Historical
La promesa dinástica de Natán (1 Cr 17,1-27)
7 Una vez que David se hubo instalado en su casa y el Señor le concedió un respiro frente a todos sus enemigos de los alrededores, 2 dijo el rey al profeta Natán:
— Mira, yo estoy viviendo en una casa de cedro, mientras que el Arca de Dios está en una tienda.
3 Natán le respondió:
— Haz lo que estás pensando, que el Señor está contigo.
4 Pero aquella misma noche Natán recibió este mensaje del Señor:
5 — Ve a decir a mi siervo David: “Esto dice el Señor: No serás tú quien me construya a mí una casa para vivir en ella. 6 Yo nunca he vivido en una casa desde el día en que saqué de Egipto a los israelitas hasta hoy, sino que he estado peregrinando de un sitio a otro en una tienda como morada. 7 Y en todo el tiempo en que estuve viajando de un sitio a otro con los israelitas, nunca le hablé a ninguno de los jueces que elegí para pastorear a mi pueblo, Israel, de construirme una casa de cedro”. 8 Ahora, pues, dile a mi siervo David: “Esto dice el Señor del universo: Yo te saqué de los pastos y de cuidar rebaños para ser el jefe de mi pueblo, Israel; 9 te he acompañado por dondequiera que has ido, te he librado de tus enemigos y pienso hacerte tan famoso como los más famosos de la tierra. 10 Asignaré un lugar a mi pueblo, Israel, y lo asentaré en él para que lo habite sin sobresaltos y sin que los malvados vuelvan a oprimirlo como lo oprimieron al principio, 11 cuando nombré jueces en mi pueblo, Israel. Además te he hecho vivir en paz con todos tus enemigos. Pues bien, ahora el Señor te anuncia que te fundará una dinastía. 12 Cuando tu vida se acabe y descanses con tus antepasados, mantendré a tu descendencia, a un vástago salido de tus entrañas, y consolidaré su reino. 13 Él construirá una casa en mi honor y yo consolidaré para siempre su trono real. 14 Yo seré su padre y él será mi hijo. Y si se porta mal, yo lo corregiré con mano dura según la costumbre humana, 15 pero no le retiraré mi fidelidad, como se la retiré a Saúl, a quien rechacé en beneficio tuyo. 16 Tu casa y tu reino se mantendrán permanentemente ante mí y tu trono quedará consolidado para siempre”.
17 Natán comunicó a David todas estas palabras y visiones.
18 Entonces el rey David entró a presentarse ante el Señor y dijo:
— ¿Quién soy yo, Señor Dios, y qué es mi familia para que me hayas hecho llegar hasta aquí? 19 Y por si te pareciera poco, Señor Dios, te has referido además a la dinastía de tu siervo para el futuro, como si se tratase de una ley humana, mi Señor. 20 ¿Qué más puedo añadir yo, si tú, Señor Dios, conoces de sobra a tu siervo? 21 Por tu palabra y según tu voluntad has realizado toda esta gran obra y se la has dado a conocer a tu siervo. 22 ¡Por eso eres grande, Señor Dios! No hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, por todo lo que ha llegado a nuestros oídos. 23 ¿Qué nación hay en la tierra que sea como tu pueblo, Israel, a quien Dios haya ido a rescatar para convertirlo en su pueblo y para hacerlo famoso, realizando grandes hazañas y prodigios en su favor y expulsando a las naciones y a sus dioses ante tu pueblo, al que rescataste de Egipto? 24 Has constituido a tu pueblo, Israel, en pueblo tuyo para siempre y tú, Señor, te has convertido en su Dios. 25 Así, pues, Dios, el Señor, mantén siempre la promesa que has hecho a tu siervo y a su familia, y cumple cuanto has dicho, 26 para que tu nombre se haga famoso y puedan decir: “El Señor del universo es el Dios de Israel”. Y que la casa de tu siervo David se mantenga firme en tu presencia. 27 Tú, Señor del universo, Dios de Israel, has revelado a tu siervo: “Yo te construiré una dinastía”. Por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. 28 Tú, mi Señor, eres Dios; tus palabras son dignas de crédito y has prometido esta merced a tu siervo. 29 Dígnate, pues, bendecir a la dinastía de tu siervo, para que permanezca siempre en tu presencia. Tú, Señor Dios, has hablado y por tu bendición la dinastía de tu siervo será siempre bendita.
Victorias y expansión de David (1 Cr 18,1-17)
8 Después de esto, David derrotó a los filisteos, los sometió y les arrebató Gat y sus dominios. 2 También derrotó a Moab; los tumbó en el suelo y los midió a cordel: por cada dos condenados a muerte, dejaba a uno con vida. Moab quedó sometido a David como vasallo tributario. 3 Más tarde derrotó a Adadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá, cuando iba a restablecer su dominio en el río Éufrates. 4 David capturó mil setecientos soldados de caballería, veinte mil de infantería, y quebró las patas de todos los caballos de tiro, dejando sólo cien carros. 5 Los arameos de Damasco acudieron a socorrer a Adadézer, rey de Sobá, pero David mató a veinte mil de sus hombres. 6 Luego David puso gobernadores sobre los arameos de Damasco, que le quedaron sometidos como vasallos tributarios. Y el Señor hacía triunfar a David en todas sus campañas.
7 David se apoderó de los escudos de oro que llevaban los oficiales de Adadézer y los llevó a Jerusalén. 8 El rey David se incautó igualmente de una gran cantidad de bronce que había en Tébaj y Berotay, ciudades de Adadézer.
9 Cuando Toy, el rey de Jamat, se enteró de que David había derrotado a todo el ejército de Adadézer, 10 envió a su hijo Jorán con objetos de oro, plata y bronce, para saludar y felicitar al rey David por su victoria en la guerra contra Adadézer, pues era enemigo de Toy. 11 El rey David consagró los objetos al Señor, como había hecho con la plata y el oro provenientes de las naciones sometidas: 12 Edom, Moab, los amonitas y los filisteos, Amalec y el botín de Adadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá.
13 David se hizo famoso cuando regresó de derrotar a dieciocho mil edomitas en el valle de la Sal. 14 Luego puso gobernadores en todo Edom y los edomitas quedaron sometidos a David. Y el Señor hacía triunfar a David en todas sus campañas.
Organización de la corte
15 David reinó sobre Israel, administrando el derecho y la justicia para todo su pueblo. 16 Joab, hijo de Seruyá, era el jefe del ejército; Josafat, hijo de Ajilud, era el heraldo; 17 Sadoc, hijo de Ajitub, y Abiatar, hijo de Ajimélec, eran los sacerdotes; Seraías era el secretario; 18 Banaías, hijo de Joyadá, era el jefe de los quereteos y peleteos y los hijos de David eran sacerdotes.
V.— LA SUCESIÓN DE DAVID (9—20)
David y Mefibóset (9,1-13)
9 Cierto día David preguntó:
— ¿Queda algún superviviente de la familia de Saúl a quien yo pueda favorecer en memoria de Jonatán?
2 Había un criado de la familia de Saúl, llamado Sibá, al que hicieron venir ante David. El rey le preguntó:
— ¿Eres tú Sibá?
Y él respondió:
— Soy tu servidor.
3 El rey le dijo:
— ¿Queda alguien de la familia de Saúl a quien yo pueda favorecer como Dios manda?
Sibá respondió al rey:
— Aún queda un hijo de Jonatán, cojo de ambos pies.
4 El rey le preguntó:
— ¿Dónde está?
Y Sibá respondió al rey:
— En Lodebar, en casa de Maquir, el hijo de Amiel.
5 El rey mandó que lo trajeran de allí. 6 Cuando Mefibóset, hijo de Jonatán y nieto de Saúl, llegó ante David, inclinó la cabeza e hizo una reverencia. David le preguntó:
— ¿Eres Mefibóset?
Él contestó:
— Aquí está tu servidor.
7 David le dijo:
— No temas, porque estoy dispuesto a favorecerte en memoria de tu padre, Jonatán. Te devolveré todas las tierras de tu abuelo Saúl y además comerás siempre a mi mesa.
8 Él hizo una reverencia y dijo:
— ¿Quién es tu servidor, para que te fijes en un perro muerto como yo?
9 El rey llamó a Sibá, el criado de Saúl, y le dijo:
— Todas las posesiones de Saúl y su familia se las he entregado al hijo de tu amo. 10 Tú, tus hijos y tus siervos le cultivarán las tierras y le entregarás las cosechas para el mantenimiento de la familia de tu amo. Pero Mefibóset, el hijo de tu amo, comerá siempre a mi mesa.
Sibá, que tenía quince hijos y veinte esclavos, 11 contestó al rey:
— Tu servidor hará todo lo que el rey le ha mandado.
Mefibóset comía a la mesa del rey, como uno de sus hijos. 12 Tenía un hijo pequeño, llamado Micá. Todos los moradores de la casa de Sibá estaban al servicio de Mefibóset. 13 Pero él vivía en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey y, además, estaba cojo de ambos pies.
La guerra amonita (10—12)
Primera campaña contra Amón (1 Cr 19,1-9)
10 Después de esto murió el rey de los amonitas y le sucedió en el trono su hijo Janún. 2 David dijo:
— Quiero mostrar a Janún, el hijo de Najás, la misma lealtad que su padre tuvo conmigo.
Y envió a sus servidores para darle el pésame por su padre. Pero cuando los servidores de David llegaron al país amonita, 3 los dignatarios amonitas dijeron a su señor Janún:
— ¿Crees que David ha enviado emisarios sólo para darte el pésame y mostrarte su estima por tu padre? ¿No te habrá enviado más bien su embajada para inspeccionar la ciudad, explorarla y luego destruirla?
4 Entonces Janún apresó a los servidores de David, les afeitó la mitad de la barba, les cortó los vestidos hasta las nalgas y luego los expulsó. 5 Cuando David se enteró, envió mensajeros a su encuentro, pues se sentían muy avergonzados, para decirles:
— Quédense en Jericó hasta que les crezca la barba y entonces regresan.
6 Los amonitas comprendieron que habían provocado a David y enviaron a contratar como mercenarios a veinte mil soldados arameos de Bet Rejob y de Sobá, a mil hombres del rey de Maacá y doce mil hombres de Tob. 7 David se enteró y mandó a Joab con todo el ejército de guerreros. 8 Los amonitas salieron y formaron en orden de batalla a la entrada de la ciudad. Los arameos de Sobá y Rejob y los hombres de Tob y Maacá se quedaron aparte, en el campo. 9 Cuando Joab se vio envuelto en un doble frente, por delante y por detrás, escogió un grupo selecto de soldados israelitas y tomó posiciones frente a los arameos. 10 Puso el resto del ejército bajo el mando de su hermano Abisay para que tomara posiciones frente a los amonitas 11 y le dijo:
— Si los arameos me superan, vienes en mi ayuda; y si los amonitas te superan, yo iré a ayudarte. 12 ¡Ánimo y a luchar por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios! Y el Señor hará lo que le plazca.
13 Joab y su gente se lanzaron al ataque contra los arameos, pero estos salieron huyendo ante él. 14 Y cuando los amonitas vieron que los arameos huían, ellos también salieron huyendo ante Abisay y se refugiaron en la ciudad. Joab volvió de su campaña contra los amonitas y regresó a Jerusalén.
15 Al verse derrotados por Israel, los arameos se reagruparon. 16 Por su parte, Adadézer hizo venir a los arameos que estaban al otro lado del río Éufrates, los cuales llegaron a Jelán, al mando de Sobac, jefe del ejército de Adadézer. 17 Informado de ello, David movilizó a todo Israel, cruzó el Jordán y llegó a Jelán. Los arameos formaron en orden de combate contra David y le presentaron batalla. 18 Pero finalmente se dieron a la fuga ante Israel, y David dio muerte a setecientos caballos de tiro y a cuarenta mil hombres. También hirió a su jefe, Sobac, que murió allí mismo. 19 Al verse derrotados por Israel, todos los reyes vasallos de Adadézer sellaron la paz con Israel y le quedaron sometidos. Y los arameos ya no se atrevieron a seguir ayudando a los amonitas.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España