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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Version
1 Crónicas 21

David censa al pueblo(A)

21 Se levantó Satanás contra Israel e incitó a David a que hiciera censo del pueblo. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo:

—Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa.

Respondió Joab:

—¡Que Jehová añada a su pueblo cien veces más de lo que es, rey, señor mío! ¿Acaso no son todos ellos siervos de mi señor? ¿Para qué procura mi señor esto, que traerá pecado sobre Israel?

Pero la orden del rey pudo más que Joab. Salió, por tanto, Joab y recorrió todo Israel; entonces volvió a Jerusalén y dio cuenta a David de las cifras del pueblo: había en todo Israel un millón cien mil que sacaban espada, y en Judá cuatrocientos setenta mil hombres que sacaban espada. Entre estos no fueron contados los levitas, ni los hijos de Benjamín, porque la orden del rey era abominable a Joab.

Esto desagradó a Dios, el cual castigó a Israel. Entonces dijo David a Dios:

—He pecado gravemente al hacer esto; te ruego que quites la maldad de tu siervo, pues he actuado muy locamente.

Y habló Jehová a Gad, vidente de David, diciendo: 10 «Ve, habla a David y dile: “Así ha dicho Jehová: Tres cosas te propongo; escoge de ellas una y así haré contigo.”»

11 Gad fue ante David y le dijo:

—Así ha dicho Jehová: 12 “Escoge para ti: tres años de hambre, o tres meses de derrotas ante tus enemigos, con la espada de tus adversarios, o bien tres días durante los cuales la espada de Jehová y la peste recorran la tierra, y el ángel de Jehová haga destrucción en todos los términos de Israel.” Mira, pues, qué responderé a quien me ha enviado.

13 David respondió a Gad:

—Estoy en grande angustia. Prefiero caer en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo, que caer en manos de los hombres.

14 Entonces Jehová envió una peste sobre Israel, y murieron setenta mil hombres. 15 Envió Jehová el ángel a Jerusalén para destruirla; pero cuando ya estaba destruyéndola, miró Jehová y se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía: «¡Basta ya! ¡Detén tu mano!» El ángel de Jehová estaba junto a la era de Ornán, el jebuseo. 16 Y alzando David sus ojos, vio al ángel de Jehová que estaba entre el cielo y la tierra, con una espada desnuda en su mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos se postraron sobre sus rostros, vestidos de ropas ásperas. 17 Y dijo David a Dios:

—¿No soy yo el que hizo contar al pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, caiga ahora tu mano sobre mí, y sobre la casa de mi padre, pero no envíes la peste sobre tu pueblo.

18 El ángel de Jehová ordenó a Gad decirle a David que subiera y construyera un altar a Jehová en la era de Ornán, el jebuseo. 19 Y David subió, conforme a la orden que Gad le había dado en nombre de Jehová. 20 Al volverse Ornán, que estaba trillando el trigo, vio al ángel, y los cuatro hijos que estaban con él se escondieron. 21 Cuando David llegó adonde estaba Ornán, éste miró y vio a David; entonces salió de la era y se postró en tierra ante David. 22 Luego dijo David a Ornán:

—Dame este lugar de la era, para que edifique un altar a Jehová; dámelo por su cabal precio, para que cese la mortandad en el pueblo.

23 Respondió Ornán a David:

—Tómala para ti, y haga mi señor, el rey, lo que bien le parezca. Yo daré los bueyes para el holocausto, trillos para leña y trigo para la ofrenda. Yo lo doy todo.

24 Replicó el rey David a Ornán:

—No, todo quiero comprarlo por su justo precio; porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste.

25 Y dio David a Ornán por aquel lugar la suma de seiscientos siclos de oro. 26 David edificó allí un altar a Jehová, en el que ofreció holocaustos y ofrendas de paz e invocó a Jehová, quien le respondió por fuego desde los cielos en el altar del holocausto. 27 Entonces Jehová habló al ángel, y éste volvió su espada a la vaina.

28 Al ver David que Jehová lo había oído en la era de Ornán, el jebuseo, ofreció sacrificios allí. 29 Pues el tabernáculo de Jehová que Moisés había hecho en el desierto, y el altar del holocausto, estaban entonces en el lugar alto de Gabaón; 30 pero David no pudo ir allá a consultar a Dios, porque estaba atemorizado a causa de la espada del ángel de Jehová.

1 Pedro 2

Desechad, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y toda maledicencia, y desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, ya que habéis gustado la bondad del Señor.

La piedra viva

Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, pero para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también dice la Escritura:

«He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo,
escogida, preciosa;
el que crea en él, no será avergonzado.»

Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso. En cambio para los que no creen:

«La piedra que los edificadores desecharon
ha venido a ser la cabeza del ángulo»

y:

«Piedra de tropiezo y roca que hace caer.»

Ellos, por su desobediencia, tropiezan en la palabra. ¡Ése es su destino!

El pueblo de Dios

Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. 10 Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia.

Vivid como siervos de Dios

11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma. 12 Mantened buena vuestra manera de vivir entre los gentiles, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.

13 Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14 ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. 15 Ésta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos. 16 Actuad como personas libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. 17 Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.

18 Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos, no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar. 19 Lo que merece aprobación es que alguien, a causa de la conciencia delante de Dios, sufra molestias padeciendo injustamente, 20 pues ¿qué mérito tiene el soportar que os abofeteen si habéis pecado? Pero si por hacer lo que es bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. 21 Para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas. 22 Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca. 23 Cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente. 24 Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados! 25 Vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.

Jonás 4

Pero Jonás se disgustó en extremo, y se enojó. Así que oró a Jehová y le dijo:

—¡Ah, Jehová!, ¿no es esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis, porque yo sabía que tú eres un Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte y de gran misericordia, que te arrepientes del mal. Ahora, pues, Jehová, te ruego que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.

Pero Jehová le respondió:

—¿Haces bien en enojarte tanto?

Jonás salió de la ciudad y acampó hacia el oriente de ella; allí se hizo una enramada y se sentó a su sombra, para ver qué sucedería en la ciudad. Entonces Jehová Dios dispuso que una calabacera creciera sobre Jonás para que su sombra le cubriera la cabeza y lo librara de su malestar. Jonás se alegró mucho por la calabacera. Pero, al amanecer del día siguiente, Dios dispuso que un gusano dañara la calabacera, y ésta se secó. Y aconteció que, al salir el sol, envió Dios un fuerte viento del este. El sol hirió a Jonás en la cabeza, y sintió que se desmayaba. Entonces, deseando la muerte, decía:

—Mejor sería para mí la muerte que la vida.

Pero Dios dijo a Jonás:

—¿Tanto te enojas por la calabacera?

—Mucho me enojo, hasta la muerte —respondió él.

10 Entonces Jehová le dijo:

—Tú tienes lástima de una calabacera en la que no trabajaste, ni a la cual has hecho crecer, que en espacio de una noche nació y en espacio de otra noche pereció, 11 ¿y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?

Lucas 9

Misión de los doce discípulos(A)

Reuniendo a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. Les dijo:

—No toméis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas. En cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid. Dondequiera que no os reciban, salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.

Y saliendo, pasaban por todas las aldeas anunciando el evangelio y sanando por todas partes.

Muerte de Juan el Bautista(B)

Herodes, el tetrarca, oyó de todas las cosas que hacía Jesús, y estaba perplejo, porque decían algunos: «Juan ha resucitado de los muertos»; otros: «Elías ha aparecido»; y otros: «Algún profeta de los antiguos ha resucitado.» Y dijo Herodes:

—A Juan yo lo hice decapitar; ¿quién, pues, es éste de quien oigo tales cosas?

Y procuraba verlo.

Alimentación de los cinco mil(C)

10 Al regresar los apóstoles, le contaron todo lo que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte, a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida. 11 Cuando la gente lo supo, lo siguió; y él los recibió, les hablaba del reino de Dios y sanaba a los que necesitaban ser curados.

12 Pero el día comenzaba a declinar. Acercándose los doce, le dijeron:

—Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y campos de alrededor y se alojen y encuentren alimentos, porque aquí estamos en lugar desierto.

13 Él les dijo:

—Dadles vosotros de comer.

Dijeron ellos:

—No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta multitud.

14 Eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos:

—Hacedlos sentar en grupos de cincuenta.

15 Así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos. 16 Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente. 17 Comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que les sobró: doce cestas de pedazos.

La confesión de Pedro(D)

18 Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo:

—¿Quién dice la gente que soy yo?

19 Ellos respondieron:

—Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.

20 Él les dijo:

—¿Y vosotros, quién decís que soy?

Entonces, respondiendo Pedro, dijo:

—El Cristo de Dios.

Jesús anuncia su muerte(E)

21 Pero él les mandó que a nadie dijeran esto, encargándoselo rigurosamente, 22 y diciendo:

—Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y resucite al tercer día.

23 Y decía a todos:

—Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24 Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará, 25 pues, ¿qué aprovecha al hombre si gana todo el mundo y se destruye o se pierde a sí mismo?, 26 porque el que se avergüence de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre y de los santos ángeles. 27 Pero en verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.

La transfiguración(F)

28 Como ocho días después de estas palabras, Jesús tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. 29 Mientras oraba, la apariencia de su rostro cambió y su vestido se volvió blanco y resplandeciente. 30 Y dos varones hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías. 31 Estos aparecieron rodeados de gloria; y hablaban de su partida, que Jesús iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y los que lo acompañaban estaban rendidos de sueño; pero, permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con él. 33 Y sucedió que, mientras estos se alejaban de él, Pedro dijo a Jesús:

—Maestro, bueno es para nosotros estar aquí. Hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés y una para Elías.

Pero no sabía lo que decía. 34 Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. 35 Y vino una voz desde la nube, que decía: «Éste es mi Hijo amado; a él oíd.»

36 Cuando cesó la voz, Jesús se encontraba solo. Ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho endemoniado(G)

37 Al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro. 38 Y un hombre de la multitud clamó diciendo:

—Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo; 39 y sucede que un espíritu lo toma y, de repente, lo hace gritar, lo sacude con violencia, lo hace echar espuma y, estropeándolo, a duras penas se aparta de él. 40 Rogué a tus discípulos que lo echaran fuera, pero no pudieron.

41 Respondiendo Jesús, dijo:

—¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros y os he de soportar? Trae acá a tu hijo.

42 Mientras se acercaba el muchacho, el demonio lo derribó y lo sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu impuro, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. 43 Y todos se admiraban de la grandeza de Dios.

Jesús anuncia por segunda vez su muerte(H)

Estando todos maravillados de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

44 —Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras, porque acontecerá que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres.

45 Pero ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendieran; y temían preguntarle sobre esas palabras.

¿Quién es el mayor?(I)

46 Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor. 47 Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó a un niño, lo puso junto a sí 48 y les dijo:

—Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió, porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.

El que no está contra nosotros, por nosotros está(J)

49 Entonces respondiendo Juan, dijo:

—Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.

50 Jesús le dijo:

—No se lo prohibáis, porque el que no está contra nosotros, por nosotros está.

Jesús reprende a Jacobo y a Juan

51 Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. 52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53 Pero no lo recibieron, porque su intención era ir a Jerusalén. 54 Al ver esto, Jacobo y Juan, sus discípulos, le dijeron:

—Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?

55 Entonces, volviéndose él, los reprendió diciendo:

—Vosotros no sabéis de qué espíritu sois, 56 porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.

Y se fueron a otra aldea.

Los que querían seguir a Jesús(K)

57 Yendo por el camino, uno le dijo:

—Señor, te seguiré adondequiera que vayas.

58 Jesús le dijo:

—Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.

59 Y dijo a otro:

—Sígueme.

Él le respondió:

—Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.

60 Jesús le dijo:

—Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú vete a anunciar el reino de Dios.

61 Entonces también dijo otro:

—Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.

62 Jesús le contestó:

—Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios.

Reina-Valera 1995 (RVR1995)

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