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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
1 Crónicas 11-12

David es proclamado rey de Israel

11 Entonces todo Israel se juntó a David en Hebrón, diciendo: He aquí nosotros somos tu hueso y tu carne.

Ya de antes, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel, y lo volvía a traer. También Jehová tu Dios te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel mi pueblo.

Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo con ellos pacto delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel.

David toma la fortaleza de Sión

Entonces se fue David con todo Israel a Jerusalén, la cual es Jebús; y los jebuseos habitaban en aquella tierra.

Y los moradores de Jebús dijeron a David: No entrarás acá. Mas David tomó la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David.

Y David había dicho: El que primero derrote a los jebuseos será cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subió el primero, y fue hecho jefe.

Y David habitó en la fortaleza, y por esto la llamaron la Ciudad de David.

Y edificó la ciudad alrededor, desde Miló hasta el muro; y Joab reparó el resto de la ciudad.

Y David iba progresando y medrando, y Jehová de los ejércitos estaba con él.

Los valientes de David

10 He aquí los jefes de los valientes que David tuvo, y los que le ayudaron en su reino, con todo el pueblo, para hacerle rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová.

11 Esta es la lista de los héroes que David tuvo: Jasobam hijo de Hacmoní, caudillo de los treinta, el cual blandió su lanza una vez contra trescientos, a los cuales mató.

12 Tras de éste estaba Eleazar hijo de Dodó, ahohíta, el cual era de los tres héroes.

13 Éste estuvo con David en Pasdamim, donde los filisteos se habían concentrado para la batalla; y había allí una parcela de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los filisteos,

14 se pusieron ellos en medio de la parcela y la defendieron, y vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con una gran victoria.

15 Y tres de los treinta principales descendieron a la peña a David, a la cueva de Adulam, estando el campamento de los filisteos en el valle de Refaím.

16 David estaba entonces en la fortaleza, y había entonces guarnición de los filisteos en Belén.

17 David deseó entonces, y dijo: ¡Quién me diera de beber de las aguas del pozo de Belén, que está a la puerta!

18 Y aquellos tres rompieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén, que está a la puerta, y la tomaron y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, y dijo:

19 Guárdeme mi Dios de hacer esto. ¿Había yo de beber la sangre y la vida de estos varones, que con peligro de sus vidas la han traído? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes.

20 Y Abisay, hermano de Joab, era jefe de los treinta, el cual blandió su lanza contra trescientos y los mató, y ganó renombre entre los tres.

21 Fue el más ilustre de los treinta, y fue el jefe de ellos, pero no igualó a los tres primeros.

22 Benaía hijo de Joyadá, hijo de un varón valiente de Cabseel, de grandes hazañas; él venció a los dos leones de Moab; también descendió y mató a un león en medio de un foso, en tiempo de nieve.

23 Él mismo venció a un egipcio, hombre de cinco codos de estatura; y el egipcio traía una lanza como un rodillo de tejedor, mas él descendió con un bastón, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su misma lanza.

24 Esto hizo Benaía hijo de Joyadá, y fue nombrado entre los tres valientes.

25 Y fue el más distinguido de los treinta, pero no igualó a los tres primeros. A éste puso David en su guardia personal.

26 Y los valientes de los ejércitos; Asael hermano de Joab, Elhanán hijo de Dodó de Belén,

27 Samot harodita, Heles pelonita;

28 Irá hijo de Iqués tecoíta, Abiézer anatotita,

29 Sibecay husatita, Ilay ahohíta,

30 Maharay netofatita, Héled hijo de Baaná netofatita,

31 Itay hijo de Ribay, de Gabaá de los hijos de Benjamín, Benaía piratonita,

32 Huray del río Gaás, Abiel arbatita,

33 Azmávet barhumita, Elyabá saalbonita,

34 los hijos de Hasem gizonita, Jonatán hijo de Sagé ararita,

35 Ahiam hijo de Sacar ararita, Elifal hijo de Ur,

36 Héfer mequeratita, Ahías pelonita,

37 Hezro carmelita, Naaray hijo de Ezbay,

38 Joel hermano de Natán, Mibhar hijo de Hagrí,

39 Sélec amonita, Naheray beerotita, escudero de Joab hijo de Sarvia,

40 Irá itrita, Gareb itrita,

41 Urías heteo, Zabad hijo de Ahlay,

42 Adiná hijo de Sizá rubenita, príncipe de los rubenitas, y con él treinta,

43 Hanán hijo de Maacá, Josafat mitnita,

44 Uzías astarotita, Sama y Jehiel hijos de Hotam aroerita;

45 Jediael hijo de Simrí, y Johá su hermano, tizita,

46 Eliel mahavita, Jeribay y Josavía hijos de Elnaam, Itmá moabita,

47 Eliel, Obed, y Jaasiel, de Sobá.

El ejército de David

12 Estos son los que vinieron a David en Siclag, estando él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis, y eran de los valientes que le ayudaron en la guerra.

Manejaban el arco lo mismo con la mano derecha que con la izquierda, y con ambas manos tiraban piedras con honda. De los hermanos de Saúl benjaminita,

el jefe era Ahiezer, después Joás, hijos de Semaá gabaatita; Jeziel y Pélet hijos de Azmávet; Beracá y Jehú anatotitas,

Ismaías gabaonita, valiente entre los treinta, y más que los treinta; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad gederatita,

Eluzay, Jerimot, Bealías, Serrarías, Sefatías harufita,

Elcaná, Isías, Azareel, Joezer y Jasobam, coreítas,

y Joelá y Zebadías hijos de Jeroham de Gedor.

También de los de Gad huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros en escudo y pavés; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas.

Ezer el primero, Obadías el segundo, Eliab el tercero,

10 Mismaná el cuarto, Irmeyá el quinto,

11 Atay el sexto, Eliel el séptimo,

12 Johanán el octavo, Elzabad el noveno,

13 Jeremías el décimo y Macbanay el undécimo.

14 Éstos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor tenía cargo de cien hombres, y el mayor de mil.

15 Éstos pasaron el Jordán en el mes primero, cuando se había desbordado por todas sus riberas; e hicieron huir a todos los de los valles al oriente y al poniente.

16 Asimismo algunos de los hijos de Benjamín y de Judá vinieron a David al lugar fuerte.

17 Y David salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mí para paz y para ayudarme, mi corazón irá a una con vosotros; mas si es para entregarme a mis enemigos, sin haber iniquidad en mis manos, véalo el Dios de nuestros padres, y lo demande.

18 Entonces el Espíritu vino sobre Amasay, jefe de los treinta, y dijo: Por ti, oh David, y contigo, oh hijo de Isay. Paz, paz contigo, y paz con tus ayudadores, pues también tu Dios te ayuda. Y David los recibió, y los puso entre los capitanes de la tropa.

19 También se pasaron a David algunos de Manasés, cuando vino con los filisteos a la batalla contra Saúl (pero David no les ayudó, porque los jefes de los filisteos, habido consejo, lo despidieron, diciendo: Con peligro de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl).

20 Así que viniendo él a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés, Adná, Jozabad, Jediael, Miguel, Jozabad, Eliú y Ziletay, príncipes de millares de los de Manasés.

21 Éstos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ejército.

22 Porque entonces todos los días venía ayuda a David, hasta hacerse un gran ejército, como ejército de Dios.

23 Y este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y vinieron a David en Hebrón para transferirle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová:

24 De los hijos de Judá que traían escudo y lanza, seis mil ochocientos, listos para la guerra.

25 De los hijos de Simeón, siete mil cien hombres, valientes y esforzados para la guerra.

26 De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos;

27 asimismo Joyadá, príncipe de los del linaje de Aarón, y con él tres mil setecientos,

28 y Sadoc, joven valiente y esforzado, con veintidós de los principales de la casa de su padre.

29 De los hijos de Benjamín hermanos de Saúl, tres mil; porque hasta entonces muchos de ellos se mantenían fieles a la casa de Saúl.

30 De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos, muy valientes, varones ilustres en las casas de sus padres.

31 De la media tribu de Manasés, dieciocho mil, los cuales fueron escogidos por lista para venir a poner a David por rey.

32 De los hijos de Isacar, doscientos principales, duchos en discernir las oportunidades y saber lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos.

33 De Zabulón, cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la guerra, con toda clase de armas de guerra, dispuestos a pelear sin doblez de corazón.

34 De Neftalí, mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza.

35 De los de Dan, dispuestos a pelear, veintiocho mil seiscientos.

36 De Aser, dispuestos para la guerra y preparados para pelear, cuarenta mil.

37 Y del otro lado del Jordán, de los rubenitas y gaditas y de la media tribu de Manasés, ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra.

38 Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, vinieron con corazón sincero a Hebrón, para poner a David por rey sobre todo Israel; asimismo todos los demás de Israel estaban de un mismo ánimo para poner a David por rey.

39 Y estuvieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos habían preparado para ellos.

40 También los que les eran vecinos, y hasta Isacar y Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisión de harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite, y bueyes y ovejas en abundancia, porque en Israel había alegría.

Hebreos 13

Deberes cristianos

13 Permanezca el amor fraternal.

No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.

Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.

Sea honroso en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

Sea vuestra manera de vivir sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: De ningún modo te desampararé, ni te dejaré;

de manera que podemos decir confiadamente:

El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.

Jesucristo es el mismo, ayer, y hoy, y por los siglos.

No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afianzar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas.

10 Tenemos un altar, del cual no tienen derecho a comer los que sirven al tabernáculo.

11 Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre es introducida en el santuario por el sumo sacerdote como ofrenda por el pecado, son quemados fuera del campamento.

12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

13 Salgamos, pues, adonde él, fuera del campamento, llevando su vituperio;

14 porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir.

15 Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

16 Y no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua; porque de tales sacrificios se agrada Dios.

17 Obedeced a vuestros pastores, y someteos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.

18 Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo.

19 Y os ruego con más insistencia que lo hagáis así, para que yo os sea restituido más pronto.

Bendición y saludos finales

20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, en virtud de la sangre del pacto eterno,

21 os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por medio de Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

22 Os ruego, hermanos, que soportéis estas palabras de exhortación, pues os he escrito brevemente.

23 Sabed que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con el cual, si viene pronto, iré a veros.

24 Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los santos. Los de Italia os saludan.

25 La gracia sea con todos vosotros. Amén.

Amós 7

Tres visiones de destrucción

El Señor Jehová me hizo ver esto: He aquí que él criaba langostas cuando comenzaba a crecer el heno tardío, el heno tardío después de las siegas del rey.

Y aconteció que cuando acabaron de comer la hierba de la tierra, yo dije: Señor Jehová, perdona ahora; ¿quién sostendrá a Jacob?, porque es pequeño.

Se arrepintió Jehová de esto: No será así, dijo Jehová.

Jehová el Señor me hizo ver esto: He aquí que el Señor Jehová convocaba para castigar por fuego; y consumió el gran abismo, y consumió también una parte de la tierra.

Y dije: Señor Jehová, cesa ahora; ¿quién sostendrá a Jacob?, porque es pequeño.

Se arrepintió Jehová de esto, y dijo Jehová el Señor: No será esto tampoco.

Me enseñó luego esto: He aquí que el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y tenía en su mano una plomada de albañil.

Jehová entonces me dijo: ¿Qué ves, Amós? Yo respondí: Una plomada de albañil. Y el Señor dijo: He aquí, yo pongo la plomada en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más.

Los lugares altos de Isaac serán destruidos, y los santuarios de Israel serán asolados, y me alzaré con la espada contra la casa de Jeroboam.

Amós y Amasías

10 Entonces el sacerdote Amasías de Betel envió a decir a Jeroboam, rey de Israel: Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede soportar todas sus palabras.

11 Porque así ha dicho Amós: Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio.

12 Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a la tierra de Judá, y come allí tu pan, y profetiza allí;

13 y no profetices más en Betel, porque es santuario del rey, y capital del reino.

14 Entonces respondió Amós, y dijo a Amasías: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y cultivador de sicómoros.

15 Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel.

16 Ahora, pues, escucha una palabra de Jehová. Tú dices: No profetices contra Israel, ni vaticines contra la casa de Isaac.

17 Pues bien, así dice Jehová: Tu mujer será obligada a prostituirse en medio de la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierra.

Lucas 2

Nacimiento de Jesucristo

Por aquellos días, salió un edicto de parte de César Augusto, para que se hiciera un censo de toda la tierra habitada.

Este primer censo se hizo cuando Cirenio gobernaba Siria.

Y todos marchaban a inscribirse en el censo, cada uno a su propia ciudad.

También José subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, hacía Judea, a la ciudad de David, la cual se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,

para inscribirse junto con María, quien estaba desposada con él y encinta.

Y aconteció que, mientras estaban allí, se cumplieron los días para que ella diese a luz.

Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Los pastores y los ángeles

Había en la misma comarca unos pastores que vivían en el campo y guardaban sus turnos de vela nocturna sobre su rebaño.

Y he aquí que se presentó ante ellos un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.

10 El ángel les dijo: Dejad de temer, porque os traigo buenas noticias de gran gozo, que lo será para todo el pueblo;

11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.

12 Esto os servirá de señal: hallaréis un niño recién nacido envuelto en pañales, y acostado en un pesebre.

13 De repente, apareció junto al ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios y decía:

14 ¡Gloria a Dios en lo más alto;
Y sobre la tierra paz; buena voluntad para con los hombres!

15 Sucedió que cuando los ángeles se alejaron de ellos para irse al cielo, los pastores se dijeron los unos a los otros: Vayamos ahora mismo hasta Belén, y veamos esto que dicen que ha sucedido, lo que el Señor nos ha dado a conocer.

16 Fueron a toda prisa, y encontraron juntamente a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre.

17 Y después de verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca de este niño.

18 Y todos los que lo oyeron, quedaron maravillados de lo que los pastores les contaban;

19 María, por su parte, guardaba consigo todas estas cosas, ponderándolas en su corazón.

20 Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.

21 Cuando se cumplieron ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, el que le dio el ángel antes de que él fuese concebido en el seno.

Presentación de Jesucristo en el templo

22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ella, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarlo al Señor

23 (tal como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abra la matriz será llamado santo para el Señor),

24 y para ofrecer un sacrificio conforme a lo dicho en la ley del Señor, un par de tórtolas, o dos palominos.

25 Y había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y devoto, aguardando la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.

26 Y el Espíritu Santo le había comunicado que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.

27 Y movido por el Espíritu, vino al templo; y cuando los padres introducían al niño Jesús para hacer lo que la costumbre de la ley prescribía sobre él,

28 él le tomó en brazos, y bendijo a Dios, diciendo:

29 Ahora, Soberano Señor, puedes dejar que tu siervo se vaya,
Conforme a tu palabra, en paz;
30 Porque han visto mis ojos tu salvación,
31 La cual has preparado a la vista de todos los pueblos;
32 Luz para revelación a los gentiles,
Y para gloria de tu pueblo Israel.

33 Su padre y su madre estaban asombrándose de las cosas que se estaban diciendo de él.

34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Mira, éste está puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para señal que es objeto de disputa

35 (y una espada traspasará tu misma alma), de forma que queden al descubierto los pensamientos de muchos corazones.

36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ya era de edad muy avanzada, y había vivido con su esposo siete años desde su matrimonio;

37 y ahora de viuda hasta ochenta y cuatro años; la cual no se apartaba del templo, sirviendo de día y de noche con ayunos y oraciones.

38 En ese momento se presentó ella, y comenzó también a expresar su reconocimiento a Dios y a hablar de él a todos los que aguardaban la redención en Jerusalén.

El regreso a Nazaret

39 Así que acabaron de cumplir con todo, conforme a la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.

40 Y el niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.

El niño Jesús en el templo

41 Sus padres iban cada año a Jerusalén a la fiesta de la pascua.

42 Cuando cumplió doce años de edad, subieron conforme a la costumbre de la fiesta,

43 y, después de haber acabado los días, al regresar ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, pero no se dieron cuenta José y su madre,

44 sino que, suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino, y lo buscaban entre los parientes y los conocidos.

45 Y al no hallarle, regresaron a Jerusalén en busca suya.

46 Y aconteció que al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, no sólo escuchándoles, sino también haciéndoles preguntas;

47 y todos los que le estaban oyendo, quedaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas.

48 Cuando le vieron, se sorprendieron, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? He aquí que tu padre y yo te buscábamos angustiados.

49 Él les dijo: ¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que yo debo estar en los asuntos de mi Padre?

50 Pero ellos no comprendieron la palabra que les habló.

51 Luego bajó con ellos, y vino a Nazaret; y continuaba sumiso a ellos. Y su madre conservaba cuidadosamente todas estas cosas en su corazón.

52 Y Jesús seguía progresando en sabiduría, en vigor y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.