, con certidumbre toda la casa de Israel, que a este mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37 Entonces, cuando oyeron esto, se afligieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:

—Hermanos, ¿qué haremos?

38 Pedro les dijo:

—Arrepiéntanse y sea bautizado cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para[i]perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. 39 Porque la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame.

40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo:

—¡Sean salvos de esta perversa generación!

41 Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones.

La vida diaria entre los creyentes

43 Entonces caía temor sobre toda persona, pues se hacían muchos milagros y señales por medio de los apóstoles. 44 Y todos los que creían se reunían y tenían todas las cosas en común. 45 Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno según tenía necesidad. 46 Ellos perseveraban unánimes en el templo día tras día, y partiendo el pan casa por casa, participaban de la comida con alegría y con sencillez de corazón, 47 alabando a Dios y teniendo el favor de todo el pueblo. Y el Señor añadía diariamente a su número[j] los que habían de ser salvos.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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