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Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Ezequiel 21-23

Espada del juicio del Señor

21 [a]Luego recibí este mensaje del Señor: «Hijo de hombre, ponte de cara a Jerusalén y profetiza contra Israel y sus santuarios. Dile: “Esto dice el Señor: ‘Oh Israel, yo soy tu enemigo y voy a desenvainar mi espada para destruir a tu gente, a justos y a perversos por igual. Así es, ¡eliminaré tanto a los justos como a los perversos! Sacaré mi espada contra todos los que estén en la tierra, desde el sur hasta el norte. El mundo entero sabrá que yo soy el Señor. Tengo la espada en la mano, y no la devolveré a su vaina hasta que haya terminado su trabajo’”.

»¡Hijo de hombre, gime delante del pueblo! Gime ante ellos con amarga angustia y el corazón destrozado. Cuando te pregunten por qué gimes, diles: “Gimo por la aterradora noticia que oí. Cuando se haga realidad, el corazón más valiente se derretirá de miedo; toda fuerza se desvanecerá. Todo espíritu decaerá; las rodillas fuertes se debilitarán como el agua. Y el Señor Soberano dice: ‘¡Está por llegar! ¡Ya está en camino!’”».

Entonces el Señor me dijo: «Hijo de hombre, da al pueblo el siguiente mensaje de parte del Señor:

»“Una espada, una espada
    está siendo afilada y pulida.
10 ¡Está siendo afilada para una masacre espantosa
    y pulida para destellar como un rayo!
¿Ahora te reirás?
    ¡Los más fuertes que tú han caído bajo su poder![b]
11 Sí, ahora mismo la espada está siendo afilada y pulida;
    se prepara para el verdugo.

12 »”Hijo de hombre, grita y laméntate;
    golpéate los muslos con angustia,
porque esa espada masacrará a mi pueblo y a sus líderes:
    ¡todos morirán!
13 ¡A todos los pondrá a prueba!
    ¿Qué posibilidad tienen ellos?[c]”,
    dice el Señor Soberano.

14 »Hijo de hombre, profetízales
    y bate las palmas.
Después toma la espada y esgrímela dos veces en el aire,
    incluso tres veces,
para simbolizar la gran masacre,
    la gran masacre que los amenaza por todas partes.
15 Que el corazón se les derrita de pavor,
    porque la espada reluce en cada puerta de la ciudad.
¡Destella como un rayo
    y está pulida para la matanza!
16 Oh espada, acuchilla a la derecha
    y luego a la izquierda;
corta por todas partes,
    corta por donde quieras.
17 Yo también batiré las palmas,
    y aplacaré mi furia.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!».

Presagios para el rey de Babilonia

18 Después recibí este mensaje del Señor: 19 «Hijo de hombre, dibuja un mapa y traza en él dos caminos para que los siga la espada del rey de Babilonia. Coloca una señal en el camino que sale de Babilonia, donde el sendero se divide en dos: 20 un camino con dirección a Amón y su capital, Rabá; y el otro camino rumbo a Judá y a Jerusalén, la ciudad fortificada. 21 El rey de Babilonia ahora se encuentra donde se dividen los dos caminos y está indeciso sobre a quién atacar: a Jerusalén o a Rabá. Así que él convoca a sus magos en busca de presagios para que le adivinen la suerte. Ellos revuelven las flechas de la aljaba y examinan hígados de animales sacrificados. 22 El presagio en su mano derecha le indica: “¡Jerusalén!”. Sus soldados irán con arietes contra las puertas de la ciudad, pidiendo a gritos la masacre. Levantarán torres de asalto y construirán rampas contra las murallas. 23 Los habitantes de Jerusalén pensarán que es un falso presagio, debido a su tratado con los babilonios; pero el rey de Babilonia le recordará a la gente su rebelión. Entonces los atacará y los capturará.

24 »Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: una y otra vez me hiciste recordar tu pecado y tu culpa. ¡Ni siquiera intentas ocultarlo! En todo lo que haces, tus pecados son evidentes, están a la vista de todos. ¡Por lo tanto, ya ha llegado la hora de tu castigo!

25 »Príncipe de Israel, corrupto y perverso, ¡ha llegado el día de tu juicio final! 26 Esto dice el Señor Soberano:

»“Quítate la corona de joyas,
    porque el antiguo orden está por cambiar.
Ahora los humildes serán exaltados,
    y los poderosos serán humillados.
27 ¡Destrucción! ¡Destrucción!
    Sin duda destruiré el reino.
Y no será restaurado hasta que aparezca
    aquel que tiene derecho a juzgarlo.
Entonces se lo entregaré a él”.

Mensaje para los amonitas

28 »Ahora, hijo de hombre, profetiza sobre los amonitas y sus burlas. Dales el siguiente mensaje de parte del Señor Soberano:

»“Una espada, una espada
    se desenvainó para tu masacre.
Está pulida para destruir,
    ¡y destella como un rayo!
29 Tus profetas han transmitido falsas visiones
    y tus adivinos han dicho mentiras.
La espada caerá sobre el cuello de los malvados,
    para quienes ya ha llegado el día del juicio final.

30 »”Ahora devuelve la espada a su vaina,
    porque en tu propio país,
la tierra donde naciste,
    dictaré mi sentencia contra ti.
31 Sobre ti derramaré mi furia
    y te soplaré con el fuego de mi enojo.
Te entregaré a hombres crueles,
    expertos en destrucción.
32 Serás leña para el fuego,
    y derramarán tu sangre en tu propia tierra.
¡Serás arrasado por completo,
    y no habrá más memoria de ti en la historia,
    porque yo, el Señor, he hablado!”».

Los pecados de Jerusalén

22 Entonces recibí este mensaje del Señor: «Hijo de hombre, ¿estás listo para juzgar a Jerusalén? ¿Estás preparado para juzgar a esta ciudad de asesinos? Denuncia públicamente sus pecados detestables y dale este mensaje de parte del Señor Soberano: “Ciudad de asesinos, condenada y maldita—ciudad de ídolos,[d] inmunda y repugnante— eres culpable por la sangre que has derramado. Te has contaminado con los ídolos que hiciste. ¡Ha llegado el día de tu destrucción! Has llegado al fin de tus días. Te convertiré en objeto de burla en todos los países. Ciudad infame y llena de confusión, de ti se burlarán pueblos lejanos y cercanos.

»”Cada uno de los líderes de Israel que vive dentro de tus murallas está decidido a derramar sangre. A los padres y a las madres se les trata con desprecio. Los extranjeros están obligados a pagar por protección. Los huérfanos y las viudas que viven en medio de ti son objeto de abusos y maltratos. Desprecias mis objetos santos y profanas mis días de descanso. Hay quienes acusan falsamente a otros y los envían a la muerte. Estás llena de gente que rinde culto a ídolos y hace cosas obscenas. 10 Hay entre ustedes hombres que se acuestan con la esposa de su padre y que obligan a las mujeres a tener relaciones sexuales con ellos durante su período menstrual. 11 Dentro de tus murallas viven hombres que cometen adulterio con la mujer de su vecino, que deshonran a sus nueras o violan a sus propias hermanas. 12 Por todas partes hay asesinos a sueldo, prestamistas usureros y extorsionistas. Ni siquiera piensan en mí ni en mis mandatos, dice el Señor Soberano.

13 »”Sin embargo, ahora yo bato las palmas con indignación por tus ganancias deshonestas y tu derramamiento de sangre. 14 ¿Qué tan fuerte y valiente serás en el día del juicio? Yo, el Señor, he hablado y cumpliré lo que he dicho. 15 Te esparciré por todas las naciones y te limpiaré de tu maldad; 16 y cuando sea deshonrado entre las naciones a causa de ti,[e] sabrás que yo soy el Señor”».

El horno purificador del Señor

17 Luego recibí este mensaje del Señor: 18 «Hijo de hombre, los israelitas son la escoria inservible que queda después de fundir la plata. Son los desechos que sobran: una mezcla inútil de cobre, estaño, hierro y plomo. 19 Entonces diles: “Esto dice el Señor Soberano: ‘Dado que todos son escoria inservible, los traeré a mi crisol en Jerusalén. 20 Así como en un horno se funde plata, cobre, hierro, plomo y estaño, los fundiré a ustedes con el calor de mi furia. 21 Los reuniré y los soplaré con el fuego de mi enojo, 22 y se fundirán como la plata en el intenso calor. Entonces sabrán que yo, el Señor, he derramado mi furia sobre ustedes’”».

Pecados de los líderes de Israel

23 Nuevamente recibí un mensaje del Señor: 24 «Hijo de hombre, dale este mensaje al pueblo de Israel: “En el día de mi indignación, serás como tierra contaminada, una tierra sin lluvia. 25 Tus príncipes[f] traman conspiraciones tal como los leones que acechan su presa. Devoran a los inocentes apoderándose de sus tesoros y quitándoles su riqueza mediante la extorsión; y dejan viudas a muchas mujeres del país. 26 Tus sacerdotes desobedecieron mis enseñanzas y profanaron mis objetos santos. No hacen ninguna diferencia entre lo que es santo y lo que no es, tampoco enseñan a mi pueblo la diferencia entre lo que es ceremonialmente puro e impuro. Desprecian mis días de descanso, de modo que soy deshonrado entre ellos. 27 Tus líderes son como lobos que despedazan a sus víctimas. ¡En realidad destruyen vidas a cambio de dinero! 28 Y tus profetas los encubren dando falsas visiones y predicciones mentirosas. Dicen: ‘Mi mensaje proviene del Señor Soberano’, cuando en realidad el Señor no les ha dicho ni una sola palabra. 29 Hasta la gente común oprime a los pobres, les roba a los necesitados y priva de justicia a los extranjeros.

30 »”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie. 31 Por eso ahora derramaré mi furia sobre ellos y los consumiré con el fuego de mi enojo. Haré recaer sobre su cabeza todo el castigo por cada uno de sus pecados. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”».

Adulterio de dos hermanas

23 Recibí este mensaje de parte del Señor: «Hijo de hombre, había una vez dos hermanas que eran hijas de la misma madre. Ambas se hicieron prostitutas en Egipto. Incluso cuando eran jovencitas, dejaban que los hombres manosearan sus senos. La mayor se llamaba Aholá, y su hermana era Aholibá. Yo me casé con ellas y me dieron hijos e hijas. Me refiero a Samaria y a Jerusalén, pues Aholá es Samaria y Aholibá es Jerusalén.

»Luego Aholá sintió deseos sensuales por otros amantes y no por mí, así que entregó su amor a los oficiales asirios. Eran todos jóvenes atractivos: capitanes y comandantes hermosamente vestidos de azul que conducían los carros de guerra. Así que se prostituyó con los hombres más deseables de Asiria, rindiendo culto a sus ídolos[g] y contaminándose. Cuando salió de Egipto, no abandonó la prostitución, sino que continuó tan depravada como en su juventud, cuando los egipcios se acostaban con ella, le manoseaban los senos y la tenían como prostituta.

»Entonces la entregué a sus amantes asirios, a quienes ella tanto deseaba. 10 Ellos la desnudaron, se llevaron a sus hijos como esclavos y luego la mataron. Después de recibir su castigo, su mala fama llegó a oídos de todas las mujeres de la tierra.

11 »Sin embargo, Aholibá siguió los mismos pasos, a pesar de que vio todo lo que le había ocurrido a su hermana Aholá. Se corrompió todavía más y se entregó por completo a sus pasiones sexuales y a la prostitución. 12 Aduló a todos los oficiales asirios, esos capitanes y comandantes con hermosos uniformes, esos jóvenes que conducían carros de guerra, todos apuestos y deseables. 13 Yo vi cómo iba corrompiéndose, igual que su hermana mayor.

14 »Luego llevó su prostitución a tal extremo que se enamoró de imágenes pintadas en un muro, imágenes de oficiales militares babilonios[h] con llamativos uniformes rojos, 15 que portaban magníficos cinturones y sobre la cabeza turbantes grandes y distinguidos. Estaban vestidos como oficiales de carros de guerra de la tierra de Babilonia.[i] 16 Cuando ella vio esas imágenes, anheló entregarse a ellos y envió mensajeros a Babilonia para invitarlos a que la visitaran. 17 Entonces vinieron y cometieron adulterio con ella, y la corrompieron en la cama del amor. No obstante, después de contaminarse con ellos, los rechazó con asco.

18 »Asimismo, yo sentí asco por Aholibá y la rechacé, tal como había rechazado a su hermana, porque se exhibió delante de ellos y se les entregó para satisfacerles sus pasiones sexuales. 19 Sin embargo, ella se prostituyó mucho más recordando su juventud cuando se había prostituido en Egipto. 20 Sintió deseos sensuales por sus amantes con órganos sexuales tan grandes como los del burro, que eyaculan como un caballo. 21 Y así, Aholibá, reviviste el pasado, esos días de jovencita en Egipto, cuando dejaste que te manosearan los senos por primera vez.

El Señor juzga a Aholibá

22 »Por lo tanto, Aholibá, esto dice el Señor Soberano: de todas partes enviaré a tus amantes contra ti, esas mismas naciones de las que te alejaste con asco. 23 Pues los babilonios vendrán con todos los caldeos de Pecod, de Soa y de Coa. Junto con ellos llegarán todos los asirios, esos jóvenes y apuestos capitanes, comandantes, oficiales de carros de guerra y demás oficiales de alto rango, cada uno montado a caballo. 24 Todos ellos vendrán contra ti desde el norte[j] con carros de guerra, carretas y un gran ejército preparado para atacar. Tomarán posiciones de batalla por todas partes y te rodearán de hombres armados con escudos y yelmos. Yo te entregaré a ellos para castigarte, a fin de que hagan contigo lo que quieran. 25 Descargaré sobre ti el enojo de mis celos y ellos te tratarán con dureza. Te cortarán la nariz y las orejas, y a los sobrevivientes los matarán a espada. Se llevarán a tus hijos cautivos y quemarán todo lo que quede. 26 Te arrancarán tus hermosas ropas y joyas. 27 De ese modo pondré fin a la lascivia y a la prostitución que trajiste de Egipto. Nunca más tus ojos anhelarán aquellas cosas ni recordarás con nostalgia tus días en Egipto.

28 »Pues esto dice el Señor Soberano: ciertamente te entregaré a tus enemigos, a esos que detestas, a quienes rechazaste. 29 Te tratarán con odio, te robarán todo lo que tienes y te dejarán completamente desnuda. Tu vergonzosa prostitución quedará a la vista de todo el mundo. 30 Tú misma te provocaste todo esto al prostituirte con otras naciones y contaminarte con todos sus ídolos. 31 Por haber seguido los pasos de tu hermana, te obligaré a beber de la misma copa de terror que ella bebió.

32 »Sí, esto dice el Señor Soberano:

»Beberás de la copa de terror de tu hermana,
    una copa grande y profunda,
que está llena hasta el borde
    de burla y de desprecio.
33 Te llenarás de borrachera y angustia,
    pues tu copa rebosa de aflicción y desolación;
    es la misma copa que bebió tu hermana, Samaria.
34 Beberás toda esa copa de terror
    hasta la última gota.
Luego la romperás en pedazos
    y te golpearás el pecho en señal de angustia.
    ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!

35 »Y porque te olvidaste de mí y me diste la espalda, esto dice el Señor Soberano: tendrás que sufrir las consecuencias de toda tu lascivia y de tu prostitución».

El Señor juzga a las dos hermanas

36 El Señor me dijo: «Hijo de hombre, debes acusar a Aholá y Aholibá de todos sus pecados detestables. 37 Ellas han cometido adulterio y homicidio: adulterio al rendir culto a ídolos y homicidio al quemar en sacrificio a los hijos que me habían dado. 38 ¡Además, contaminaron mi templo y profanaron mi día de descanso! 39 ¡El mismo día que ofrecieron a sus hijos en sacrificio a ídolos, se atrevieron a venir a mi templo para adorar! Entraron y contaminaron mi casa.

40 »Ustedes, hermanas, enviaron mensajeros a tierras lejanas para conseguir hombres. Cuando ellos llegaron, ustedes se bañaron, se pintaron los párpados y se pusieron sus mejores joyas para recibirlos. 41 Se sentaron junto a ellos en un sofá con hermosos bordados y pusieron mi incienso y mi aceite especial sobre una mesa servida ante ustedes. 42 Desde su habitación llegaba el ruido de muchos hombres en plena juerga. Eran hombres lujuriosos y borrachos[k] provenientes del desierto, que les pusieron brazaletes en las muñecas y hermosas coronas sobre la cabeza. 43 Entonces dije: “Si realmente quieren tener sexo con prostitutas viejas y estropeadas como estas, ¡que lo hagan!”. 44 Y eso fue lo que hicieron. Tuvieron sexo con Aholá y Aholibá, esas prostitutas desvergonzadas. 45 Sin embargo, gente recta juzgará a esas ciudades hermanas por lo que verdaderamente son: adúlteras y asesinas.

46 »Ahora bien, esto dice el Señor Soberano: manda a un ejército contra ellas y entrégalas para que las aterroricen y las saqueen. 47 Pues sus enemigos las apedrearán y las matarán a espada. Masacrarán a sus hijos e hijas y quemarán sus casas. 48 De ese modo acabaré con la lascivia y la idolatría en la tierra y mi castigo servirá de advertencia a todas las mujeres para que no sigan el mal ejemplo de ustedes. 49 Recibirán su merecido por su prostitución: por rendir culto a ídolos. Así es, recibirán todo el castigo. Entonces sabrán que yo soy el Señor Soberano».

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